
♧CP.12:miedo, droga, adicción.
P.O.V KEISY.
Made se encontraba en el mostrador de la cafetería, conversando con Ander el dueño del lugar y cabe destacar, el chico que será padre de su bebé.
yo la espero en una mesa alejada y vacia que está en el establecimiento. En realidad es muy temprano. Apenas acaba de abrir el sitio y somos los únicos en el lugar.
Miro hacia ellos y ladeo un poco la boca al ver tal escena desde lejos.
¿Están arreglando todo? No lo sé. Quizás algunas personas estaban echas para estar juntas y ya, para arruinarse por siempre y ya.
Que así como existían las almas gemelas, también existían esas almas atormentadas que estaban echas para sufrir juntas. Por toda la eternidad.
Quizás el y yo, éramos lo segundo.
Reaccione poco a poco. Mire mi café sobre la mesa. El color me recuerdo a sus ojos inmediatamente, a sus malditos ojos.
ya salte de mi cabeza, Dios. Ya dejame en paz, te lo ruego Michael.
-¡Hola!- una voz arrogante y boba, se escucha delante de mi a gritos.
volteo leve y noto a la castaña delante de mi, con una sonrisa hipócrita gigante.
-carla..- murmuró, fingiendo un saludo.
-¿que haces aquí? Hace días que no te veo- empieza uniendo ambas manos sobre la mesa -me enteré que hicieron una salida, ummm ¿porque no me invitaron?- hablo sin parar sonriendo como una imbécil.
Pensé un poco.
-Yo no fui quien planeó la salida, disculpa - murmure devolviendo la arrogancia.
Ella rio -¡puff! Relajate, era broma, ni siquiera quería salir con unos inútiles como ustedes -dijo.
La observé unos momentos. Suspiré y al ver como esto terminaría, tome mis cosas e intente levantarme de la mesa.
-¿a donde vas?- su mano hizo presión en mi muñeca, deteniendome.
La mire. -tengo que irme.
Sus ojos verdes me miraron con burla, mientras soltaba risas frias - se que tienes algo con michael, keisy - sonrió.
-no se de que hablas, carla. Tengo que irme- forzague para soltarme de esa loca.
Presionó con más fuerza el agarre en mi muñeca -yo si se, de lo que hablo y muy bien.- dijo -tambien se que tú no eres nadie delante de mi y deberías quitarte de mi camino si no quieres salir perjudicada.- siguió hablando.
Mi teléfono vibró dentro del bolsillo de mi sueter. Carla continuó hablando, mientras mi mente se mezclaban entre el sonido del móvil y sus palabras.
-adiós- me solté de golpe, caminado lo más rápido que podía hasta la salida de la cafeteria.
Sabía que made me había notado salir del lugar y casi podía imaginarme su cara de confusión. Pero ya no podía continuar ahí. Mi teléfono y carla me lo impedían.
Salí del establecimiento y cruce la calle hasta el callejón que estaba al doblar la esquina. Un deja vu me invadió inmediatamente al recordar cuando me escondi de Michael ahi.
Pero no eran momentos para pensar cosas bobas y sonreír.
Saque mi teléfono y abri el mensaje más reciente. Mi mente se nublo al triple, en cuanto note ese maldito número.
《Arreglemos esto. Tu, yo. Una cita, 2am, el callejón de la última vez.》
El teléfono tembló por encima de mis manos, mientras yo terminaba de leer. Joder diego, quieres que caiga en tus asquerosos juegos como la última vez.
《Tu y yo. Nadie más》 envíe.
《¿quien crees que soy? ¿Michael?》 Contestó.
Tome aire y pensé unos instantes. Diego era predecible, demasiado. Pero, sólo era una persona, tenía defectos, también podía engañarlo, también podía joderle la existencia como el maldito que era.
Si, yo también podía hacer trampa, como el lo había echo.
《Te veo alli》 cerré el trato.
➖••➖
-¿qué haces?- made se había quedado estos días conmigo. Su familia no sabía sobre su embarazo y siendo sincera, ambas queriamos mandar al mundo a la mierda.
Si, por eso creo que también se asustó al verme poniéndome un suéter a las 2:00am.
-nada- contesté.
-¿nada? Es de madrugada, ¿qué haces despierta?- me pregunto con la cara de sueño que tenía, sentanda sobre la orilla de la cama.
Le sonrei, lo más sincera posible. Suspire, camine hacía ella y me detuve enfrente.
-made- la llamé.
-¿qué?.
-¿recuerdas que el día que llegaste a mi casa en la madrugada, te dije que no tenías la culpa de nuestra pelea?- hable.
Ella asintió con la cabeza -¿si?-.
-nadie tiene culpa de sus acciones, aveces las cosas ocurren sin pensar, arruinamos cosas, arruinamos personas - hable - Pero lo importante es afrontar las situaciones.- sonrei.
Pero ella me observo confusa -no te entiendo, keisy- me dijo.
Suspire nuevamente.
- te quiero made, volveré pronto- sonrei, me acerqué y le Di un beso en la frente, para luego voltearme hacía la salida de la habitación.
-¿keisy? ¿dónde vas? Dios, dime. No quiero que hagas una locura. - hablo levantándose de la cama, intentando detenerme.
Rei, no hice caso y salí de allí lo más rápido que pude.
La locura ya estába echa, el ya la había ocasionado y ¿yo? Yo sólo podía intentar unir algo de los vidrios rotos.
➖••➖
Una yo con 17 años, saliendo de una fiesta, siguiendo al chico que me gustaba, como una imbécil. Una yo que veía el amor con florecitas y colores pasteles, como toda niña boba e ilusa.
Disparo, cárcel, diego. Los peores tres meses de mi vida.
El camino al callejón se me hizo un deja vu. Casi pude recordar a max diciendo estupideces mientras caminaba, casi pude recordar a Juan asustado a mi lado.
Casi pude recordar como Michael nos llevo a sus garras, sabiendo como todo terminaría. Y que aunque así, le valió todo una mierda.
Que imbécil.
La estúpida canción que tenía de tono de llamada empezó a sonar, mientras seguía andando a las tres de la mañana con un maldito frío, directo a ver a un psicópata.
Lo normal.
-¿qué?- contesté rápida al ver que la llamada era de aiden. La voz de el otro lado tardo un momento en oírse.
-cariño, se que estais molesta. Pero no nos hemos visto desde hace 1 semana y quisiera saber como estais, perdona la hora. - ese estupido acento que tanto odiaba se escuchaba por la linea.
Blah, blah, blah, blah.
-aiden...
-espera- me interrumpió - no sé que este pasando por tu cabeza amor, pero me tienes a mi ¿si?- soltó con algo de afecto en la voz.
Intenté caminar más rápido, aleje el telefono de mi oido por un momento y suspire. Pobre Aiden, pobre chico iluso, pobre chico arrastrado al infierno, a mi infierno.
Aiden no merecía nada de esto. Ni como lo había tratado, ni mis palabras, ni mis acciones, nisiquiera seguir aquí, junto a mi.
¿Pero que?.
No lo lance al abismo, el lo hizo por voluntad propia.
-aiden, hablemos luego - murmuré a punto de colgar.
-¡No keisy! ¡Estoy harto de que hagas esto!- me grito por la llamada - ¡Solo dime la verdad, joder! ¡¿Que está sucediendo!?- atacó.
Observé el teléfono. La llamada en curso sobre la pantalla, el contacto "aiden<3" sobre está. Evalúe la situación, pero todo me llevaba a la misma palabra:
Farsa.
-es una farsa- dije seca.
-¿Que?- se escuchó de el otro lado de el teléfono.
-¡QUE ES UNA FARSA, MALDITA SEA!- le grite al móvil -¡ES UNA JODIDA FARSA, ESTA RELACIÓN AIDEN!- me dolió la garganta en cuanto deje salir tales palabras.
Mis pasos aumentaron, casi corría.
-no os entiendo amor...yo...yo... te amo, ¿sabéis? Necesitais calmarte- dijo con nerviosismo, casi sollozando.
Maldito Aiden.
-No te amo aiden- solté. Nadie contesto a eso, Pero La llamada aún seguía en curso, el aun me oía -y estoy empezando a dudar de si algún día lo hice - solté sin presión.
-pero...- se oyó un pequeño murmuró.
-te fui infiel Aiden, te e mentido, no mereces esto- acepté, meneando el teléfono con ansiedad hacia los lados, mientras la brisa me chocaba contra la cara, con cada paso que daba.
Nuevamente silencio.
-keisy...tu..- podía sentirlo temblando - t-tu...yo..yo confie en ti..¡Yo confíe en ti!- soltó en voz alta -¡Te di el poder de amarme! ¡De destruirme! ¡Y elegiste la segunda! ¡Te ayude keisy! - pude escuchar llanto.
-adios, aiden- susurré.
-¡Keisy, maldita sea!- lloró más fuerte.
-cuidate.- arroje el teléfono contra el suelo. No me detuve ni un segundo a mirarlo. Le reste importancia, Apure el paso y me dirigí al lugar acordado.
Ay Aiden, Fuiste tan hipócrita al darme el poder de destruirte. Que cuando lo hice, te quejaste.
Cariño, uno no anda por la vida, dando como opción sus miedos.
Uno los oculta.
•••
Me detuve al inició del callejón por seguridad. El chico espaldas a mi apenas se veia, gracias al poco alumbrado detereorable de la zona.
Sabía que el podía sentirme, perfectamente el sabía sobre mi presencia.
-tanto tiempo - volteó hacía mi. No estaba muy cambiado, sólo tenía algunas cicatrices en la cara que seguramente se había ganado.
-lo mismo digo.
-oh, Míchael debería aprender de ti, por lo que veo, no has traído a nadie- murmura.
-no necesito a nadie - evado.
-oh, ya veo- se burla de mi -¿sabes que haremos aquí?- sonrió.
-¿me arruinaras más la vida?- dije fingiendo miedo. -oh cierto, ya no puedes - fingo reír.
El río.
- no mientas el miedo ¿para qué? Si ya lo tienes - dice.
- no tengo miedo, cariño- afirmó.
-¿entonces porque estas allí parada y no vienes hasta acá?, no muerdo preciosa.- me dice desde el otro lado del callejón.
Tenía razones, pero no era una opción hacerlas saber. Estábamos hablando de Diego, era demasiado predecible.
-lo mañoso se pega- dije con diversión, Pero el no río.
En cambio. Diego dio solo algunos cortos pasos hacía mi y se detuvo en el poste de luz que casi ni servía, apoyándose en el.
-¿sabes, keisy? Siempre me pregunté como Míchael, conseguía atraer a tantas mujeres. Como era que conseguía que todas se fijarán en el, sólo siendo un inútil, abusado por su padre ¿y sabes? Me refleje en ti, para buscar una respuesta - hizo una pausa- y...¿sabes de que me di cuenta? Me di cuenta de que personas como tu solo son unas estúpidas, que solo se dejan engañar, se dejan pisotear por un poco de afecto ¿y al final? Al final, no ganan, sólo son olvidadas, dejadas. Por ser una malditas perras, como lo eres tu- escupió las palabras en menos de un segundo.
Ni siquiera parpadie. La molestia hizo que mi manos temblaran, hasta desear ahorcarlo con esas mismas.
-creo que tu no deberías hablar sobre "personas como tu o personas como yo" porque tu tipo de persona es tan asquerosa que no merece un espacio en este mundo, diego. Eres detestable e inservible - dije con el mismo odio.
El río.
-no interesa, no eres nadie.- se defendió.
"Nadie" nunca fui nadie ni siquiera para mi misma, pero eso cambiaria, si yo no era nadie para mi, para ti si maldito.
-¿nadie? ¿no soy nadie, corazón?- sonrei con frialdad -¿¡como que no soy nadie?! ¡claro que lo soy! ¡soy quien te llevará a la carcel maldito!- grite con diversión fingida.
Sus ojos se apagaron de golpe, el color azul casi se desvaneció de ellos, cuando las sirenas de las patrullas sonaron, muy cerca.
Lo vi tan desprotegido, tan débil delante de mi en cuanto intento correr y me meti en su camino, haciendo que ambos rodaramos por el suelo, no me importaba. Sólo debía hacer tiempo mientras la patrulla llegaba.
-¡MALDITA!- me gritó dando vueltas en el suelo mientras intentaba soltarse de mi.
-¡no! ¡tu eres el maldito aquí, tu te quemaras en el infierno!- grite riendo como loca. Jure sentirme victoriosa por esos instantes. Si, hasta que Recibí una patada en el estómago.
Lo solté como autoreflejo, para cubrirme la zona golpeada, mientras aguantaba el dolor. No dudó en correr. Grite con enojo, ante eso, con las ganas de morirme en la cabeza.
¡nada me sale bien, nada!, joder mi oportunidad, desperdicie mi optuntunidad.
Las patrullas se escuchaban cada vez más cerca, pero ya no importaba. Sólo me quedé en el suelo aguantando las ganas de golpearme con el suelo.
Un golpe.
El sonido de un golpe, hizo eco por el callejón oscuro. A los minutos el cuerpo de diego cayó a mi lado, mientras este se sostenía la nariz, llena de sangre.
Que..coño..
-¿hay reglas, no?- repitió las palabras de ese día, mientras la tenue luz del poste se reflejaba en sus ojos cafes.
Mi boca tembló -tu..- murmure.
Diego intento ponerse de pie, Pero michael le dio una patada mandandolo al piso otra vez.
-¡eres un bastardo!- le grito diego -¡estuve contigo en tus peores momentos! ¡eramos amigos!- dijo.
-nunca te pedí nada, nunca te necesite. - michael dijo -solo tienes marionetas diego, no amigos- miachael lo miro con odio.
-¡tu padre, tenía razones para golpearte! ¡ya lo veo!- alzo la voz.
Miachael le dio un nuevo golpe en la boca que lo dejo escupiendo sangre -callate, diego. ¿sabes? Ni siquiera mereces morir como Samuel, sólo mereces sufrir en vida, porque seguramente la muerte seria muy tranquila para ti.-.
Diego no contestó, estaba enfocando en toser y no desangrarse, mientras yo miraba sin entender a Míchael.
¿llegar en el punto exacto donde lo necesitaba? Era demasiado tipo película.
-sabia que te verías con el.- dice -El me lo dijo, se supone que teníamos un plan, justo aqui, para matarte - hablo lento-Pero, no. No soy un asesino - murmuró, explicando.
-mierda.- dije en voz baja, mirando el suelo.
-¿tu estas bien?- pregunto mirándome.
Asenti con la cabeza -si-. Dije -tenia algo de esto, planeado también. La policía..la policía ya viene- avise.
-muy bien.
➖••➖
La satisfacción de verlo con esposas era hermosa, el ver como los policías lo golpearon hasta más no poder, fue increíble, se sentía tan bien.
-¿ahora que?.- michael murmuró, eran casi las 5am. Estábamos delante de la patrulla, aun en el callejón, aguantando el frío de la madrugada.
-¿qué de que?- dije, volteando a mirarlo.
-ya está en la cárcel, ¿que procede, ahora?- dijo sin interes.
-no lo se, verlo tan indefenso es un deleite siendote sincera- hable.
-me da igual- dijo.
Lo observé, sus ojos cafés me miraron por unos momentos fijamente. Mis manos se apretaron sin avisos, diablos, mirarlos era doloroso, demasiado, se sentía como mil cuchillos dañandome mucho más el corazón.
-todo está bien, ahora. - murmure.
Michael río.
-no- negó -esto no arreglará nada, nada cambiará por el simple echo de que restaste un miedo keisy, porque tienes miles y yo soy uno de ellos- parpadeo lentamente murmurandome eso muy cerca de mi oído.
-¿un miedo?- pregunte.
-¿porque estas temblando en estos momentos entonces?- sus misteriosos ojos cafés me miraron de arriba a abajo, con una sonrisa burlesca.
Emtrecerre los ojos -eres un..- susurre.
-ya te lo eh dicho, soy el amor de tu vida. Pude serlo todo, menos un desconocido.- me guiño un ojo, mientras me daba una pequeña palmadita en la mejilla. Me quedé estática mirándolo ante eso. Pude jurar Sus pasos pasaron por un lado de mi, retirándose, sin ganas de dejar rastro.
Un miedo.
Una adicción.
Una Droga.
Erás de todo en uno, un poco de todo, un "todo" de tan poco. Cada vez te veía más como una amenaza, no sabía como coño caia una y otra vez más en tu trampa.
Estaba loca si decia que una sola cosa de ti, conseguía drogarme con tal fuerza. No sólo una sola cosa de ti, me insistía a mandar todo a la mierda, michael.
Fin.
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