V e i n t i n u e v e
Él estaba ahí con él. Lo vi subirse al lugar y de inmediato me entraron unas ganas de estampar mi puño contra la pared. Sin ningún disimulo me puse a mirar el balcón para ver si había indicios de ellos dos, pero al parecer solo se limitaron a estar dentro de las cuatro paredes.
¿Estaría Ariel riendo con aquel sujeto? Era difícil imaginarme a aquel chico de tristes ojos grises con una sonrisa.
Lancé un suspiro que casi se llevó todo el aire de mis pulmones y aprovechando que no había ni una sola alma en la tienda, me acomodé para mirar fijamente el balcón. Cualquier parecido que pudiera tener con un acosador, era pura coincidencia.
Horas después y con el aburrimiento en cada fibra de mi cansado cuerpo, me di por vencido.
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