T r e i n t a y t r e s
El departamento tenía la puerta abierta. Me adentré y busqué con la mirada un lugar donde ponerlo. El olor a alcohol inundaba el lugar y visualicé en el piso montones de botellas de cerveza. Debieron comprarlo de otro lugar porque de la tienda no había sido.
Encontré un deteriorado sofá en lo que sería la sala y lo puse en el lugar. No sabía qué hacer a continuación, me estoy desesperando un poco.
Recorrí el departamento en busca de un kit de primeros auxilios. En lo que sería el baño, no había nada y en la cocina solo abundaban trastes sucios y comida de hace días que acumulaban moscas. Me impactó el desorden del lugar, no era normal tener las cosas en aquel estado de olvido. Dejando de lado mis preocupaciones, entré a un cuarto que tenía la puerta cerrada. Supuse que se trataba del dormitorio de Ariel.
Las luces estaban apagadas y tanteé la pared tratando de encontrar el interruptor. Al hallarlo, encendí las luces y me encontré con un espacio de paredes desnudas y ropas esparcidas por el piso. Observé con más atención a mi alrededor y me di cuenta de que las prendas de vestir no estaban tiradas, sino que simplemente no tenían un lugar donde ser guardadas. En el piso, en vez de una cama, había un colchón maltrecho y andrajoso. No tenía sábanas, pero cuando me acerqué, noté que tenía manchas oscuras y mi corazón se detuvo al pensar que tal vez se tratase de sangre. Al costado del sitio, hallé un cuchillo delgado y de aspecto algo raro, cuando lo levanté, me di cuenta que se trataba de un bisturí, al lado de aquel objeto había una cuerda que también tenía rastros rojizos. De inmediato lo solté al darme cuenta de lo que pasaba en ese sitio. El nudo en mi garganta se fue intensificando a medida que ataba los cabos sueltos.
En una de las esquinas, había unos cuantos frascos que parecían medicamentos y al lado de ellos, encontré una caja que contenía lo que estaba buscando. Cuando me levanté con ella en manos, escuché un ruido.
—Ariel, ¿adivina quién ya atendió a todos sus pacientes hoy? ¡Tienes suerte de que sea un médico tan ejemplar!
Mi corazón dio un brinco. El hombre había vuelto.
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