C i n c o
El chico maleducado vive cruzando la calle. No me había fijado en aquel detalle hasta hoy cuando vino a comprar comida instantánea, y por supuesto dulces, y lo seguí con la mirada.
Si no me equivocaba, o si agudizaba los ojos, podía ver su silueta en el balcón del tercer piso. Me pregunto porque le gusta usar ropa de invierno. Y como puede ser tan serio todo el tiempo, siempre llevaba aquella mirada distante y lúgubre. Como si no supiera poner otra expresión.
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