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45. Caminos

Una agradable brisa de primavera entró por la ventana que habían dejado abierta para combatir un poco el calor que habían sentido. Taekwoon cerró los ojos disfrutando de ella mientras acomodaba la cabeza en el pecho de Wonsik. Estaba sentado entre sus piernas, completamente relajado con las caricias que sentía desde atrás, unas que recorrían desde sus costados hasta sus muslos, y nunca llegaban a más a pesar de que lo único que les cubría el cuerpo eran las sábanas.

Levantó la mano delante de sus ojos, apreciando el borrón de tinta que había en su dedo. Wonsik tenía razón, no le duraría mucho en cuanto se bañara, pero desde que se lo había dibujado con la intención de proponerle lo que nunca imaginó, se habían dado el suficiente amor como para que el supuesto anillo desapareciera a causa del sudor y no por el agua.

- ¿Crees que me lo podrías volver a hacer? – Preguntó mientras lo inspeccionaba, cerciorándose de que solo se podía apreciar el corazón.

- Deberías descansar, gatito. – Giró la cabeza como pudo, sin entenderlo. - Ya lo hemos hecho cuatro veces.

Taekwoon le dio un codazo recibiendo por respuesta un grito exagerado mezclado con una carcajada, y rodó los ojos, parecía que no lo conociera, por supuesto su prometido siempre sacaría alguna connotación sexual a cualquier cosa que dijera. Luego sonrió, le gustó como había sonado en su cabeza la palabra prometido y ya se imaginó viviendo una vida de recién casados en aquel garaje. Sabía que aún faltaba para aquello, pero tendría que tener paciencia.

No sabía exactamente lo que Wonsik haría o planearía para salir de allí, pero seguro que se le ocurriría algo, igual que toda la estrategia que había montado en su momento para que todos pensaran que Ravi estaba encarcelado. Al fin Taekwoon conocía toda la historia, se la había contado hacía escasos minutos, y no pudo evitar reprocharle lo innecesario que había sido todo.

No le gustaba nada la imagen de Wonsik entrando en comisaría, confesando quien era y que los agentes, después de varias preguntas, lo trataran como un delincuente. Odió imaginárselo entre rejas solo por intentar proteger un sueño que Taekwoon hacía semanas tenía en segundo plano. Durante toda esa parte estuvo con el corazón en un puño, sufriendo del mismo modo que él, apretándole la mano como si aún estuvieran viviendo la situación.

Por suerte lo relajó la aparición de su padre en todo lo ocurrido, aunque también lo sorprendió, ya que desde que se conocían, las pocas veces que Wonsik lo mencionaba no era precisamente para hablar bien de él. Era difícil imaginarse la escena donde aquel hombre aparecía protegiendo a su propio hijo después de haberlo tratado de tal modo durante su infancia, Taekwoon no tenía ni idea de la conversación que habrían podido tener como para que finalmente ambos ahora se llevaran tan bien.

- Mi padre lo perdió todo en cuanto me fui. – Le había explicado. – Mi madre lo dejó, enfadada por su comportamiento y su empresa comenzó a caer justo después. No le quedó nada más que la soledad en la casa donde vivíamos. Supongo que aquello lo hizo recapacitar.

Le llegó a dar algo de pena pensar en ese hombre solitario, pero una parte de él supo que se lo merecía.

- ¿Y cómo te encontró? – Fue una de las pocas preguntas que hizo.

- Por algún motivo, mi padre sabía que yo era Ravi desde que empecé a "hacerme famoso". – Tal vez fue la parte que más sorprendió a Taekwoon de toda la historia. -Reconoció mis dibujos y pinturas, incluso descubrí que compró varias de ellas. Me había estado siguiendo desde siempre, arrepentido de todo.

>> Por ello no se lo pensó dos veces al ayudarme a que no me encerraran, utilizó antiguos contactos y manejó el suficiente dinero como para que ahora toda Corea piense que Ravi está entre rejas.

Analizó la situación, recordó aquel día como uno de los peores de su vida, levantándose en el hospital luego de desfallecer con ganas de ir en su busca, y sentirse impotente en cuanto no sabía ni por donde comenzar. Lo abrazó como si aún no lo tuviese al lado, como si todo aquello fuera otro de sus dulces sueños. Por suerte el latir de su corazón era real, igual que la ahora mancha de tinta en su dedo anular.

Unos golpes en la puerta los sobresaltaron, se miraron asustados pero Wonsik fue lo suficientemente valiente como para preguntar en voz alta quien era. Taekwoon simplemente comenzó a observar la habitación, buscando opciones de escondite en el caso de que fuera necesario. Pero la agradable voz de Yangmi los hizo soltar la respiración que tenían contenida.

- Chicos. – Comenzó desde el otro lado. – Os traigo algo de comida, lleváis toda la mañana encerrados en la habitación.

- Está bien, pase.

Taekwoon abrió mucho los ojos, y levantó la cabeza para mirar a los de su prometido, sin entender como la dejaba entrar estando los dos sin ninguna prenda de ropa en el cuerpo, únicamente estaban tapados por las sábanas. Pero no le dio tiempo recriminarle nada, y antes de que se diera cuenta, Wonsik ya se había colocado la ropa interior y se encontraba abriendo la puerta tranquilamente.

El ama de llaves apareció con una bandeja en las manos y la colocó en la mesa que había en un lado del cuarto, luego se los quedó mirando, levemente sonrojada, aunque no mucho más que él mismo. Yangmi era como su verdadera madre en cuanto a cariño, y que lo encontrara desnudo en la cama de su chico era demasiado vergonzoso, por ello su primera reacción fue cubrirse mucho más de lo que ya estaba, mientras se escondía el rostro tras sus manos.

- Espero no haber interrumpido nada. – La escuchó hablar.

- Tranquila, lo estoy dejando descansar.- Taekwoon no daba crédito a lo que acababa de decir.- Gracias por esto, necesitábamos reponer fuerzas.

- ¡Wonsik! – Gritó de inmediato, lanzándole uno de los cojines que tenía más cerca y con la cara el doble de roja.

Yangmi sonrió ante la escena.

- Me alegra mucho que mi Taekwoon sea tan feliz. – La escucharon suspirar. – Realmente espero que salgáis pronto de aquí, yo también estoy deseando dejar esta casa.

- ¿Lo harás? – Preguntó.

- En cuanto tú te marches. Llevo muchos años trabajando para tu madre, y si la he aguantado ha sido únicamente por ti. – La mujer esbozó una pequeña sonrisa y miró a Wonsik. – Luego podré irme tranquila, sé de buena mano que estarás bien cuidado.

- Eso téngalo por seguro. – Acató su pelirrojo, haciendo que Yangmi asintiera con la cabeza.

- Bueno, no os entretengo más. – Dirigió una última mirada a Taekwoon. – Recuerda que tu madre llegará en un par de horas.

- Sí. – Suspiró, odiando el poco tiempo que le quedaba a su domingo perfecto.

Por desgracia pasó más rápido de lo que hubiera querido, entre comer intercalando besos con arroz y regalarse caricias que los llevaron a volver a suspirar, esta vez en el suelo y sin pudor, las seis y media de la tarde llegó en un santiamén. Fue difícil ponerse la camisa teniendo un torso pegado a su espalda, pero finalmente lo logró, al igual que colocarse los pantalones con un dolor punzante en su parte trasera.

Volvieron a unir sus bocas de manera sonora antes de marcharse, se dedicaron nuevas palabras que superaban cualquier película romántica y se dijeron lo mucho que se querían aun estando Taekwoon en mitad del pasillo. Era indescriptible la sensación que le provocó el mensaje de texto que recibió de Wonsik, cuando ni siquiera había salido de la zona de la mansión donde se alojaba el personal.

En su mano aún destacaba el supuesto anillo, se lo había vuelto a dibujar pero esta vez de un modo más especial, sustituyendo el corazón por una combinación de letras que solo ellos conocían: una erre sobre puesta en la ele, encajando a la perfección, igual que ellos dos. Wonsik le había dicho que ese sería su próximo tatuaje, y a Taekwoon le pareció tan buena idea que se imaginó tintándose la piel por primera vez, y que mejor estreno que con aquel símbolo que los representaba.

Caminó por el jardín con una sonrisa de oreja a oreja, flotando en aquella nube de felicidad, sin percatarse de la presencia de su madre al entrar en la casa principal.

El corazón se le paró de golpe, y el cuerpo comenzó a temblarle. La mirada que le dedicaba desde las escaleras le causó verdadero pavor, mucho más que cuando la vio en la puerta de su casa en Seúl.

Abrió la boca para intentar decir algo, buscando alguna excusa creíble del porque venía del exterior y no de su cuarto sin estar enfermo, pero el golpe llegó mucho antes. Había caminado hasta él con pasos rápidos, Taekwoon se cubrió la mejilla como si de ese modo aliviara el dolor.

- ¿Te crees que soy estúpida? – Su cabeza fue echada para atrás, lo había agarrado fuertemente del pelo, intentó mirar a los lados pero no había nadie que lo pudiera ayudar. – Espero que hayas disfrutado del jardinero, porque habrá sido tu última vez con él. - Lo soltó tan bruscamente que casi cae al suelo.

No podía ser.

- ¿Cómo lo has...?

- ¿Averiguado? – Terminó la frase con una sonrisa de vencedora. – Tengo informantes por toda la casa, querido hijo. No puedo dejar que nada ni nadie rompa nuestro estatus social, y tú eres el primero que nos lo impide.

- Si tanto te molesto, no entiendo porque me trajiste de vuelta. – Escupió con rabia.

- Llevabas demasiado tiempo en el extranjero a ojos de todos, no tuve más remedio.

Odió su debilidad cuando aceptó el volver aquel día, seguro que Wonsik hubiera acabado encontrándolo de cualquier modo, y ahora mismo se encontrarían en el sofá rojo o tal vez comprando pinturas nuevas. Pero el presente era de un modo distinto, Taekwoon tendría que lidiar con él, y en este caso debía ser más fuerte.

Pero antes de poder demostrar su valentía, unas luces rojas y azules iluminaron parte de la estancia desde afuera, frunció el ceño a la vez que su madre volvía a sonreír.

- Antes de que preguntes: sí, es la policía. He tenido el privilegio de conocer todo el pasado de tu novio, y no creo que les haga mucha gracia todo lo que hizo ilegalmente para no estar entre rejas.

La furia comenzó a invadirle el cuerpo mucho más, tuvo ganas de abalanzarse sobre ella, pero no quería rebajarse a su altura por mucho que se lo mereciera. Además ahora Taekwoon estaba justo donde ella quería, debía ser prudente.

- Puedo parar todo esto si quieres, y decirles a los agentes que ha sido un error.

No le hizo falta escuchar el "todo depende de ti".

Por un momento volvió a la escena en aquel despacho de la revista, de nuevo la protección de Wonsik estaba en sus manos, aunque esta vez era aún peor. Así que si tenía que ser el hijo perfecto, y casarse con quien le decían a cambio de su libertad, lo haría. No le importaba volver a arriesgarse, ya encontraría el modo de escapar de ello, sabía todos los caminos siempre lo llevarían a él y esta vez no sería diferente.

Su destino era estar juntos, Taekwoon lo tuvo muy claro cuando agachó la cabeza ante su madre, mientras ésta hablaba con los policías. Suspiró aliviado cuando los vio marcharse, Wonsik ya estaba a salvo, ahora solo quedaba que él también lo estuviera.

❤👨🏻‍💻👨🏻‍🎨❤

Se nos complican las cosas de nuevo...🤦🏼‍♀️

Siento (otra vez) la espera😊

Besitoss😘😘

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