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35. Domingo

No era la primera vez que pisaba el aeropuerto, así que no entendía como había podido perderse si solo había ido a recoger a su novio que llegaba desde Pekín. Hakyeon tenía el teléfono pegado a la oreja, intentaba contactar con Taekwoon para que no cometiera la locura de volver a casa de sus padres, pero llevaba el día entero llamándolo sin obtener respuesta. Bufó frustrado, y solo sonrió una vez encontró por donde salían los aterrizajes de hacía ya media hora.

Comenzó a mirar a los lados, los familiares o amigos que esperaban a sus seres queridos se movían impacientes, unos con pancartas o carteles y otros con grandes ramos de flores, Hakyeon incluso llegó a ver un perrito. Se comenzó a sentir mal, no solo se había perdido, si no que no había preparado nada para la llegada de Jaehwan. Podía haberle comprado esos chocolates que tanto le gustaban, pero no, él solo se dedicó a llegar tarde y preocuparse más por su mejor amigo.

Pues sí que comenzaba bien su primera relación con un hombre.

Alzó la cabeza entre la multitud para intentar ver si encontraba esa cara conocida, pero los minutos pasaban y su modelo no aparecía por ningún lado. Se sintió frustrado, seguro ya había aterrizado y como no lo había visto se habría marchado en taxi. Hakyeon suspiró cansado, sacó el teléfono para buscar su número a la vez que un modo de disculparse, al otro lado sonó un tono y hasta dos y tres, pero Jaehwan no contestaba. Quiso llorar por ser tan inútil, y para empeorar las cosas, recibió un mensaje de Jaerin preguntando si su hermano había llegado ya, no sabía cómo responderle.

- Dile que estamos de camino. – Escuchó a su espalda y el corazón se le paró del susto.

Hakyeon se giró para encontrarse con la sonrisa más bonita del mundo, se abalanzó a él como si no hubiera un mañana, apretándolo para creerse que era real. Nunca creyó echarle tanto de menos, así que supuso que esas eran las consecuencias de estar enamorado. Le acarició el pelo, estaba tan perdido en sus ojos que ni se percató de que ahora su precioso novio era rubio.

- Te queda muy bien. – Dijo mientras le colocaba un mechón en su sitio. – Siento no haberte encontrado antes.

- En realidad llevo un rato mirándote, parecías algo desesperado. – Hakyeon abrió mucho los ojos, Jaehwan solo aumentó su sonrisa.

- Serás... - Y como castigo le dio un golpe en el brazo. – Ahora no te invito a comer. – Acató en tono infantil y conteniéndose la risa.

- Bien. Entonces lo haré yo. – Pasó un brazo por sus hombros. - ¿Nos vamos? – Negó con la cabeza.

- Aún falta algo.

Y antes de que su chico le preguntara de que se trataba, lo agarró de las solapas de la chaqueta para acercárselo y besar sus labios, sin importarles la gente a su alrededor. Jaehwan no tardó en corresponderle, profundizándolo, apretándole los costados haciendo que sintiera escalofríos por todo el cuerpo. Sí, definitivamente lo había echado de menos, y aunque hasta ahora habían mantenido una relación a distancia, lo que Hakyeon tenía planeado era toda una vida juntos, en ningún momento pensó que se precipitaba.

Durante la comida en un buen restaurante de la zona, Jaehwan le contó con detalle sus días en el país chino, aunque habían hablado casi todos los días, tanto por teléfono como por video llamada. Recuperaron el tiempo perdido con caricias debajo de la mesa, y alguna que otra cursilada que hacía a Hakyeon enrojecer a pesar del moreno de su piel. Se volvieron a besar cada vez que tenían oportunidad, deseando ambos llegar a casa y profundizar lo que casi comienzan en el coche.

En el camino de vuelta, le contó a Jaehwan más a fondo la historia de Taekwoon, aún seguía preocupado y tenía la esperanza de que al llegar su amigo hubiera recapacitado, pero fue demasiado tarde. En cuanto aparcaron vieron al pelinegro meter varias maletas en lo que parecía un coche de alto standing. Hakyeon corrió a su lado, sabía que no podía hacer nada, pero lo intentó.

- ¡Woonie! – Lo agarró del brazo. - ¿De verdad te vas a ir?

- Nada me retiene aquí. – Susurró agachando la cabeza.

- ¿Y tus sueños? Todo lo que has luchado... - Pronunció las mismas palabras que le había estado repitiendo desde que se enteró del regreso de su madre, como si con ello consiguiera retenerlo.

- ¿Y para qué me sirve todo eso?. – De nuevo la misma respuesta, ya no sabía que decir para convencerle. Suspiró.

- Bueno...Si recapacitas... aquí tienes una habitación. – Intentó sonreírle. – Espero que lo hagas, cabezota. – Y le dio un pequeño golpe en la frente con el dedo índice.

- Yeonie... - Se abrazaron. – Te echaré mucho de menos.

Por supuesto las lágrimas no faltaron, habían vivido muchos momentos juntos, Hakyeon conocía toda la historia de su amigo desde el principio, sabía todo lo que había pasado y todo lo que había luchado por conseguir lo que quería. Por ello también sentía rabia, se odiaba a si mismo por no lograr que Taekwoon continuara sus sueños, y no tener que volver  al infierno que sabía que le esperaba.

- Cuídate mucho.

Esas fueron las últimas palabras que le dedicó antes de verlo desaparecer al otro lado de la calle, cinco dedos se entrelazaron con los suyos, sintió un poco de energía.

....

A Hakyeon le recorrió un escalofrío en el momento en el que Jaehwan comenzó a deslizar sus labios gruesos por su nuca, aquel amanecer de domingo. No había estado de humor con su novio como para llegar a pasar de los besos esa semana, y le agradeció profundamente que comprendiera su continua preocupación por su mejor amigo.

Pero ese día soleado a Hakyeon le hicieron falta sus caricias, despertó temprano con el brazo de su novio en su cintura y la cabeza contraria pegada a su espalda, ambos estaban tan pegados que sintió demasiado calor en todos los sentidos. Agarró su mano para bajarla a su zona despierta, Jaehwan no tardó en abrir los ojos y percatarse de lo que quería el moreno a las nueve de la mañana, y por supuesto no se lo negó.

Se frotaron sin decir palabra, casi sin cambiar de postura, las ropas que utilizaron para dormir se esparcieron por la habitación a saber dónde, y cuando se dio cuenta se encontraba cabalgando sin control sobre las caderas de su chico. Hacía tanto tiempo que Hakyeon no se sentía tan completo, parecía increíble lo que había echado en falta el placer que Jaehwan le hacía sentir. Bajó a sus labios de nuevo, adoraba lo esponjosos que eran, tanto que no se cortó a la hora de morderlos, haciendo que el rubio gimiera y aumentara las embestidas.

Se miraron a los ojos mientras se dejaban ir, sonriéndose y dedicándose el amor que sentían el uno por el otro, Hakyeon tenía más que claro que la decisión que había tomado era la mejor, tanto para su vida como para su corazón. Lo abrazó a pesar de estar ambos sudados, decidió que aquel era el mejor lugar del mundo.

- Te quiero, Ken.

El latir que tenía pegado a su oreja, aumento la velocidad mucho más, le gustó que aquellas palabras le causaran tal efecto.

- Vaya... siempre creí que sería yo en decírtelo primero.

Las carcajadas de ambos resonaron en la habitación, pasaron la mañana en la cama, dedicándose las palabras que solo habían dicho a través de la pantalla o el teléfono. Jaehwan jugaba con los dedos de Hakyeon, los entrelazaba y otras veces hacía que caminaba con los suyos propios, mientras seguían hablando de cosas triviales, con la máxima comodidad del mundo, uno en el que solo existían ellos dos.

Pero las tripas del más pequeño de los dos los hicieron sonreír, y levantarse al fin del colchón. Se vistieron con las ropas del otro como juego, al tener la misma talla no hubo problema, pero de algún modo Hakyeon vio a su novio tremendamente sexy con una de sus camisas del trabajo. Prepararon la comida con lo que encontraron en la nevera, pocas veces se separaron, compartieron trozos de verdura entre sus bocas, y les gustó el sabor dulce del zumo de frutas entre beso y beso.

Todo era perfecto, acabaron en el sofá viendo una película de la que no se percataron porque estaban demasiado entretenidos comiéndose de nuevo entre ellos. Sabían que la semana siguiente estarían ocupados con sus trabajos y no tendrían casi tiempo de verse, así que aprovecharon al máximo aquel domingo de finales de marzo. Únicamente los interrumpió el teléfono de Hakyeon que sonó desde la habitación, quiso dejarlo para luego, pero la esperanza de que fuera Taekwoon le dio las fuerzas para irse del sofá.

Por desgracia no fue la foto de su amigo la que aparecía en la pantalla, sino la de su madre. La última vez que habló con ella acabaron discutiendo, pues le había contado que había roto con Jaerin. Pero aunque se quitó un peso de encima por ello, ya que sabía que la conversación no acabaría bien, el motivo por el que lo habían dejado no se lo dijo, y tenía verdadero pavor. Sabía perfectamente lo que su madre opinaba de los homosexuales, y ahora le tocaba decirle que él estaba saliendo con un chico, más concretamente con el hermano de su exnovia. No descolgó el teléfono por miedo, por mucho que supiera que en estos momentos ella estuviera a varios kilómetros, sabía que no debía temer, aun así le temblaban las manos.

- ¿Todo bien? – Escuchó a Jaehwan hablar apoyado en el marco de la puerta, se giró y fingió una sonrisa mientras asentía.

- Mi madre. –Y le señaló el teléfono. – Está en Rusia, dice que es muy bonita. - Lo vio acercarse, con los brazos cruzados.

- No se lo has dicho. ¿Verdad? – Hakyeon agachó la cabeza y asintió muy lento.

- Soy un cobarde.

Esperó a que su novio le terminara de confirmar su propia frase, pero en vez de ello notó como lo rodeaba con los brazos, y le daba un beso en la coronilla. Quiso llorar.

- No lo eres... Sé que es algo difícil.

- Pero... - Jaehwan le levantó la cara, poniendo sus manos a cada lado de ella, mirándolo fijamente a los ojos.

- Tenemos todo el tiempo del mundo. Además yo estaré a tu lado. – Posó los labios en su frente. – Te quiero, Hakyeon.

Se abrazaron de nuevo y el teléfono sonó a sus espaldas, ambos lo observaron por un momento, pero les pareció más interesante mirarse entre sí, para luego sonreírse.

- Mejor cuando vuelva de Rusia, no tenemos prisa. – Dijo más animado.

Con las manos entrelazadas volvieron al sofá, tapándose con la manta hasta el cuello, y tan juntos que parecían un solo bulto debajo de ella. Decidieron buscar algo más entretenido que ver en la televisión, y por suerte encontraron un drama que gustaba a ambos. Estuvieron tan entretenidos que ni miraron la hora, el día se les había pasado volando.

Aunque Jaehwan tuviera su casa al lado, desde que había vuelto de China dormía en su casa, y esa noche no iba a ser diferente, por mucho que los dos tuvieran que madrugar al día siguiente. Así que después de decidir pedir pizza para cenar, continuaron con una sesión de besos y caricias, hacía mucho tiempo que Hakyeon no se sentía con tantas ganas de estar con alguien a todas horas, y deseaba que fuera siempre de ese modo.

El timbre sonó justo a tiempo, pues si hubiera tardado unos minutos más, tal vez hubieran tenido que recibir al pizzero con algo más que unas mejillas sonrosadas. Jaehwan se ofreció a pagar esta vez, así que se dirigió a buscar su cartera mientras él abría la puerta, sin importarle ir en ropa interior y solo con una camiseta que no era suya.

Pero en vez de aparecer un chico o chica con un casco de moto y dos cajas de cartón con delicioso olor, se encontró con un rostro más que conocido. Abrió mucho los ojos.

- ¿Mamá? ¿Qué...?

- ¿Qué haces así vestido? – Lo interrumpió. - ¿Por qué no coges el teléfono? ¿Sabes que he tenido que venirme en taxi desde el aeropuerto?

- Yo –

- ¡Aquí la tengo! – Gritó Jaehwan a su espalda, y el cuerpo le comenzó a temblar. - No sabía dónde estaban mis pantalones. - Pero en cuanto el rubio llegó a la entrada, se quedó igual de paralizado. – Hola. – E hizo una reverencia.

Pero lo único que les dedicó su madre fue una mirada de arriba abajo, paseándose por sus vestimentas, sus ojos y la cantidad de marcas en ambos cuellos, Hakyeon sabía que se estaba percatando de todo al instante, de nuevo le tiritó el cuerpo, quiso decir alguna palabra pero no pudo. No pasaron más de dos segundos hasta que la vio fruncir el ceño, claramente estaba furiosa, y en cuanto abrió la boca para intentar explicar lo evidente, sintió un fuerte dolor en la mejilla que lo hizo dar dos pasos atrás, Jaehwan lo atrapó por los brazos.

- Qué vergüenza.

- Mamá...

- No vuelvas a llamarme así.

La vio irse con pasos rápidos, esquivando al chico que venía por las escaleras con dos cajas de pizza, éste  la siguió con la mirada a pesar de ir con el casco puesto. Hakyeon estaba paralizado en el mismo sitio, con la mano en la mejilla, como si de ese modo el dolor disminuyera.

Aunque el que tenía dentro era mucho más fuerte.

❤👨🏻‍💻👨🏻‍💼❤

Pero que manía tengo de ponerlo todo precioso y fastidiarlo al final... Cuando lo leo para revisarlo me doy cuenta😂 Bueno espero que os haya gustado a pesar de todo!!^^

Por cierto, gracias por los votos y lecturas que lleva la historia! Últimamente mucha gente se está animando a leerla, de verdad y siempre GRACIAS!💕💕 Sois lo mejor!

Besitos!😘😘

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