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Tú también eres linda


Preparatoria Asahiyama...

Otro día más en la escuela, hacer la rutina diaria. Para algunos podría ser muy aburrido, y para Miku Nakano, así solía ser, hasta hacía pocos meses. Nunca se consideró a sí misma una buena estudiante, incluso siendo la que sacaba las mejores notas entre sus hermanas. Eso era más de decir que era la menos peor entre un montón de malas estudiantes, lo cual tampoco era mucho.

Ahora tenía más motivos para estudiar. No solo para poder graduarse de la preparatoria, sino porque quería graduarse de ser estudiante de Fuutarou.

- Bien, con eso terminamos por hoy. No olviden repasar el capítulo cinco para el viernes. – dijo el profesor cuando sonó la campana de salida.

Al instante todos los alumnos comenzaron a recoger sus pertenencias. Ella hizo lo mismo sin decir ni una palabra, y una vez que el revuelo de alumnos abandonó el salón, ella fue detrás de sus hermanas hacia los casilleros para ir a cambiarse las zapatillas e ir a casa.

Sin embargo, cuando se disponía a sacar sus zapatos, notó que adentro del casillero había un pequeño sobre. Esto le extrañó, y más todavía cuando vio que tenía un sello de corazones.

- ¿Qué es esto? – preguntó, mientras lo abría y comenzaba a leerlo.

"Querida Nakano-senpai:

Esto tal vez esto te parezca un poco extraño, y probablemente tú ni siquiera me recuerdes, pero desde hace tiempo he querido decirte que realmente me gustas mucho. No tuve el valor para decírtelo de frente, así que mis amigos me convencieron de escribirte una carta.

¿Podríamos vernos en la fuente del patio después de clases? Por si las dudas, no es necesario que vengas sola, no quiero que pienses que quiero aprovecharme de ti ni nada de eso. Si decides no venir, lo entenderé.

Hikoichi Miyamasu, de la Clase 2-4."

- ¿Eeeehh? ¿Qué estás leyendo por aquí?

Miku volteó para ver a Nino mirándole por encima del hombro. Por un breve instante casi apartó el papel para evitar que lo leyera, pero la segunda hermana fue más rápida y se lo quitó de la mano para averiguar su contenido.

- Eso es mío. – se quejó Miku, pero Nino la siguió ignorando y terminó de leerlo.

- ¿Qué es esto? ¿Quién deja cartas de amor en el casillero de mi hermana? – dijo la segunda Nakano. – Miku, ¿quién es ese tal Miyamasu de la Clase 2-4?

- No lo sé. – dijo Miku con honestidad. El nombre no le sonaba de nada, era la primera vez que lo escuchaba desde que llegó a esta escuela.

- Esto me huele mal. – dijo Nino, arrugando la carta. – Mejor no vayas, podría tratarse de un acosador.

- No lo creo. – respondió Miku. Si lo fuera, no la estaría citando en un lugar a plena vista como la fuente, a la hora que todos los estudiantes estaban saliendo, ni tampoco le diría que podía ir acompañada.

- Bueno, en ese caso bien puedes no presentarte y con eso entenderá el mensaje. Sería lo más seguro. – insistió la segunda hermana.

- Hacer eso sería descortés.

La verdad no sabía por qué, pero en ese momento, no le parecía bien simplemente ignorar la carta y dejar a ese chico, fuese quien fuese, esperando inútilmente. Si había tenido el valor de dejarle el mensaje, lo menos que podía hacer por respeto era darle una respuesta cara a cara. Aunque tuviera que ser una negativa.

- Si te preocupa, puedes acompañarme. – le sugirió a Nino.

La segunda Nakano frunció el cejo, pero finalmente accedió. Era lo único que la mantendría tranquila, y en caso de que surgiera algún problema, seguro podría arreglárselas bien.

...

Tras decirles a las demás que se adelantaran, que ellas las alcanzarían después, Miku y Nino se dirigieron hacia el patio de la escuela. No había demasiada gente en ese momento, y nadie parecía fijarse mucho en ellas más allá de saludarlas cuando pasaban.

Cuando llegaron a la fuente, vieron un pequeño grupo de estudiantes de segundo, los cuales tenían la apariencia estereotípica de unos nerds: delgados, con gafas muy gruesas y temblando como hojas. En cuanto las vieron, empezaron a empujar a uno de ellos, que parecía querer resistirse, pero finalmente no pudo, y caminó nerviosamente hacia la fuente.

Miku miró a Nino, como buscando su aprobación. La mayor se encogió de hombros y rodó los ojos, como diciendo "Adelante", e hizo lo mismo, para encontrarse con su kohai. Este era un chico solo ligeramente más alto que ella, flacucho y desgarbado, con el pelo castaño que enmarcaba sus gafas gruesas y cuadradas.

- Esto... b-buenas tardes... Nakano-senpai. – la saludó. – M-mi n-nombre es... Hi-Hik-k-k...

Miku tuvo que contener el impulso de suspirar. El pobre estaba tan nervioso que se le enredó la lengua, así que decidió apiadarse de él y ayudarle un poco. Aunque fuese por salir rápido de esto.

- Hikoichi Miyamasu, clase 2-4.

- C-claro, lo siento. – dijo el chico de gafas. Bien, eso le ayudó a calmarse. – S-seguro que n-no me recuerdas, p-pero...

- Sí, te recuerdo. – interrumpió ella. El rostro del chico pasó de nervioso a sorprendido.

- ¿Eh? ¿D-de verdad?

Ella asintió. Ahora que lo miraba bien, sí recordaba vagamente quién era. – Eres el chico que tiró esos libros en la biblioteca.

Durante el segundo año, poco después de transferirse a Asahiyama e iniciar sus tutorías, hubo una vez que estando en la biblioteca, un chico se resbaló y se cayó, tirando unos libros que llevaba. Ella fue y sin decir nada le ayudó a recogerlos. El muchacho solo le dio las gracias y cada uno siguió por su lado en sus asuntos, y ella no lo vio más desde entonces (algo comprensible ya que estaban en años diferentes).

- ¿En serio? ¡Oigan eso, chicos, de verdad se acuerda de mí! ¡No puedo creerlo! – exclamó mirando a sus amigos, que comenzaron a lanzar serpentinas y confetis, para su gran confusión.

- Bueno... – interrumpió ella, queriendo salir rápido de esto. – Acerca de tu nota...

- Ah, sí, por supuesto. – El nerd se calmó y empezó a rascarse detrás de la cabeza. – B-bueno, e-esto podría parecer precipitado, p-pero... la verdad, desde aquella vez que me ayudaste, quise volver a acercarme y hablar contigo, pero no me atrevía.

»L-la cosa es que... hmmm.... – El chico frunció los labios, como si se le dificultase mucho lo que estaba por decir, lo que solo la confundió todavía más. – Q-quería preguntarte... si... ¡si te gustaría salir conmigo alguna vez!

Miyamasu soltó la última frase casi con un grito mientras se inclinaba. El silencio se hizo en todo el lugar, y los presentes se quedaron observándolos. Miku miró brevemente por encima del hombro a Nino, que se había tapado la boca y sus ojos se habían abierto por la sorpresa, aunque luego sonrió con cierta malicia.

En cuanto a ella misma, quizás no fuese muy expresiva por fuera, pero por dentro esto realmente le sorprendió. Los chicos de la escuela siempre gravitaban hacia sus hermanas, particularmente hacia Ichika, Nino y Yotsuba por ser las más extrovertidas y sociables. Hasta había visto que Itsuki tenía uno o dos admiradores en clase, solo que ella no prestaba atención por estar enfocada en sus estudios. Pero nadie se fijó jamás en ella, la taciturna y tímida Miku.

¿Había alguien en la escuela que estaba interesado en ella? No sabía cómo sentirse al respecto, si halagada, confundida, o quizás ambas cosas.

Después de tener tiempo de procesar lo que le dijeron, esperó a que Miyamasu se dignase a volver a mirarla a los ojos. Había venido aquí para darle una respuesta, y lo más que se merecía era una sincera.

- Me siento halagada, pero... lo siento. – dijo Miku. – No puedo aceptar.

Casi pudo escuchar el sonido del corazón del chico rompiéndose, a la par como su rostro se tornaba de esperanzado a destrozado. Realmente se sintió muy mal por él, ya que no parecía ser alguien malo. No fue como cuando se disfrazó de Ichika para repeler a Maeda; esta vez sí había sido un rechazo directo.

El chico brevemente recuperó la compostura, y ella pudo ver que estaba haciendo un esfuerzo enorme por no soltarse a llorar.

- ¿P-puedo saber al menos... por qué? – preguntó tímidamente jugueteando con sus dedos.

La mirada del chico, por alguna razón, le recordó mucho a sí misma. Seguramente tuvo que esforzarse mucho por hacer acopio de fuerzas para confesársele, y también tuvo algo de ayuda/presión de parte de sus amigos. Probablemente no se habría atrevido a hacerlo por sí solo. Siendo ese el caso, lo menos que se merecía era una respuesta honesta.

- Porque... ya hay alguien que me gusta.

Fue directo al punto. No necesitaba entrar en detalles ni mucho menos. Solo esperaba que fuese suficiente para apaciguar las dudas del chico y que entendiera el mensaje. Se sentía mal por herirlo rechazándolo, pero no tenía caso darle falsas esperanzas.

- Entiendo. – dijo finalmente Miyamasu. – Bueno, gracias por haber venido a verme. Lamento las molestias.

Y sin decir más se fue junto con sus amigos, que de inmediato se pusieron a consolarlo con palabras de aliento y palmaditas en la espalda. Ella por su parte, estaba tan absorta viéndolo que no se percató de que Nino venía acercándose.

- Bueno, eso fue... algo incómodo. – comentó la segunda hermana. – Pero oye, deberías sentirte halagada, ¿no? Es la primera vez que alguien se te declara.

- Supongo. – dijo Miku.

- Oh, vamos, ¿qué clase de reacción es esa? ¡Deberías emocionarte un poco!

Miku simplemente se encogió de hombros, y le dijo a Nino que mejor se fueran. Las dos tenían cosas que atender después de todo, y era mejor reunirse con las demás. El asunto estaba zanjado y no tenía sentido seguir dándole vueltas.

Aunque una parte de ella no podía evitar preocuparse por ese pobre chico. ¿Estaría bien luego de que ella lo rechazó de ese modo?

(--0--)

Unos días después...

Los días transcurrieron como siempre, sin ninguna eventualidad. Ir a clase, luego a casa para las tutorías, y cuando hiciera falta trabajar a medio tiempo. A la hora del almuerzo se sentaban en su mesa habitual, hablando un poco de todo, aunque Miku no participaba activamente, limitándose más que nada solo a escuchar.

- Oye, Miku. – preguntó Ichika de repente. – ¿Es verdad lo que escuché? ¿Se te confesó un chico de segundo?

La pregunta la sacó de su ensimismamiento, tomándola por sorpresa. Era la primera vez que alguien sacaba el tema. Le había hecho prometer a Nino que no lo hablaría con nadie, y la miró de manera acusadora.

- Hey, a mí no me veas. – se defendió la segunda. – No es como que yo fuera la única que vio lo que pasó, y las noticias en la escuela vuelan.

Miku hinchó ligeramente las mejillas, pero le tomó la palabra a Nino. Si ya se habían enterado probablemente era mejor decir la verdad.

- Sí, es verdad.

- ¿Oh? ¿Y qué le dijiste? Vamos, cuéntanos todo. – demandó Ichika. Yotsuba e Itsuki también se aproximaron, muy interesadas.

- Le dije que no, obviamente. – dijo Miku, haciendo que todas se desinflaran decepcionadas.

- Oh, qué lástima. ¿No fue un poco cruel? Podrías haberle dado alguna oportunidad. Tal vez hasta te habría llegado a gustar, quién sabe.

- No te hagas, Ichika; lo que quieres es eliminar a la competencia y quedarte con Fuu-kun para ti sola. – señaló Nino enfurruñada.

- Culpable. – se rio la hermana mayor sin ninguna vergüenza.

- Vamos, chicas, no molesten a Miku. – dijo Itsuki. – Apuesto a que debió ser algo incómodo para ti, ¿verdad?

- Un poco. – dijo Miku. Afortunadamente, luego de eso pidió que no se hablara más del tema, y afortunadamente decidieron hacerle caso.

Después de terminar, Miku le dijo a las demás que se adelantaran, ya que necesitaba ir al baño, por lo que le dijeron que la esperarían en la entrada para irse a casa. Ella asintió y se apresuró a ir, para no hacerlas esperar más de la cuenta.

A la salida, sin embargo, iba con tanta prisa que se distrajo cuando iba bajando las escaleras y accidentalmente chocó con alguien que venía de subida igual de apresurado que ella. Sorprendentemente, no fue ella quien se cayó, sino la otra persona, que terminó de sentón en el suelo del descanso de las escaleras.

- Ay... eso dolió... ¡Lo siento, de verdad, no fue mi intención! ¡No me fijé por... ¿Nakano-senpai?!

Miku parpadeó una vez que pudo verlo más claramente. Se trataba de Miyamasu, el chico de segundo al que rechazó unos días antes.

Qué ironía: no creyó que lo vería de nuevo tan pronto, pero de nuevo, había estado hablando de él no hacía mucho. Hablando del diablo, como decía el dicho, pero una vez superado el shock inicial, se le acercó para darle la mano y ayudarlo a levantarse.

- ¿Estás bien? – le preguntó.

- Sí, gracias. – replicó él con una gran sonrisa. – Es que dejé una de mis libretas en la biblioteca e iba a buscarla. Perdón por no fijarme.

Acto seguido, se dispuso a seguir subiendo, pero algo en Miku la impulsó a querer detenerlo antes de que se fuera.

- Oye. – lo llamó.

- ¿Sí, qué sucede?

Miku dudó momentáneamente, pensando cuál sería la mejor manera de hacerle la pregunta. La verdad, todavía se sentía un poco mal por haberlo rechazado, luego de ver cómo rompió en lágrimas al grado que sus amigos tuvieron que consolarlo. También, era la primera vez que un chico se le declaraba de frente, y no sabía si lo había manejado del todo bien.

- Yo... quería saber si estabas bien. ¿No te dolió mucho... mi rechazo?

Luego de eso quiso morderse la lengua. Sonó mucho mejor en su cabeza que de dientes para afuera. Desvió la mirada un poco por la vergüenza.

El chico levantó una ceja. Parecía genuinamente confundido por la pregunta, pero de inmediato le sonrió, e incluso empezó a reírse.

- Ah, eso. No, descuida, estoy bien. De hecho, me siento bien porque pude sacar eso de mi pecho. Llevaba meses que quería decirlo, y ya me siento mejor por haberlo hecho.

- ¿Mejor? – preguntó ella confundida. ¿Se sentía bien de que lo hubieran rechazado?

- Sí, mis amigos me estaban diciendo constantemente que no podía quedarme sin decir nada. – explicó él. – La verdad es que sentía que si no lo decía iba a explotar un día de estos, y ya no aguantaba más. Ellos tenían razón, ahora que ya lo dije me siento aliviado.

- Ya veo. – asintió Miku. – Bueno, era la primera vez que alguien se me confesaba. Así que... no sabía cómo responder.

- ¿En serio? – preguntó Miyamasu. – Pues es muy extraño, es decir, si eres muy linda.

Los ojos de la chica se abrieron de par en par, y sus mejillas empezaron a arder. – ¿P-perdón? ¿Q-qué dijiste?

- Dije que eras linda. – dijo el chico, rascándose detrás de la cabeza. – No sé si lo sabes, pero... mis amigos y yo hicimos un pequeño club de admiradores. Algo discreto, obviamente, no queríamos hacer alboroto como hacen otros. – Se puso a jugar con sus dedos. – Pero todos pensamos que eres muy linda y amable, así que...

De acuerdo, esto sí que fue una sorpresa para ella. Miku sabía que Ichika, Nino y Yotsuba tenían clubes de admiradores bastante vocales que les proclamaban su admiración, e inclusive Itsuki tenía algunos grupitos entre los cuales era popular. ¿Pero ella, la retraída y taciturna Miku? Aunque fuese en un sector que era calladito y reservado, tal como ella.

Por otro lado, quizás había algo de sentido en eso, de que ella atrajese la atención de gente que se le parecía. No pudo evitar sonreír ante el pensamiento, sintiéndose muy halagada.

- Bueno, en todo caso, por lo menos ya me quité un peso de encima. – dijo Miyamasu. – Ahora que sabemos que estás apartada, nos aseguraremos que nadie te moleste. ¿Ya te le confesaste al chico que te gusta?

- La verdad... todavía no. – admitió ella, jugueteando con sus dedos.

- Bueno, ¿a qué estás esperando? Si no actúas rápido podrías perder tu oportunidad.

- ¿Cómo dices? – preguntó ella confundida.

- Te lo digo de verdad, no esperes demasiado. Nunca se sabe cuándo alguien se te adelanta, o pase algo que no te deje confesarte. Tómame de ejemplo, es mejor hacerlo y no tener arrepentimientos. Bueno, mis amigos me tuvieron que empujar, pero...

Esperar demasiado. ¿Acaso ella estaba siendo muy pasiva? La verdad tenía algo de razón; si no actuaba, alguna de sus hermanas podría adelantársele, y perdería su oportunidad.

Si este chico hubiese venido a ella antes, incluso cuando apenas estaba conociendo a Fuutarou... ¿lo habría rechazado? ¿Lo habría considerado siquiera? No tenía caso preguntárselo ahora, ya que sabía bien que estaba enamorada de Fuutarou.

Lo cual, desde luego, traía otros problemas.

- No... no sé si esté lista... o si yo le guste.

- Oye, ¿cómo podrías no gustarle? Eres muy linda y amable, tendría que ser un gran tonto para rechazarte.

Por un momento, Miku casi quiso gritarle "¡No llames tonto a Fuutarou!" pero se contuvo. Para empezar, él no sabría a quién se estaba refiriendo, y seguramente no lo habría dicho con esa intención. Estaba haciéndole un cumplido y realmente no había malicia en lo que decía... aunque existiera esa posibilidad, y ella lo sabía muy bien.

- G-gracias. – dijo ella. Significaba mucho para ella que le dijeran algo como eso. No recibía ese tipo de halagos a menudo, o mejor dicho, casi nunca.

- Bueno, ya debo irme. ¡Adiós, Nakano-senpai!

Y sin decir más, el chico corrió escaleras arriba, desapareciendo al dar la vuelta en el pasillo. Entretanto, ella siguió por su propio camino, sin poder dejar de pensar en esa pequeña conversación.

Primero, estaba lo rápido que parecía haberse recuperado del rechazo. Una de las razones por las que ella temía confesarse a Fuutarou era precisamente que temía que él la rechazara. Y en las ocasiones en las que quería confesársele, decirle de alguna manera sus verdaderos sentimientos, algo siempre la frenaba, y le hacía posponerlo o contenerse por alguna razón.

- "No, no es que alguien te frene. Tú misma lo haces."

Así era. Siempre había sido muy insegura de sí misma, de no ser buena en nada de lo que hacía. No había querido decírselo de frente porque estaba segura de que, si lo hacía, él la iba a rechazar. No era extrovertida como Ichika, no estaba a la moda como Nino, no era divertida como Yotsuba, y tampoco era seria como Itsuki. Nada que un chico de su edad pudiese ver atractivo.

- "Pero te dijo que eras linda y amable."

Miku nunca se había puesto a pensar en ello. A pesar de ser quintillizas idénticas, ella nunca se vio a sí misma como una chica atractiva como sus hermanas. Parecía tonto pensar eso, siendo que las cinco tenían rostros y cuerpos idénticos entre sí. Y si las otras eran vistas como atractivas, ¿por qué ella no?

Cuestión de personalidad tal vez. Ella era la única demasiado retraída entre las cinco, siempre reservada y alejada de los demás. Difícilmente se abría, y quizás por eso en su antigua escuela era un blanco fácil de burlas. Una chica débil tanto físicamente como de carácter.

Admiraba que ese chico, aunque fuera por presión de sus amigos, al final tuviera el valor de declarársele de frente. Ojalá y ella pudiera hacerlo...

- "Ojalá pudiera... pudiera hacer lo mismo con Fuutarou."

Miku detuvo su marcha abruptamente, reflexionando en lo que acababa de pensar. En los últimos meses, había estado esforzándose por cambiarse a sí misma. Estudiando muy duro, tratando de aprender a cocinar, y ser más extrovertida, todo para que Fuutarou la notase. Pero pensándolo bien... ¿había alguna vez intentado hacerse notar ella misma?

- Fuutarou...

Se acordó aquella vez en la posada de su abuelo, que le dijo que quería cortar su relación con él, mientras estaba disfrazada. Como le explicó a Itsuki, estaba cansada de que Fuutarou las viera a ella y al resto solo como sus estudiantes, y quería que la viese como una chica. Pero eso no hizo más que echarle un cargo de conciencia encima por haber pensado que la lastimó, o algo peor. En retrospectiva... fue un movimiento estúpido que podría haber terminado alejándolo de ella.

Paradójicamente, cuando él encontró una forma en la que podría reconocerla, ella decidió dificultárselo más y fingir que era Ichika, y aun así tuvo el descaro de sentirse molesta cuando él cayó en la trampa.

- ¿Qué he estado haciendo todo este tiempo?

Sin más, empezó a correr hacia la entrada de la escuela. Las demás la estaban esperando y Nino se notaba muy enfurruñada mientras miraba el reloj.

- ¡Te tardaste mucho! – protestó. – ¿Qué tanto estabas haciendo en el baño?

- Lo siento. Me... tropecé con alguien cuando volvía.

- Bueno, ya vámonos a casa. – dijo Yotsuba. – ¡Tenemos una sesión de estudio! ¡A esforzarnos!

- ¡SÍIIIIIII! – corearon todas a la vez, alzando su puño.

Ella también lo hizo, sorprendiéndolas un poco, pero ninguna le dio importancia. Simplemente se echaron a andar como de costumbre, aunque ella todavía estaba pensando en lo que acababa de pasar.

- Oye, ¿por qué estás sonriendo así? – le preguntó Nino, sacándola de su ensimismamiento.

- ¿Eh? – Miku la miró, notando que su segunda hermana tenía una mirada muy suspicaz e intrigada. – Por nada. No es nada importante.

- ¿Nada? A mí no me engañas, ¿qué sucede? ¿Te pasó algo bueno?

- No es de tu incumbencia. – replicó Miku. – Será mi secreto.

Nino hizo un puchero, pero al ver que era inamovible no insistió más. Miku por su parte sonrió; se sentía bien de poder ganarle tan fácilmente eso.

El encuentro con ese chico Miyamasu fue breve, pero le ayudó a poner las cosas en perspectiva. Aunque no le correspondiera, apreció mucho que el chico le dijera esas cosas, y también que le pusiera un ejemplo. Necesitaba que alguien le dijera esas palabras. Que ella también valía tanto como las demás. De hecho, Fuutarou ya lo había hecho, pero ella no le había prestado la debida atención, o ni siquiera lo había creído en primer lugar.

Si quería que Fuutarou la notase, no podía quedarse esperando. Tenía que actuar, o si no las demás lo harían antes que ella y perdería su oportunidad. Y eso no lo podía permitir.

FIN.

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