Epílogo
Tras haber tomado el fabuloso desayuno que Paula les había puesto en la mesa, los niños se dispusieron a recoger todo. Sara los acompañó y estuvieron hablando sobre qué hacer. Jonás seguía empeñado en abrir un portal, pero tanto su hermano como su amiga opinaban que si Brithany había dicho que era peligroso, lo era.
Casi habían recogido toda su ropa y los objetos que habían llevado la tarde anterior cuando vieron que Jonás se alejaba un poco. Sobre la pared dibujó un círculo. Lo tocaba con el dedo y lo alejaba rápidamente. Alberto lo agarró de la manga y tiró de él hacia atrás. Lo apartó de la pared.
-No podemos hacer eso -le susurró al oído.
-Por que tú lo digas -replicó él.
-Yo también tengo ganas de abrir un portal -le confesó-, pero sé que es peligroso, y por eso me abstengo de hacerlo.
-Y si Sara nos apoyase, ¿lo harías?
Jonás sabía perfectamente cuales eran los puntos débiles de su hermano, y esa vez había dado en el clavo. Con una mirada llena de odio comprendió que así era. Logró zafarse del fuerte brazo de su hermano y se alejó hacia la chica.
-¿No tienes ganas de ver qué hay más allá?
-Sí -le reconoció ella-, pero mi mamá dijo que era peligroso, y por eso mismo no lo voy a hacer.
-¿Y si en vez de cruzarlo solo lo abriéramos?
Sara lo miró precavida y vio que sus ojos brillaban de emoción. Al final asintió y decidieron que llevarían a cabo la operación esa misma mañana.
-¿Estáis listos? -les preguntó Jonás.
Ellos asintieron, por lo que el chico abrió los brazos en forma de cruz. Deseo abrir un portal, y en lo que sería el centro de su cuerpo, solo que en el aire de la habitación, apareció un pequeño círculo azul. Sara contuvo la respiración mientras veía cómo aumentaba de tamaño.
Clara estaba a punto de abrir la puerta de la habitación en la que habían dormido los chicos esa noche cuando divisó por la parte baja de la puerta ese resplandor azul que tanto conocía. Empujó la puerta con el pie y los niños se giraron hacia ella. En el centro de la habitación resplandecía el portal y a su alrededor se habían colocado los pequeños.
Jonás empujó a Sara con todas sus fuerzas y la pequeña salió despedida. El resplandeciente portal la tragó rápidamente.
-Estaréis contentos, ¿verdad? -los reprendió.
Ellos la miraron con expresión culpable, y alegaron en su defensa que tan sólo querían abrir uno para ver que había más allá. Clara agarró a cada uno de sus hijos por la manga y los arrastró hasta la planta de abajo.
-¿Y Sara? -preguntó Santiago al ver que no bajaba con ellos.
-En la otra dimensión -le contestó simplemente ella.
-¿Pero no estaba cerrada? Si no recuerdo mal, hace ya muchos años los portales se cerraron para siempre.
-Pues resulta que no -repuso ella-, estos niños han logrado abrir uno y han lanzado a su amiga por él.
-El problema es que Claudia vuelva -dijo Liam asustado.
Esperaban que la mujer, que ya debía ser una anciana, jamás se diera cuenta de que volvía a ser libre. En todo caso, estaban en la obligación de cruzar los portales que habían decidido que no volverían a cruzar jamás para salvar a la niña.
Dos días después la Orden de Roca, armados y con la magia recuperada cruzaron posiblemente por última vez un portal en Ochagavía. Los habitantes del pueblo los vieron marchar asustados, pero eso no impidió que les dieran fuerzas.
En el castillo de Claudia una niña de unos siete años de edad temblaba aterrada mientras veía delante de ella a un señor que vestía de negro, portaba una corona y un cetro, además de una capa roja. La miraba con sus diabólicos ojos rojos y un escalofrío recorrió la columna vertebral de la pequeña.
-¿Qué... qué queréis?
-A ti -contestó solamente Stephen mientras acariciaba el negro gato que descansaba en su regazo.
N.A.
Y esto no da para más. Sé que es un final bastante abierto y que la historia podría continuar, pero prefiero que cada uno de vosotrxs os imaginéis lo que queráis.
Quiero daros las gracias por haberme acompañado durante toda esta aventura y agradeceros enormemente el haberle dado una oportunidad y el haber confiado en esta historia.
Muchísimas gracias, se os quiere.
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