Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

1._Pantano


Era como un ciervo, pero de color azul y cornamenta dorada. Quien lo atrapará primero conseguiría ser el jefe de la aldea. Por ello hombres y mujeres corrían por las grandes raíces que se levantaban de las verdes aguas del pantano. No había suelo allí. Solo esas retorcidas sendas que eran los pies de los gigantescos árboles en cuyas ramas se alzaban ciudadelas, en cuyos troncos habían pueblos y en cuyas raíces aldeas. La luz del sol entraba con dificultad gracias al espeso follaje, que para quienes estaban en el pantano era como un cielo de color esmeralda con brillos dorados que parecían agitarse en una suave danza. Pero ese día la atención de todos estaba puesta en los cazadores. Y una de ellos solo tenía como objetivo atrapar al animal que, a grandes saltos, se alejaba más y más hacia el área más desolada de la ciénega.

La mujer de piel verde pálido y largo cabello negro corría a toda velocidad con su lanza en mano. Sus fuertes pierna le permitían dar largos saltos, algunos usando como soporte objetos que desafiaban la ley de gravedad. Su taparrabo era largo y confeccionado con un tela que parecía musgo, su peto estaba hecho de la piel de algún reptil de color marrón. Su cuerpo estaba pintado con los carácteres de los cazadores, pero al ser una mujer tenía el símbolo de la doble luna en la frente.

Después de casi una hora de persecución, la muchacha consiguió acercarse lo suficiente al animal para arrojar su lanza hacia el, pero el arma terminó por colisionar con otra que uno de sus compañeros arrojo, solo para evitar que ella diera en el blanco. La mujer tomó el arco que llevaba en la espalda y una flecha del carjad en su muslo para apuntar al cretino que intervino en su propósito. Estirar un arco mientras se corre es algo muy difícil, dar en el blanco es todavía más complicado, mas esa mujer lo consiguió. Derribo al hombre y saltó hacia él para usarlo como trampolín y alcanzar una raíz que se torcia por encima de las demás. La mujer continúo su carrera viendo como otros de los cazadores estaban por alcanzar al codiciado animal.

-¡Loto!- gritó otra mujer, una de cabello corto, que saltó sobre ella con dos cuchillos en las manos.

Oír su nombre no logró advertirla lo suficiente para evitar el ataque. Loto terminó siendo derribada por su contrincante y apenas eludió una estocada mortal. Cayó al agua de forma violenta y quedó atrapada en una de las fuertes corrientes siendo arrastrada ferozmente entre las raíces. Uno de los peligros del pantano era ese. Caer en las aguas que cubiertas de lentejas y juncos daban la engañosa idea de ser tranquilas. Loto terminó perdiendo el sentido gracias a un golpe que se dió contra las rocas, pero no murió. Varios kilómetros al oeste, la mujer quedó enredada entre las plantas acuáticas desde donde un enorme felino la arrancó para devorarla.

Loto abrió los ojos cuando sintió que su cuerpo era suspendido en el aire. Sus piernas se azotaron contra una superficie dura, después se quedaron balanceando como dos cuerdas. Veía borroso, escupió un poco de agua, y miró hacia arriba viendo como aquel animal cuadrúpedo la sujetaba por su brazo izquierdo mientras se trepaba por las raíces. Estaba demasiado aturdida como para coordinar su cuerpo y todas las armas que llevaba las perdió en el pantano. Los símbolos en su piel lucian borrosos, escurridos, como su visión de las cosas. Pese a eso consiguió hacer una contorción y golpear con sus piernas al animal. No fue suficiente para liberarse logrando solo que aquella bestia la sacudiera con fuerza, desgarrando su brazo. El grito que dió Loto provocó un eco rasposo. Su suerte estaba echada, mas súbitamente el animal la soltó sin razón aparentemente.

Loto cayó unos seis metros, yendo a estrellar su abdomen contra una de las pocas raíces delgadas que había en el lugar. El impacto le saco un agudo quejido, pero consiguió sujetarse con su mano derecha y quedar colgado unos veinte metros sobre el pantano. Con habilidad circense uso sus piernas para treparse a la superficie cubierta de musgo y sentada a horcajadas descansar allí un momento. Su brazo estaba seriamente lastimado. Sangraba de forma abundante y dolía bastante. Loto apretó los dientes para contener sus alaridos que no respondían solo al malestar de sus heridas, sino también a haber perdido la competencia. Sola en ese lugar, Loto lloró amargamente.

Casi una hora después la mujer caminaba sobre una raíz que hacía de sendero, colgante, entre los árboles. Su paso era un poco titubeante. Estaba muy mal herida y la perdida de sangre era abundante. Mantenía su brazo doblado sobre su pecho para cortar un poco el flujo de la hemorragia, pero no ayudaba mucho. Necesitaba atención, sin embargo, estaba muy lejos de su aldea y subir a las ciudadelas o pueblos era algo que no tenía permitido. Justo cuando comenzaba a maldecir su suerte y creer que moriría de una forma indigna de una cazadora como ella, Loto descubrió una escultura, abajo, en una isla en las aguas del pantano. Era uno de esos escasos fragmentos de tierra en los que solían brotar plantas medicinales y levantarse esculturas en honor de dioses y demonios. Descendió allá tan rápido como pudo. Para su suerte al agua era allí muy poco profunda, pudiendo llegar hasta el lugar caminando, aunque por poco es tragada por el lodo.

Loto ignoró la estatua en el lugar. En la orilla de la diminuta isla crecían unas hierbas que reconoció de inmediato y le serían útiles para dar a sus heridas los debidos cuidados. Arrodillada en el borde del lugar, arrancó unas hojas, las puso en su boca y comenzó a masticar hasta hacer una pasta que puso sobre su brazo herido. Repitió aquel proceso tantas veces como fue necesario para cubrir la mordida del animal. Después arranco tela a su largo taparrabo y envolvió su antebrazo haciendo presión. Le dolía bastante, pero no tenía opción si quería detener la hemorragia. Las hierbas consiguieron detener el sangrado y con el paso del tiempo mitigaron, un poco, el dolor. Pero Loto estaba muy débil. Tenía más golpes en el cuerpo, por poco murió dos veces en el mismo día y terminó por tenderse en el suelo seco a descansar.

La tierra era algo muy extraño para Loto y su gente. En ese planeta el suelo de esa naturaleza era extremadamente escaso. Su textura era tan diferente a la madera que a algunos les causaba temor. A Loto le provocaba una inusual paz. La tierra era tibia cuando la bañaba la luz y fría cuando la tocaba la oscuridad. Tenía un olor muy especial y en ella nacían plantas que en ningún otro lugar. Cada vez que tenía la oportunidad subía a ese suelo y lo acariciaba, como en ese momento, en que frotaba su mano sana sobre la tierra para sentir el polvo.

Después de un rato se tendió boca arriba viendo por primera vez la escultura de unos seis metros, tallada en madera, que representaba una criatura humanoide con rasgos como de pez. Estaba medio cubierta de musgo lo que le daba todavía más ese aspecto semiautomático. Loto la contempló hasta que se quedó profundamente dormida, pasando la noche allí casi sin darse cuenta. Por la mañana su cuerpo estaba cubierto de rocío dándole a su piel, de ese tenue color verde, el aspecto de la hierva húmeda. Su largo cabello amparó un poco su espalda quedando salpicado de gotitas de agua que brillaban con los primeros rayos de sol, que entraba entre la espesura del follaje. Lo cierto era que ahí abajo los días solían ser un tanto oscuros.

Loto despertó abruptamente, saltando a un costado como un gato ante el peligro. Lo hizo para evadir un ataque súbito de lo que le pareció un fuego fatuo. No estaba segura. Todo sucedió muy rápido. En el lugar donde antes ella estuvo tendida había una marca como de fuego.

-Que buenos reflejos tienes, criatura- exclamó una voz ronca que hizo a Loto ver hacia la estatua.

Con una rodilla en el suelo, la mujer se quedó viendo a un sujeto sentado en el hombro de la estatua. Gracias a la luz que caía sobre la escultura no lograba ver de quién se trataba, pero no tuvo que esforzar demasiado la vista para averiguarlo. Aquel individuo dio un brinco para ir a caer a los pies de la estructura, tan ligero como lo hubiese hecho un pétalo y con la misma gracia elegante. Loto nunca había visto a un ser como ese. Tenían la piel casi del mismo color, pero la de él era moteada. Su atuendo tenía el color de unas flores que nacían del pantano durante la primavera. Un tono violeta intermedio muy bonito. Pero lo que se ganó toda la atención de Loto fue que la cabeza de esa criatura era exactamente igual a la de la escultura, por lo que rápidamente se giró hacia las aguas, poniendo sus manos entorno a su cabeza, a la altura de sus ojos, para evitar mirarlo.

La postura de la mujer escondió su expresión a ese ser, pero era evidente que estaba asustada. Sonriendo él cruzo los brazos a la altura de su pecho y descansa su espalda en el pedestal que sostenía la estatua.

-¿Eres un dios o un demonio?- le preguntó Loto y su voz se oyó temblorosa.

-Puedo ser ambos- contestó aquel ser a quien ella se sintió tentada a voltear a ver, pero se retracto cuando comenzaba a girar el cuello.

El sonido de los pasos de aquel individuo le dijeron a Loto que avanzaba hacia ella que temiendo recibir un escarmiento por su osadía, no pudo evitar temblar pese a que intentó mantener una postura digna. Él se quedó parado a su espalda, un momento, después se movió a su costado obligandola a voltear el rostro a un lado.

-¿Por qué no me miras?- le cuestinó y su voz se oyó vibrante, imponente.

-Nosotros, los de las raíces, no podemos ver a las deidades a la cara. Sean dioses o demonios. Ese es un privilegio de los de las ramas y los del tronco- contestó Loto a quien esa pregunta le llamo la atención.

-Así que es privilegio de los de arriba- exclamó aquella criatura viendo hacia las copas de los árboles.

Loto movió su cabeza, ligeramente, a un costado. Hacia la orilla de la pequeña isla. En el agua pudo apreciar el reflejo de aquella deidad. Desgraciadamente el agua no era lo suficientemente clara para hacer un efecto de espejo. Fue como mirar el reflejo en una superficie de metal mal pulida, pero de todos modos Loto fue capaz de ver el rostro de aquella criatura, que advertío lo que estaba haciendo y por medio del reflejo la miró directamente a los ojos. A esas pupilas grises que ella tenía y que apartó inmediatamente.

-Esta sociedad se divide en tres simples estratos- comentó aquel individuo y luego soltó otra declaración semejante. Parecía que estaba hablando con alguien. Con una persona o deidad que ella no podía escuchar ni ver.

Loto permaneció de rodillas ahí sin saber si debía o no retirarse. Esa criatura pareció olvidarse de ella para hablar con un ser llamado Supremo Kaiosama con quien parecía tener una discusión en relación a ese mundo. Claramente era un dios, pero al parecer no uno bueno porque la palabra destrucción se repitió varias veces en ese diálogo. Después de unos minutos el dios volvió hacia ella por lo que Loto bajo un poco más la cabeza.

-¿Cuál es tu nombre?- le preguntó él.

-Loto- respondió la muchacha mirándole de reojo los pies a ese ser.

-Te voy a encomendar una tarea Loto- le hablo con gravedad mientras se hincaba junto a ella- Este planeta es muy hermoso, pero sus habitantes son demasiado primitivos como para aprovechar los recursos y evolucionar de manera eficiente. Básicamente están ocupando un espacio del que no son dignos y he estado considerando su aniquilación...

El tono de voz de esa deidad dejó muy claro que tan en serio estaba hablando y sobretodo la frialdad con que iba a llevar esa acción a cabo. Loto sintió un escalofrío bajar por su espalda cuando él la tomó por la barbilla para obligarla a verlo a la cara. Algo que no pasó, pues ella cerró los ojos.

-Tu tarea será convencerme de no destruirlos- le dijo para terminar y la muchacha por poco lo miró.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro