Cap. 8
«Enrique Williams»
Me limito a observar como ambos comen, se observan de forma ocasional, se sonríen y siguen comiendo. Una extraña sensación se apodera de mí, como un desagrado persistente, pero no le pongo atención, seguro es porque no he comido.
— Así que... —comienza a hablar el presentador el cual se encuentra a mi lado—. Tu novia se fue con el chico desconocido —menciona y niego.
— No es mi novia, es mi mejor amiga —le corrijo y suelta una risa en respuesta.
— Eres joven, se nota, este... —hace una pausa que logro identificar. Lo observo.
— Enrique —mi mirada baja hasta su pecho donde, en un sello pequeño, se encuentra escrito su nombre— Jandry —. Leo y el hombre niega.
— Yandry —me dice.
— Pero ahí —señalo la etiqueta y él sonríe.
— Sí, dice Jandry, pero se lee Yandri, ¿sabes? No lo leas con J, léelo con Y, para que lo pronuncies bien.
— Bien, Jandry —me corrijo pronunciando de forma correcta su nombre— ¿No debería estar presentando aún esto?
— En eso estoy —dice antes de subir a la tarima y observar las mesas.
Pasan los primeros quince minutos, nadie deja de comer aunque varias parejas hacen pequeñas pausas para ventilarse los labios. Jack me observa con las orejas casi pegadas a su rostro, le da una apariencia muy adorable. Yo enfoco mi mirada en Alice y Edgar, ambos sacan la lengua para reír y seguir comiendo, la sensación se mantiene.
No puedo distinguir bien a qué se debe, solo sé que se siente extraño, es como una opresión nueva en el pecho. Edgar le sonríe a Alice y la observa de reojo mientras ella disfruta de sus alitas. La mira como si en ese instante ella fuese sumamente adorable ante sus ojos. Y nuevamente siento algo removerse en mí.
Algo que se siente incómodo.
— Una pareja nos abandona, damas y caballeros —anuncia Jandry, una de las mesas se desocupa casi de inmediato.
El reloj avanza a treinta minutos y otras dos parejas se van, una porque él se detuvo de comer y la otra porque ambos participantes acordaron detenerse. Así, en la mitad del tiempo solo quedan dos parejas, la que conforma Alice y Edgar, y la segunda, conformada por dos amigas, quizá hermanas. Ambas son castañas, aunque una luce menor y ésta a su vez lleva el cabello en una coleta, su contraria tiene un corte recto que le llega a los hombros.
— ¿Quién ganará? Es una batalla impresionante, el equipo uno ya casi no tiene alitas, pero la bella pareja de enamorados —hace una pausa para observarme—. Nuestra pareja no parece dispuesta a quedarse atrás. ¿Ganará el amor o la amistad? —Sonríe sin dejar de verme y no puedo evitar sentirme ligeramente irritado.
Jack suelta un ladrido causando que mi atención recaiga en él.
— Sí, es un idiota —susurro y el cachorro parece darme la razón—. Pero tiene un nombre lindo y que, al menos para mí, es poco conocido.
El labratriever se rasca la oreja en respuesta y le presto total atención a las amigas que concursan. No pasan ni cinco minutos más cuando una de las chicas comienza a toser, la más joven, inmediatamente la otra se detiene y la atención de todos recae en ellas. Parece haberse atorado mientras comía, me gustaría hacer algún comentario al respecto, pero me conozco lo suficiente para saber que en otra situación tranquilamente al que le estaría pasando eso sería a mí.
Jandry se acerca a ambas justo en el instante en que dejan de comer, pero no dice nada, seguro comprende que no dejan de competir por decisión propia. Al menos él lo entiende, porque la rubia que se hace llamar mi amiga..., no.
— ¡Perdieron! —Exclama con alegría y se levanta de la silla dando un pequeño salto.
— ¡No es cierto! —Menciona la chica que hace unos segundos parecía estar a punto de pasar a mejor vida—. Atorarme es algo que salió de mi control.
— Tasha tiene razón, no es culpa de ella —interviene la mayor, observando a Jandry en busca de ayuda.
— Acepten que perdieron y ya —. Recalca Alice y varias personas del público deciden apoyarla.
En menos de un parpadeo las personas se dividen en tres grupos; los primeros que exigen que las chicas sigan participando, pues aseguran que no fue culpa de ellas; los segundos que, entre gritos y abucheos, explican que la pareja ganadora es la que siguió comiendo, según las reglas del inicio, sin excepciones; y el último grupo que, por su parte, se limitan a mencionar que ambas parejas dejaron de comer hace mucho y el reloj aún no ha llegado a cero, lo cual descalifica a los cuatro.
Razón no le falta a este último grupo.
— ¡Ya cállate, teñida, contigo no es, aquí el que tiene la última palabra es el presentador!
Cubro mi boca con ambas manos al escuchar el comentario que suelta la mayor de las chicas, por su parte la menor, que al parecer responder al nombre de Tasha, habla con Jandry, quizá tratando de convencerlo para que puedan retomar su participación sin mayor problema.
— ¡¿Teñida?! —Exclama Alice antes de avanzar hacia su contraria, puedo notar cómo cierra las manos hasta formar puños con ellas y niego antes de soltar la correa de Jack, el cual comienza a ladrar sin control alguno.
El ruido me aturde un poco, pero logro impulsarme con suficiente fuerza para subir a la tarima donde se encuentran todos. Avanzo lo más rápido que me permiten las piernas y rodeo a Alice de la cintura, tiro despacio de ella y nos alejamos de las mesas. Durante un instante siento que todo pasa en cámara lenta, no puedo creer el lío que se llegó a armar por unos boletos.
La adrenalina me pone tenso y me pierdo lo suficiente como para andar en automático y actuar sin mucho control. ¿Alguna vez has tenido esa sensación de estar tan perdido, con tantos sentimientos, que simplemente sientes que no eres tú el que está en tu cuerpo y tu vida, como si fueras un espectador?
— Vámonos —ordeno.
La rubia se sacude entre mis brazos como única respuesta.
— Alice, nos vamos —repito más para mí que para ella. La suelto, pero mis manos se mueven por si mismas hasta sus hombros donde sin mucha presión la sujetan, como si una parte de mí temiera que ella salga corriendo y se tire sobre lo primero que vea.
— No, no nos vamos. Esa estúpida no sé qué se cree, pero me llamó teñida. ¡A mí!
Bien. Al menos puedo descartar que ella está molesta por los boletos.
— Lo dijo porque está molesta.
— ¿La estás justificando? —Cuestiona y da un paso hacia atrás, alejándose de mí.
— Te estoy explicando.
— ¿Y por qué suena a justificación?
— Porque también estás molesta —respondo causando que suspire en respuesta—. No hay por qué pelear, si quieres yo te consigo entradas para mañana mismo, pero vámonos, por favor, aceituna —con esa última palabra ella parece estar dispuesta a ceder.
Y entonces lo escucho detrás de mí.
— ¿Irnos? ¿Te estás escuchando Enrique? —Volteo solo para toparme con su expresión de ofendido, lamentablemente no logra causar nada en mí el gesto poco natural que se dibuja en el rostro de Edgar.
— Agradecería mucho que no te metieras en esto, Edgar.
— Esa chica acaba de insultar el cabello de tu mejor amiga y trata de arrebatar un premio que ella merece por derecho, ¿de verdad planeas irte? —Niego con lentitud para ver si así comprende que no es un problema suyo lo que sucede.
— Edgar... —comienzo para tratar de explicar, pero la voz de Jandry por los parlantes me detiene.
— ¡Chicos, chicas, señores y señoras del público, calmen esos viejos impulsos de cavernícola que tiene dentro, sé que los genes son fuertes, pero paren, siento que estoy en un jardín de infantes! —se ubica entre nosotros y alza una mano señalando a Jack el cual corre tras su propia correa mientras da vueltas y ladra—. ¡Y que alguien le dé un sedante al perro loco del fondo, gracias!
De un brinco me encuentro en el suelo y en un minuto o menos me veo a mí mismo, como si estuviera en tercera persona, cargando a Jack en mis brazos. Él me lame el rostro un par de veces sin dejar de ladrar y mover la cola.
— Al menos tú te estás divirtiendo —susurro para que solo pueda escucharme el pequeño peludo. Ladra en respuesta y suelto una risa, al parecer comprende lo que digo.
Mi vista se clava en el castaño que sigue en medio de la tarima, me sonríe a medida que asiente. Dejo al labratriever en el piso, se sienta frente a mí y parte de su cola me roza los zapatos. Nuevamente ambos prestamos atención a lo que ocurre frente a nosotros.
Las chicas hablan en una esquina, de vez en cuando Tasha regresa a ver a Alice la cual poca o ninguna importancia les da, pues está ocupada hablando con Edgar.
Él por su parte se concentra en acariciarle la espalda de manera suave. En un acto reflejo comienzo a jugar con la correa de Jack, regreso la mirada a Jandry justo antes de que comience a hablar.
— Bien, me notifican que ambas parejas son las ganadoras —se nota cierto tono de decepción en su voz y reprimo una sonrisa al pensar que él sí quería ver una pelea para ver quién se quedaba con los boletos de entrada— ¿Les está quedado claro a todos? Nadie va a morir hoy, nadie va a pegarle a nadie. Los cuatro ganaron. Felicidades a todos los participantes. Los ganadores pueden retirar sus entradas en la parte trasera del escenario. ¡Y gracias a todos por venir!
Con esa frase se despide, da la vuelta y se pierde tras una cortina. Las chicas observan con desdén a la pareja que conforman mi amiga y el nuevo amigo, al parecer, de mi amiga. Suspiro cuando los cuatro se pierden tras la misma cortina donde desapareció Jandry hace poco.
Observo a Jack, él, con la lengua de fuera y la cola moviéndose hacia todas direcciones, parece sonreírme desde su posición. Me agacho hasta su altura y le acaricio la cabeza con cariño, parece que Jack es el único cuerdo que queda por ahí cerca, porque ¿Qué acaba de pasar? ¿Cómo funciona ese hermoso mecanismo del ser humano en el que un segundo pelean y al siguiente ya no?
....
— ¡Tengo una cita! —Escucho gritar a la pequeña silueta de la rubia que se acerca a mí, se lanza sobre mis brazos y la sujeto como puedo, me ha tomado por sorpresa la forma en que salió corriendo después de treinta minutos tras esa cortina.
— ¿Disculpa? —Cuestiono sin una pizca de seguridad. Siento que se aleja de mí y no puedo evitar fijarme casi de forma automática en sus ojos, muestran un brillo que no recuerdo la última vez que vi, al menos en ella.
— Edgar, me invitó al cine.
Y la simple mención de su nombre me genera un nuevo malestar en el estómago, como una apuñalada emocional. Más me limito a sonreír.
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