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Capítulo 34

Daisy, disfrazada de ángel, se dirige hacia nosotros hecha una furia. Se ve como un demonio asesino blanco mientras paso a paso nos alcanza. Sus secuaces, tonta y re tonta, la siguen disfrazas. ¿Adivinen de qué? De ángeles negros.

Nos alcanzan, su respiración agitada y su muy palpable ira la hace parecer un torro de corrida.

Darren se desplaza a mi lado fingiendo una tranquilidad que no tiene. Tomo una respiración profunda tratando de prepararme psicológicamente para lo que viene.

El trote de este "lindo" angelito y los gruñidos de animal que emite llaman la atención de las personas más cercanas a nosotros.

Genial, tenemos una gran audiencia.

—¿Se puede saber qué haces aquí con esta zorra?

Valeee... al menos no me dijo cerda.

—Estamos hablando Daisy ¿No veo el problema?

¿Hablando?... ¡será cabrón!

—Lo hay cuando hablas con la zorra de la universidad

—Espera ¿Qué? —Me adelanto a Darren y enfrento, molesta, a Daisy—. Cuida lo que dices Daisy, puede que aquí este tu novio el que siempre sale a tu rescate, pero se defenderme del que sea. Respétame por favor.

—¿Respetarte? ¿A ti? ¿La puta bastarda?

El aire de mis pulmones sale como si hubiera recibido un golpe directo en mi pecho. El color se drena de mi rostro.

Puta bastarda.

Así era como me llamaban.

—¿Sorprendida querida? —Daisy se ríe en mi cara, mientras continuo, congelada, observando y escuchando sus crueles palabras—. Sé quién eres, eres igual que la puta de tu madre metiéndose con hombres ajenos.

—Daisy —gruñe Darren—. ¡basta!

—Basta no, cariño. —Abre sus manos alentando a las personas que poco a poco se van acercando para ver la pelea de gatas—. Aquí todos—llama, me señala y hace una mueca de asco—. Les presento a la puta. La hija de la puta María Ventura e hija bastarda de un hombre rico, como tú, bebé.

—Con mi madre no te metas —bramo. Mis manos forman puños y estoy a esto de golpear esos dientes blancos y rectos.

—¿O qué? ¿Qué vas a hacer puta? No eres nadie, eres sólo una maldita oportunista igual que tu madre, que sólo quiere meterse en la cama de un hombre rico para que la mantenga —escupe, con desprecio—. Como la loca y puta de tu madre no lo consiguió ahora vienes tú para terminar su trabajo.

—¡Será mejor que te calles! —grito y trato de abalanzarme sobre ella, pero Darren me retiene, observo como mis amigos se abren paso entre, la ya no tan pequeña, audiencia.

—¡No la toques, Darren! —grita y trata de arañar mi rostro.

—¡Detente Daisy! —gruñe Darren. Su tono y la ferocidad que contiene sus palabras hace que ambas saltemos sorprendidas—. He dicho que te detengas.

—¿Estas defendiéndola? —chilla—. ¿A ella? ¡Por Dios! —exclama, ofendida e indignada—. ¿Ya te acostaste con ella? ¿Es eso? Por eso estas defendiéndola.

—No me he acostado con nadie Daisy y tú lo sabes. —La mirada que Darren le da a Daisy y lo que acaba de decir parece que significa algo grande.

Su rostro se tuerce de dolor, pero luego la ira lo reemplaza.

—¡Maldita perra! ¡Voy a acabar contigo y con tu puta madre!

En un pequeño desliz de Darren logro zafarme y me abalanzo hacia ella.

—Te he dicho que no metas a mi madre en esto —gruño. Golpeo su rostro con mi puño, el sonido que esto produce y su cara rebotando hacia atrás me llena de satisfacción, pero no dura mucho, Daisy se recompone muy rápidamente y me arroja una cachetada.

Bruno se mete y agarra a Daisy de la cintura mientras ella se retuerce. Darren me sostiene, intentado que no me abalance de nuevo contra su novia.

—¡No la toques! —grita, como una loca desquiciada—. Eres mío Darren ¡No toques a esa basura! ¡Eres basura! —Patalea y gruñe, haciendo tambalear a Bruno, que trata de no soltarla ni caer con ella. Sin embargo, ella no necesita golpearme para derribarme, sus siguientes palabras lo hacen—. ¡Ni siquiera tu padre quiso reconocerte!

Aunque he escuchado eso muchas veces, aunque lo repitieron toda mi vida, el que sea hoy, delante de mis amigos, Darren y toda la maldita universidad, el lugar donde deseé empezar de nuevo y dejar el pasado atrás, hacen que me rompa en mil pedazos.

Las lágrimas se derraman por mis mejillas, uno a uno, cada recuerdo, cada momento de humillación que viví regresan a mí. Mi cuerpo empieza a temblar y mis gritos escapan con agonía y desespero.

—¡Cállate! ¡Cállate! —grito con tanta fuerza que siento mi voz quebrarse. Los temblores se vuelven incontrolables y tienen que sostenerme para no caer al suelo.

—La verdad duele, perra. Bastarda, sucia...

—¡Se acabó! —Darren me empuja hacia otros brazos mientras se ubica frente a su novia—. Esto se acabó. Aquí, ahora —gruñe, como un perro furioso frente al rostro asustado de su novia—. Será mejor que cierres tu puta boca Daisy. No permitiré que sigas haciéndole daño a la persona que amo.

El tiempo se detiene por unos segundos en ese momento. Dejo de temblar y miro, sorprendida, a Darren. Daisy permanece congelada por unos segundos, observando a quien fuera su novia, declarar que ama a otra persona. Su rostro pierde un poco de color, pero se recupera rápidamente, llenando su expresión de rabia y rencor.

—¿Qué? —chilla—. Debes estar bromeando. ¡Tú me amas a mí no a ella! —sigue gritando.

—No Daisy. No te amo, he estado a tu lado por años creyendo que lo hacía, pero no es así. —Darren se vuelve un poco para mirarme con tantas emociones en su rostro que mis rodillas flaquean un poco. Regresa su atención a Daisy—. Celeste es la mujer que amo y no estoy dispuesto a perderla y dejarla simplemente por cuidar de una persona que dice ser frágil y vulnerable, pero que tiene la suficiente fuerza y odio en su corazón como para lastimar a los demás y lastimarme a mí, a quien dice amar sin el más mínimo grado de remordimiento o arrepentimiento.

—¿Darren? Bebé...

—¡No me llames así! —brama, haciéndonos saltar de nuevo. Ira irradia de él por montones—. He estado ciego, malditamente ciego por mucho tiempo. He cuidado de ti, te he protegido, acompañado y apoyado. Siempre supe que estabas mal, madre lo decía, padre también —Se ríe sin pisca de humor—. Pero fui muy necio creyendo que, si te amaba como tus padres no lo hicieron, tal vez cambiarias, serías mejor. Me equivoqué. —Regresa su mirada a mí, sus ojos rojos y acuosos. Mi cuerpo sigue estremeciéndose y él lo nota—. He permitido que le hagas daño, a ella. La persona más importante, especial y pura en mi vida, pero no volverá a pasar. La amo. Te amo Celeste.

Sostengo su mirada, cálida y llena de amor. Las ganas de llorar aumentan.

Me ama, a mí, la hija bastarda.

Regresa su mirada a Daisy y pierde toda la calidez y ternura de hace unos momentos.

—Aléjate de ella. Esta relación insana entre tú y yo se acaba aquí. He terminado contigo, con nosotros. Quiero mi vida, mis planes, pero al lado de otra mujer y esa mujer es ella —Me señala—, y por tu bien espero que no vuelvas a llamarla de ninguna manera que pueda herirla o lastimarla. Vas a respetarla porque, a diferencia de ti, ella sí se lo merece y es la mujer que amo, voy a defenderla de ti y de cualquiera que se atreva a ponerla en riesgo. Eso va para ti y para cualquier otra persona en este puto mundo.

Me ama. A mí, la hija bastarda

La puta del pueblo.

La basura del apellido Jones.

Él lo sabe, ella lo sabe, todos lo saben. Mi pasado, saben quién soy, saben que mi padre no quiso ser parte de mi vida. Soy su basura.

—¡Aléjate de ella! Darrennnn —grita con más histería, Daisy. Bruno intenta contenerla.

—¿Acaso no has entendido? —grita Donna, fulminando a Daisy con la mirada—. Terminó contigo, ahora eres tú la que sobra y será mejor que te calles ahora mismo perra, porque a mí nadie me detiene cuando quiero partirle la madre a alguien.

—¡Cállate, tú, puta anoréxica!

El cuerpo de Darren se tensa, sus ojos se vuelven tormentosos e iracundos.

—Voy a olvidar lo que acabas de decir Daisy. —Su voz es mortalmente clara y calmada—. Pero quiero aclararte que. Se. Acabo. Termínanos.

—¡No! Darrennnn —chilla, entrando en pánico. Las lágrimas se derraman por sus mejillas—. Vuelve a mí. Te amo cariño, te amo. Vamos a estar juntos, nos casaremos y tendremos un bebé, se llamará Alicia...

Darren se tensa y mira a Daisy con tanto odio... asusta.

—¡No tienes el jodido derecho de nombrarla! —grita. Mira a las amigas de su ahora ex novia—. Llévensela. Ahora.

Ambas chicas asienten, tratan de conducir a Daisy hacia su auto, pero ella sigue gritando, rogándole a Darren que regrese con ella y nombrándome en varias versiones de puta y perra.

Mi cuerpo sigue sacudiéndose el shock de todo lo acontecido en los últimos minutos.

No soy capaz de mirar a las personas que me rodean, ni siquiera soy capaz de agradecerle a Connor, que es la persona que me ha estado sosteniendo mientras Darren enfrentaba a Daisy. Podría reírme de esto si mis emociones, sentimientos y mi cerebro no estuvieran bajo una sobrecarga.

—Celeste. Mírame cariño. —La voz de Darren es suave y melosa, comparado a como le habló a Daisy. Niego con mi cabeza. Connor me entrega a Darren como si fuera un bebé—. Vamos nena, mírame.

—No puedo —sollozo—. Ya lo saben. Ya lo saben todos.

—¿Saber que cariño? ¿Qué te amo?

—No. ¡Que soy una bastarda! ¡La puta bastarda! —grito. Donna, Tay y Bruno se acercan.

—No digas eso de ti nena. —Trata de abrazarme, pero me resisto—. Tú no eres nada de eso.

—Si lo soy, ¿No entiendes? Mi madre se metió con un hombre casado —jadeo—. ¡Un hombre casado! ¡Soy la maldita hija bastarda! Todos en ese pueblo lo sabían, todos me repudiaban todos me... —Me vuelvo a romper. Grito y Darren me arropa en su pecho.

—Aquí no hay nada más que ver. Aléjense idiotas —grita Darren.

—Ya lo oyeron —secunda Donna. Gruñendo y echando a todos los demás.

—Nena cálmate, por favor —pide, no puedo calmarme, no puedo dejar de llorar. Darren me abraza fuertemente y me sostengo de él mientras me aleja de la fiesta—. Yo la llevaré a casa.

No sé a cuál de mis amigos le habla ni tampoco que respuesta recibe, sólo sé que quiero estar lejos de aquí, lejos de todas esas personas que saben lo que soy.

—Vamos cariño, vamos a casa.

Me sube a su auto, me recuesto en el asiento y observo la noche que pasa ante mis ojos. Las palabras de Daisy y de todos aquellos que me humillaron resuenan en mi cabeza y cortan poco a poco y más profundo en mí alma.

—No lo hagas —La voz de Darren me sorprende

—¿Qué?

No lo miro. No puedo hacerlo.

—No les creas. No dejes que esto te afecte, te dañe. Tú no eres lo que ella... lo que ellos dicen.

—Si lo soy —susurro.

—No lo eres Celeste. Eres la persona más desinteresada, increíble, leal, protectora, confiable, respetuosa, cariñosa, compasiva y servicial que he conocido. Tú eres luz, esa luz que ilumina el camino de todos los que estamos a tu alrededor. No permitas que personas tan idiotas como Daisy y esos hijos de puta de donde naciste te hagan dudar de ti misma. Mírame nena.

No lo hago.

—Mírame. Vamos nena. —Niego con mi cabeza—. No te escondas de mí. No me importa lo que digan Celeste, te conozco...

Hay tantas emociones dentro de mí, tanto dolor, tanta agonía, tanta ira tanto de todo que tengo que dejarlo salir, dejarlo ser libre, aceptar la verdad.

—¡No me conoces! ¡solo sabes lo que ves ahora! —grito—. ¡No alcanzas a imaginar toda la mierda que he tenido que pasar!

—Sí, te conozco. Y lo que conozco de ti es lo que amo.

—Tú no puedes amarme. Yo no puedo amar. Soy una vergüenza, ni siquiera mi propio padre quiso reconocer que llevaba su sangre ¿Qué no lo ves? Soy poca cosa —La ira y el dolor crecen en mi interior como una avalancha—. Mi propia madre lo amó más a él, no tienes idea de cuan sola estuve, cuantas personas me dijeron que no valía nada, que era una basura, una mancha negra en su blanca sociedad. Fui una desgracia, si mi madre no me hubiera tenido no hubiera sufrido, no sería la puta del pueblo, jamás hubiera caída enferma. Todo lo que le ha pasado es mi culpa, yo he venido a este mundo a hacerla sufrir, jamás debí nacer —murmuro con dolor y resignación—. Jamás.

Pisa el freno del auto y se detiene sobre la salida del campus, se baja del auto, está enojado. Más que enojado, está furioso, la mirada asesina en su rostro lo dice todo.

Abre la puerta del pasajero, desabrocha mi cinturón mientras yo, impávida, lo dejo tomarme de la cintura y sacarme del auto. Me sostengo en sus hombros mientras camina conmigo hacia el capo del auto, me deja caer sobre él, salto un poco al contacto frío de mi piel con el metal un poco caliente, toma mi rostro en sus manos y hace que le mire.

—Escúchame muy bien Celeste, muy bien. Porque lo que voy a decir, necesito que te lo grabes en esa cabeza tuya —Toca mi cabeza—. Y en este corazón tuyo —Toca el lado donde va mi corazón.

>>Puede que tu padre no te haya valorado, puede que tu madre no demostrara que te ama y, puede que muchas personas digan que no vales nada, lo cual es una total mierda, y espero poder corregirlos a todos. Pero tú, Celeste Ventura, la chica con los pijamas de fresas, conejos y esas cosas de chicas... —Una risa se me escapa al recordar ese primer día que nos conocimos y las fachas que tenía—, con esos moños desordenados, esa boca sucia y sarcástica, tú, pequeño petardo, con tu ingenio, tus manos celestiales y tú forma de ser, has dado sentido a mi vida, has cambiado mi forma de pensar y le has inyectado color, calor y alegría a mi mundo. No me importa si los demás te juzgan por un pasado que no pediste, un pasado del cual no eres culpable. Lo único que a mí me importa es que estés segura de que te amo y que para mí tú lo eres todo, que te necesito y que estoy dispuesto a hacer lo que sea para hacerte feliz y tenerte a mi lado. Quiero todo contigo, años, horas, minutos. No me importa nada excepto tú. He sufrido como nunca todos estos días por no tenerte cerca, he agonizado cada vez que siento tu aroma en algún lugar, he muerto cuando pensé que estabas con otro chico y que ya no tenía oportunidad de besarte una vez más.

Jesucristo lindo, estoy totalmente sin palabras, creo que hasta pude haber perdido el sentido.

Darren me ama.

—He escuchado muchas veces un "Te Amo" y lo he dicho muchas veces, pero juro por Dios, Celeste, que nunca se había sentido de la manera en que se siente cuando esas dos palabras van dirigidas hacia ti. —Acerca su rostro al mío y besa la comisura de mis labios—. Pensé que sabía que era amar, pero llegaste y me restregaste en la cara lo imbécil y lo ingenuo que he sido. Amar para mi estaba tan errado, nunca necesité de alguien, prefería que me necesitaran, nunca extrañé, nunca sentí tanto miedo de perder, de ver a la mujer que amo en brazos de otro. —Sonríe con tanto amor, que no puedo evitar morder mis labios, para evitar que sigan temblando—. Pero llegaste tú y lo que más he deseado es quedarme en ti, indefinidamente, estar en cada parte de tu ser, estar en cada instante de tu vida. Quiero estar en tu mente para que seas en mí en quien pienses siempre y hacer tus sueños realidad. Quiero compartir contigo días, noches y amaneceres. Quiero entregarte mi vida, quiero muchas cosas contigo.

—Darren, yo... —Mi voz se quiebra. Lágrimas de dolor y felicidad se mezclan mientras las dejo correr por mis mejillas—. Te amo tanto. Creo que me enamoré de ti desde ese primer día cuando me acompañaste a clase —confieso y él sonríe—. Pero tengo miedo. Tengo miedo de amarte y que tú dejes de hacerlo, o que en algún momento creas que no soy suficiente para ti. Toda mi vida... —Tomo aire cuando Darren limpia mi rostro—. Toma mi vida he recibido odio, desprecio y dolor. Siempre creí que no era buena, mamá no podía luchar contra su depresión para salvar a su hija, papá prefirió voltearse y darme la espalda dejándome a merced de los demás, yo no creo que haya algo en mí que valga la pena, algo que merezca el sacrificio. Sé que es estúpido, pero cuando toda tu vida te la pasas escuchándole decir a los demás la clase de basura que eres, terminas por creerlo. Lo siento tanto. Tú acabas de decirme que me amas y yo soy una idiota lamentándome porque mis padres no me amaron lo suficiente.

Sonríe con ternura y besa mi nariz. —No te disculpes cariño, aunque no lo creas, te entiendo.

—No, no sé cómo lo supo. Yo pensé que había dejado mi pasado atrás. Y mi madre, ella no es así Darren, ella lo ama, lo ama demasiado, simplemente no sé qué paso, él nunca dejo a su esposa, aunque aún sigue buscando a mamá. Y odio que haga eso, odio que la deje como su plato de segunda mesa. Como su segunda opción. —Regreso mi mirada a mis muslos mientras pensamientos siguen danzando en mi cabeza—. ¿Yo soy un segundo plato para ti?

—¿Qué? —exclama confundido y sorprendido. No esperaba escuchar eso de mi parte. El cuerpo de Darren se vuelve a tensar, dolor pasa por sus ojos—. ¿Crees que eso eres para mí? ¿Un plato de segunda mesa? ¿Un plan B?

—No lo sé Darren, siempre has estado con Daisy, me dijiste que la amabas, sus padres son amigos de los tuyos, han planeado su boda desde los quince años, incluso ya tenían el nombre de su primer bebé —Empujo su pecho y bajo del capo, camino un poco alejándome del calor de su cuerpo—. No es un secreto para los demás que has estado con otras chicas, no quiero entregarte mi corazón aquí y ahora para que en unos días regreses a ella y me dejes llorándote.

—Eso no pasará.

—¿Quién lo asegura? —Niego con la cabeza—. Sólo nos conocemos hace dos meses. Tú la conoces a ella toda tu vida.

—Ella no eres tú —gruñe mientras me acecha como el lobo a su presa. Mi cuerpo cobra vida, excitación y deseo fluyen a través de mí.

—Sé que ella no soy yo. Pero...

—Pero nada Celeste. Te amo maldita sea, estoy enamorado de ti como un jodido loco. Me tienes confundido, me tienes hecho un idiota, no he vuelto a ser el mismo. —Me alcanza y me sujeta entre sus brazos, me acerca nuevamente hacia la puerta del conductor de su auto y levanta mi barbilla. Sus ojos dos piscinas de líquido azul oscuro—. Tus ojos, tu boca, tu olor, tu presencia, tu cuerpo, esas ropas que usas, todo, todo de ti ha alterado cada uno de mis sentidos. Me tienes en tus manos, Celeste, jamás me había pasado, estoy desesperado por ti, estoy enamorado de ti —Besa mis ojos, mis mejillas, mi nariz. Mi cuerpo se calienta con cada toque de sus labios, la necesidad de sentirlo, saborearlo, de tenerlo, es insoportable—. He estado con muchas chicas, es cierto. Pero incluso cuando lo hacía estando con Daisy no había culpa, no había remordimiento, no se sentía mal. Pero, desde que probé tus labios en esa cafetería, desde que pude saborear cuan magnifica eras, cada chica se sentía insuficiente y Daisy, ella se sentía incorrecta. Incluso aquel día en el callejón, dejarte ahí para ir a ella, me partió el corazón en dos. Quería gritar, y golpearme a mí mismo por provocarte ese dolor y esas lágrimas en tus ojos. Dejarte ese día fue uno de los peores errores que he cometido, porque no dejar a Daisy inmediatamente y abandonarte ahí, sin luchar al día siguiente cuando me alejaste, son los otros errores que jamás me perdonaré.

Debo estar soñando

Esto no es real

¿Acaso me embriagué y estoy derrumbada en ese maldito jardín?

¿Daisy volvió a partirme el cerebro en dos?

¿Estoy muerta?

—Te amo. ¡Jesús! —gime. Cree que mi silencio es de incredulidad ante sus palabras, cuando es todo lo contrario—. Nunca lo había dicho tantas veces en una noche. ¿Ves? esto es lo que me haces. Tú me deshaces y me vuelves a formar, soy todo un idiota cuando estoy contigo, me miras y es como si pudiera derretirme. Quiero ser mejor para ti, quiero hacerlo todo para ti, cuando tuú sonríes es magnífico, pero cuando sonríes porque soy yo la causa o el responsable... ¡Alabado sea Dios! Me siento como el hombre increíble porque he logrado hacerte feliz, aunque sea un minuto. Y cuando tú eres feliz también lo soy, es igual cuando sufres, cuando lloras, mi corazón se desangra con el tuyo. Si eso no es amor —Extiende sus en el aire—, entonces no sé qué es esto que siento por ti.

A la mierda mis temores

A la mierda la gente de mi pasado

A la mierda mi padre

A la mierda Daisy

Y...

A la mierda la mierda

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