Capítulo 31
No puede ser
¿Qué he hecho?
—Espera Daisy, cálmate. No te entiendo —Hace una pausa escuchando a su novia del otro lado. No me mira, no puede. Lo sé, yo tampoco me miraría en este momento—. Si cariño, también lo siento. No llores. Voy en camino.
Lágrimas se acumulan en mis ojos.
¡Maldita sea! soy una puta, una sucia.
Acabo de enredarme con el novio de alguien, y en un callejón.
Malditos sean esos seis meses sin sexo.
Maldito sea el licor.
Maldito sea este hermoso hombre.
Y maldita sea yo.
—Yo... —Sus ojos por fin encuentran los míos, cuando ve la humedad en ellos, hace una mueca de dolor.
—Ahórratelo. Esto es mi culpa. Soy una maldita perra. ¿Cómo voy a saltarle encima a un chico con novia? Si fuera la novia de alguien, me odiaría.
—No te refieras a ti misma de esa manera —advierte—. Es mía, soy yo quien te envía señales mixtas y soy yo quien te ataco primero.
—Podría haberte detenido. Dios ¿Qué demonios me pasa?
—Me gustas Celeste...
—Cállate. Tienes novia ¡Una muy jodida, pero al fin y al cabo novia! —No soy capaz de contener más mis lágrimas, algunas de ellas se derraman. Siento vergüenza, dolor e ira—. Dije que nunca lo haría. Que no sería como mi madre ¡Y Mirameee! Estoy haciendo exactamente lo mismo.
—Nena cálmate. —Se aproxima a mí, pero lo detengo con una mano
—¡No te acerques! —Si lo hace no sé cómo voy a responder—. ¡Y no me llames nena!
—Déjame explicarte.
—¿Qué? ¿Explicarme? —Tomo aire, me siento mareada—. Explícale a ella. Ella es tu novia.
Abre su boca para decir algo, pero su teléfono vuelve a sonar.
—Estoy en camino, espérame —dice, cuelga y me vuelve a mirar, sus hombros caen y se ve dolido—. Debemos hablarlo.
No respondo, no puedo hacerlo. Duda en alejarse de mí, pero lo hace, regresa a ella.
Tal como Daisy lo dijo ese día cuando casi me parte el cráneo en dos. Escucho la puerta cerrarse y me dejo caer nuevamente en mis rodillas, lagrimas se derraman y trato de respirar.
Esto no puede ser.
Esta no soy yo.
Maldito karma y su "escupe para arriba y en la cara te caerá"
Tomo una profunda respiración y me compongo.
Asume tus errores Celeste. No llores, ponte tus malditas bragas y asume las consecuencias de tus perras decisiones.
Te crees una adulta. Actúa como tal.
Aliso mi vestido y limpio mis mejillas, regreso al club encontrando a mis amigas y a Bruno camino a la salida.
—Celeste ¿Qué pasa cariño? —Bruno me alcanza, su preocupación es evidente.
—Soy... —Aclaro mi garganta y retengo las nuevas lagrimas—. Hice algo terrible. Me desconozco...
—¿De qué hablas? —pregunta Tay, luciendo asustada por mi condición—. Háblanos Celeste.
—Acabo de enrollarme con Darren en el callejón. ¡Tiene novia, maldita sea! Estaba haciéndoselo y ella le llamó. ¡Lo tenía en mi boca y ella lo llamó! —grito en medio del pasillo frente a los baños donde una chica se detiene y me da una mirada de muerte.
Donna iguala la mirada de la chica y me arrastra hacia uno de los baños. La anterior chica refunfuña cuando Bruno nos sigue, él le da el dedo medio en respuesta.
—Celeste, te quiero y lo sabes. Pero esta relación que tienes con Darren no es buena para ti. Esta... bueno, él está jugando contigo.
—Donna tiene razón T, sé que le gustas eso es evidente, pero él tiene su novia. Sólo te busca cuando ella no está a la vista o cuando... cuando están enojados.
—Eso no es cierto —suelto a la defensiva.
Donna levanta una ceja. —¿No lo es? Es cierto que no deja de mirarte aun incluso con ella a su lado. Pero precisamente no eres tú la que está a su lado. Ustedes no pueden ser amigos Celeste, hay demasiada química entre ambos, pero no la suficiente para que él se decida por ti.
—Mereces más cariño —dice Bruno
—Soy una persona terrible. Siempre he juzgado a mi madre y miren, he hecho algo peor. Por lo menos mi mamá lo ama.
Madre lo ama. Dios que cruel he sido con mi madre.
—Me equivoqué, lo sé —sollozo—. No voy a negar que ustedes tengan la razón. Voy a ponerme mis bragas de niña grande y voy a hacer algo al respecto.
—Así se habla. Ahora T, tu fiesta y tus amigos te esperan —dice Tay. asiento y me recompongo en el espejo.
Regreso a mi fiesta y terminamos bailando nuevamente, varios chicos me dan miradas apreciativas y Connor sigue tratando de conquistarme. No lo haré, no voy a tomar ningún rebote ni tener sexo por despecho. Ya cometí el error en el callejón y no cometeré más.
Bebo mucho más de lo que tenía pensado beber, pero me dejo lo suficiente cuerda como para rechazar y evitar a los buitres, buscando una mujer sola y desdichada. Las chicas y Bruno intentan animarme, al cabo de un rato lo logran y empiezo a divertirme con ellas.
Cerca de las cinco de la madrugada, regresamos ebrias y terminadas a nuestro apartamento. Donna se encierra con Mark, Tay con Cipriano y Bruno conmigo. No es como si Bruno fuera a aprovecharse de mí.
—Celeste levántate. —Un dedo frio se presiona en mi mejilla, gimo y abrazo mi almohada—. ¿Qué animal murió aquí? —Estoy un poco segura que esa es la voz de Donna.
—Aléjate de mí —Mi cabeza se siente palpitar. Maldito y estúpido tequila.
—Darren está en la puerta.
—¿Qué? —Salto de la cama empujando a Bruno al piso. Me reiría de él si no tuviera este terrible dolor de cabeza.
Cae y se levanta mirando frenéticamente a todos lados. —¿Qué mierda?
—Lo siento —digo, dándole una mirada de disculpa—. ¿Qué dices Donna? Creo que no te escuche bien.
—Darren, el estúpido infiel novio está afuera.
Miro en pánico a Bruno, quien sacude su cabeza y soba su trasero. Esta vez no puedo evitar reírme un poco.
—¿Qué quiere?
—Dice que quiere hablar contigo. Cipriano lo retuvo unos minutos, pero insiste en hablar contigo.
—Ve a ver que quiere chica. Termina con la mierda de una vez —exige Bruno, recostándose nuevamente en mi cama.
Me levanto y voy al baño para enjuagar mi boca y limpiar un poco mi cara. Tomo una bata y me dirijo a la puerta. Mi cuerpo se estremece con la vista de él.
Darren está en la puerta, recostado sobre el marco con pantalones deportivos y camiseta blanca, su cabello esta mojado, hace poco se levantó.
Se percata de mi llegada y levanta su rostro, observa mi pijama y sonríe, pero no llega a sus ojos. Mi corazón se arruga.
Sus ojos se encuentran rojos y rodeados de círculos negros, se ve agotado y triste.
—Hola Conejita. —Me estremezco.
—Darren —respondo a secas. Su ceño se frunce.
—Vine a decirte que lo siento. Ayer no actué como debí hacerlo. No me alejé de ti y te causé, nos causé daño. —Pasa sus manos por su rostro. Permanezco en silencio observándolo—. Daisy se sentía mal, ella ha estado un poco enferma. Ayer, estaba sola y me llamó para que la acompañara.
—¿Tu novia estaba enferma y la dejaste por ir a una fiesta? —gruño, molesta y decepcionada.
Qué imbécil.
—¿Qué? No. Daisy no puede comer productos enlatados, se pone enferma. Ayer consumió algunos después de discutir conmigo para evitar que yo fuera a tu... —Se detiene abruptamente. Sus ojos se cierran y maldice en voz baja al saber que brindó demasiada información.
Así que la perra se enfermó a propósito para evitar que fuera a mi fiesta.
—No importa, es tu novia. Debe ir primero.
—Lo sé. Pero tú también eres importante para mí. Quería estar ahí contigo.
—Como el resto de mis amigos —digo con amargura—. Lo entiendo y lo aprecio. Ahora lo que pasó en ese callejón no es cosa de amigos.
—Lo que pasó, fue increíble, pero...
—Pero fue un error y no volverá a pasar —interrumpo. Su expresión se torna tensa—. Me gustas Darren, es más que obvio ahora después de lo que hice... hicimos ayer—Me corrijo, no estaba sola en esto—. Pero eso debe quedar ahí. No puedo resistirme a ti, eso lo comprobé anoche, y no es bueno para nosotros. Esto —Hago una seña entre los dos—, no es sano. Está perjudicando tu relación y arrebatando mi tranquilidad. No puedo estar cerca de ti después de lo que sucedió anoche...
—¿Qué estas tratando de decirme, Celeste? —pregunta, su voz se eleva un poco y puedo ver como el pánico y la desesperación nacen en él.
Suspiro y aunque me duele decirlo sé que es lo mejor, no puedo seguir siendo la chica patética, mendigándole amor a un chico comprometido. He caído bajo y no seguiré haciéndolo.
Me encojo de hombros tratando de demostrar que esto no me duele.
—Debemos alejarnos. Dejar de vernos. Tratarnos como simples compañeros de universidad y ya. Evitar el contacto y estar juntos.
—Pero... ¿Por qué? —Logra decir después de forzarlo.
—Porque, aunque tu novia es una completa perra... —Lo siento si te ofende Darren—, es tu novia, es una chica y no deseo hacerle lo que le hicimos ayer. En su lugar, no me gustaría saber que mi novio se está enredando con una chica cuando estoy enferma en casa. Sé que a ella no le gusto, lo ha hecho obvio muchas veces y le molesta verme contigo por razones verdaderas, nos gustamos Darren, no podemos negarlo. Pero tú la amas a ella y yo no estoy dispuesta a ser la otra de nadie, merezco algo más y, aunque odio admitirlo, ella merece respeto, de mi parte y de tu parte. Al fin y al cabo ,es ella la que está a tu lado.
—Celeste... —suspira y vuelve a mirarme a los ojos. Parece que quiere decirme algo, el musculo en su mandíbula esta tenso—. Tienes razón.
Aunque sé que la tengo y me agrada saber que la tengo, el hecho de que lo haya aceptado así tan fácil me decepciona un poco.
No sé qué carajos esperaba, pero siento que algo se rompe dentro de mí.
A pesar de ello, mi determinación crece.
—Ha sido agradable conocerte Darren, me agradas y he logrado, en este corto tiempo, apreciarte como persona. Eres bueno, increíble, noble y desinteresado. No cambies eso. —Mi voz titubea, pero mi postura no.
—Tú eres increíble. Eres... eres la persona más maravillosa que he conocido. Me has hecho ver ciertas cosas de mi vida, eres dulce, amable, dedicada, inteligente, leal, incondicional, hermosa. —Se acerca y acaricia mi rostro. El gesto es tierno y triste a la vez—. Lamento causarte dolor, lamento que te sientas confundida y lamento profundamente perderte... como amiga —No sé si el "y algo más" que susurra es mi imaginación o si de verdad lo dijo.
—Adiós, Darren.
—Adiós, conejita —Duda en mi puerta un momento—. ¿Puedo darte un abrazo al menos?
Asiento porque no soy capaz de gesticular palabra alguna. Me toma en sus brazos y soy muy consciente de la forma en la que me olfatea, como si quisiera guardar mi olor.
Besa mi mejilla y al mirar a sus ojos puedo ver tristeza y resignación. Debe amar mucho a esa mujer.
Me suelta y da la espalda dirigiéndose hacia la chica que ha tomado su corazón.
Daisy.
Mientras lo veo alejarse, el mío se rompe en varios pedacitos, nunca me había sentido así. Nunca había anhelado tanto a alguien como lo anhelo a él.
¿Por qué lo vine a conocer cuando tiene su vida amorosa hecha? Dios. Si tan solo hubiera llegado antes.
Sintiéndome como una mierda, regreso a mi cuarto para ahogarme en medio de mis almohadas y suspirar por lo que no fue.
—Dura despedida. —Bruno se recuesta en mi estómago, tomando hebras de mi cabello y enredándolas en sus dedos.
Aunque no es una pregunta, contesto. —Sí.
—Lo superarás cariño. Es un delicioso hombre, pero un completo idiota con respecto a Daisy.
—Él... ella le importa. Mucho.
La verdad a veces duele.
—Tú eres mucho mejor que ella, y si él no lo puede ver... es su problema —Besa mi mejilla—. Si no me gustaran los pitos, te haría mi mujer ahora mismo. Eres sexy recién levantada.
Me rio a carcajadas, sólo mis amigos pueden hacerme sentir mejor.
—¡B!
—¿Qué? Es de verdad. Te ves sexy en esas fachas, si las tetas fueran lo mío ya estarías sobre tu espalda.
—Gracias, es muy considerado de tu parte decirme lo impresionante que soy medio dormida y en pijama de jirafas.
—Te quiero amiga, además, la honestidad es mi virtud.
Resoplo, ganándome un golpe de almohada en mi cara.
Para el medio día, aun me siento como una perdedora, además, mi madre no ha salido de mi cabeza. Ahora que he hecho algo peor que lo que ella hizo, me siento terrible, soy una hipócrita.
Con el rabo entre las patas conduzco hasta su casa, comprando unos hermosos lirios en el camino. Una ofrenda de paz. Cuando llego a la entrada, abro mi puerta y soy oprimida en un fuerte abrazo de su parte.
—¿Mamá? —Dios, sí que tiene fuerza mi madrecita santa.
—Cariño —Su voz se rompe y me siento peor que la mierda—. Te extrañé tanto. Lo siento, lo siento de verdad.
—No mami, yo lo siento. —Beso su frente cuando por fin me deja de ahogar entre sus pechos—. Soy una tonta.
—Cariño eres todo menos eso. Ven vamos dentro. —La sigo hasta la entrada de casa—. ¿Bebiste anoche?
¿Por qué carajos siempre se enteran? Tienen un medidor telepático o que.
—No te ves bien, y siempre que tomas tu nariz se torna roja —dice, como si hubiera leído mis pensamientos.
Si, son brujas. Las madres son brujas.
—Mmm, los chicos me hicieron una fiesta de cumpleaños anoche.
—Oh mi bebé ya cumple veintiún años. Te me creciste —Pellizca mis mejillas.
—¡Mami!
—¿Qué? Siempre serás mi bebé —dice y sonrío.
Saludo a Ivonne que se encuentra preparando la mesa, me sonríe y asiente con su cabeza mientras sigo a mi madre a la sala de estar. Me entrega una limonada fría y se ubica a mi lado
—Vas a decirme que pasó.
¿En serio? ¿Cómo carajos lo hacen?
—Mami yo... hice algo que no debí hacer —digo, avergonzada. Toma una de mis manos y le da un apretón.
—Cuéntame, te escucho.
—Me enrolle con un chico que tiene novia, me siento terrible.
—¿Darren? —Asiento—. ¿Te gusta? —Otro asentimiento—. ¿Qué vas a hacer al respecto?
—Ya hice algo, me alejé de él madre. Le dije que no podíamos seguir viéndonos, ni ser amigos.
—Hiciste lo correcto. —Ahora si me dice que hice lo correcto, cuando hace unas semanas me dijo que el amor todo lo vale—. Si él es para ti, volverá.
—Ya me conozco esos estúpidos dichos —refunfuño por lo bajo.
—Son verdad, muchas veces así son.
Resoplo
—Deja de hacer eso, tu nariz se arruga cómicamente
Darren dice lo mismo.
Ruedo mis ojos.
Debo dejar de pensar en él.
—Ven vamos a comer algo. Preparé estofado de verduras.
La compañía y la comida de mamá me hacen sentir mucho mejor. Después de devorar mi plato, acompaño a mi madre al patio trasero, hablando y actualizándola de todo mientras alimenta a las aves que bajan a la hierba.
—¿Lo amas? —Sabe a quién me refiero. Debe haber estado preparada para esta conversación, porque sin dejar de alimentar a las palomas, contesta.
—Con todo el corazón.
—¿Por qué no nos eligió? Si aún quería estar con su familia, debió dejarnos atrás. El que siguiera ahí provocó que nos odiaran.
—Hay cosas que solo él te puede explicar cariño. Lo amé, lo amo y lo amaré, sé que es igual de su parte. Pero, a veces las cosas no son como queremos. —Un canario se posa en la cabeza de mi madre haciéndola reír. Amo su sonrisa.
—Te hizo daño madre. —Mi voz es amarga.
—Y ambos te lo hicimos a ti. No por eso has dejado de amarme.
—Es diferente —defiendo. Ella estuvo conmigo. Bueno, los últimos años estuvo muy deprimida para preocuparse por mí, pero siempre cuido de mi bienestar.
—No, no lo es. Somos tus padres, debimos velar por ti, ambos. Cuidarte, protegerte, evitar que te lastimaran como lo hizo ese chico Jeff.
Aspiro una bocana de aire
¿Cómo lo supo?
No se lo dije a nadie. Me observa con arrepentimiento.
—La profesora Díaz hablo conmigo días después de que dejé el hospital. Me contó todo lo que pasaba en tu escuela. —Abandona el alimento y las aves y viene hasta mí. Sus ojos se llenan de lágrimas—. Cuando me dijo todo lo que te decían, lo que hacían y como esquivabas golpe tras golpe, me sentí como el peor ser humano del mundo. Era tu madre, la persona que debía cuidar de ti, sin embargo, te abandoné. Te dejé sola para que los lobos vinieran por ti, pero tú te levantaste entre ellos, luchaste y no te dejaste caer. Con dieciséis años tenías más fuerza de voluntad y determinación que yo. Te salvaste y me salvaste, cuando debí ser yo quien debería guiarte. —Toma mi rostro en sus manos—. Lamento haber puesto tanta carga sobre ti, pero, sobre todo, lamento no ser sincera contigo y asumir que eras muy pequeña para comprender nuestra situación.
—No es tu culpa mami, yo complique las cosas al nacer. —Cuando sus ojos se abren continuo—. Lo sé. Si yo no hubiera llegado, aun podrías estar con papá, y no hubiera pasado todo lo que sucedió.
—¿Por qué dices eso? ¿De dónde sacas esas absurdas ideas?
Mis mejillas se colorean de vergüenza. —Te escuché, le dijiste a tu terapeuta que yo llegué y arruiné las cosas —reconozco. Mi madre seca una lagrima que se me escapa—. Lo lamento.
—Oh cariño, ¿Cómo puedes creer eso? —Me abraza fuertemente—. Tú eres lo mejor que me ha pasado en la vida. Lo que dije lo entendiste mal, hasta que tú llegaste solo era la amante de un hombre. Pero cuando contigo era una madre. Tú madre. —Me aparto y la miro confundida—. Nunca me arrepentiré de tenerte a mi lado, la vida junto a ti ha sido maravillosa y lamento hacerte sentir de esa manera. Sé que los últimos años en ese lugar no demostré lo importante que eras para mí y créeme, me lamento por ello cada día. Nunca debí dejar que mi amor por ese hombre te hiciera dudar de mi amor por ti.
—Pero sé que él te hace feliz. Ivonne lo dijo. —En este momento me siento como esa pequeña niña que necesitaba tanto a su madre, recuerdo esos duros días y mi corazón se desgarra.
—Lo amo y me alegra verlo. Pero tú cariño, estos días sin ti han sido insoportables. Te amo, eres parte de mí y no hay nadie que pueda ocupar tu lugar. Lamento ocultarte las cosas, sin embargo, debemos reconocer que tú tampoco has dado de tu parte en esto. Él es tu padre Celeste, te ama, a su manera, pero lo hace —Madre llora y es mi turno de limpiar sus lágrimas— Es por eso que he decido no verlo más, no puedo hacerte más daño. Eres mi hija, no te protegí cuando eras más pequeña, pero puedo hacerlo ahora. Tu padr... Patrick no volverá, no te preocupes por él.
—¿Qué? No madre, no lo hagas. Lo amas, no voy a dejar que te sacrifiques por mí, sólo por favor no le permitas hacerte daño
—Cariño...
—No mami, soy una idiota. Ahora que he pasado por algo similar es que te comprendo. Tú lo amas y es imposible dejar u olvidar a esa persona. Sólo... sólo dame tiempo. No te prometo aceptarlo, pero sí te prometo respetar tu decisión.
—Eres la mejor hija del mundo —dice y lloramos juntas, nos fundimos en un abrazo—. Te amo cariño. Te amo inmensamente, no hay otro amor que se compare con aquel que siento por ti.
—También te amo mamá.
Siento que un peso se levanta de mí, mi corazón puede que no esté totalmente estable, pero es un poco más feliz que antes.
Si sólo pudiera tenerlo a él conmigo...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro