Capítulo 22
La semana siguiente fue eterna.
Ahora que casi no hablaba con mis amigas, con Darren y mi madre... el tiempo se me hacía eterno.
Julián habló conmigo por teléfono varios días, su trabajo le impedía regresar pronto, lo que me hizo sentir extrañamente aliviada.
Los almuerzos en la cafetería de la universidad eran con Brenda, Bruno y Connor. De vez en cuando, Taylor se aventuraba, pero Donna estuvo ausente.
Las clases fueron bien y mi amistad con Darren se quedó en algo normal y aburrido.
Ya no había mensajes entretenidos, ironías, chistes morbosos.
Así como yo lo planteé, así él lo acepto.
De vez en cuando pasaba por casa para recoger algunos dulces. Fui a su partido del viernes y salí antes de que terminara.
Donna nos evitaba y Mark sólo se disculpaba, Taylor y Cipriano discutían algunas veces, luego tenían sexo ruidoso.
Llamé pocas veces a mi madre, pero no hablé con ella. Ivonne se encargó de actualizarme sobre su estado de salud.
La siguiente semana también fue lenta y tortuosa, Bruno y Brenda se quejaban sobre la estúpida distancia entre Donna, Tay y yo. Daisy no estuvo en mi radar, gracias al cielo. Sin embargo, algunos aun recordaban como me patearon el trasero.
Hoy nuevamente es viernes y estoy sentada en el almuerzo con mis amigos planeando mi cumpleaños del próximo lunes
Que maldita emoción... yuju.
—Deberíamos hacer una fiesta —dice Brenda
—¿En qué lugar? —pregunta, distraído, Bruno.
—Podríamos utilizar el lugar de tus padres, viejo B —propone Connor.
—Es buena idea, sé que mis padres estarán de acuerdo. Podemos apartar la pista dos para nosotros y celebrarlo —Se entusiasma, una mirada calculadora pasa por su cabeza y sé que ya está pensando en la decoración, el licor y el baile—. ¿Qué opinas Celeste?
—Lo que quieran B —murmuro muy poco interesada. Mis cumpleaños siempre los he compartido con Donna y Tay.
—Vaya, estás tan emocionada como una vaca camino al matadero —replica con sarcasmo.
—Tengo mucho en mente ahora, B.
—Lo sabemos, pero somos tus amigos y queremos compartir contigo tu cumpleaños. No seas tan perra.
Observo a mis amigos, todos se encuentran sorprendidos por lo que Bruno acaba de decirme. Tiene razón, ellos lo están intentando, pero yo he sido una completa perra con ellos desde hace un par de semanas.
—Tienes razón, lo siento. —Me disculpo—. Creo que en el club de tus padres sería perfecto —murmuro mucho más animada. No todos los días se cumplen veintiún años.
—¡Esa es mi chica! —grita, emocionado. Brenda le sigue con una sonrisa.
Un pequeño destello de culpa me invade. Si bien Tay y Donna son mis mejores amigas desde hace un tiempo, Bruno y Brenda han estado ahí para mí desde que nos conocemos y no merecen que me porte así con ellos. Como si no importaran.
Les sonrío y golpeo suavemente a Brenda en el hombro.
Después de terminar la planeación de mi fiesta y de almorzar, cada uno se dirige a su clase, Connor me acompaña hacia la mía.
—¿Cómo estás? Te vi hablando con Darren esta mañana —pregunta Connor.
Suspiro y me encojo de hombros. —Sólo somos amigos.
Asiente, pero su mirada me dice que no está muy feliz de saberlo, ni tampoco de acuerdo.
—Somos amigos normales —repito.
—¿Amigos normales? —pregunta, confundido.
—Sip, —Sonrío—. Esa fue su misma reacción. En fin. Simplemente somos como los demás, sin coqueteo ni esas cosas.
—Ya veo. Bien, quería saber ¿qué harás mañana en la noche?
Pienso en qué estaré haciendo mañana en la noche.
Probablemente hornearé, terminaré mi libro sobre esa chica que se enamora de su jefe el cual se encuentra en silla de ruedas... Will creo que se llama. Es muy triste.
—Nada.
—¿Te gustaría salir conmigo?
—¿A dónde vamos? —pregunto, haciéndolo sonreír.
—A dónde quieres ir
¿A donde quiero ir...?
—Hay un viejo bar a las afueras de la ciudad, por el oeste. Se llama Barloventus, podría jugar billar.
Sus ojos se amplían cuando escucha mi propuesta.
—¿Sabes jugar billar?
—Billar Pul para ser exacta. Hace mucho que no juego, creo que estoy fuera de práctica.
—Bueno, yo soy medianamente mediocre, así que sí. Me agrada.
—Perfecto.
—¿Es una cita entonces? —pregunta tímidamente.
—Lo es amigo, es una cita de amigos —aclaro, su sonrisa titubea un poco, pero no se rinde—. Debo ir a clase. Nos vemos Connor.
—Te veré por ahí Celeste. —Sigue sonriendo cuando lo dejo.
Tengo tanto sueño.
Quiero llegar a casa y dormir hasta mañana en la noche.
Mi cita con Connor será grandiosa. Él es un chico lindo, divertido, sexy y coqueto. Hace mucho que no me divierto en un viejo bar, con cerveza barata y jugando billar pull.
—¿Qué dice la mujer más bella de este maldito campus?
Me detengo abruptamente. Estaba tan concentrada en mis pensamientos, que no me fijé en quién venía frene a mí.
—Ethan —respondo a secas.
—Mmm, me gusta oír mi nombre de tus labios. —Lame los suyos. Si estuviera interesada, eso hubiera sido sexy. Pero hay ningún efecto o reacción por mi parte.
Ruedo mis ojos.
—Entonces ¿Qué harás este sábado en la noche Celeste?
—Lo mismo que todos los sábados en la noche Ethan... —empiezo a decir, en mi mejor voz de Cerebro—. Tratar de conquistar al mundo.
—Sexy y graciosa. —Me señala mientras se dirige a sus dos amigos—. ¿Qué más se le puede pedir a la vida?
—¿Salud y dinero? —Saco a relucir mi sarcasmo.
—Y listilla también —Asiente con su cabeza—. En serio cariño, ¿qué harás el sábado?
—Tengo una cita —respondo un poco tensa y exasperada.
—¿Una cita?
—Sí.
—¿Con un chico?
—No, con una marmota
—Ja.ja. —Ríe, pero es completamente falso. Sus dos amigos se miran y sonríen siguiendo el juego de Ethan.
—Sí, Ethan con un chico, con pene y toda la anatomía de uno.
—Que boca tan sucia.
—No me cepille hoy.
—Eso ya no es gracioso —gruñe.
—No pretendo serlo. —Me encojo de hombros y le doy mi mirada menos interesada—. Mira, tengo que ir a clases, nos vemos después. —Trato de pasarlo, lo impide agarrando mi brazo.
—Oye, no tan rápido cariño. ¿Qué te parece si salimos a dar una vuelta el sábado?
—Ya te dije que estoy ocupada. —Trato de soltarme, pero su agarre es firme.
—Vamos cariño, será divertido. Incluso mucho más que con aquel niño con el que saldrás.
—No me interesa —digo entre dientes más que irritada—. Ahora, suéltame Ethan, sería una lástima que el mariscal de campo se lesionara un brazo iniciando la temporada.
—¿Acaso es eso una amenaza? Eres luchadora y atrevida chica... creo que eso me gusta aún más. —Sus dos amigos se ríen y me evalúan de pies a cabeza.
—Y creo que me a mí me gusta mucho más la idea de romperte cada uno de tus huesos —dice alguien a mi espalda.
Esa voz. Mi cuerpo entero se calienta con ese sonido
—Darren ¿A qué debemos tu inesperada presencia? Estamos en medio de algo —dice Ethan entre dientes.
—Y tu rostro estará en medio de mi puño y esa pared si no la sueltas ahora mismo.
Ethan ríe, aunque me suelta.
Gracias al cielo... o a Darren
—Maldito idiota —murmuro.
—¿Estás bien? —pregunta Darren, sin dejar de observar con ojos llenos de promesas de muerte a Ethan.
—Sep, estaba a punto de romperle el brazo, pero llegaste justo a tiempo para evitarlo. —Sonrío, tratando de aligerar el ambiente.
—Me hubiera gustado haber visto eso. —Me mira un segundo, antes de volver a mirar a Ethan—. Mantente alejado de ella. No la mires, no la busques, no te le acerques.
Ethan se encoje de hombros y con voz socarrona provoca a Darren
—¿Qué puedo hacer Barker? Me gustan tus mujeres, adoro arrebatarte lo que es tuyo... —No ha terminado de decirlo, y el puño de Darren se estrella contra su bocota.
Los dos amigos de Ethan se abalanzan sobre Darren, logrando derribarlo, cuando veo que lo golpean entre ambos y él trata de zafarse, me abalanzo contra el chico moreno y halo su cabello largo, mientras mi pequeño puño se estrella en su espalda con toda la fuerza que tengo.
Ethan se recupera y arremete contra Darren quen tiene al otro chico sobre su espalda golpeándolo.
El chico en el suelo está fuera de juego segundos antes de que Darren responda a los golpes de Ethan.
El chico al cual estoy golpeando logra conectar su mano a mi cabello y tira de él, el dolor es fuerte, recordándome que hace poco quitaron los puntos de mi antigua herida. Aflojo un poco el agarre de su cabello, permitiéndole estirar totalmente su brazo para sostenerme y arrojarme al suelo, no sin antes golpear mi mejilla.
Caigo con un golpe seco que arrebata el aire de mis pulmones, el chico intenta patearme en el estómago, pero en ese justo momento Bruno aparece para detenerlo.
Trato de recuperar el aire y me incorporo a medias, veo como Bruno somete a chico cabello largo y Darren lo hace con Ethan. Toco mi herida y verifico que —gracias al cielo— esté cerrada.
Escucho el grito de las personas y levanto mi rostro para ver la gran multitud que se ha juntado a presenciar la pelea.
Genial, a donde quiera que voy soy un completo show.
Los policías del campus llegan, retienen a Darren que aún continuaba golpeando a Ethan y a Bruno que se encuentra operando, sin instrumentos quirúrgicos, la nariz del chico cabello largo. Cuando me observan en el suelo, se detienen y me ayudan a levantarme.
Percibo el sabor metálico de la sangre en mi boca y me doy cuenta que estoy sangrando. Limpio con mis dedos mis labios, sólo para restregar la mancha roja en mi rostro. Darren me observa y su cuerpo vuelve a tensarse, sus ojos se oscurecen y la ira que irradia de él puede sentirse tangible en el aire.
—¡Hijo de puta, voy a acabarte! —Trata de abalanzarse sobre el chico moreno de cabello largo, pero los dos policías lo retienen—. ¡Nunca vuelvas a tocarla!
—Estoy bien —balbuceo mientras trato de no desmayarme por el color de la sangre. Ya me siento algo mareada.
¿Por qué demonios tenía que ver la sangre?
—No se ve bien, señorita —Uno de los policías me observa preocupado.
—No me digas —replico
—Al menos aún está siendo sarcástica... eso es bueno —dice Bruno a Darren que intenta por todos los medios acercarse a mí.
—Sólo necesito estar cerca de ella, maldita sea —gruñe cuando otro policía trata de retenerlo.
—Vas a pagar esto Darren —espeta Ethan con la nariz rota...
Oh dios, más sangre.
—Cuando quieras marica... sólo dime.
—Llévatelos de aquí, llevaremos a la señorita a enfermería. Y luego a declarar.
Mientras los cuatro chicos son llevados por los policías, el más gordito y bajito me sostiene y ayuda a dirigirme a la enfermería. Le aseguro que estoy bien, que sólo es un golpe, pero él insiste en que debe verme un médico o alguien cercano a medicina.
Dos horas después, una visita a la enfermería, medicinas, estación de policía, declaraciones y no recuerdo que otras cosas más, estoy sentada en una sala de interrogatorio parecida a la de la Ley y el Orden. Dos detectives gorditos y buena gente me han interrogado. Estoy relatando por cuarta o quinta vez lo que pasó, cuando un hombre elegante y otro mucho más elegante ingresan a la sala.
—¿Ella es la señorita Ventura?
—Señor Harrison —Asiente uno de los oficiales hacia el elegante número uno—. Señor Barker —Saluda al segundo hombre y...
¡Oh mi Dios!
Es el padre de Darren. Es una versión más madura, sexy, intrigante.
Cristo, si así se verá Darren a su edad me caso... para ayer es tarde.
—Jiménez, necesito la versión de la chica para sacar a mi hijo de tu celda.
—Estábamos en medio del interrogatorio —responde, a la defensiva, el segundo policía.
—Por quinta vez —resoplo y ruedo mis ojos.
El padre de Darren me mira intensamente por un momento.
—Perfecto, entonces iniciaremos la sexta —El engominado me tiende su mano—. Soy Dave Harrison, abogado de la familia Barker. Dígame señorita, qué fue lo que sucedió.
Estoy un poco confundida, tanto poder tiene la familia de Darren que los detectives simplemente los dejan seguir como Pedro por su casa.
—El señor Ethan Leiton ha interpuesto una demanda por lesiones personales contra el señor Darren Barker, sin embargo, versiones del señor Bruno Domínguez y de otros chicos, informan que Darren estaba defendiéndola a usted. Y por la evidencia en su rostro, creo que es cierto. —Continua al ver que sigo muda.
—En realidad estos golpes fueron porque ayude a Darren a patear el trasero de esos idiotas. —Tanto los dos detectives como el señor Harrison y el padre de Darren, se sorprenden por mi explicación
—¿Puede aclarar eso para nosotros?
—Salía de clase, fui abordada por Ethan, traté de seguir, pero no me dejó, así que le pedí amablemente, por supuesto... —Sonrío, fingiendo inocencia, pero no se lo compran—, que me dejara en paz, no lo hizo. Me tomó por el brazo, con fuerza y me retuvo contra mi voluntad, ahí es cuando mi amigo Darren llegó y de manera amable también... —Ambos, el señor Harrison y el Señor Barker ahogan una risa—... le pidió que me dejará en paz, pero tampoco lo escuchó, además, dijo otras cosas hirientes y se fueron a los golpes. —Me encojo de hombros como si no fuera gran cosa—. Cuando vi que eran tres contra uno me abalancé contra el chico moreno...
—Rogert Brown —interviene Harrison
—El mismo, intenté alejarlo de Darren...
—¿De qué forma intento usted alejarlo? —pregunta el señor Barker
—Bueno, como pueden ver, soy un Hobitt. —Cuando sus expresiones se tornan confusas, aclaro—. ¿Ha visto usted Mi villano favorito, señor Harrison?
—Sí, mi hija pequeña disfruto de esa película.
—¿Conoce entonces a los minions? ¿los chiquitos amarillos?
—Por supuesto —sonríe
—Bueno, como puede usted ver, provengo de la misma familia que el minions —Los dos elegantones ríen con mi comentario—, y el señor Brown es algo así como un titán. No tuve más remedio que trepar por su espalda y agarrarlo del cabello.
Ambos lucen divertidos por mi declaración.
—Esperen ¿están grabando esto? —pregunto, cuando veo un pequeño aparato en la mesa.
—Sí, señorita Ventura.
—No le digan a mi madre por favor que descubrí mi árbol genealógico, ella aún me dice que provengo de la cigüeña —bromeo y les guiño un ojo.
El señor Harrison deja caer su cabeza hacia atrás y ríe abiertamente mientras que el señor Barker ríe, tratando de cubrirse con una mano.
—¿Cómo se hizo esos golpes entonces? —pregunta mi futuro suegro... digo, el padre de Darren.
—El titán alcanzó a tomarme del cabello, tengo mmm... una herida en la cabeza de un accidente hace unos días, así que, cuando tomó mi cabello, dolió como la mier... —Hago una mueca de disculpa cuando casi dejo salir la mala palabra. Ambos desestimen mi casi metida de pata con una mano—. Perdón, dolió mucho. Perdí el agarre de muerte de su cabello y él aprovecho para atraparme, golpearme y arrojarme al suelo.
—¿Ese chico te golpeó? —pregunta el señor Harrison, aunque ambos lucen molestos.
—Si, por poco y quedo como Cindi
—¿Eh? —murmura el señor Barker, confundido.
—Cindi la cindientes... ¿entienden? —Cuando aún lucen confundidos continuo, cuando estoy nerviosa tiendo a tratar de ser graciosa, no siempre funciona—. No importa. En todo caso, su golpe pudo haberme dejado mueca. Así que soy afortunada.
El señor Barker me da una sonrisa suave y divertida.
—Muy bien, gracias señorita Ventura
—Celeste —interrumpo al señor Harrison.
—Celeste —dice, me sonríe y continua—. Creo que usted ya puede irse a descansar ¿no es así Jiménez?
—Claro... por supuesto —balbucea el oficial número dos.
Dios, en esta vida lo que se necesita es dinero y contactos
—Ni usted ni ninguno de los chicos recibirá amonestación alguna por parte de las directivas universitarias, su beca tampoco se verá afectada.
Mierda, no había pensado en eso.
—Gracias.
—No hay nada que agradecer. —Me sonríe el señor Barker.
—¿Y Darren? —Dirijo mi pregunta al señor Barker.
—¿Que con él? —pregunta el señor Harrison.
—¿Cuándo saldrá de aquí?
—En este momento me dirijo allí querida —responde el señor Harrison—. Vamos a sacarlo en un momento.
—Es un alivio —suspiro, aliviada.
—Su amigo Bruno también se encuentra libre, en este momento, puede encontrarlo afuera.
—Muchas gracias.
—Que tenga un buen día, Celeste
—Gracias señor Barker, igualmente.
—Thomas.
—¿Perdón? —pregunto, confundida.
—Mi nombre es Thomas, Thomas Barker.
—Oh. Está bien, gracias Thomas.
Asiente y sale con el señor Harrison, unos minutos después, también soy dejada en "libertad"
—"Libre como el ave que escapó de su prisión y puede al fin volar..." —canto, cuando veo a Bruno esperándome.
—"Libre como el viento que recoge mi lamento y mi pesar..." —continúa Bruno, muerto de risa.
—"camino sin cesar detrás de la verdad y sabré lo que es al fin la libertad" —terminamos de cantarla juntos, cogidos de la mano, como novela de los ochenta.
La chica policía de información y la de registro ríen de nuestro acto patético, algunos otros policías, detenidos y la familia de Darren se ríen también.
Esperen... ¡Oh mierda!
Ahí está, Darren, su padre, el señor Harrison, una hermosa señora, otra hermosa chica y Daisy.
Daisy no se ríe, en su rostro hay una expresión parecida a la de una persona que sufre de estreñimiento.
—Eso fue muy... entretenido —dice el señor Barker, Daisy resopla ganándose una mirada dura de la mujer adulta.
—Lo siento, B y yo solemos burlarnos de nosotros mismos así.
—Relájate conejita. Fue divertido, no sabía que cantaran tan bien.
Me sonrojo, ganándome una burla de Bruno que también luce sonrojado y apenado.
—Bebé debemos irnos. —La voz chillona de Daisy me hiere lo oídos... creo que sangraré—. Vicky, Thomas, nos vemos en casa para la cena. —Mientas lo dice me mira por encima de su hombro.
—¿Ella es la chica, Darren? —la señora pregunta ignorando a Daisy.
—Sí, madre —responde Darren luciendo sonrojado, estamos en temporada—. Ella es Celeste.
Daisy y la otra chica jadean cuando la señora "Vicky" se acerca para abrazarme.
—Mucho gusto, querida. Soy Victoria, pero puedes decirme Vicky.
—Mu... Mucho gusto —digo, correspondiendo torpemente a su abrazo.
—¿Cuándo vas a llevarla a casa para cenar cariño?
Es mi turno para jadear. Darren sonríe y Daisy arruga su rostro, tratando de controlar su ira.
Espero que el baño esté cerca. Parece necesitarlo.
—Pronto madre, pronto. —Me guiña un ojo y se acerca, para analizar el golpe en mi labio y mejilla, que ya se están tornando amoratado—. ¿Cómo estás?
—Bi... bien. Estoy bien —balbuceo, y me dejo sumergir en sus hermosos ojos azules.
Dios, este hombre es realmente hermoso.
Mi piel se calienta donde la mano de Darren me toca, el dolor de mi mejilla y mi labio se esfuma al igual que todos a mi alrededor.
Sólo puedo verlo a él... y deseo tanto besarlo en este momento.
A la mierda los cuentos de hadas, este hombre es mi príncipe en caballo blanco, ¿o es caballero en caballo blanco? Lo que sea.
—Darren —gruñe alguien... Daisy.
La conexión se disipa y volvemos a nuestra realidad.
—Nos vemos después, nena. —Besa mi mejilla y yo me obsesiono con la palabra nena y el beso.
Creo que estoy drogada.
Maldito beso de marihuana.
—Estoy jodida —susurro a la misma vez que Bruno dice—: Estás jodida.
Asiento mientras veo como mi príncipe se va con la bruja.
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