Querido lector.
Querido lector:
No dispongo de otro medio más que la escritura para comunicarme contigo.
Ojalá no hubiese una pantalla de por medio.
Ojalá pudiese estar ahí, en persona, para decirte todo esto que viene a continuación.
Ojalá guardes mis palabras en tu corazón como oro en bruto y no lo olvides jamás.
Ojalá te sirva de algo oír lo que tiene que decirte esta mente tan imprudente como vehemente.
No me importa si eres alguien que regularmente lee todo lo que escribo o si eres alguien que ha acabado aquí por casualidad. Seas quien seas, esto va dirigido a ti, la persona que está prestando atención a mis palabras ahora mismo.
Hoy me he despertado y, tras un día más o menos productivo, me han surgido unas ganas tremendas de hacerte una confesión. Espero que te quedes hasta el final a escucharla.
Yo no te conozco, y tú no me conoces, pero ambos somos seres humanos con problemas tan graves como leves, que son capaces de quitarnos el sueño, y eso ya hace que estemos conectados de alguna forma.
Al igual que tú, yo también tengo mis malos ratos, a veces con motivo, otras sin él. A veces siento que no puedo más con la presión que se reúne en mis hombros y tengo miedo de sucumbir.
Yo no elijo estar triste, sin embargo, creo que es necesario.
Las personas tendemos a pensar en exceso. Cuando eso sucede, conseguimos conectar con nuestro "yo" más profundo. En ocasiones, puedes encontrar en ti mismo las respuestas de las dudas que te atormentan, dando paso al alivio. Pero en otras, tan solo hallas una parte más mísera de tu ser que te deja en un estado más deplorable del que ya estás.
En esos últimos que he mencionado es cuando siento que soy insignificante, y me pregunto si ahí fuera hay alguien sintiéndose como yo, compartiendo mi dolor silencioso. Y entonces pienso en lo mucho que me gustaría estar junto a todas esas personas para decirles que las entiendo, que no están solas.
«¿Por qué soy así? ¿Qué he hecho mal? ¿Por qué cuanto más lo intento, peor me sale? ¿Por qué no recibo todo lo que estoy dando? ¿Por qué no le importo a nadie?»
Si alguna de estas preguntas -o similares- han cruzado alguna vez tu cabeza, quiero que sepas que no eres el/la único/a que las tiene.
La vida a veces puede ser una mierda y la paga contigo de mil maneras distintas. Tal vez creas que todo está mal, que el mundo está en tu contra, que nadie repara en ti, que eres un problema que no tiene solución...
Sinceramente, no puedo saber con certeza cuáles son tus demonios, pero, igualmente, estoy encantada de plantarme aquí para llevarles la contraria. Hoy en día soy la versión fuerte de una persona que una vez fue vulnerable a todo, que temía hasta a su sombra. Estoy lista para combatir a mis enemigos y a los tuyos.
Porque tú, querido lector, estás siempre en mis pensamientos. Porque cuando tú crees que nadie piensa en ti, yo estoy pensando en aquellos que creen que nadie los piensa.
Permíteme decirte que me preocupas y que me importan tus sentimientos, tu estado de ánimo, si has tenido un buen día, si no ha sido el mejor de todos... Déjame decirte que eres maravilloso/a, que confío y creo en tu persona, y que estoy segura de que algún día cambiarás el mundo.
Quiero que estés bien.
Te lo voy a repetir: QUIERO que de verdad estés bien.
Necesito que lo estés.
Ya hay demasiadas personas tristes en este mundo como para que tú también formes parte de un colectivo pesaroso y funesto. Sin embargo, no quiero mentirte. Debo hacer énfasis en que la vida en colaboración con ciertas personas que irradian negatividad se van a empeñar en joderte. Ahora, yo te digo: No permitas que te hagan caer. No dejes que apaguen tu luz.
Eres demasiado valioso, querido lector, demasiado preciado como para ser derrotado.
No es fácil plantar cara a tus temores, pero debes ser fuerte. Yo lo hice, tú también puedes.
Pero, ¿quién dijo que esto tenía que ser una lucha individual? Al igual que nuestros demonios se alían, nosotros podemos superar nuestros problemas juntos.
No sé qué es lo que te habrán dicho a lo largo de tu vida, pero yo, aquí y ahora, te hago saber que vales más de lo que te han hecho creer.
Tu derecho como ser humano es ser respetado, tu destino como persona es ser querida, y el propósito de tu existencia es, simplemente, amar a todo el que desees y se lo merezca.
Si me abro a ti, es porque creo que mereces la pena, que eres lo suficientemente bueno/a. Óyeme bien: estoy agradecida de tu existencia y de que compartamos espacio-tiempo.
Desconozco si, de igual manera, yo soy valiosa para ti, pero no pasa nada si no es el caso. Como dije antes, soy una persona con un alma a prueba de balas, a pesar de que tenga mis debilidades, y tengo mucho que ofrecer. En cuanto a poner a los demás por delante de mí misma, no tengo remedio.
Quiero cuidar de ti, de todos vosotros, pero es físicamente imposible. Perdóname, pues lo único que puedo hacer es abrigarte con mi consuelo.
Lo que quiero que entiendas es que no estás solo/a, ni siquiera lo creas por un momento. Cuando sientas lo contrario, recuerda que yo sigo pensando en ti.
Aquí tienes a una compañera de travesía, y no importa cómo de duros sean los obstáculos en esta vida, porque tal vez yo pueda opacarlos por ti con el simple acto de darte un hombro en el que llorar.
No espero que estas simples líneas que escribí a las doce de la noche de un domingo vayan a cambiar el mundo, pero si pueden ayudar a alguien, que así sea.
Yo te ofrezco un espacio seguro para que te desahogues, te animo a que hables con la ayuda de un lápiz y un papel en tu habitación y plasmes todos y cada uno de tus pensamientos cuando te sientas como una mota de polvo en el universo, cuando creas que no puedes contar con nadie, cuando sientas la necesidad de sentirte escuchado.
Eres importante, y no mereces menos prioridad que el resto.
Exterioriza lo que sientes.
Canaliza tus emociones a través de algo que te haga sentir vivo/a.
No te dejes nada dentro.
Porque aquí nadie va a juzgarte.
Si has tenido un día de mierda, dilo. Si te sientes mal porque crees que no has dado lo mejor de ti, dilo. Si crees que no has cumplido con las expectativas, dilo. Si te sientes como pez fuera del agua, dilo.
¿Qué es lo que te está martirizando? ¿Realmente merece la pena el sufrimiento que te está causando?
Hazte esta pregunta y reflexiona en profundidad.
A cualquier cosa, por mínima que sea, dale una voz.
Y mi parte favorita: enseña tu dedo del medio a tus mayores miedos, porque tú, querido lector, eres superior a todos ellos.
Esta ha sido mi confesión. Date por aludido/a cuando digo que tú también puedes hacer la tuya, donde sea, cuando sea y con quien quieras.
Te deseo que todos los días de tu vida sean buenos hasta tu último aliento.
Ah.
Y sé feliz pisoteando unos cuantos demonios, que de vez en cuando está bien ponerlos un poquito en evidencia.
Ahora sí, me despido.
Te quiere,
Kaéde ❤
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro