
29
Perdonar es liberar un prisionero y descubrir que el prisionero eras tú.
Dos días habían pasado y seguía en el hospital, intentando recuperar fuerzas. Los médicos me dijeron que necesitaba descansar, que mi cuerpo estaba agotado por el estrés y el exceso de trabajo. Aun así, no podía evitar sentirme inquieto. Estaba sentado en la cama, con una película proyectándose en la pequeña pantalla del televisor. Intentaba concentrarme en la trama, pero mi mente vagaba, perdida en un mar de pensamientos.
Un sonido familiar me sacó de mi ensimismamiento. Mi teléfono vibró en la mesita de noche. Lo tomé y vi un mensaje nuevo.
"Hola, Jimin. ¿Podemos hablar? Necesito verte y explicarme".
Suspiré, cerrando los ojos por un momento. No estaba seguro de querer leer esos mensajes. Taehyung y Yoongi... La imagen de ellos juntos todavía dolía. Pero otra parte de mí, más racional, sabía que las cosas no siempre son tan simples. Decidí ignorar el mensaje, volviendo mi atención a la película.
Unos minutos después, el teléfono vibró de nuevo.
"Por favor, Jimin. Solo quiero hablar. No quiero que termines odiándome".
Volví a suspirar. Sabía lo que era necesitar una explicación, un cierre. Recordaba cuántas noches había deseado una palabra de Yoongi, algo que me dijera por qué todo se había derrumbado. Tal vez, solo tal vez, Taehyung también merecía eso.
Finalmente, decidí responder.
"Está bien, Taehyung. Nos vemos en la cafetería del hospital en una hora".
Me sentí nervioso mientras esperaba en la cafetería. Pedí un café y me senté en una mesa cerca de la ventana, mirando distraídamente el movimiento de la calle. Mi mente estaba llena de preguntas, pero también de aprensión. ¿Qué podía decirme Taehyung que no complicara más las cosas?
Vi a Taehyung entrar en la cafetería, su expresión era seria y sus ojos parecían cansados. Caminó hacia mí con pasos lentos y vacilantes. Me levanté cuando llegó a la mesa, y nos miramos por un momento en silencio.
—Hola, Jimin —dijo suavemente, casi con timidez.
—Hola, Taehyung —respondí, tratando de mantener mi voz neutral.
Nos sentamos y hubo un momento incómodo antes de que él hablara de nuevo.
—Gracias por aceptar verme —dijo, jugueteando con el borde de su taza de café—. Sé que no es fácil para ti.
Asentí, sin decir nada, esperando a que él continuara.
—Quería explicarte lo que pasó —dijo finalmente—. Yoongi y yo... no fue lo que piensas. Sí, estuvimos juntos, pero creo que él sabía que no era real, que nunca podría ser lo que tú y él tuvieron.
Sentí un nudo formarse en mi estómago, pero no lo interrumpí.
—Yoongi siempre te amó, Jimin. Incluso cuando estaba conmigo, era obvio que su corazón estaba contigo. Pero él estaba... perdido. Si intente que funcionara, nos apoyábamos mutuamente, pero no era amor. No como el que tú y él compartieron.
Me quedé en silencio, procesando sus palabras. Parte de mí quería gritarle, decirle que sus explicaciones no cambiaban el dolor que había sentido. Pero otra parte sabía que él estaba siendo sincero, que estaba tratando de encontrar su propio cierre.
—No fue fácil para mí, ver cómo te seguía amando a ti —continuó Taehyung, su voz quebrándose ligeramente—. Pero creo que finalmente entendí que yo también merezco algo real, algo verdadero. Y eso nunca iba a ser Yoongi.
Finalmente, levanté la mirada y lo miré a los ojos.
—Taehyung, ¿lo amabas? —le pregunté, mi voz baja pero firme—. ¿Lo que sentías por Yoongi era amor?
Taehyung bajó la mirada, sus dedos jugueteando nerviosamente con el borde de su taza de café. Por un momento, pensé que no respondería. Pero entonces, respiró hondo y levantó la vista para encontrarse con la mía.
—Sí, Jimin, lo amaba —admitió, su voz temblorosa—. Pero tal vez lo amaba de la forma incorrecta. No como tú lo amas, no con la misma profundidad o pureza. Era más una necesidad de no sentirme solo, de encontrar alguien que me hiciera sentir menos perdido.
Sus palabras eran sinceras, y pude ver el dolor en sus ojos. No estaba tratando de justificar lo que había hecho, solo de explicarlo.
—¿Cómo fue que terminaste traicionándome por estar con él? —pregunté, queriendo entender cómo se había desmoronado todo.
Taehyung suspiró y miró hacia el suelo, recordando.
—Todo empezó cuando Yoongi y yo nos volvimos más cercanos —comenzó—. Al principio, solo hablábamos de cosas superficiales, pero poco a poco empezamos a compartir más.
Se detuvo por un momento, sus ojos brillando con lágrimas no derramadas.
—Una noche, estábamos bebiendo juntos. Ustedes habían tenido una pelea y Jungkook sospechaba de mis sentimientos por Yoongi y me dejo, ambos estábamos vulnerables, necesitados de consuelo. Y uno de nosotros cruzó la línea. Fue solo un beso al principio, pero en ese momento, sentí que había algo más. Estaba confundido y, a la vez, deseoso de sentir algo más.
Sentí un nudo en el estómago mientras escuchaba, imaginando la escena en mi mente. La traición dolía.
—Después de esa noche, las cosas se complicaron más —continuó Taehyung—. Nos escondíamos, sabíamos que estaba mal, pero era como si no pudiéramos detenernos. Pensé que quizás, si Yoongi y yo estábamos juntos, todo tendría sentido.
—Gracias por decírmelo, Taehyung —dije, mi voz más suave de lo que esperaba—. Sé que no fue fácil para ti tampoco. Pero... No siento que tuvieras que pasar por todo eso, no estoy triste por ti. Estoy más triste por mi, porque no solo perdí a mi esposo si no que perdí a mi mejor amigo.
Taehyung asintió, sus ojos llenos de una tristeza resignada.
—Espero que puedas perdonarme algún día. Y que puedas volver a ser feliz con Yoongi, si eso es lo que ambos desean.
Nos quedamos en silencio por un momento, simplemente compartiendo un entendimiento tácito. Finalmente, nos levantamos y nos despedimos.
Yoongi entró en mi habitación pasada la medianoche, sus ojos mostraban miedo o algo parecido. La luz tenue de la televisión parpadeaba, proyectando sombras danzantes en las paredes del hospital. La habitación estaba fría, el aire acondicionado zumbando suavemente en el fondo.
Se sentó al borde de mi cama y bajó el volumen de la televisión, su presencia llenando el espacio con una mezcla de ansiedad y algo que no podía identificar.
—Es muy tarde para las visitas —murmuré, medio dormido y medio consciente de su llegada.
—Lo sé —respondió Yoongi, su voz apenas un susurro—. Lo viste, ¿cierto?
Su pregunta no necesitaba más explicación. Sabía a quién se refería de inmediato.
—Sí, él vino —dije, manteniendo mi voz neutral.
Yoongi se quedó en silencio por un momento, mirando fijamente el suelo como si buscara las palabras adecuadas.
—¿Lo perdonaste? —preguntó finalmente, sus ojos levantándose para encontrarse con los míos, llenos de incertidumbre.
—Te perdoné a ti, ¿por qué no perdonaría a mi mejor amigo? —respondí, tratando de mantener la calma en mi voz, aunque una mezcla de emociones se agitaba dentro de mí. —El perdonarlos es un regalo que me di a mi mismo.
Yoongi suspiró, su postura relajándose ligeramente, pero la tensión en el aire seguía palpable.
—Perdón —murmuró, su voz quebrándose ligeramente—. Por todo. Por el dolor que te causé, por el tiempo perdido, por no haber sido el hombre que necesitabas.
Yoongi suspiró, su postura relajándose ligeramente, pero la tensión en el aire seguía palpable.
—Perdón —murmuró, su voz quebrándose ligeramente—. Perdón por robar a tu mejor amigo, por hacer que dejaras de creer en el amor, perdón por no ser la pareja que necesitabas.
Me acerqué un poco más, tratando de captar la calidez de su presencia en la fría habitación.
—Yoongi, todos cometemos errores —dije suavemente—. Lo importante es aprender de ellos y seguir adelante. No podemos cambiar el pasado, pero podemos decidir cómo enfrentamos el futuro.
Él asintió, sus ojos llenos de una mezcla de gratitud y tristeza.
—He estado lleno de dudas, Jimin. No sé si merezco tu perdón, tu amor. Pero estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario para demostrarte que he cambiado, que quiero ser la persona que mereces.
Me acerqué un poco más, tratando de captar la calidez de su presencia en la fría habitación.
—Yoongi, todos cometemos errores —dije suavemente—. Lo importante es aprender de ellos y seguir adelante. No podemos cambiar el pasado, pero podemos decidir cómo enfrentamos el futuro.
Él asintió, sus ojos llenos de una mezcla de gratitud y tristeza.
—He estado lleno de dudas, Jimin. No sé si merezco tu perdón, tu amor.
—Lo sé, Yoongi —respondí, tomando su mano y apretándola suavemente.
—No sé qué haré si te pierdo de nuevo —dijo Yoongi en voz baja, sus ojos llenos de una vulnerabilidad que rara vez mostraba.
—No pienses en eso ahora —le respondí—. Pensemos en cómo hacer que esto funcione.
Él asintió, una pequeña sonrisa asomando en sus labios.
Nos quedamos así, juntos en la fría habitación del hospital, encontrando consuelo en la compañía del otro, sabiendo que aunque el camino por delante sería difícil, estábamos dispuestos a enfrentarlo juntos.
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