28
El amor de tu vida y tu alma gemela son dos hombres muy distintos.
- Boys over flower.
(Amo ese drama)
Narración por Yoongi.
Me mantengo en la sala de espera, rodeado por el ambiente tenso y esperanzado de los familiares de Soobin. Las horas pasan con una lentitud exasperante, y cada minuto se siente como una eternidad. Sé lo importante que es esta operación para Jimin, lo mucho que se ha volcado en el cuidado de Soobin y en garantizar que tenga la mejor oportunidad posible. Intento mantenerme positivo, pero el murmullo constante de las enfermeras que pasan no me deja tranquilo.
Oigo fragmentos de sus conversaciones, susurros sobre Jimin y el profesor Ahn. Escuchar a las enfermeras hablar sobre cómo los vieron abrazados antes de la cirugía y cómo el profesor Ahn confesó sus sentimientos de derrota a Jimin me hace sentir una punzada de inseguridad. No puedo evitar que mi mente se nuble con imágenes de ellos dos juntos. Sé que tuvieron una relación, que compartieron algo significativo, y ahora, el hecho de que estén encerrados en una habitación me asusta.
"Dicen que hacían una buena pareja", murmura una de las enfermeras, y esas palabras se clavan en mi corazón como un puñal. No puedo evitar pensar en cómo Jimin debe haberse sentido durante todos esos años, lleno de incertidumbre y dolor, mientras yo estaba lejos, tratando de recomponer mi vida sin él. Ahora, comprendo un poco mejor lo que debió soportar.
Decido que, pase lo que pase, seguiré luchando por él, por nosotros, porque no quiero volver a perderlo.
Mientras sigo esperando, miro a mi alrededor y veo a las familias, sus caras llenas de esperanza y miedo. En sus ojos, veo reflejada la misma mezcla de emociones que siento por Jimin. Tomo una respiración profunda y cierro los ojos por un momento, encontrando un pequeño consuelo en saber que estoy aquí, esperando por él, listo para apoyarlo en lo que venga.
El tiempo pasa lentamente, y mi mente no deja de pensar en Jimin. De repente, las puertas del quirófano se abren, y Jimin sale junto al profesor Ahn. Ambos tienen sonrisas en sus rostros, lo que solo puede significar una cosa: buenas noticias.
—Soobin ha superado la operación —anuncia Jimin, y un suspiro colectivo de alivio se escucha en la sala de espera—. Tuvimos que inducirle en coma para su mejoría, pero está estable.
Las familias de Soobin y otros pacientes aplauden, y yo también quiero hacerlo, pero mis manos están congeladas. Lo veo a él, sonriéndole al profesor Ahn con una mirada de admiración que me consume. Ese brillo en sus ojos, la forma en que sus labios se curvan al mirarlo, me hace arder en celos.
No puedo evitar sentirme desplazado.
El profesor Ahn le devuelve la sonrisa y le da una palmadita en el hombro a Jimin. Esa conexión entre ellos es palpable, y aunque trato de no mostrarlo, mi corazón se retuerce en mi pecho. Trato de acercarme, pero mis pies se sienten pesados.
—¡Gracias, doctor! ¡Gracias por salvar a nuestro hijo! —exclama la madre de Soobin, su voz quebrada por la emoción.
—Todo es gracias al profesor Ahn —responde Jimin con humildad, señalando al profesor junto a él—. Yo solo fui su ayudante.
—Jimin ha sido fundamental en esta operación. No podría haberlo hecho sin él —dice, sus ojos fijos en Jimin con una admiración evidente.
Desde mi lugar en la banca, observo la interacción. Jimin, rodeado de la atención y gratitud de los padres de Soobin, parece brillar bajo la luz de los halagos y la confianza del profesor Ahn. Cada palabra de elogio entre ellos me hace sentir más invisible y relegado a un segundo plano.
Intento mantener una expresión neutral, aunque por dentro una mezcla de celos e inseguridad me consume. Me esfuerzo por recordar que lo importante es la recuperación de Soobin y la felicidad de Jimin por haber contribuido a salvar una vida. Sin embargo, no puedo evitar sentirme desplazado y dolido por la forma en que he sido ignorado.
La madre de Soobin continúa agradeciendo a Jimin, casi sin notar mi presencia.
—Gracias, doctor Park. No sabemos cómo agradecerle lo suficiente.
Jimin sonríe, su rostro iluminado por la gratitud sincera de los padres de Soobin.
—Lo más importante es que Soobin está bien. Eso es todo lo que importa.
El profesor Ahn asiente, su mirada todavía fija en Jimin.
—Jimin tiene un don especial para conectar con sus pacientes. Tienes un talento increíble, Jimin. Fue un honor trabajar contigo —dice Ahn, y aunque sus palabras son amables, no puedo evitar sentir la amenaza en ellas.
Jimin mira al profesor antes que a mí, y parece murmurar algo. Es en ese momento cuando lo veo desfallecer en los brazos del doctor Ahn. Mi corazón se detiene y luego late con una fuerza renovada de pánico. Ahn lo toma con una rapidez y una destreza que me dejan paralizado. Lo sostiene firmemente, pero con cuidado, asegurándose de que la cabeza de Jimin esté apoyada contra su hombro.
—¡Necesitamos una camilla aquí, ya! —ordena Ahn con una voz autoritaria, haciendo que las enfermeras se muevan rápidamente.
Mientras llevan a Jimin a la camilla, veo cómo Ahn revisa su pulso y verifica su respiración. Con una calma profesional que solo agrava mi impotencia, empieza a pedir medicamentos y suministros.
—Traigan una bolsa de suero y una cánula de oxígeno —añade, manteniendo su atención en Jimin.
Las enfermeras obedecen rápidamente, y Ahn, con manos expertas, coloca la cánula de oxígeno en la nariz de Jimin y ajusta el flujo. Luego, conecta la bolsa de suero a una vía intravenosa que inserta con precisión en su brazo.
—Mantengan sus signos vitales estables —dice, su voz firme pero serena—. Es solo agotamiento extremo, necesita descanso y líquidos.
Finalmente, se vuelve hacia mí, su expresión todavía profesional, pero con una clara línea de reproche.
—Es cansancio, estará bien —dice, como si estuviera tranquilizándome, aunque sus palabras son frías—. Se esforzó demasiado.
—Gracias, pero no vuelvas a hacer esto —digo, tratando de mantener la calma mientras me acerco a la camilla—. Yo cuidaré de Jimin en el futuro.
Ahn levanta una ceja y me mira con una expresión que mezcla incredulidad y lástima.
—Lo haré las veces que sea necesario. No creo que pueda cuidarlo. No confío en ti —responde con frialdad, sus palabras golpeándome como un puñetazo.
—¡Tú no tienes derecho a decidir eso! —exclamo, sintiendo cómo la ira burbujea en mi interior—. Jimin es mi... —me detengo, sin saber cómo terminar la frase sin sonar patético.
—Jimin es mi colega y mi amigo —replica Ahn, su voz calmada pero firme—. Lo conozco desde hace años, y sé lo que ha pasado por tu culpa.
—¿Y qué te hace pensar que tú puedes cuidarlo mejor que yo? —espeté, mi inseguridad mezclándose con el enojo—. Solo porque trabajas con él, no significa que entiendas lo que necesita.
—No se trata de entenderlo solo en el trabajo, Yoongi —responde Ahn, sin perder la compostura—. Se trata de estar allí para él, en todos los aspectos de su vida, algo que tú has demostrado no poder hacer.
—¡Eso es ridículo! —digo, dando un paso hacia él—. Estoy aquí ahora, ¿no?
Ahn suspira, mirando a Jimin con preocupación antes de volver a mirarme.
—Si realmente lo amas, demuéstralo con acciones, no solo con palabras. Pero hasta entonces, yo seguiré cuidando de él, porque alguien tiene que hacerlo.
La frialdad en su voz y la forma en que me desestima me enfurecen aún más, pero sé que ahora no es el momento de dejarme llevar por el ego. Jimin necesita descanso y cuidados, y discutir con Ahn no lo ayudará.
—Voy a quedarme con él —digo finalmente, tratando de calmarme—. Y si alguna vez vuelves a insinuar que no puedo cuidar de Jimin, te demostraré cuán equivocado estás.
Ahn asiente lentamente, sin ceder terreno pero tampoco buscando una confrontación mayor.
—Por su bien, espero que tengas razón —dice antes de girarse para continuar monitoreando a Jimin.
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