25
Hay heridas que en vez de abrirnos la piel nos abren los ojos. -Pablo Neruda.
Llego a la casa de Seokjin con una caja de pizza caliente en mis manos. El aroma a queso derretido y pepperoni me reconforta un poco mientras subo las escaleras hasta su puerta. No necesito tocar; él ya sabe que estoy aquí y abre la puerta antes de que pueda levantar la mano.
—¡Jimin! ¿Pizza? —dice Seokjin con una sonrisa amplia, apartándose para dejarme pasar.
—Sí, pensé que podríamos cenar juntos y hablar un poco —respondo, entrando al acogedor apartamento de mi amigo.
Nos dirigimos a la cocina, donde Seokjin rápidamente prepara dos platos y servilletas. Nos sentamos en la mesa y comienzo a abrir la caja, dejando que el delicioso aroma se esparza por la habitación.
—Entonces, ¿qué pasa por tu cabeza? —pregunta Jin, sirviéndose una porción.
Sus ojos se encuentran con los míos, y siento que toda la tensión de la última semana me invade de golpe. Cojo una porción de pizza, pero la dejo sobre el plato sin probarla aún.
—Es Yoongi —empiezo, suspirando profundamente—. Las cosas están... avanzando, pero no puedo evitar sentir miedo. ¿Y si vuelve a fallar? ¿Y si me lastima otra vez?
Seokjin asiente lentamente, tomando un bocado de su pizza mientras me escucha atentamente. Es uno de los mejores oyentes que conozco, y su presencia siempre me calma.
—Jimin, es natural tener miedo después de lo que pasó. Nadie quiere volver a ser lastimado —dice, apoyando su mano en la mía—. Pero también tienes que preguntarte si vale la pena arriesgarse por lo que podrías ganar. ¿Te hace feliz estar con Yoongi?
—Sí, me hace feliz. Pero también me da mucho miedo. No quiero volver a pasar por lo mismo. Siento que si me entrego completamente otra vez, podría perderme.
—Entiendo —dice Seokjin, y puedo ver la seriedad en su rostro—. Pero, Jimin, nadie puede garantizarte que no habrá más dolor. Lo que sí puedes hacer es comunicarte con Yoongi. Habla con él sobre tus miedos, tus inseguridades. Si él realmente te ama, estará dispuesto a trabajar contigo para que ambos se sientan seguros.
—¿Y si no puedo superar este miedo? —pregunto, con la voz apenas un susurro.
—Entonces sabrás que hiciste todo lo posible. Pero no puedes dejar que el miedo dicte tu vida. El amor siempre implicará algún riesgo. Lo importante es que tú sientas que vale la pena intentarlo.
Nos quedamos en silencio por un momento, y finalmente tomo un bocado de mi pizza. Sabe bien, pero mi mente está demasiado ocupada como para disfrutarla completamente. La tranquilidad de la cocina de Seokjin, sin embargo, me da un pequeño respiro.
—Gracias, Jin. Sabía que hablar contigo me ayudaría —digo, sonriendo ligeramente.
—Para eso están los amigos —responde, sonriendo también—. Y recuerda, siempre estaré aquí para apoyarte, sin importar lo que decidas.
Terminamos la pizza y pasamos el resto de la noche hablando de cosas más ligeras. Pero en el fondo, sé que la conversación que tuvimos es una que necesitaba tener. Me voy de la casa de Seokjin sintiéndome un poco más claro, un poco más fuerte, y quizás un poco más dispuesto a enfrentar mis miedos y darle a Yoongi una verdadera oportunidad.
Al salir de casa de Seokjin y caminar hacia mi apartamento, los recuerdos de la noche en que Yoongi se quedó en mi sofá inundan mi mente. Esa noche, mientras lo observaba dormir, deseaba que así fuera para siempre. Quería que cada mañana empezara con nosotros compartiendo algo tan simple como unas donas, riéndonos y hablando de nuestro día.
Admito para mis adentros que Yoongi aún tiene ese poder sobre mí, el poder de hacerme perder la cabeza. Cuando estoy con él, es como si el resto del mundo desapareciera, llevándose mis preocupaciones y miedos. Por un instante, pienso en lo fácil que sería rendirme completamente a esos sentimientos. Pero luego el miedo vuelve, recordándome lo vulnerable que sería entregarme en cuerpo y alma otra vez.
Aún así, mientras camino, una pequeña chispa de esperanza empieza a crecer dentro de mí. Tal vez, solo tal vez, esta vez podría ser diferente.
Salgo del hospital, con la conversación con Seokjin todavía resonando en mi mente. Los días han pasado, y aunque mis miedos persisten, sé que es hora de dar el siguiente paso. Quiero que esto funcione. Quiero estar con Yoongi. Decido arriesgarme.
Con ese pensamiento en mente, camino hacia una heladería cercana y compro un helado, sabiendo cuánto le gusta a Yoongi. Me dirijo hacia su casa, con una mezcla de nerviosismo y determinación. No aviso, no llamo antes de llegar. Quiero que sea una sorpresa, quiero que sea sincero.
Cuando llego a su puerta, respiro profundamente y toco el timbre. En segundos, la puerta se abre, y ahí está Yoongi, con una expresión de sorpresa que se convierte rápidamente en una sonrisa cálida.
—Jimin, no esperaba verte por aquí —dice, su voz llena de alegría contenida.
—Traje helado —digo, levantando la bolsa—. Pensé que podríamos compartirlo.
—Claro, pasa —responde, haciéndose a un lado para dejarme entrar.
Caminamos hacia su cocina, nos servimos el helado y comenzamos a hablar de cosas triviales. La tensión en el aire es palpable, tanto como la atracción entre nosotros. Finalmente, no puedo aguantar más. Miro a Yoongi a los ojos, dejando que él vea la decisión en los míos.
—Yoongi —digo, mi voz temblando ligeramente—. He estado pensando mucho y... quiero que esto funcione. Quiero estar contigo.
Antes de que pueda responder, me acerco y lo beso. Es un beso suave al principio, un toque ligero de labios. Pero luego siento que Yoongi responde, su mano subiendo para acariciar mi mejilla, y el beso se vuelve más profundo, más apasionado. Es un beso lleno de todo lo que hemos guardado dentro de nosotros, todo el amor, el dolor, la esperanza.
Finalmente, nos separamos, ambos jadeando ligeramente, nuestras frentes apoyadas una contra la otra.
—Esto... esto es lo que quiero, Jimin —dice Yoongi, su voz temblando con la intensidad de sus emociones—. Quiero estar contigo, poder besarte lo que resta de mi vida.
—Entonces, hazlo —respondo, sintiendo mis mejillas sonrojarse y mi corazón acelerarse—. Bésame.
Pido y Yoongi vuelve a atrapar mis labios. Esta vez, el beso es más desesperado, cargado de una pasión que me hace olvidar todo lo demás. Sus labios se mueven con urgencia contra los míos, nuestras lenguas encontrándose en una danza que parece destinada desde siempre. Mis manos se enredan en su cabello, acercándolo más, mientras él me rodea con sus brazos, sujetándome como si temiera que pudiera desaparecer en cualquier momento.
El mundo a nuestro alrededor desaparece. No hay nada más que Yoongi y yo, perdidos en un mar de emociones. Cada beso, cada caricia, parece borrar un poco más del dolor y la incertidumbre que hemos cargado durante tanto tiempo. Sus labios se sienten como hogar, y cada vez que se aparta para tomar aire, mis labios ya lo extrañan.
—Jimin... —murmura Yoongi entre beso y beso—. No sabes cuánto he soñado con esto, cuánto he deseado tenerte así.
—Lo sé —respondo, mi voz ronca de emoción—. Y yo también. Te quiero, Yoongi.
—Te quiero, Jimin —responde él, su voz temblando con la intensidad de sus sentimientos.
Nos perdemos en ese beso apasionado, dejándonos llevar por la corriente de nuestras emociones. El tiempo parece detenerse, y todo lo que importa es este momento, este beso, este amor que hemos encontrado de nuevo. Y en ese instante, sé que estamos destinados a estar juntos, que haremos lo que sea necesario para que funcione, porque este amor es real, y vale la pena luchar por él.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro