23
Ya no hagas el intento de quedarte...
Yoongi.
Me quedé mirando a Taehyung, sintiendo el peso de las palabras que tenía que decir. Sabía que no iba a ser fácil, pero ya no podía seguir mintiéndome ni mintiéndole a él.
—Taehyung, tenemos que hablar —dije, tratando de mantener mi voz firme.
Taehyung me miró con sus grandes ojos oscuros, llenos de una mezcla de anticipación y miedo.
—¿Qué pasa, Yoongi? —preguntó, aunque creo que en el fondo ya lo sabía.
Tomé una respiración profunda y dejé salir las palabras que había estado guardando durante demasiado tiempo.
—No te amo, no te quiero, e incluso dudo que alguna vez lo haya hecho. Siempre ha sido Jimin. Mi corazón siempre ha pertenecido a él, y nunca dejará de hacerlo.
El rostro de Taehyung se contrajo en una mueca de dolor y confusión. Sus manos temblaban mientras me agarraba por los brazos.
—No... No puedes decir eso, Yoongi. Nosotros... nosotros tenemos algo especial. Siempre lo hemos tenido —suplicó, sus ojos llenos de lágrimas.
Sacudí la cabeza lentamente, sintiendo el peso de su desesperación.
—No, Taehyung. Lo que tuvimos fue una ilusión. Yo intenté, de verdad lo intenté, pero no puedo seguir viviendo una mentira. Mi corazón siempre ha sido de Jimin, y tengo que ser honesto contigo y conmigo mismo.
Taehyung sollozó y, en un último intento desesperado, me pidió un beso.
—Por favor, solo un beso. Si me besas, recordarás por qué estamos juntos. Te lo prometo.
Dudé por un momento, pero accedí. Quizá él necesitaba esto para entender. Nos acercamos y, con suavidad, nuestros labios se encontraron. Pero no sentí nada más que una inmensa tristeza. Justo en ese momento, la puerta se abrió de golpe y Jimin entró.
Nuestros ojos se encontraron, y vi el dolor reflejado en los suyos. Me separé de Taehyung de inmediato, ignorando el ardor de la herida en mi pecho. Intenté ir tras Jimin, pero él ya estaba saliendo de la habitación.
—Jimin, espera —grité, sintiendo la urgencia en mi voz—. Esta vez no te dejaré ir tan fácil. Ahora soy consciente de que eres el único. Siempre lo has sido.
Corrí tras él, dejando a Taehyung detrás, su voz llena de súplicas y desesperación resonando en mis oídos, pero ahora irrelevante. El dolor en mi herida punzaba con cada paso, y sentía la cálida humedad de la sangre empapando mi ropa. Sin embargo, nada de eso importaba en comparación con la necesidad de alcanzar a Jimin antes de que se marchara de mi vida una vez más. No podía perderlo. No otra vez. No ahora que finalmente había comprendido la verdad de mis sentimientos.
—¡Yoongi, por favor! —escuché a Taehyung gritar detrás de mí, pero no me detuve ni disminuí el ritmo.
El hospital estaba lleno de gente, médicos y enfermeras corriendo de un lado a otro, pacientes y familiares ocupando los pasillos. Mi mirada se movía frenéticamente entre las personas, buscando esa figura familiar. Cada segundo que pasaba se sentía como una eternidad, el miedo de no llegar a tiempo apretando mi pecho.
Finalmente, lo vi. Estaba cerca de la salida, a solo unos metros de distancia. Aceleré mi paso, ignorando el grito de protesta de mi cuerpo herido.
—Jimin, espera —grité, mi voz resonando en el corredor.
Se detuvo, girando lentamente hacia mí. Su rostro mostraba una mezcla de dolor y cansancio, pero también una chispa de curiosidad. Lo alcancé y, sin pensarlo, lo abracé con fuerza, ignorando completamente la presencia de Taehyung.
—Te amo, Jimin —dije, con la voz llena de determinación—. Te lo debí haber dicho antes, te lo debí haber demostrado siempre. Haré todo lo posible para conquistarte de nuevo, para que estemos juntos, y esta vez para siempre. Sin engaños, sin mentiras, sin lastimarte.
Sentí cómo se tensaba en mis brazos antes de separarse ligeramente.
—Inténtalo, no lo lograrás —respondió, su tono frío como el hielo mientras se marchaba, dejándome con el corazón roto. Ignoró a Taehyung por completo, pasando de largo sin una mirada.
Taehyung, por supuesto, no dejó pasar la oportunidad de reclamarme.
—Le dijiste a Jimin que lo amas justo frente a mí —me reprochó, su voz quebrada por la traición.
Lo miré con una mezcla de pena y resolución.
—Lo amo, lo amé y lo amaré. Lo siento, Tae. Siempre será Jimin.
Vi cómo su rostro se contraía de dolor. Sus hombros se hundieron y sus ojos se llenaron de lágrimas, pero solo asintió, resignado.
—Muérete amándolo —dijo finalmente, su voz llena de amargura—. Jimin nunca regresará, no te amará como yo, no importa cuánto lo intentes.
Con esas palabras, se marchó, dejándome solo en el pasillo, con el sonido de sus pasos alejándose. Observé su figura mientras se desvanecía entre la multitud, sabiendo que, aunque sus palabras dolían, mi corazón estaba decidido. Tenía que intentarlo, tenía que luchar por Jimin, sin importar lo que costara.
Al darme la vuelta, pude observar a Jimin quien seguía aquí, y había presenciado nuestra interacción con una expresión indecifrable. Me acerqué lentamente, el peso de nuestras historias compartidas apretando mi pecho.
—Jimin —dije suavemente—, lo siento por todo. Pero te amo, y estoy decidido a demostrarte que puedo ser el hombre que mereces.
Jimin me miró, sus ojos brillando con una mezcla de emociones.
—Entonces, hazlo —dijo con un tono desafiante—. Demuéstramelo. Si realmente me amas, si realmente crees que puedes ganarte mi confianza de nuevo, entonces inténtalo. Pero te advierto, Yoongi, no será fácil.
Sentí una chispa de esperanza encenderse en mi corazón.
—Lo haré —respondí con firmeza—. Haré todo lo posible para conquistarte, para que estemos juntos, y esta vez para siempre. Sin engaños, sin mentiras, sin lastimarte.
Jimin asintió lentamente, y aunque no sonreía, había algo en su mirada que me daba fuerza.
Era un reto, una oportunidad, y estaba dispuesto a tomarla. No podía perderlo otra vez, y esta vez haría todo lo posible para que Jimin viera que mi amor por él era verdadero y eterno.
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