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22

Todos llevamos ese amor en el corazón, sin importar cuánto dolor nos haya infligido, cuánto nos haya herido. Si regresara, sin duda, le abriríamos las puertas con un sí cargado de emociones.


Las sábanas me envolvían con su calidez, pero al mismo tiempo me sentía frío por la soledad que me invadía. El cielo nublado anunciaba una tormenta inminente, una tormenta que parecía reflejar el caos en mi mente. Sabía que tenía que hablar con Yoongi, exigir una explicación sobre por qué aún seguíamos casados. También necesitaba enfrentar al profesor, decirle que lo sentía y que, aunque no pudiera corresponder a sus sentimientos como él deseaba, yo también lo quería. Y, aunque lo deseaba evitar, sabía que tenía que hablar con Taehyung.

Mis pensamientos eran una tormenta interna, cada idea y emoción luchando por la atención en mi mente. Era un día oscuro y pesado, y sentía la urgencia de resolver estas cuestiones pendientes. Las palabras que necesitaba decir pesaban en mi pecho, y sentía la ansiedad aumentar a medida que la tormenta se acercaba tanto en el cielo como en mi interior.

Mientras me dirigía al hospital, el recorrido parecía eterno. Cada semáforo en rojo y cada esquina que debía girar se sentían como obstáculos en mi camino hacia las conversaciones difíciles que me esperaban. El cielo seguía nublado, como si el clima reflejara mi propio estado de ánimo sombrío.

Al llegar al hospital, la tensión en el aire era palpable. Sabía que tenía que enfrentar al profesor y hablar con él sobre nuestras emociones y lo que había sucedido. Sin embargo, al principio, traté de evitar el contacto visual, sintiéndome incómodo y como si estuviera siendo ignorado por él.

Caminé por los pasillos del hospital, evitando mirar en su dirección y manteniendo mi distancia. Sabía que no podía eludir la conversación por mucho tiempo, pero necesitaba un momento para reunir mi coraje y prepararme para lo que tenía que decir. Cada paso que daba se sentía pesado, como si estuviera acercándome a un precipicio emocional.

Mientras preparaba los medicamentos para mis pacientes, él llegó como de costumbre, con esa seguridad que siempre lo caracterizaba. Sin demora, comenzó a corregir mi trabajo, señalando errores en las dosis y explicándome pacientemente cómo debían hacerse correctamente.

Sus palabras resonaron en el aire mientras decía: —Aquí no puedes equivocarte, si lo haces, la gente muere. —Fue una sentencia dura pero necesaria, recordándome la importancia de mi trabajo y la precisión requerida en el entorno médico.

A medida que seguía su camino, supe que algo había cambiado entre nosotros. Lo que alguna vez compartimos ahora solo existía en forma de recuerdos, y para él, esos recuerdos debían ser dolorosos, una reminiscencia de alguien que jugó con sus sentimientos.

Era evidente que habíamos tomado caminos separados y que las emociones compartidas se habían desvanecido en el pasado. El hospital, con su atmósfera cargada de responsabilidad y seriedad, parecía ser el recordatorio constante de que nuestras vidas habían seguido adelante y que los momentos que compartimos habían quedado atrás.

Intenté seguir los pasos veloces y audaces del profesor, pero rápidamente me di cuenta de que estaba fuera de mi alcance. Su determinación y distancia eran evidentes, como si hubiera construido un muro entre nosotros que era difícil de atravesar.

Sin embargo, antes de que pudiera procesar completamente lo que estaba sucediendo, fui arrastrado por una enfermera de turno. Sus manos firmes me llevaron a la habitación donde se suponía que estaba mi esposo, Min Yoongi.

El sentimiento de estar siendo llevado a rastras era apropiado para la situación, ya que mi vida parecía estar fuera de mi control en ese momento. Las emociones seguían arremolinándose dentro de mí, y estaba a punto de enfrentar a alguien a quien una vez amé y con quien compartí una historia compleja.

La enfermera me miró con comprensión antes de hablar. —No ha dejado de preguntar por usted, Min desea verle, doctor. —Explicó con suavidad. Sin embargo, su expresión cambió cuando nos detuvimos frente a la puerta de la habitación de Yoongi. Sus palabras revelaron una situación compleja. —El otro hombre sigue ahí, no ha querido dejarle, incluso si se acerca lo suficiente puede escuchar cómo empiezan a pelear cada cierto tiempo. —Me advirtió.

El peso de esa revelación cayó sobre mí, recordándome la complicada relación entre Yoongi, Taehyung y yo.

Respiré profundamente, sintiendo que las conversaciones difíciles que me esperaban iban a ser aún más complicadas de lo que había imaginado. Sabía que tenía que enfrentar la realidad de mi relación con Yoongi, pero también era consciente de que había otros sentimientos en juego que debían ser abordados. Con una mezcla de determinación y ansiedad, di un paso hacia adelante, preparándome para lo que vendría a continuación.

La escena que se desarrollaba frente a mis ojos me dejó sin aliento, y mis ojos no podían creer lo que veían. Yoongi y Taehyung, estaban besándose.

Era una imagen que nunca esperé presenciar, otra vez.

Una revelación que sacudió mi mundo.

Min Yoongi seguía siendo una basura.

Mis palabras salieron en un susurro cargado de sorpresa y resignación. —Qué tonto, creí que esta vez sería yo. —Murmuré para mí mismo antes de abandonar la habitación tan rápido como había entrado. No podía soportar ver más, no en ese momento.

Mis pensamientos eran un torbellino de emociones mientras caminaba por el pasillo del hospital. Sentía una mezcla de tristeza, frustración y una sensación abrumadora de pérdida.

No sé por qué, pero en algún rincón de mi corazón, creí que esta vez sería diferente. Creí que Yoongi me amaba, que nuestras heridas podrían sanar, y que podríamos perdonarnos mutuamente para intentar amarnos de nuevo. Era una esperanza frágil, pero estaba ahí, latiendo en mi interior como un susurro de posibilidad.

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