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45- Olivia.


 Olivia recogió la mochila con los víveres que habían cargado la jordana anterior y escuchó que el resto hacía lo mismo. Por ese lado, la decisión sí era unánime. Kaldor ya no viajaría con ellos, es que jamás alguien le había trasmitido tan buenas vibras como Sillo, notaba que el resto pensaba lo mismo.

Sillo no era gracioso, ni sonreía mucho, pero hablaba con felicidad como si estuviera a punto de cantar encima de un escenario. Damas y caballeros, el marginado ha sido marginado ¡Presencien como se abandona con deslealtad! ¡Esa es la cara de alguien que no tenía nada, pero acaba de perderlo todo!

—Vete a casa, Kaldor —le recomendó y le sonrió.

Kaldor la fulminó con la mirada. Él no tenía casa, ni hogar y ahora tampoco un grupo de viaje. Había quedado sin nada.

Y alguien que no tiene nada no es nadie. Ya no estaba Kaldor parado en mitad del bosque, había una figura manchada, sin nombre.

¿Sentiría esa soledad? Pensó Olivia con fascinación ¿Podría sentir ese tipo de dolor? ¿Era capaz de padecer el dolor emocional?

No sabía si la tierra bajo sus pies expulsara manos asesinas cuando la luna se alzara por el cielo como una cometa elevada por un niño, pero no quería quedarse para averiguarlo. Esperaba que Kaldor muriera sin sufrir, si había tenido algo toda su vida era dolor y no le parecía una forma tan justa de terminarla.

Él merecía morir tranquilo.

Ella había gozado de paz e ignorancia gran parte de su infancia y adolescencia, justo era que muriera atormentada por la agonía y el desconsuelo. Darius podría ser apuñalado por Reino entero hasta que no se reconociera su cadáver, por ejemplo, con su estúpido traje azul desgarrado sobre su carne magullada y arañada. La idea la divirtió.

Kaldor alejó los brazos de su cuerpo y separó las piernas.

—¿De verdad? ¿Se van con ese pederasta? No me la puedo creer ¡Pero si ya descansaron un día entero! ¿Saben lo aburrido que fue verlos dormir?

Río se volteó, estiró los brazos para estrecharlo en ellos.

—No me toques —gruñó Kaldor, retrocediendo.

Lo tocó de todos modos, lo apretó torpemente como un bebé oso abrazando. Kaldor no se lo devolvió, ni siquiera lo miró, Olivia pudo jurar que tenía los ojos húmedos. Calvin le propinó unas palmaditas y le dijo unas palabras consoladoras, típico de él, era tan bondadoso. Cer colisionó un besó en su mejilla, pero al fin y al cabo también lo dejaron.

Kaldor sí reaccionó ante ella.

—No, tú no, no —suplicó.

—Cuando llegue a la Fuente Negra y me libre de la maldición te buscaré para que tengamos una cita ¿Sí?

—¡NO!

Le sostuvo de la mano y con la mirada le suplicó que no se fuera con Sillo, sus ojos preocupados le decían: Morirás, créeme, por favor, no quiero que mueras.

Pero Cer meneó la cabeza y deslizó sus dedos lejos de la piel de él.

—Si quieres puedes unírtenos cuando cambies de opinión, Kaldor. Nos harías falta —comentó Calvin.

—Adiós, Kal —se decidió Cer—. Soñaré contigo.

—Jamás te olvidaré —agregó Río.

Olivia sintió que no era correcto dejarlo a su suerte en una zona tan peligrosa, pero no lo creyó por tanto tiempo. Tal vez debía despedirse, pero no sabía cómo decirle adiós a alguien que nunca le dijo hola.

Quería regresar, sin embargo, algo en su interior le decía que no debía. «¡Déjalo! ¡Qué se muera! ¡Mañana regresaremos por su cuerpo para colgarlo en la plaza! ¡Eso le enseñará a no reírse de mi paraguas y mis cejas nunca más!» Esa voz la hacía sentirse tan triunfante, se regodeaba por abandonarlo.

Kaldor no respondió hasta que le dieron la espalda.

—¡Espero que lleven un silbato anti violación! —gritó Kaldor—. ¡Crucen sus dedos! ¡No voy a rescatarlos! ¡Hasta aquí llegué yo! ¡Jamás me volverán a ver la cara!

Esa es la idea, maldito jovenzuelo, por qué no te callas de una vez y me permites llevarme a tus amigos, pensaba Olivia. Solo podía pensar en eso y en la promesa de un merecido descanso. Una cama caliente. Descanso. Descanso. Descanso. Descanso. Piensa en eso. No te distraigas. Sí, ya descansarás. Lo necesitas. Cuánto lo ansías. No voltees ¿Acaso no quieres descansar?

Calvin parloteó con Sillo sobre las amenazas que los esperaban más adelante, ellos iban en la cabecera del grupo. Río rascaba su cuerno derecho, era un gesto que Olivia había visto por tercera vez en ese día, era muy propio de él, sobre todo cuando estaba pensando. Confundido.

Ella también estaba un poco confundida. Sentía su cabeza invadida y se preguntaba por qué llegaba a esa disparatada conclusión.

Cer soltó una risa boba, como si tuviera cinco años y viera un programa de televisión divertido, pero a las dríadas no le gustaban los electrodomésticos, ni las películas o las redes sociales, eran más conservadores. Bianca decía que eran testarudos, pero Olivia jamás podría hacer juicios de valor sobre una persona.

—¿Cer te encuentras bien? —preguntó cogiéndola del codo.

Ella parpadeó desconcertada, un mechón de cabello castaño se le escurría por la frente, estaba demacrada, pero tenía una belleza que Olivia no podía describir, ni siquiera estaba segura de si era atractiva, sin embargo...

—Quiero decirle a la gente de ahí —Humedeció sus labios—. Los humanos. Quiero decirle, a los humanos de ahí que no saquen bandera blanca en Navidad porque la guerra seguirá después y tendrán que matar amigos —señaló un rincón vacío del bosque, le temblaba la mano.

Olivia no sabía a lo que se refería. No conocía Navidad, se preguntó qué clase de tierra sería Navidad. O si era una persona. Más que nada se preguntó por qué la diosa hacía que ella viera a Navidad. Lo más probable fuera que no existiera, Cer estaba teniendo un ataque de imaginación o demencia. Dudó un segundo. Prefirió seguirle el juego en lugar de regresarla forzosamente a la realidad.

—Diles. Diles que no saquen bandera blanca.

Cer asintió con complicidad.

—Eso haré.

Era idea suya o escuchaba risas en alguna parte. Desde la fuente, Olivia sentía que había algo en el aire o en ella que era diferente, el terror de su destino la había cambiado, a veces se preguntaba si ella era quien era o siempre sería lo que el mundo le hacía.

—Oye, Olivia escucha esto —la llamó Río había estado atento a la conversación—. Sillo dice que es un mago.

—Ilusionista —corrigió Sillo inclinándose para sortear una rama—. No controlo la magia, pero controlo algo mejor, la realidad. Hago que el espectador vea lo que yo quiero que vea. Desde pequeño me llaman noticiario, porque al igual que los telediarios puedo modificar la verdad. La verdad absoluta no existe, es como un concurso de historias donde cada uno inventa la suya; la verdad es solo el título honroso que recibe el cuento del ganador.

—¿Puedes hacer que alguien de repente ame no sé... sus pies? —preguntó Río, divertido con la idea.

—Sí, puedo hacer que creas que eres una cebra o que pienses que el cielo es morado o que tus amigos son dioses —explicó con su voz amigable y sonrió desmedidamente—. O que los abandones sin replanteártelo.

—¿Harías que viéramos las cosas diferentes, Sillo? —preguntó Calvin con preocupación, un tanto dolido.

—¡Jamás haría eso con mis amigos! —Meneó la cabeza con energía y las mejillas le temblaron como si estuvieran mal colocadas sobre su cráneo, a Olivia eso le resultó encantador—. Los ayudaré ¿Recuerdan? ¡Me necesitan! ¡Me necesitan! —recalcó.

Río codeó a Calvin y le reprochó con la mirada ser tan severo y receloso, ella le apretó cariñosamente el hombro, no lo culpaba de nada. Le debían todo a Sillo ¡Prácticamente les había salvado la vida a todos de ese bosque tan peligroso! ¡Lleno de bestias que podían comerse a esos cinco muchachitos tan torpes e inexperimentados!

Cer volvió a reír, jadeó del esfuerzo, como si se atragantara con la risa, recogió hojas secas del suelo, las desmenuzó en sus dedos y permitió que los trozos cayeran al suelo con boba fascinación. Río había cogido la manga derecha de su uniforme y la arrastraba ligeramente como se pasea a un perro. Lo hacía con disimulo, para asegurarse de que continuara caminando y no se detuviera a ver el vacío. Tenía miedo de dejarla atrás, así que la obligaba a arrastrar los pies hacia el santuario que tanto necesitaban.

—Cer —la llamó Olivia.

La sonrisa titubeó, giró hacia ella y la miró largo rato como si tratara de recordar qué hacía allí.

—Se perdió el libro, lleva años y años perdido, pero lo tiene el secuestrador, que se viste de papá y usa corbata y traje, lo guardó en el lavarropas. Escondido ante los ojos de nadie, a plena vista. Todos quieren el libro, si tan solo lo tuvieran la guerra sería más fácil... ¡Por Piedad! ¡Piedad está tan sola! ¿Es que nadie puede ayudar a Piedad y su trinidad? ¡5M nació para morir y murió para matar!

—Cer —volvió a llamarla.

Parpadeó.

—¿Sí?

—Resiste. Por favor.

Si alguien moría por la maldición, sería un golpe a la moral de todos. Debían aguantar hasta el final.

—Dile eso a él, que está en el madero, sufriendo, esperando que alguien lo salve y ese alguien no viene. Nunca vino —tragó saliva—. No te preocupes por él, lo adorarán después, lo amarán, millones, millones de humanos... que viven en tierras lejanas, tan lejanas como su paraíso que está en el cielo y no en el mar. El abuelo de Jojoloco era creyente ¿Sabías? O al menos lo era hasta que... Es. Es creyente... 

Olivia tragó saliva. Sus palabras no tenían sentido, como las palabras que decía papá, o cuando mamá le confesó que su antepasado Thelonious era un embustero. No tenía sentido que su familia engañara a toda la población. No podía ser verdad que algo así de injusto ocurriera y nunca haya pasado nada, las personas más afortunadas de todo Reino eran asesinos y no recibían su merecido.

¿Los malos ganan? ¿Ese es el secreto de todo? ¿Los finales felices no les llegan a las personas felices?

—Tal vez él... el hombre del madero, no debería esperar a alguien que sabe que no vendrá —probó Olivia.

—Tal vez —comentó Cer, abstraída en sus pensamientos, en su maldición—. Pero es tan lindo esperar.

Cuando Olivia miró por encima de su hombro esperaba que Kaldor siguiera ahí, pero se había ido.












¡Espero que hayan disfrutado de este capítulo! ¡Y para los lectores de LMADJB, sí, lo que dice Cer es lo que creen que es! Perdón, se supone que es algo que se revela al final del 3cer libro pero no calculé bien los tiempos de publicación XD

 Si no entendieron, mejor jajaja, aquí no pasó nada.

¡Feliz viernes y buen fin de semana! ¡Feliz carnaval para los latinos o cualquiera que lo celebre!

 ¡Abrazo!

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