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Capitulo Dos.

—¿Crees que este bien hacer esto?


Apartando la mirada del camino, Nee observó a su hermanito tropezar detrás de sus pasos, empujando distraídamente las correas de su mochila nuevamente sobre sus hombros mientras se aferraba a la pequeña granja de hormigas entre sus manos. A pesar de la gran inocencia y torpeza que sus ojos avellana desbordaban, había más inteligencia detrás de ellos de lo que la mayoría de las personas podían ver. Nee jamás le habría dado un segundo pensamiento a la cuestión de sus padre, dejando por hecho el que ellos los hubiesen abandonado, pero cuando miraba las cosas desde la perspectiva de Nick, todo parecía completamente diferente.


Ahora, luego de hablar de ello por días, ambos avanzaban a través del largo camino rural que los separaba de la ciudad más cercana, siguiendo el plan trazado por Nee para comenzar la búsqueda de sus padres. Lo único que esperaba era que este viaje tuviera un final feliz y que sus sospechas sobre la forma en que llegaron a la casa hogar estuviesen erradas.


—Por supuesto —asintió—. Lo único que debemos hacer es llegar a la estación del tren.


—¿Qué pasa si nos perdemos? Talvez deberíamos volver y planear bien las cosas.


—Ya planeé todo con cuidado, confía en mi, no nos perderemos.


Acelerando el paso, Nick llegó a su lado—. ¿Crees que se enojen con nosotros cuando se den cuenta de que robamos dinero?


—Seguramente lo hagan.


—¿No tienes miedo de que se enojen?


Se encogió de hombros distraídamente—. Con suerte, para cuando lo sepan, estaremos lejos y no podrán castigarnos.


—En cuanto sepan que nos marchamos, saldrán a buscarnos.


Miró el reloj en su muñeca—. Ellos piensan que estamos en el colegio, eso nos da al menos cinco horas para alcanzar el tren, deja de preocuparte tanto.


—No estoy preocupado. —frunció el ceño, mirando distraídamente el camino de tierra bajo sus tenis—. Pero, ¿Qué pasa si les avisan que no llegamos al colegio? ¿si nos atrapan antes de que nos marchemos?


—¿Por qué harían algo como eso?


—Dah, porque somos menores de edad y se supone que ellos son quienes nos cuidan.


Nee bufó—. Si funcionara de ese modo, no nos enviaran caminando a la escuela por tres kilómetros, por un camino aislado, completamente solos.


Eso logró que Nick levantara la mirada, un pequeño ceño fruncido en su bonito y aniñado rostro—. Nunca lo había pensado de ese modo.


—Tss, tss —llamó su atención cuando una expresión preocupada apareció en su rostro. Rodeándolo con su brazo y lo acercó a su cuerpo—. No te preocupes por eso, aunque a ellos no les importa, a mi sí. Nunca dejaré que algo malo te suceda, hermanito.


—Sé eso.


Nee apretó el abrazo alrededor de la forma ligeramente más delgada de su hermano—. ¿Lo sabes en verdad?


—Somos dos mitades de uno, Nee, nos cuidamos el uno al otro, siempre.


—Tu eres la única familia que necesito.


Nick le sonrió—. Tu eres la única familia que necesito, Nee. —devolvió.


El mayor deshizo el abrazo, pero mantuvo el paso un poco más lento del menor, quedándose a la par al caminar. Las extensiones de verde naturaleza se extendían a ambos lados del camino, había algunas plantaciones cada ciertas distancias, pero lo demás era hermosa fauna silvestre. La casa donde vivían estaba en un pequeño pueblo, en el centro de una zona rural, pero el colegio donde asistían quedaba en la ciudad cercana. Eso les daba una ventaja, ya que la estación del tren estaba a solo unas cuadras del instituto.


Solo debían llegar allí antes de que alguien se percatara de la ausencia de ambos.


—¿Qué haremos una vez que lleguemos allí?


—No estoy seguro —Nee confesó—. Creo que deberíamos comenzar a buscar a nuestro padre de inmediato.


—¿Qué pasa si no lo encontramos? ¿Y si él no nos quiere? —interrogó—. ¿Dónde dormiremos?


—Lo encontraremos, no hay muchas personas que se llamen Zayn Malik en Londres.


—¿Cómo lo sabes?


—Busqué información en una de las computadoras del colegio cuando descargué un mapa y el horario de los trenes. Encontré solo tres personas con el mismo nombre, podemos buscarlos a los tres antes de la noche, y nos dará tiempo de encontrar un lugar para dormir.


Nick frunció el ceño—. Eso suena como que dormiremos en la calle.


—¿Qué esperabas? ¿Un hotel cinco estrellas? —rodó los ojos—. Tenemos doce, nadie en su sano juicio nos rentara una habitación. Tendremos que buscar algún lugar protegido, solo será una noche.


La expresión desconforme del menor era una obvia señal de que quería protestar, pero fue lo suficientemente inteligente para quedarse callado. Después de todo, había sido su idea buscar a su padre, Nee solo estaba intentando cumplirle el deseo.


—¿Cómo encontraste las direcciones?


—Redes sociales —sonrió—. Y uno de ellos tiene una pagina web.


—¿De qué?


—Ropa. Creo que él la diseña, hay varias tiendas alrededor de Inglaterra, pero la central esta en Londres.


—¿Crees que se trate de nuestro padre?


—No tengo idea, ¿el diseñar ropa es una rama artística?


Nick parpadeó hacia él como si fuese estúpido—. Por supuesto que sí, tonto.


—Bueno, entonces creo que tenemos que ir a esa tienda si o si.


—¿Por qué?


—¿Qué probabilidades hay de que sea casualidad que se llame igual a nuestro padre y comparta la vena artística contigo?


—Mm, puede ser solo una coincidencia.


—Puede ser —estuvo de acuerdo—. Pero aun así, es raro.


El moreno asintió—. Entonces, debemos ir a esa tienda sin falta.


—Lo haremos. —le sonrió—. Ahora, apresúrate, no podemos perder el tren o todo se arruinará.


Aferrando la pequeña mano que el menor le tendió, apresuró un poco el paso al que iban. No tenía ni idea de si su plan funcionaria o solo acabarían volviendo a la casa con una gran decepción y un feo castigo esperando por ellos, pero al menos, cuando todo terminara, podían decir que lo habían intentado.


(...)


—No, no me importa, ¿por qué tengo que ir a su fiesta cumpleaños cuando ella ni siquiera se acuerda de cuando nací? Solo me quiere allí porque piensa que puedo obsequiarle algo de mi tienda, cosa que no sucederá en esta vida.


Traqueteando sus dedos sobre la superficie lisa del mostrador, Zayn Malik observó al joven, al otro lado de la estructura de madera, moverse de un lado a otro mientras preparaba su café con una rapidez que la practica seguramente le había dado. Tenía su teléfono pegado a la oreja, escuchando poco de lo que la persona al otro lado hablaba gracias al bullicio dentro de la cafetería. Era una molestia tener que hacer fila por tanto tiempo, pero como la gran cantidad de clientes esperando anunciaba, los productos que aquí vendían eran exquisitos.


Entregándole su tarjeta de crédito a la joven pecosa detrás de la caja registradora, permitió que esta cobrara lo que iba a consumir, esperando agilizar un poco las cosas para quienes permanecían en la fila detrás de él. Haciéndose a un lado, apretó el aparato más cerca de su oreja, escuchando un bajo y lejano murmullo desde el audífono del cual no comprendió ni siquiera una silaba. 


—Espera un momento, Yago, no estoy escuchando nada de lo que dices —masculló, esperando que su hermano si pudiera oírlo al tiempo que aceptaba la taza de café del joven—. Gracias.


El chico le dedicó una sonrisa que Zayn solo devolvió por educación antes de girarse y apresurarse hacia la salida. La calle no era mucho más silenciosa que el interior del local, pero el suave resplandor del sol sobre su piel y el continúo movimiento de los transeúntes ayudaba bastante.


—¿Qué decías?


Desde el teléfono, un sonido molesto se escuchó—. Debes venir a su fiesta, sabes bien como reacciona cuando faltas.


—No me convencerá con un berrinche, no tengo deseos de ir a soportar a sus estúpidos amigos siendo unos malditos descerebrados y tener que simular que no me interesa que se comporten de esa manera.


—Solo debes ignorarlos.


—Ignorándolos o no, me fastidian de igual manera —suspiró—. Además, no estoy de animo para fiestas.


Yago gruñó— ¿Por qué no puedes simplemente complacerla? Solo será un día, no te estoy pidiendo que te quedes aquí una semana. Ven, quédate en mi casa, aparécete por allí solo por unas horas y luego vuelves a Londres.


—¿Y dejar que la pequeña perra me siga manipulando? —bufó—. Ni en sueños.


—Zayn...


—Vamos, Yago, ambos sabemos que lo único que Sadie quiere es joder mi vida.


—Sé que es un poco fastidiosa, pero nuestros padres la adoran y si ella se enoja contigo, seguramente irá con ellos a quejarse y como tú no estas cerca, van a volverme loco a mi.


—Ven a vivir conmigo a Londres. —solucionó.


—No puedo y lo sabes, mi vida entera esta aquí y me gusta demasiado como van las cosas como para moverme ahora.


Esperando la luz del semáforo, Zayn se mordisqueó el labio—. Sé como son las cosas, hermano, sé que esto es un fastidio para ti, pero créeme que no estoy en absoluto de humor para soportar sus comentarios despectivos sobre... sobre lo que sucedió hace unos años.


Hubo un largo momento de silencio an

te la mención del hecho. Yago rompió el silencio primero—. Sabes que todo lo que sale de sus labios es mentira, ¿no es así?


—Lo sé.


—Lo que sucedió no fue tu culpa, hermano.


—Lo sé. —repitió, apagándose un poco—. Pero no tengo animo de escuchar su opinión venenosa sobre ello en este momento.


—Lo entiendo, inventaré una excusa creíble para tu ausencia, entonces.


—Gracias.


—Estoy aquí para ti, Zee —aseguró, su voz se volvió más suave cuando preguntó—. ¿Cómo estas?


—Bien, supongo, es... es solo otro año.


—Hermano...


—No quiero hablar de ello —cortó. Llegando frente a su tienda, empujó la puerta de cristal abierta y entró, dirigiéndose directamente al fondo del mismo donde se encontraban las cajas, la sala de descanso de los empleados y el deposito. Un par de sus vendedoras lo saludaron al verlo pasar, demasiado ocupadas con distintos clientes para acercarse a hablar con él—. Acabo de llegar a la tienda, Yago, ¿puedo llamarte luego?


—Esta bien —aceptó—. Solo recuerda hacerlo, no olvides llamarme.


—Lo prometo, llamaré al llegar a casa.


—Bien. Cuídate, hermano.


—Tu también —rodeando la caja, dejó su café sobre la superficie del mostrador mientras cortaba la llamada. Tomándose un momento para suprimir las emociones encontradas que lo bombardeaban, se sentó detrás de una de las computadoras allí.


—Ouh, ¿otra vez coqueteando con el chico de los cafés? ¿Qué dirían tus padres de saberlo?


Quitando la mirada de la pantalla, Zayn observó con confusión al dueño de la voz. Con una sonrisa burlona, Niall giró su taza de café hacia él, dejándole ver el nombre y número de teléfono del joven de la cafetería escritos con marcador negro sobre el pálido material.


—Aun sigues siendo todo un Casanova, ¿no es así, Zee-zee?


—No me digas "Zee-zee" y ni siquiera me había percatado de que escribió su número allí o lo hubiese rechazado en su cara. —suspiró—. Ahora no sé que haré cuando vaya por mi café mañana.


Niall frunció la nariz de forma chistosa—. ¿Tan feo era?


—No lo sé —se encogió de hombros—. No lo miré.


—¿Ni siquiera lo miraste un poquito?


—No.


—Entonces debía ser feo.


Eso logró que Zayn riera—. ¿Por qué llegaste a esa conclusión?


—Porque si hubiese sido lindo, le habrías prestado más atención.


Ante eso, no pudo evitar rodar los ojos. Niall no solo era su socio, sino que también era su mejor amigo desde la secundaria. Por ello, ese tipo de comentario no le eran ajenos, el rubio había sido así desde que eran adolescentes. No parecía en vías de madurar en un futuro cercano, por lo que no estaba poniendo sus esperanzas en ello.


—Lindo o no, no es mi tipo. —decretó, volviendo a su computadora.


—¿Y cual sería tu tipo exactamente?


Se encogió de hombros mientras escuchaba la puerta principal abrirse—. No el tipo que hace cafés.


—Hey, es un trabajo tan bueno como cualquier otro, ¿Qué tienes contra ello?


—No me involucraré con el tipo que prepara mi desayuno —siseó—. ¿Qué pasa si nos peleamos el día de mañana y escupe en mi café?


—Wow, ya estas pensando en un futuro con él, ¿eh?


—Oh, jodete, Niall.


Riendo en voz baja, el rubio abrió a caja registradora y comenzó a hacer un recuento del contenido. Siendo un asco para las matemáticas, Zayn lo ignoró y volvió a su trabajo, abriendo el programa que le permitiría crear nuevos diseños para la nueva colección en la que estaba pensando. Pensaba agregar más colores cálidos a las prendas, concordando con la temporada que se acercaba.


—Jefe —Ailyn, una de sus vendedoras, llamó su atención golpeando sus uñas coloreadas de rojo oscuro sobre la superficie del mostrador—. Hay un par de chicos que insisten en hablar usted.


Zayn frunció el ceño—. ¿Qué quieren?


—No sé. Quise convencerlos para que compraran algo, pero dicen que vinieron solo para hablar usted —ella hizo una mueca con los labios, como si la situación estuviese más allá de su comprensión—. ¿Llamo a seguridad?


Poniéndose de pie, el moreno miró alrededor—. ¿Qué chicos son?


—Ellos —señaló hacia el otro extremo de la tienda, donde dos jovencitos revolvían entre las prendas dobladas en una mesa—. Son mellizos, creo. Son muy lindos y educados, en realidad no quiero llamar a seguridad, pero no tengo idea de que hacer.


La palabra "mellizos" tocó algo dentro de Zayn que lo tuvo rodeando el mostrador en un momento—. Vuelve a tu trabajo, Ailyn, los atenderé yo.


—Uh, esta bien.


—Zayn —Niall llamó cuando ella se alejó—. ¿Qué haces?


—Estoy bien, Nialler, solo voy a ver lo que quieren.


—¿Crees que es prudente?


El moreno le dedicó una sonrisa tranquilizadora—. Son solo niños, ¿Qué mal podrían hacer?


Alejándose de él, se acercó a los jóvenes, percatándose de que ambos vestían lo que parecía ser un uniforme de colegio. Zayn conocía los uniformes de los institutos cercanos, la mayoría de los jóvenes eran clientes recurrentes de la tienda y los colores de las prendas de estos chicos no concordaba con ninguno.


Curioso, se acercó hasta que estuvo a solo pasos de distancia, notando la diferencia de tonos en el cabello de ambos. Uno oscuro como el azabache con rizos y el otro ondulado de un brillante castaño oscuro. Esa extraña similitud fue... su corazón se aceleró.


—Buenos días, ¿en que puedo ayudarlos?


Ojos ámbar se posaron en él, curiosos. Tan familiares, tan escalofriantemente conocidos. Con el corazón a punto de salirse de su pecho, alejó la mirada del joven, dirigiéndola hacia el más pequeño de ambos. Ni siquiera tuvo que buscarlo antes de que sus ojos cayeran sobre el lunar en el cuello del mismo.


Su mundo se cerró a su alrededor, todo se apagó repentinamente. Esto no podía estar sucediendo, ¡no era posible!


¿De que clase de broma cruel se trataba?

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