Capitulo Dieciocho.
Saliendo del ascensor, Liam apretó las fotografias del predio donde se construiría el nuevo proyecto que había aceptado realizar, las cuales le habían sido enviadas hacia unos momentos. Pasando frente al escritorio de su secretaria, frunció el ceño al no ver a Cindy en su puesto. ¿Por qué rayos se molestaba en pagarle a la mujer si no era capaz de mantener su trasero en su jodida silla y atender el lugar por él cuando debía salir? Sacudiendo la cabeza, se dijo a si mismo que tendría una seria conversación con ella en cuanto volviera de donde sea que se hubiese metido.
Entrando a su oficina, cerró la puerta detrás de él y se detuvo. Había algo extraño allí, lo sabía sin molestarse en mirar alrededor, simplemente algo fuera de lugar. Inclinando la cabeza a un lado, ni siquiera tuvo que mirar demasiado para encontrar lo que no debía estar allí.
—¿Niños? ¿Que hace aquí?
Nick, quién estaba sentado en el suelo frente a la mesa baja que se instalaba entre el juego de sofas, levantó la mirada del papel donde estaba escribiendo y lo miró—. Volviste —sonrió—. No sabíamos si lo harías, pensamos que te habías ido a casa ya.
Mirando más allá del moreno, se percató de que Nee no solo estaba recostado en su sofá, sino que por sus ojos cerrados, estaba completamente dormido.
—Él no durmió mucho anoche —Nick respondió sin tener que hacer la pregunta, dandole una mirada preocupada a su hermano—. Se estresa con facilidad, lo que le quita el sueño y produce que siempre este cansado.
Aun aturdido por la presencia de sus hijos allí, se acercó con paso lento y se sentó a su lado en el suelo, acariciando el oscuro cabello del joven sin poder detenerse—. ¿Por qué está estresado?
—A Nee no le gusta que las personas griten, a mi tampoco me gusta, pero él siempre tiene más problemas cuando eso sucede.
Liam se sintió horrible al instante—. ¿Hubo muchos gritos mientras crecian?
Sus delgados hombros subieron y bajaron—. Las personas a veces se enojan si les pides dinero.
—¿Pedir dinero? —susurró, intentando que su mente no pensara lo que era obvio—. ¿A quién le tenias que pedir dinero, ángel?
—Eso variaba —movió el boligrafo entre sus dedos—. Nos llevaba a distintos lugares, me gustaba ir a la iglesia, la gente era más amable allí y casi siempre traíamos dinero suficiente para no enojarlo. —su ceño se frunció—. Pero los restaurantes eran malos, los hombres con traje odian que los niños sucios toquen su ropa para llamar su atención. Ellos te empujan y a nadie le importa si te lastimas al caer.
—¿Te lastimaron alguna vez?
Oscuro cabello cayó sobre sus ojos cuando negó—. No, no más que algunos raspones. —susurró—. Pero hubo una vez, un hombre me empujó fuerte cuando quise llamar su atención, Nee se enojó y lo empujó de nuevo. El hombre golpeó a Nee en el rostro, muy fuerte y sus labios... —hizo un gesto a su boca, como si no pudiera encontrar la forma de explicarlo bien—. Había mucha sangre, estaba dentro de su boca, por su barbilla y en sus dientes, fue horrible.
Las manos de Liam se apretaron entorno a la carpeta, intentando no desatar la ira creciente en su interior con la primer pared a su disposición—. ¿Que edad tenian?
—No sé, cuatro o cinco, no puedo decirlo con exactitud. —lo miró, tanto dolor grabado en sus ojos avellana—. ¿Sabes que fue lo peor de todo?
—¿Que?
—Había una familia allí, una con un niño pequeño como nosotros —susurró—. Y ellos no hicieron nada, papá, dejaron que nos lastimaran y nadie hizo nada. Nadie nunca hacia nada por nosotros.
Liam cerró los ojos por un momento, dandose cuenta de que era la primera vez que Nick lo llamaba "papá" y hubiese deseado cualquier otro escenario para escucharlo de sus labios, que el que estaban viviendo. Escuchar a su hijo decirle que los habían maltratado de esa forma siendo apenas unos bebes rompia su corazón un poco.
—Soñé tantas veces que ibas a buscarnos —la voz suave de Nick logró que abriera los ojos para mirarlo, esos ojos enormes llenos de lágrimas le devolvieron la mirada—. Soñaba que papi y tu iban por nosotros y nos sacaban de allí, que impedian que nos hiciera más daño.
—¿Quién? —exigió—. ¿Quién era el que les hacia daño?
—El hombre malo.
—Necesito su nombre, ángel. —porque se aseguraría de buscar y matar al bastardo por haber herido a sus pequeños.
—No lo sé, estuvimos con él algunos años, pero nos hacia decirle "tío" o "papá" —se encogió de hombros, refregando uno de sus ojos con el talón de su mano—. Nosotros recordabamos a papá Zayn, sabiamos que él no era nuestro padre pero a veces...
—... solo le decian asi para evitar ser lastimados. —recibió un pequeño asentimiento en respuesta que lo hirió aun más. Acercandose, intentó alcanzar a Nick, pero este se alejó—. ¿Nick?
La mirada que le dedicó le recordó a un animalito asustado—. Dijiste que no estabas seguro de que eramos tus hijos.
—Escuchaste eso. —susurró con una mueca.
—Sé que eres mi padre, Liam, lo sé. Pero si tu no lo haces, entonces dejanos con papá Zayn.
—¿Quieres que me aleje de ustedes? —preguntó, dolido.
—Quiero no tener que llorar más, no quiero que me hagan daño de nuevo. Eres mi padre y, aunque apenas te conozco, te quiero, pero si tu no me quieres, entonces alejate de mi, por favor, no me hagas más daño, por favor.
Esta vez, cuando se acercó, no permitió que el pequeño huyera de él nuevamente y en su lugar, lo llevó contra su pecho, rodeandolo con sus brazos con delicadeza—. No quise decir eso, ángel, estaba enojado y solo dije lo primero que se me ocurrió. Hago muchas cosas tontas y aunque lo desee, cambiar ahora me es muy dificil, lo siento —limpió las lágrimas de las sonrojadas mejillas con sus pulgares, notando las espesas pestañas que rodeaban los orbes, herencia de Zayn—. Pero sé que eres mi hijo y te amo, te amé desde el primer momento que te vi, a ambos. Quiero estar en su vida, quiero ser su padre, pero no sé como hacer eso.
—Solo debes querernos, es todo lo que queremos que hagas, ¿puedes hacerlo?
Liam sonrió con ojos humedos, inclinandose para dejar un beso en la frente del moreno—. Puedo hacer eso.
El sonido de un sollozo sofocado logró que volviera a ver a Nee, percatandose del movimiento de sus hombros que delataba su llanto. Extendiendo un brazo tentativamente, colocó su mano en la espalda del castaño, intentando darle un poco de consuelo solo para que este se apartara, poniendose de pie y apresurandose hacia la puerta.
Liam observó el camino que había tomado antes de que golpecitos en su pecho lo hicieran parpadear, alejando su aturdimiento—. ¡Ve trás él! —Nick apuró—. ¡Ve, te necesita, ve con él!
—¿Estarás bien?
—Si, solo ve.
Dejando un último beso en el alborotado cabello, se puso de pie y se apresuró por donde Nee se había ido, deteniendose en el escritorio, donde Cindy había reaparecido, solo para que esta le hiciera un gesto hacia los baños. Asintiendo, tomó ese camino, agradeciendo que Nee hubiese entrado al lugar más próximo.
Pudo escuchar los sollozos desde el otro lado de la puerta, pero cuando la abrió, se sorprendió bastante al ver al joven arrojar agua en su rostro con demasiada energia mientras el llanto se arrastraba por su garganta con esfuerzo. Era un sonido doloroso, de ese tipo sollozo que te deja doliendo el pecho y la garganta, que te da dolor fisico.
—Hey, detente —parandose detrás de la forma más pequeña, tomó las manos y las alejó del grifo, luchando un momento con los intentos de Nee de ponerlas nuevamente allí. Llevandolo contra su pecho, lo abrazo allí, mirandolo a través del espejo—. Detente.
—Pudrete.
—Si, supuse que dirias eso —secó algunas lagrimitas de las mejillas, solo para que el joven se apartara de su tacto—. Tan arisco.
Nee lo fulminó con la mirada—. Sueltame.
—No lo haré.
—¡Sueltame! —se revolvió con fuerza, tanta que Liam tuvo que apretar el agarre a su alrededor—. ¡Dejame ir! ¡Sueltame!
—Shh —canturreó—. Detente, Nee, sé que estas herido y que no sabes que hacer con ese dolor, pero debes dejar de atacarme.
—Callate.
—Soy tu padre aunque desees lo contrario, estoy aquí para protegerte, dejame ayudarte con esas heridas, ¿si?
Sacudió la cabeza con brusquedad—. No sabes nada de mi, dejame ir.
—Tienes razón, no sé nada, y por eso quiero que me cuentes, cuentame que te hicieron, fierecilla.
—No soy Nick.
—Lo sé. Eres fuerte por derecho propio, Nilo, pero a veces es bueno exteriorizar los problemas y dejar que otros te ayuden.
Liam miró el espejo, intentando encontrarse con la mirada ámbar, pero Nee estaba mirando el suelo—. No quiero hablar de eso.
—Pero yo sí, cuentame.
—No, por favor.
Lo abrazó con más fuerza, besando su cabello—. Dimelo, hijo.
—No puedo. —su voz sonó ahogada y baja.
—¿Por qué?
—Dijo que lo mataría si lo hacia —susurró—. Dijo que lo golpearía hasta matarlo, que me quitaría a Nick si le decía a alguien.
Liam se dijo a si mismo que si lo apretaba más fuerte en sus brazos, lo lastimaria, pero no podía evitarlo al comenzar a comprender lo que sucedía—. Oh, Nee, nadie puede hacerles daño nunca más, no permitiré que nadie los dañe nuevamente.
—Yo no sé porque él lo hacia, no sé, no lo entiendo —susurró—. Él es tan grande como tu, mataría a Nick si lo golpea. Nick es delicado, él no soportaria como yo, tengo que protegerlo, no puedo dejar que lo dañen, no puedo.
—No soy él, Nee.
—Es igual, es lo mismo —su voz se perdía en el dolor para ese momento—. Nadie nos ayudaría, nadie nunca lo hace. Todos esos hombres grandes... ellos solo me lastimaban, siempre me lastimaban y no les importaba. Y tu eres como ellos, eres igual, no quiero, ¡sueltame! ¡Sueltame!
Liam no lo soportó más y cayó de rodillas, llevando a Nee con él mientras dejaba salir las lágrimas contenidas, sollozando con tanto dolor por sus bebes que era casi insoportable—. Lo siento, Nee, cariño, siento no haber estado allí para protegerte, para evitar que te hicieran daño, lo siento muchisimo.
Estuvieron allí por lo que parecieron horas, Nee trató de escapar un par de veces, pero Liam no se lo permitió. No había forma de que dejara a sus hijos fuera de su protección, no ahora. Siguió canturreando palabras suaves al oido del joven, observando como poco a poco la lucha lo abandonaba completamente hasta que finalmente se recostó en su pecho, tranquilo.
—Estoy cansado —susurró de repente con voz rota, sus ojos rojizos y cristalizados cuando miró hacia él, hacia arriba—. Estoy tan cansado.
—Lo sé, fierecilla.
—No sé como no estar cansado, no sé como olvidar... quiero olvidar, quiero que ya no duela.
Liam los movió a los lados suavemente—. Dejame hacerme cargo de todo, deja que sea yo quién los proteja a partir de ahora.
—No puedo.
—Si puedes —alejó el cabello de su rostro—. Eres demasiado joven para llevar tanta carga, dejame llevarla por ti, hijo.
—No sé como... como confiar, no puedo.
—Te enseñaré como, Nee.
Le enseñaría a su hijo de la manera más dificil, dandole su completa confianza a Zayn y rezando para que el moreno estuviese en lo cierto y no terminar arruinando completamente todo para Nee.
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