2. Otaku De Cuarta
Narrativa: Yūichirō
Los días parecían tan normales en la antigua escuela donde estudiaba, en comparación a esta... Justo ahora pienso que esto es más una de esas escuelas de las típicas películas y libros que no me gustan, que son súper de puta madre, de esas que te dan arcadas. Hasta casilleros tiene, aunque no es como si llevara libros a la escuela... Anoto todo en un mismo libro. Mira el lado bueno, estoy reciclando las demás libretas que compra mi madre para los siguientes años, me alcanza hasta la universidad.
En realidad, no tenía la intención de decirle al chico rubio, la diva, para mí, que si se bañaba o no, quería mantener aquel comentario en mi cabeza, pero resulta que lo dije en voz alta.
Genial, así mismo Yū, ya te ganaste de enemigo a la rubia del colegio, soló te falta conseguirte a Martha y el resto de las Heathers.
Él solo pareció agradarle el comentario y me sonrió. Fue una sonrisa de esas que son carismáticamente engañosas y al parecer decidió que giñarme un ojo sería el menor camino. Sí. Me guiño un ojo... Nunca pensé que me pasaría esto. Un otaku de cuarta que le hace favores a la señora de limpieza, me está coqueteando. Ufff, mi sueño se ha hecho realidad. Es el cliché más deseable del mundo. Espérate que sólo busco el traje de novio y nos casamos, sinvergüenza.
Al menos no es feo...
La clase continuó, sólo era de unos 50 minutos, en los cuales estuve hablando con Shinoa sobre cosas básicas sobre nosotros mismos y mierdas así, pero más divertido. En cambio, estaba Mikaela durmiendo sobre su mesa como si no hubiera mañana. Juraba que era un chico aplicado.
—Hey, Shinoa. La rubia que me coqueteó en la mañana… ¿Siempre es así?—inquirí mientras lo miraba. Shinoa sonrió ante el apodo que le di, pero era algo más inconsciente. Suelo insultar a las personas con esa clase de apodos.
—Bueno, no es como si supiera mucho, en realidad. Es un chico bastante raro. Es bastante sociable, pero de cierta forma siempre esta solo ¿Sabes lo que digo?—musito mientras lo mira, al igual que yo.
Interesante, ya sé quien es el que va a sacar la pistola y nos va a matar a todos. Quizás si me pongo hacer el baile ese del japonés cantando una música de anime no me mate.
Lo voy a tener en cuenta.
Cuando el por fin el profesor termino la clase, al parecer antes de lo previsto, todo el mundo empezó a socializar entre ellos. En realidad no escuché nada de lo que estaban hablando, ni siquiera sé cuál es esta materia ya. No sería una sorpresa reprobar, en realidad.
Tal como me lo esperaba, muchas personas, entre ellos un chico de cabello morado y ojos rojos fueron a despertar al otaku de cuarta. Parecía extremadamente perdido y no pude evitar reírme.
—Eres gay ¿No? la rubia de quinta te esta alejando de mi, Yū-San. No te dejes influenciar por su brujería. —farfulla ella, con una sonrisa pícara que ya había visto varias veces en esta clase.
A ver ¿Parezco gay o no?
—Shinoa, soy como una Barbie. Soy lo que quieras.—digo mientras me levantaba del asiento, al igual que ella. Faltaban unos 2 minutos para tocar y yo ya tengo un puto hambre que te mueres.
—Okey, okey, pero para mi que la Barbie sin el cabello decolorado está muy pendiente tuyo, eh.—Ella sólo posó una mano en mi hombro, como si se tratara de una especie de condolencia. ¿Tan malo va a ser? Seguro me va a secuestrar y después dejar en su ático.
De otaku.
Ático de otaku. Va a sonar la música y se va a poner todo de colores, después seguramente haga suba fiesta con mi cuerpo y lo vista de Naruto. No sé. Sólo digo…
Ella fue la primera al salir del salón, como si supiera que yo era un caso perdido y que el otaku que genera catástrofes fuera a buscarme de una vez por todas. Todos van saliendo poco a poco, y la verdad es que yo también quiero, pero al parecer al profesor le pareció buen momento para hablar sobre cómo fue que me fue en su clase, cuestionando que si me había gustado.
No tiene ni idea de cuánto me encantó, tanto así, que estuve al pendiente de todo lo que usted estaba diciendo, tanto, que la única información que recuerdo es que... Tengo hambre.
Quise responder.
Me quedé hablando un rato con él, al rededor de unos 4 minutos. En realidad no esperaba que Mikaela siquiera se fuera quedado afuera esperando a que saliera o algo así, desde el principio, en realidad no tenía la expectativa de que él hablará conmigo de nuevo. Tampoco es como si fuéramos hablado, pero algo así.
Cuando la tortura terminó pude salir de aquella aula, al fin. Dios, ese profesor al menos no parece pedófilo, si no bueno, puta que miedo. Al contrario, parece el tipo de persona al cual le hacían bullying en la primaria.
Lo cual está mal, pero es mejor para mí.
Cuando salí me encontré con la misma persona, el emperador de Roma, de quien yo estaba diciendo que nos iba a matar a todos. Ahora viéndolo más de cerca es más atractivo de lo que pensé, y ya no tiene puesto aquel chándal, sólo tiene una camisa simple de color salmón con unos pantalones negros y botas.
Gran estilo, otaku de cuarta.
—¿Que tal la charla, amor?—Dijo riendo. Uhg, vamos amigo. Demasiada confianza, ¿No?
Se acercó hasta mi, más cerca. Huele bien, a un buen perfume, joder. Al menos se baña.
—Ey, calma eh. Qué apenas sé tu nombre. —Dije sonriendo, nerviosamente en realidad. Este tipo tiene una gran presencia, me hace sentir diminuto.
En la antigua escuela donde estudiaba claramente había chicos guapos, pero Mikaela tiene una extraña apariencia, destacante diría yo. De esas que te hacen mirarlo apenas y pasé a tu lado. Buen punto, hijo de puta.
—Ni te preocupes, pronto hasta sabré de que color es tu cepillo de dientes. —Dijo, pasando sus brazos por mi hombros.
QUÉ LE PASA A ESTE HOMBRE.
Nunca, jamás, jamás de los jamases me había pasado esto. Es raro, muy invasivo, pero por alguna razón no es como si me incomodara, por mi esta bien. Da ese tipo de sentimiento de que no es alguien exactamente malvado.
Es como si lo conociera desde hace mucho tiempo, supongo que él da este tipo de confianza.
—Vamos a comer, no tenemos clase en la siguiente hora, al final de cuentas.—Dijo, soltándome a la final, como dándose cuenta de que eso había sido muy invasivo.—Por cierto, tú nombre es Yūichirō ¿No? bueno, desde hoy serás Yū-chan para mi.
Narrativa: Omnisente
Yū sólo está ahí, analizando la situación que está sucediendo. Primero, no tiene clases y segundo Mikaela le había puesto un estúpido apodo. No sabe si es porque es un friki o porque es Japonés.
Puede ser de los dos.
—¿Por qué ese apodo?—Preguntó.
Yūichirō quería agregarle puta al final de la cuestión, pero demasiadas confianzas con este chico no le sonaba muy bien, en realidad. Era... raro, extremadamente raro. Tanto como la situación, como el chico que estaba pasando su brazo por su hombro con tanta confianza llevándolo para la salida del colegio, a su parecer.
De nuevo el maldito brazo.
En este momento, la curiosidad invade a Yū, espera ¿Y si lo quiere secuestrar? Oh no, no, no…
Será un inútil, pero eso no quiere decir que va a ser vendido como mercancía para que Mikaela pueda comprarse sus figuras 3D miniaturas o lo que sea que quiera.
—Bueno, Yū-chan es un buen apodo para ti, principalmente porque eres japonés. Pero bueno, no es como si te desagradara, si fuera así creo que me fueras insultado, mínimo.— opinó mientras saludaba a las personas que pasaban por su lado, hasta algunos estaban saludando al propio moreno, quien se encontraba algo sorprendido.
—Bueno, pareces conocerme hasta el culo.—Dijo Yū con una sonrisa sarcástica.
No tenía ni idea de el porqué se estaba dejando arrastrar por este hombre hasta fuera de la escuela para comer. Primero, apenas y sabía su nombre, además de que Yū es extremadamente desconfiado, pero por alguna razón sentía un profunda confianza hacia el rubio.
Eso no era bueno, mierda.
Al llegar a la entrada de la escuela Mikaela pareció pensarlo mejor, como si se fuera reiniciado por completo.
«Ay no. Puta, yo como que me voy de está mierda.»
—Mejor compremos algo en la cafetería, creo que me vas a matar con esa mirada. Sé que es raro.
Y ahí estaba Yū, de nuevo, siendo arrastrado por un indeciso rubio que se había dado cuenta, a la final, que todo lo que estaba haciendo era extremadamente raro.
Ni hablaron hasta llegar a la cafetería, muy espaciosa y limpia. Terminaron los dos por pedir un pan cada uno, con un jugo de manzana para Yū y uno de fresa para Mikaela.
Por alguna razón presentía que a él rubio le gustaba las fresas...
Después de ordenar fueron rápidamente hasta la parte superior de la escuela un pasillo desolado y ahí mismo se sentaron.
No era un silencio incómodo, era algo como para relajarse y después tener un mejor ambiente para hablar.
Mientras Yū masticaba el pan podía observar como Mikaela estaba viéndolo, con aquellos ojos azules que no pasan de ser desapercibidos por nadie.
—¿Toda tu familia es japonesa?, tienes los ojos verdes. Muy lindos, Yū-chan.—pronuncia Mikaela, mirando atentamente esos ojos.—Nunca había visto unos ojos así.
Yū, como desde hace mucho tiempo no sucedía se sonrojo, lo gracioso es que cuando eso sucede, lo hace toda su cara.
¿Que es lo que sucede con él?
Coño, mínimo ha de parecer una de estas luces de las bombas hechas por estudiantes como Mikaela…
—Bueno, eh, sí... Supongo, la verdad es que ni idea.—murmuro para volver a masticar su pan después de hacerlo.—, seguro fui adoptado o algo.
Justo ahora se sentía un poco, sólo un poco intimidado, la mirada de Mikaela era una cosa extraordinariamente pesada. La podía sentir, literalmente.
A pesar de todo, tuvieron una rara conversación, extremadamente extraña, también surgieron cosas graciosas, gustos y algunas que otras cosas sobre la antigua escuela de Yū tuvieron protagonismo está vez.
—¿Alguna vez has visto un alíen?—Dijo el rubio, riendo.
—Claro que si, todos los días cuando se va la luz...—Lo gracioso es que nunca se iba la luz, claramente.
Mikaela pareció más que satisfecho con aquella respuesta, y en la opinión del de cabello desordenado y negro, no era buena cosa la que estaba pensando el rubio. No puede afirmarlo, pero lo siente.
—Bueno, quizás conozcas el mío. Esta en mi casa...deberías venir un día. Te va encantar, esta súper domesticado.—Dijo mientras sacaba su teléfono. —Yū-chan, anota tu numero de teléfono, así no tengo que buscarlo después.
Claramente anotó su teléfono, principalmente porque no quería saber como es que Mikaela iba a obtener su teléfono sin que él se lo diera, claramente aún no sé lo dio a nadie, aparte de él. Vale la pena agregar una cuestión ¿Qué es eso del alíen? Sonó jodida ente perturbador.
—Pareces un pedófilo intentando atraer niños, eso fue demasiado perturbador.
Hasta el ano se le encogió.
—Bueno, serías un niño muy fácil de secuestrar mi querido Yū-chan. Me acabas de dar tu teléfono y posiblemente vengas a mi casa.
No, ese hombre no está bien de la maldita cabeza.
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