1. ¿Te Bañas?
N/a: Este libro ya lo tenía escrito. Además de ser algo que tiene muchas más bromas de lo normal. Un libro mas vainilla, por asi decirlo. Los capítulos son cortos, por lo tanto, serán lecturas bastante livianas. ¡Espero que les guste!
Narrativa: Yūichirō
Cuando despierto de buen humor es porqué tuve un sueño, o simplemente dormí plácidamente. Y hoy, en este maldito día donde comienzo las clases no dormí ni un sólo segundo. Estuve en mi teléfono hablado con otro amigo, que tengo que decir que es mi supuesto esposo al cuál maltrato. Su nombre es Shinya. Somos dos chicos que se hicieron amigos porque resulta que a los dos nos gusta escribir Fan-Fic's de parejas homosexuales.
La mayoría de personas piensan que ni soy gay, y puedo adivinar a que esto se debe a sus prejuicios por el exterior, o sea, la manera en que me visto y como actua.
No sabía que para ser homosexual tienes que tener un patrón.
En realidad no me gustan las etiquetas, pero en esa sí que se equivocaron. Al principio de mi estúpida pubertad pensé, ¿Cómo es que me van a gustar más lo tipos que las mujeres? hasta que a mis casi dieciocho años de edad, sé que no me gustan las chicas. Quizás me gusta el hecho de que algunas se visten como divas, simplemente esos aspectos me gustan, pero tan sólo de ese modo.
Nadie en mi antigua escuela pasada sabe que yo tenia confirmado aquello, y con aquello me refiero a que si yo soy o no gay, pero realmente ellos no tienen porque saber eso, no es de su incumbencia. Sólo es gente que creen que las personas que tienen una sexualidad diferente, pertenecen a otra raza.
Pues, siempre escucho: “Hola, este es mi amigo gay” claro, a mi no me ha pasado y si me pasara, aquella persona va a ir directo a su tumba. Es decir, ¿Porqué tienen que hacer cosas sin sentido? Es como yo decir: “Hey, ella es mi amiga heterosexual." No lo hagan, por favor.
Mientras pienso toda esa... Situación, voy directo a lo que será mi nueva escuela, nuevos profesores y nuevos supuestos amigos. Soy abierto a todo tipo de amistad, pero prefiero que tú me hables primero antes de yo hablarte.
¿Por qué?
Eh, no sé. Me sale del ano. Ya está.
Este año no hay muchos alumnos de nuevo ingreso, pues claramente es el ultimo año y… ¿Quién mierda quiere cambiar de escuela en su último año? Normalmente quieres estar con tus amigos y compañeros hasta que el director te entregue el papel de bachiller con cara de amargado. Pero no. A mi eso no me paso. Seguramente me va a tocar un salón lleno de personas anormales... Lo que me parece genial.
¿Se entiende?
Por cualquier lugar por donde paso me miran, y no sé si es por mi camisa negra que dice “You're my bitch.” o simplemente por curiosidad. Si no mal me equivoco mi salón es el 12-B, y claramente queda en el ultimo piso.
¿Por qué?
Porque ahora a ellos les sale del ano.
La vida es un ano. Y nosotros somos la mierda.
Mientras voy subiendo observó a cada persona, intentando percibir por intuiciones quien es quien. Digo intuiciones, y lo hago hasta llegar a mi aula. Puedo recalcar que ya reconocí al de los ojos rojos, y no porque estaba llorando, al que necesita ayuda psicológica y al simp que busca desesperadamente atención femenina.
La puerta del aula está cerrada, y hay varias personas paradas en frente de la puerta, no son muchos, aunque los que más resaltan son aquella chica de cabello púrpura que tiene la misma camisa que yo, pero en rosado. Y... Esta misma me ha empezado a mirar como si yo fuera un cómplice. Una gran sonrisa se traza en su delicada cara, y en este momento, me empiezo a debatir una cuestión ¿Me quiere tirar por las escaleras o quiere ser mi amiga?
Tan sólo le sonrió de vuelta, mirando inmediatamente hacia otro lado. OK. Eso fue raro.
En esta dirección está un poste doblado, con el cabello tintado de rosado, que se ve medianamente normal, hasta que ves que tiene uñas postizas, pero sin duda alguna, se ve bastante interesante.
Los demás se ven bastantes normales. Así que, dejo de prestarles atención.
A primera hora nos toca idiomas, y si, soy un extranjero. Vengo de Japón pero ya tengo unos tres años acá, y puedo decir que me acostumbre bien. A la lejanía divisó profesor. Que se ve bastante amigable, pero infeliz. Debe de tener una vida de mierda al tener que calarse a unos adolescentes todos estúpidos. Incluyéndome. Después de un saludo rápido y una sonrisa, el profesor entra y después le seguimos cada uno de los estudiantes.
Con la mirada baja, decidí intentar pasar por su lado, para así no tener que presentarme. Es obvio que algo así debería de suceder, ya lo sé. Pero, como la suerte nunca está del lado de gente como yo, me pare de inmediato en cuanto escuche levemente que el hombre carraspea suavemente.
Mierda. Mierda. Mierda. ¡Nunca te pido nada y aún pasa esto, destino! ¡No! ¡Me niego a ser el hazme reír de la clase por un mes! ¡La última vez que lo hice dije «Puta, que loco todo.»
—Buenos días alumnos, como sabrán, este año tenemos un estudiante nuevo y espero que se lleven bien. Puedes presentarte. —Dijo él amablemente. Es más bajo que yo, con cabello y ojos castaños.
Para ser sincero, realmente estoy nervioso, pero simplemente intento esconderlo. Cosa que resultó bien al presentarme en mi antiguo colegio.
Sí… Bien…
.—Mi nombre es Yūichirō… Bueno, tengo 17 años y como pueden ver tengo cara de no ser de por aquí. Obvio. Pero vivo acá desde hacer tres años o algo así, irá a saber Diosito, porque yo ni sumar sé... Ja, ja, me quiero morir. —dije yo, aguantándome un poco la risa y haciendo muecas en el proceso.
Muchos sonrieron por mi manera de presentarme. Al parecer le he sacado algunas risas a mis nuevos compañeros. Me pareció interesante que ese chico que vi, y que me pareció tan extraño, se sienta solo. ¿Es por su cabello rosado o sus uñas? ¡No importa! ¡Yo quiero ir junto a él! Prefiero que me mate con sus uñas a que me hablen.
—Bueno, puedes sentar dónde quieras. —musita amablemente el profesor y rápidamente me percato de que hay dos opciones; una de ella es con aquel tipo de ojos morados y la otra con la enana de cabello púrpura, la cuál me estaba llamando con señas. Realmente me quería sentar con el chico, pero ella se me hacía bastante interesante.
Apenas llegue ella me sonrió divertida, y yo me senté. Me sentí un poco intimidado y alegre al mismo tiempo.
—Mi nombre es Shinoa, y según tu camisa yo soy tu perra, pero según la mía, tu eres mi perra.
Después de esa presentación, supe que me había sentado con la persona indicada. Pues su actitud fue muy llamativa y graciosa, incluso he tenido que cubrir mis labios para no dejar salir algunas carcajadas. Vaya, no me arrepiento de haberme sentado acá. Y por supuesto, el profesor me miró algo molesto. Cabe decir que la tal Shinoa me habló en japonés.
—Sí, pero no es importante el tema ahora. ¿Cómo sabes hablar japonés? —Pregunté sacando mi libro de inglés y mirando de reojo al chico de cabellos rosados que sacó un libro con una imagen que no pude ver bien.
—Mi es papá japonés y se negó aprender el idioma cuando llegó acá. —Dijo riendo.
Mientras tanto en la clase estuvimos hablando y es una loca muy entretenida. Esto pasó hasta que… La puerta fue brutalmente abierta. Incluso yo me so exalte un poco por el sonido que provocó.
Todos somos diferentes, personalidad, apariencia, vida, entre otros.
Claro, eso es lo que pensé toda mi vida, pero en el momento que vi entrar por el aquella puerta a este joven, un chico raramente atractivo, muy diferente a lo que imagine ver alguna vez.
¿Qué tan diferente podría ser este chico?
—Buenos días, espero que todos hayan dormido bien, y bueno, usted profesor que desconozco el nombre puedo afirmar que se la pasó la noche en Tinder buscando pareja. Sé que está soltero, no sé preocupe, la señora María , de la limpieza, está interesada en usted. Mi misión está cumplida, sería un placer si me sienta en la parte de atrás del salón y hace como si no existiera, gracias. Y para el chico de allá atrás, el nuevo, soy Mikaela. Pero llámame mejor, el amor de tu vida.
Me empiezo a reír, escandaloso. Esta vez, ya ni me molesto en ocultarlo. Pero me percató de su suéter rosado, que dice claramente: “Owari de lo G A Y” en japonés.
—¿Tú te bañas? —sólo pude preguntar entre risas.
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