~Capítulo 8~
No dormí nada, absolutamente nada.
Luego de que Aiden se fue a casa, bebí todo lo que no pude beber en su presencia. Aunque, sin vergüenza admito, que bebí como si no hubiera un mañana.
Me fui del bar a la madrugada, en taxi, no me encontraba tan perfecta como para esperar el bus. Y menos mal que el trayecto no hizo que vomitara en el auto, como ya ha pasado. Ésta vez no me gané el odio del taxista, sólo lo torturé con charlas sin sentido.
Al llegar, me quedé un largo tiempo en la bañera, hasta que la sensación de alcohol en sangre se fue.
Si me acostaba a dormir, iba a tener el sueño tan pesado que no iba a escuchar al despertador. Y no quise arriesgarme a eso, no al ser la chica nueva que tiene que hacer buena letra para quedar efectiva.
Así que, en estos momentos, me encuentro maquillando mi rostro para borrar así todo rastro de una noche con insomnio y alcohol.
Una vez lista, emprendo mi viaje hacia el hotel. Y mientras lo hago, por primera vez desde que Aiden se fue, me detengo a pensar en la noche que tuvimos.
No lo conocí tan bien como esperaba, pero sé de una parte muy importante de su vida. Tiene un hijo, y tal noticia no la esperaba. Me sorprendió.
Pero más allá de la sorpresa, me gustaría que me cuente todo sobre él. Quiero saber todo del niño que logra que sus ojos brillen por amor, más allá de lo complicada que, al parecer, es el tema de su madre.
Quisiera también saber sobre ella ¿será Camille? Quiero saber todo de Aiden, porque desde anoche que siento más curiosidad por él.
Bajo en la esquina del hotel, y cuando estoy llegando, el auto de Aiden se estaciona en la entrada. Al verme, sonríe, me saluda con la mano, y yo hago lo mismo.
—Buenos días, Mackenzie —dice al bajar.
—¿Qué tal?
—¿Has llegado bien a casa anoche?
Ebriamente bien.
—Sí, sólo me quedé una hora más —claramente miento— ¿Llegaste a dar el beso de las buenas noches?
Sonríe, y una vez más me encuentro con sus ojos brillando de amor.
—Y a contarle dos cuentos. Se durmió luego de su vaso de leche tibia.
Ahora soy yo la que sonríe.
—Mi madre me daba un vaso de leche tibia antes de dormir. Y cuando tenía pesadillas, le agregaba un poco de chocolate. Ella decía que me endulzaba los sueños.
—Voy a ponerlo en práctica con Tyler —sonríe y mira sus zapatos. Luego vuelve a mirarme— ¿Crees que podamos repetir otra salida? Es decir, no te he hablado de Tyler como me hubiese gustado.
—Claro que sí, me encantaría oír todo sobre él. Luego me dices cuándo, ¿te parece?
Está a punto de responder, pero alguien nos interrumpe. Una de las recepcionistas le informa a Aiden sobre un viaje.
—Debo empezar a trabajar.
—Yo también, supongo.
—Luego te digo cuándo, Albóndiga.
Se ríe, y yo niego con la cabeza sonriendo, para luego dejarlo trabajar y así yo empezar con mi jornada.
Llega el tiempo de descanso, y esta vez no me encuentro con Aiden. Sino más bien, comparto el almuerzo con Jeremy. Un Jeremy que me está observando con los brazos cruzados, ignorando el tema de conversación que saqué.
—¿Qué te pasa? —le pregunto.
—¿Crees que quiero saber sobre la gente lujosa que viene aquí? —me encojo de hombros— Quiero que me hables de Aiden.
—¿Qué hay con él?
Refunfuña y me río.
—Mackenzie, tengo un tenedor en mis manos. Y no quisiera hundirlo en uno de tus ojos, son muy bonitos.
Me río un poco más.
—Fue sólo una salida, nada más.
—Cuando se trata del chico mala onda, reservado y con humor de perros, no es sólo una salida y nada más.
—De hecho no es tan así.
—¿Ya ves? Ya lo conoces mejor y todo.
—No tanto, sólo que no es del todo como dices. Aunque bueno, tendrá sus razones.
Me mira fijamente a los ojos, y yo continúo degustando mi ensalada cesar.
—Quiero saber porqué te invitó a salir.
—¿Tan mal estoy?
—No, no es eso. Sólo que contigo no es tan Aiden como lo es con todos, eso y que te invita a salir, ¿por qué?
—Dice que le caigo bien —alza ambas cejas de manera pícara— No en ese sentido.
—En el sentido que sea, quiero que me cuentes sobre anoche.
Y lo hago, le cuento sobre mi noche con Aiden. Todo sin hacer mención a su hijo, si es reservado con ese tema, y con él en sí, no tengo porque ser yo quien cuente sus cosas. Eso no sería propio de mi.
Cuando termino mi relato, Aiden entra a la sala de descanso. Nos saluda sonriente, pero no se queda, sólo entró a beber un poco de agua.
—Vaya, creí que no tenía dientes. El tío sonríe.
Me río.
—Ya, déjalo. No es tan ogro como parece.
El tiempo de descanso terminó para ambos. Lástima, me hubiese encantado escabullirme a los vestuarios para dormir una pequeña siesta. Porque luego del almuerzo, el sueño hizo por fin su presencia.
Menos mal que el turno no fue tan denso como lo esperado. Ya estoy lista para partir hacia el departamento, hacia mi cómoda y linda cama para recuperarme del insomnio.
Y para mi buena suerte, ya estoy en la grilla de días libres. Ahora podré ver como todos, cuando estoy de descanso del hotel. Y mi primer franco laboral, es mañana.
Aiden se encuentra apoyado sobre su auto cuando salgo, está hablando por el celular, así que lo saludo con la mano, pero me pide que lo espere.
Termina su conversación, y cuando se dirige a mí, me regala una media sonrisa. La presencia de sus hoyuelos me resultan de lo más atractivo.
Espera, ¿qué?
—Mackenzie Wilson —le sonrío— ¿Sabes? Coincidimos en algo.
Frunzo el ceño.
—¿En qué?
—Mañana tienes el día libre, yo también.
—¿Acaso me buscaste en la lista?
Ladea con la cabeza.
—Bueno, si lo dices así... suena un poco mal —me río— ¿Perdón?
—Descuida. Coincidimos entonces.
—Sí, y me acordé de nuestra salida.
—Soy toda oídos —mis ojos caen en como el bus pasa frente a mí. Genial, tendré que esperar veinte minutos.
Aiden sonríe y juega con su celular.
—Necesito comprar algunas cosas para el cumpleaños de Tyler. Y no quiero ir con mi hermana, me enloquece y pierdo la paciencia en segundos.
Me río.
—¿Voy a conocer a Tyler?
—Vas a conocerlo.
—Oh...
Sonríe.
—Tranquila, es un buen niño.
—Y no lo dudo, sólo... —me encojo de hombros— Dime a qué hora y en dónde.
—Centro comercial, a las dos de la tarde. Más específicamente en el mundo del juguete.
—Allí los veo.
Le sonrío, lo miro por unos segundos, y luego me devuelve la sonrisa. Nuevamente me detengo en sus hoyuelos.
Sí, será mejor que vaya a esperar el bus antes de pensar en su atractivo.
Ups, ya lo hice.
Mientras lo espero, pienso en la idea de conocer a Tyler. Eso me agrada, y mucho. Pero también pienso en cómo está siendo Aiden conmigo.
Pues primero me invitó a salir, siendo que días antes se mostraba con un humor cambiante, donde a veces me saludaba, y otras veces no. Luego, en el bar, me entero que tiene un hijo, al cual quiere que conozca ahora.
Vamos, por qué pienso tanto. No es nada de otro mundo. Aunque bueno, cuando se trata de él nunca lo sabré.
¿Tyler se parecerá a él?
¿Aiden amará aún a la madre del niño?
¿Por qué todo es complicado cuando se trata de ella?
Sí, bueno. Si voy a tener una relación de amigos con Aiden, supongo que iré respondiendo a mis interrogantes con el tiempo.
Ahora lo primero, y principal, llegar a casa y dormir. Aunque no vendría mal una copa de vino antes.
Estoy en el mundo del juguete, esperando por la presencia de Aiden junto a un pequeño niño. Estoy impaciente, nerviosa. Y creo que fui demasiado, pero exageradamente puntual.
Hasta por fin lo veo subir por la escalera mecánica. Está cargando a Tyler, un niño de cabello castaño oscuro y rizado, está de espaldas como para poder verlo bien a la distancia.
Pero una vez arriba, Aiden lo baja de sus brazos y toma la mano de su pequeño niño, que no debe de tener más de cuatro años. Me causa ternura la manera en que viste su jardinero, y sus zapatillas azules.
Cuando está frente a mí, lo observo con más atención. Hay unas cuantas pecas esparcidas por la zona de su nariz, y tiene unos hermosos ojos color chocolate. Grandes y hermosos.
No se parece a Aiden, supongo que saco el parecido de su madre.
Tyler me mira, y luego a su padre. Yo hago lo mismo, miro a Tyler y luego a Aiden.
—Campeón, ella es Mackenzie. Una amiga.
Cuando Tyler me mira, le sonrío y me agacho a su altura.
—Hola Ty, bueno, ¿puedo llamarte así? —asiente de manera tímida— Puedes decirme Mack.
—Mack —repite y le sonrío una vez más. Es hermoso y muy adorable.
Miro a Aiden, y me sonríe. Me pongo de pie, y espero a que me diga qué es lo próximo por hacer.
—Bueno, primero vamos a elegir tu regalo, hijo.
Dicho esto, Tyler salta de alegría y corre hacia el interior del mundo del juguete. Con Aiden lo seguimos por detrás mientras pasea por todas las góndolas.
—Es muy lindo, Aiden.
—Gracias —sonríe— Y creeme, una vez que pierda la timidez, te va a hablar tanto que vas a rogar que me lo lleve a casa.
Me río.
—No voy a rogar nada de eso.
Me sonríe, y luego se dirige a donde esta Tyler, quien lo llama con un tierno papá.
Cuando Tyler se decide por un camión de bomberos, vamos al patio de comidas. Yo no había almorzado, y ellos sólo habían comido una rebanada de pizza de la noche anterior.
Y llegó el momento que Aiden me dijo, mientras que él espera por nuestro pedido, Tyler me habla de su cumpleaños. Me cuenta que es el sábado, y que va a ser de la patrulla canina, me dice que es su programa favorito. Todo dicho en el idioma infantil que todos, o la gran mayoría, adoramos.
—¿Vas a ir a mi cumple? —pregunta y justo llega Aiden— Papá, ¿puede venir Mack a mi cumple?
Aiden me mira, y sonríe antes de pasarme mi menú.
—Claro que sí, mañana le llevo la tarjeta al trabajo.
Tyler aplaude feliz, y eso provoca una sonrisa en mí. Ahora centra su atención en el juguete que vino con su cajita feliz, y Aiden lo observa maravillado.
—Quiero que sea un buen día para él —dice sin dejar de mirarlo— Se merece tener un buen cumpleaños después de todo.
—Va a ser el mejor de todos, eso seguro.
Me mira y sonríe.
—Sí... no lo sé. Hay algo que me asusta.
Su mirada ahora no luce maravillada como antes, está más bien algo triste.
—¿Ella?
Aiden entiende a quien hago referencia. A la madre de Tyler.
—Camille —susurra para que sólo yo lo escuche. Pero Tyler está muy entretenido con su juguete y sus patatas fritas— Me va a preguntar por ella todo el día. Tal y como lo viene haciendo.
—¿No va a venir? Es su hijo, su cumpleaños.
Aiden suspira y ladea con la cabeza.
—Eso a ella no le importa.
—¿Qué cosas dices?
De repente me siento demasiado molesta con esa tal Camille.
—La verdad, ella ya no va a volver. Al parecer, nunca quiso tener una familia. Y ahora que recuperó su figura, está posando para revistas en Paris, esa es la vida que ella quería.
—Pero puedes cumplir tu sueño, y seguir con tu familia, con tu hijo. Esa no es excusa para que haya hecho lo que hizo.
No quiero comer, me siento muy enojada. Y no quiero que la comida me caiga mal.
¿Cómo pudo haberlos dejado? Me parece un acto muy egoísta. Muchas mujeres eligen no tener hijos, y seguir con su vida sin ataduras. Hubiera elegido eso, y todo hubiese estado bien.
¿Pero abandonar a tu hijo por cumplir un sueño? No lo apoyo. Eso si que no.
Aunque bueno, ¿quién soy yo para juzgar sus acciones? No la conozco. Pero bueno, esto ya me dice mucho de ella.
—Es más complejo que eso, Mackenzie. El tema con Camille y Tyler es más que sólo su abandono —me mira y suspira— No hablemos más de ella. Al menos no delante de Ty.
Asiento, y miro a Tyler, quien imaginó un mundo para su juguete. Es tan sólo un niño, no merece actos egoístas y con poco tacto de amor.
Miro a Aiden y está perdido en sus pensamientos. Me pregunto qué más hay sobre Camille, porque de alguna manera, le sigue afectando. Y no es sólo su abandono.
Pero no quiero que la tarde de padre e hijo se vea amargada por una mujer que ya decidió su rumbo, sin ellos. Quiero que se sonrían y se rían como antes.
—Así que... ¿patrulla canina? —pregunto y Aiden sonríe.
Me habla de todo lo planeado para el cumpleaños, y en verdad va a ser una gran fiesta infantil.
Luego del almuerzo, compramos los últimos detalles para el cumpleaños. Todo lo hicimos entre risas, olvidando el tema de Camille.
También vamos a los juegos, a los cuales muchos tuve que subir para acompañar al pequeño, mientras que Aiden se reía de mis caras. Si hay algo que no me gusta, es el carrusel y la vuelta al mundo.
Cuando salimos del centro comercial, Tyler lo hace tomado de mi mano, mientras que con la otra se frota los ojos a causa del sueño.
Llegamos a donde Aiden estacionó el auto, y lo ubica en la parte trasera, en el seguro para niños. Cuando nos subimos, por supuesto que localiza una radio country y emprendemos viaje. Tyler no tarda en dormirse.
—Le agradas —me confirma Aiden— Siempre le toma más tiempo perder la timidez.
—Bien por mí —sonríe— Es un gran niño.
—Lo es.
El resto del viaje hasta mi departamento, lo hacemos en silencio. Pero no se trata de uno incómodo, sino más bien de dos adultos que disfrutan de la música.
Al llegar, observo a Tyler, quien sigue soñando tranquilo.
—Fue una linda tarde.
Aiden asiente.
—Gracias por hacernos reír.
—Bueno, me siento un payaso.
Se ríe y niega con la cabeza.
—No, sólo que eres muy divertida. Y ambos necesitábamos una tarde de risas.
Sonrío.
—Por más risas entonces.
Extiendo mi mano, y Aiden la estrecha con la suya. Por unos largos segundos nos quedamos así, con las manos entrelazadas, mirándonos fijamente a los ojos.
—Te veo mañana, Mack —dice sin soltarme la mano, sin dejar de mirarme.
Y sin responderle, sin decirle siquiera hasta mañana, me bajo del auto sintiendo que aún estoy en la vuelta al mundo.
El auto de Aiden se pierde a la distancia, y yo sigo observando el lugar por donde se fue.
¿Qué fue ese apretón de manos? Es decir, ¿por qué tan largo, por qué la mirada?
* * *
Holland Roden siendo Mackenzie (:
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