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~Capítulo 6~


La habitación da vueltas, estoy acostada y me mareo. Siento que estoy subida a un carrusel, pero en realidad, estoy acostada en el sofá.

¿En el sofá? ¿Qué hago aquí?

Abro los ojos, y en cuanto lo hago, me duele la cabeza. Literalmente siento que un pequeño hombrecito está dentro de ella, trabajando con un martillo. Me duele demasiado.

Al menos sé que estoy en el departamento, y no es ningún otro de mala muerte. Apoyo los pies sobre la alfombra violeta, y al hacerlo, hago contacto con una botella.

En el suelo hay dos botellas de vino, una a medio terminar sobre la mesa de café blanca. Apoyo mis codos sobre las rodillas, y me llevo ambas manos hacia el rostro.

Suspiro profundamente, para luego masajear mis sienes. Quiero que el maldito dolor de cabeza acabe.

Observo la hora en el celular, es de madrugada y aún llevo puesta la ropa del trabajo desde la tarde.

Sé que llegué contenta con mis dos botellas de vino y snacks. Los snacks están intactos sobre la mesa de café, y por supuesto, no puedo decir lo mismo del vino.

Subo mis piernas al sofá, y las abrazo apoyando la cabeza sobre las rodillas. Mi mirada se encuentra en los zapatos de trabajo desparramados sobre la sala, mis ojos en los tacones, y mi mente activa con pensamientos que hacen que ese martillo imaginario sea más terrible aún.

Hace dos semanas que estoy trabajando en el hotel, y nada cambió más allá de mis tiempos. Dos semanas en un nuevo lugar, el cual me hace sentir cómoda y lejos del desastre de mi vida, del desastre que soy puertas adentro del departamento.

Hace dos semanas que llego del trabajo, y siempre, pero siempre, recurro a mi fiel y buen compañero el alcohol.

Aquí, entre estas paredes, no es necesario actuar como lo hago en el trabajo. No es necesario fingir que soy normal, porque no lo soy. Soy esto, soy la persona que bebió vino hasta dormirse en el sofá.

Dos semanas siendo una empleada en el Stellar Hotel. Dos semanas rodeada de buenos compañeros que me ayudan si algo necesito, o tienen buen trato conmigo. Dos semanas en un buen ambiente, y no todos los días se consigue un trabajo donde te sientas de tal manera.

Dos semanas donde mi relación con Jeremy fue creciendo cada vez más. Desde lo sucedido con Alice y Jared no confío en las personas, pero Jeremy me demuestra a diario que puede ser una persona por la cual romper con ese punto de no confiar.

Comparto mi recreo con él, y ese momento es muy grato en verdad. Me hace reír mucho, pues es una persona divertida. Y hasta puedo hablar de todo con él.

No me quiero adelantar, pero creo que encontré un mejor amigo. Espero que no sea un idiota.

Pero, sobre todas las cosas, son dos semanas donde me encuentro con Aiden. Algunos días lo encuentro simpático, otros de mal humor. Algunos días me saluda y me pregunta cómo estoy, otros ni siquiera me mira, o si lo saludo, me ignora por completo.

Algunos días está en la sala de descanso, pero se encuentra serio en un rincón, mientras que Jeremy me cuenta alguna anécdota divertida. Y algunos días, cuando me ve entrar a la sala, suspira como si estuviera molesto y sale, sin haber recibido un llamado por un viaje o algo por el estilo.

Es raro, pero no puedo hablar de rareza. Porque, como bien dije, yo tampoco soy normal. Pero al menos, tengo contacto con mis compañeros de trabajo, y hasta me estoy ganando un amigo. Aiden no, él no es así. No habla con nadie, sólo con sus jefes y otras veces, lo vi hablando con huéspedes.

Llevo dos semanas en el hotel, y sé los nombres de mis compañeros, sé si están en pareja, casados, con hijos o no, sé un poco de ellos. Pero de Aiden no sé nada, sólo su nombre y que vive pegado al celular, como si estuviera esperando un llamado importante que no llega.

Es un completo y total misterio. Una persona que te genera millones de interrogantes, y a la vez, sientes que nunca va a haber una respuesta al todo.

Creo que es mejor dejar de divagar por mi mente, y darme una ducha para descansar fresca pese a mi resaca.




—¿Cómo está, mi futura mejor amiga? —pregunta Jeremy cuando entramos a la sala de descanso.

—¿Ya sabes que lo voy a ser?

—Por supuesto, quiero que Chimuelo sea mi mejor amiga.

Me río.

—Por favor, no me llames así.

—Dejaré de hacerlo cuando tengas tu tan esperado gato.

Ambos sacamos nuestro almuerzo, y empezamos a hablar como de costumbre. Hasta que la puerta de la sala se abre, y entra Aiden.

—Hola, buen provecho —dice y se sienta en su esquina de siempre, para luego sacar un sanguche de SubWay.

—Igual para ti —le responde Jeremy— Entonces, ¿qué me dices, Chimuelo?

—¿Sobre qué? —dejo de mirar a Aiden. Jeremy eleva ambas cejas y sonríe pícaro, así que le niego con la cabeza para que no se haga ideas.

—Sobre hacer algo a la salida del trabajo. Vamos, tenemos que festejar.

—¿El qué?

—Que tenemos un buen empleo, y por nuestra ya evidente amistad.

Sonrío.

—Creo que puedo aceptar.

—Crees no, vas a aceptar.

Suspiro ante su mirada de por favor. Lo conozco poco, pero creo que es muy convincente.

—De acuerdo, hagamos algo a la salida —festeja y me río.

Miro a Aiden, quien degusta su sanguche mientras observa su celular. Típico.

—¿Aiden, verdad? —habla Jeremy y él levanta la vista de su celular.

—Sí.

—¿Tienes planes para hoy? —le frunzo el ceño— Puedes sumarte a nosotros, si quieres.

Aiden me mira, y luego sus ojos caen en Jeremy. Para mi sorpresa, sonríe.

¿Va a decir que sí?

—Gracias por la invitación, pero no puedo.

Oh...

—Ajá, ¿alguna novia controladora?

—Jeremy... —susurro.

—No, no hay novia controladora.

—¿Novio, acaso?

—Tampoco.

Jeremy está a punto de abrir la boca, pero lo detengo.

—Basta, déjalo tranquilo. Ya te dijo que no puede, y esa es la única respuesta que necesitas saber.

Aiden me mira fijamente, parece ser que mi actitud no era esperada por él. Jeremy dice un chiste por mis palabras, y me río sólo por compromiso. Y lo hago porque Aiden sigue mirándome, y eso me pone un tanto nerviosa.

—Bueno, será mejor que vuelva al trabajo antes de que mi futura novia Michelle venga a buscarme.

—Otra vez hablando del futuro, ¿eres vidente?

—No lo sé, pero esa chica va a ser mi novia, eso se los aseguro a los dos.

Aiden eleva su gaseosa, como si estuviera brindando por lo que dijo Jeremy, y luego vuelve a su celular.

Jeremy se levanta, lava el tupper con el que trajo su almuerzo y sale de la sala del descanso tarareando una canción.

—Has saltado a mi defensiva —dice Aiden una vez que me levanto para repetir los pasos de Jeremy.

—Sé lo molesto que es que te hagan preguntas que no quieres responder.

Aiden asiente, y me dispongo a lavar mi tupper. Cuando termino, me doy vuelta, y sus ojos están puestos sobre mí. No se toma la molestia de mirar hacia otro lado, a diferencia de ello, hacemos contacto visual.

—Tienes mayonesa —dice serio, y me atrevo a decir que hasta sensual.

Me señala en su rostro el lugar en donde tengo mayonesa, así que me limpio y siento que mi rostro arde.

—Mucho mejor —sonríe.

Bien, debo salir de aquí. Así que sin decirle nada, salgo de la sala tan apurada como nunca. Creo que lo escucho reír cuando cierro la puerta.

Sus cambios de humor me marean, otra vez siento que estoy subida a un carrusel.




Al finalizar el turno, espero por Jeremy fuera del hotel. Menos mal que traje buena ropa el día de hoy.

Supongo que hay mucho por hacer en la cocina aún, porque se está tardando demasiado. Así que, mientras continúo con mi espera, enciendo un cigarrillo.

Me detengo a observar como el sol comienza a esconderse detrás de los edificios, y muevo el pie al ritmo de la música del auto que acaba de pasar.

—¿Tienes fuego? —la presencia repentina de Aiden me asusta. Asiento con la cabeza, y le presto el encendedor. 

Ambos largamos el humo al mismo tiempo.

—Creí que no fumabas. Nunca sales a fumar como los demás —le digo.

—Lo hago, pero cuando todos ya están dentro —me río— ¿Qué?

—Nada.

—Insisto, dime.

Lo miro y me encojo de hombros.

—Es sólo que evitas a tus compañeros, ¿por qué?

—Porque vengo a trabajar, no a hacer amigos.

—Pero podrías tener un contacto con quienes trabajan contigo, sin llegar a ser amigos.

—Un hola y adiós es suficiente.

—A veces no saludas.

Ahora es él quien se ríe.

—¿Qué es esto? ¿Un interrogatorio? Dijiste que es molesto que te hagan preguntas que no quieres responder.

—¿Te molesto?

Jeremy sale justo cuando Aiden tendría que haber respondido.

—Siento haber tardado, tenía que dejar todo listo para la noche —nos mira a ambos— ¿Cambiaste de decisión? —se dirige a Aiden.

—No, sigo sin poder ir —lanza su cigarrillo al suelo y lo pisa. Me mira y recién ahí me devuelve el encendedor— Que disfruten de su salida. Y respondiendo a tu pregunta Mackenzie, no, no lo haces —supongo que ve mi rostro lleno de sorpresa, ya que sonríe— Al menos te di una respuesta, y no la evité como tú lo hiciste cuando Max te hizo una pregunta.

Se ríe, y recuerdo que Max me había preguntado si consideraba que Aiden era atractivo.

—Bien, los veo mañana.

Y dicho esto, se pierde entre la gente que pasa por la vereda del hotel.

—¿Qué fue eso? —pregunta Jeremy.

—Te juro que me hago la misma pregunta.

Sigo observando el camino por el cual se fue.

—¿El chico que con nadie habla estaba fumando contigo? —lo miro y está sonriendo, posando como pensador. Esto me hace reír— Voy a tener una noche interesante contigo, Chimuelo.

—No me vas a preguntar nada sobre Aiden.

—¡Claro que lo haré!

—No.

—Siempre consigo lo que quiero, ¿sabes?

—Creo que esto de ser amigos está empezando mal.

Se ríe, me abraza por encima de los hombros y empieza a caminar en la dirección contraria a la que se fue Aiden.

—Esta noche nos vamos a conocer mejor, mi querida Chimuelo.

—Si sigues llamándome así, creo que voy a tener que buscarle otro nombre al gato que no tengo.

Vuelve a reírse, y me habla sobre sus planes para esta noche, a dónde ir, o qué hacer.

Pero mi mente sigue pensando en Aiden. En Aiden y en que no lo molesto. En eso, y en que conmigo habla, mientras que al resto sólo los saluda.

Los interrogantes se multiplican.


* * *

Aiden (Sam Claflin)

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