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~Capítulo 5~


No es hasta que me encuentro a pocos metros del hotel que me vuelvo a acordar de Aiden.

Que mala y horrible memoria tengo. Quizá si lo cruzo hoy, me arme de valor para preguntarle dónde nos vimos, cuándo, y por qué se acuerda de mi y yo no de él. Y siento que no se acuerda como un simple "nos hemos cruzado"

Definitivamente mi memoria es la peor de todas.

Llego al hotel mucho más temprano de lo acordado. Estas ganas de no querer llegar tarde a mi primer día, y empezar con puntualidad, me llevó a llegar cincuenta minutos antes.

Michelle se ríe cuando me ve tan temprano, y me invita a pasar a la sala en la cual los empleados tienen su tiempo de break.

Me deja sola en esta habitación blanca. Si no fuera por los cuadros coloridos, podría llegar a sentir que me encuentro en la sala de un hospital. Por suerte no es así, y menos mal porque no me gustan los hospitales.

Aprovecho mi tiempo libre para estudiar los folletos que nos dió Michelle. Me capacito mientras espero a que los demás lleguen.

La puerta de la sala se abre, y me veo obligada a retirar mi vista de la pregunta "¿Cómo ser un buen anfitrión para los hospedados?"
Aiden está parado en el umbral de la puerta, con el saco de su traje colgando de su hombro. Luego de suspirar profundamente, cierra la puerta y se sirve una taza de café, dejando el saco sobre el respaldo de la silla frente a mí.

—¿Buenos días? —digo.

Se da vuelta y asiente. No dice nada, sólo hace ese movimiento afirmativo con la cabeza.

Creo que la sala comienza a sofocarme, y creo que hasta podría ahogarme en esta sensación de nervios que estoy sintiendo.

¿Por qué me siento así?

—¿No vas a desayunar? —me pregunta.

—No me gusta desayunar.

—Eso no es bueno —apoya su cuerpo sobre la mesada de la cocina que contiene la sala.

—Si vamos al caso, tomar sólo café tampoco es bueno. No es un desayuno.

Me mira por varios segundos para luego reírse. No entiendo el motivo de su risa, pero me detengo a mirar los hoyuelos que hay en su rostro.

Me detengo a mirarlo con más atención mientras se distrae con su celular. Mientras más lo miro, más me pregunto dónde lo vi, y por qué demonios no me acuerdo de él.

Frunce levemente el ceño, y sus pulgares se mueven rápido. Suspira, lee lo que acaba de escribir, y vuelve a la misma acción.

Aprovecho que sigue distraído, y lo sigo mirando. Su cabello castaño claro no está bien peinado, al menos no como los otros choferes que vi. Pero creo que este estilo de peinado es mejor para él, no lo imagino con mucho gel.

¿Acaso estás imaginando lo que le quedaría bien y lo que no, Mackenzie?

Niego con la cabeza, y podría hasta reírme de mí misma, pero no lo hago. A diferencia de ello, lo sigo observando.

Aiden deja de deslizar su dedo pulgar por la pantalla, y vuelve a fruncir el ceño. Sólo que esta vez no responde ningún mensaje. Esta vez me mira.

Me ha pillado, y no sé cómo disimular que lo estaba mirando. Aunque ya es demasiado tarde, ya que se encuentra elevando una de sus cejas.

—Yo... yo...

Los nervios podrían comerme ahora mismo, y escupirme lejos del hotel. Se ríe de mi actitud, y se sienta frente a mí.

—¿Tú qué?

—Nada.

—¿Me estabas mirando por nada? —me encojo de hombros y sonríe— Déjame adivinar... —posa como pensativo— O te parezco jodidamente atractivo, cosa que dudo. O intentas recordar dónde nos hemos visto.

Ambas, Aiden. Ambas.

—Opción B —asiente.

—Las dos veces que te vi, no estabas en buen estado.

Sus palabras me toman por sorpresa.

—Espera, ¿dos veces? —vuelve a asentir— ¿Y cómo es que no te recuerdo?

—Ya lo dije, no estabas en buen estado.

Suspiro y niego con la cabeza. Estaba ebria, eso es seguro. Es por eso que sé que lo vi, pero no tengo el recuerdo de dónde.

—¿Todo va bien? —me pregunta.

—Sí, todo va bien. Sólo que nada, eres mi compañero de trabajo y ya me has conocido bajo varias copas de alcohol.

—¿Eso está mal?

—Cuando se trata de mí sí —respondo con naturalidad. Pero lo hago con un susurro, no sé si Aiden llegó a escucharme. Por suerte no hace preguntas sobre mis palabras, aunque tampoco hubiese respondido.

—¿Puedo preguntarte algo? —lo miro— Tal vez con esta pregunta, logres recordarme.

Asiento.

—Dime.

—¿Has mandado al diablo a tu novio?

—¿Qué?

—Ya sabes, el muchacho que te estaba tratando mal.

Novio.

El muchacho que te estaba tratando mal.

Mal. Violencia.

Jared siendo violento.

¡Oh, por Dios, si! Frente a mí tengo a Aiden, quien esa noche me llevó a casa tras mi shock emocional.

¡¿Cómo pude olvidarme de él luego de su acto amable?!

—Eres tú... —me relajo en la silla.

—¿Quién soy?

—¿Esperas a que te llame mi salvador?

Frunce el ceño.

—Yo no dije eso, ni lo pensé.

—Pero esa noche alejaste a Jared, y me llevaste a casa.

—Ya ves, tú me catalogas como tu salvador —me encojo de hombros y sonríe— ¿Y bien, lo has mandado al diablo?

—No voy a hablar de eso contigo.

Asiente y nos quedamos en silencio por varios minutos. El hecho de que ahora sepa por qué Aiden me resultaba tan familiar, me deja un tanto abrumada.

—Espera —digo y me mira— Dijiste que fueron dos encuentros.

—Así es.

—¿Qué hay del otro?

Se ríe.

—Estabas en el mismo bar que yo el día más de mierda de todos para mí. Me dijiste que estabas teniendo un mal mes.

Un vago recuerdo llega a mí. Recuerdo esa secuencia, pero no el rostro de quién me hablaba. Ahora que Aiden lo dice, todo se pone más nítido.

—Vaya encuentros.

—Lo mismo digo.

—Y ahora trabajamos en el mismo lugar —se encoge de hombros— ¿Por qué había sido un día de mierda?

Niega con la cabeza y sonríe falsamente.

—Si, no voy a hablar de eso contigo —me mira a los ojos— ¿Tu mal mes sigue avanzando? —no le contesto— No hablarás eso conmigo.

—Por supuesto que no.

Se ríe.

—Pues bien, no hablaremos ni de tu novio, ni de mi día de mierda, ni mucho menos de tu mes.

—¿Y de qué hablamos?

Una de las recepcionistas irrumpe en la sala, y tras un buen día, se dirige a Aiden.

—Un huésped necesita ir al aeropuerto.

—Ya voy.

La recepcionista sale, y Aiden se pone el saco de su traje negro. Mira algo en el celular, suspira molesto y luego me mira a mí.

—¿Ya sabes para qué sector estás? —niego— Bien, suerte de todas maneras.

Podría jurar que luego de haber mirado su celular, su actitud cambió por completo. Minutos antes lo veía relajado, y ahora está completamente serio.

Se dirige hasta la puerta, pero se detiene en el umbral de la misma. Me mira por el rabillo del ojo, y espero a que me diga lo que sea que me tenga que decir.

Pero, a diferencia de ello,, niega con la cabeza y cierra la puerta un tanto fuerte. Me quedo observando la vía de su salida, como si estuviera esperando algo.

Suspiro y vuelvo a lo que estaba antes de que Aiden llegara.




Ya tengo mi uniforme, y mi sector laboral. Estoy en la parte de limpieza, y mantenimiento.

Michelle me explicó muy brevemente el funcionamiento de mi trabajo, nada de otro mundo. Además, lo general lo aprendo por experiencia propia. Como lo es con todo, claro.

Salgo de limpiar una habitación, y me meto en otra. Siguiendo el orden que me dieron, respetando mi piso, y todo lo demás.

Una vez que termino con la última habitación, bajo a la recepción. Y me doy cuenta de que los vidrios principales necesitan de una limpieza, así que me encargo de los mismos.

Un auto negro bien lujoso se detiene en la acera del hotel mientras continúo con mi trabajo. Del mismo, se baja Aiden y abre la puerta trasera. Una joven rubia, y muy linda por cierto, se baja y le da las gracias por su amabilidad de una manera sonriente.

Aiden se encarga de su equipaje, y la rubia lo mira encantada. Y por supuesto, me atrevo a decir, que no está encantada por su trato amable, sino por algo más exterior.

—¿Mackenzie? —Michelle se aparece a mi lado— He visto como has dejado las habitaciones, muy buen trabajo —sonrío y mira los vidrios, para luego mirarme a mí— Es tu tiempo de descanso.

—Lo sé, sólo que vi los vidrios y pensé en darle una mano.

—Muy atenta, pero ve a descansar. Mandaré a alguien más a terminar lo que has empezado.

Insisto, pero Michelle está muy decidida en que tome el tiempo de mi descanso. Y en verdad no lo veo como necesario cuando no me siento del todo cansada.

En la recepción está la rubia haciendo su check- in. Cuando estoy a punto de entrar a la habitación de descanso, llego a escuchar que le pregunta a las chicas de recepción si todos los choferes son tan atractivos como Aiden.

Y en la habitación, me encuentro al protagonista de sus palabras.

—Están preguntando si todos los choferes son tan atractivos como tú en la recepción —le digo para romper el silencio mientras mira su celular, pero no responde. No muestra emoción alguna, no como lo esperaba.

Al menos creí que iba a ver una sonrisa cual galán, pero a diferencia de ello, veo un rostro serio.

—Dime tú —un hombre usando la misma vestimenta que Aiden, sale del baño sonriendo— En lo que a mi respecta, según tú ¿soy atractivo?

Sonríe lleno de confianza. Justamente lo que esperaba de Aiden.

El hombre de cabello oscuro y ojos grandes y marrones espera por mi respuesta. No uso palabra alguna, sólo me río y busco mi almuerzo en la heladera.

—¿Cómo te llamas? —pregunta una vez que me siento.

—Mackenzie.

—Bien. Soy Max. Juntos somos los M & M.

¿Debo reírme?

A juzgar por la sonrisa en su rostro, creo que sí.

—Si, ¿así conquistas? ¿Con chistes malos? —dice Aiden, sin apartar la vista de su celular.

—¿Y cómo conquistas tú con esa cara de culo?

—No me interesa conquistar.

—Con razón tanta soledad.

Aiden lo fulmina con la mirada, y Max no se siente para nada intimidado, ya que lo mira fijamente a los ojos.

—La rubia piensa que Aiden es atractivo —rompo con tanta tensión, ambos hombres me miran.

—¿Y qué dices tú? —pregunta Max.

Y para mi gran alivio, una de las chicas de la recepción se presenta para pedir por un chofer. Max se levanta de la mesa y sale a hacer su trabajo. Me he salvado de responder, y gracias a Dios Aiden no espera por la respuesta.

Creo que cualquier otro hombre en su lugar, me lo hubiera preguntado otra vez.

El silencio nos invade, sólo se escucha el noticiero que está en volumen bajo en la televisión. Observo mi almuerzo, y observo a Aiden. No está usando su celular, pero si que lo está mirando fijo, como si esperara la llegada de un mensaje o llamada.

—¿Todo va bien? —le pregunto y no responde.

Era esperado, claro. Y pese a que lo esperaba, de todas maneras se lo pregunté. Soy una imbécil.

Decido poner atención a la televisión, y escuchar la entrevista que le están haciendo a un importante economista de la ciudad.

—Mi mal día de aquella noche parece querer extenderse a más.

Su respuesta logra que deje de mirar la televisión. Aiden sigue mirando su celular.

—Creí que no hablarías de eso conmigo.

—Y no lo haré, porque no te voy a contar sobre mi mal día.

Lo miro, y mientras lo hago, algo corre por mi mente. Algo que me parece muy apresurado, algo que no me animo a decir. Algo que de todas maneras libero.

—Si no quieres estar solo al salir de aquí, podemos ir a tomar algo —me mira— Sin preguntas, sólo dejar todo de lado por un rato.

Silencio. Silencio. Silencio.

Ya puedo escuchar el rechazo.

—No puedo.

Asiento.

—Sí, he ido muy rápido.

Se ríe.

—Me has invitado a tomar algo, Mackenzie, nada más —me encojo de hombros— Y no dije que no quería. Sólo dije que no puedo.

En caso de poder, ¿habría aceptado?

—Y no puedo preguntar por qué.

—Exacto.

Asiento, miro mi almuerzo, para luego mirar la hora.

—Mi tiempo de descanso terminó.

—No has almorzado.

—No tengo hambre... pero tampoco quiero tirar la comida. Si quieres, puedes comer. Si lo dejas, se lo daré a alguien que lo necesite —asiente y mira el contenido de mi tupper.

No me despido, no le digo nada. Sólo lo dejo ahí, con mi almuerzo y el sonido del noticiero. Lo dejo solo aún mirando su celular.

¿Qué demonios ha sido eso? ¿Por qué lo he invitado a beber algo?

Me arrepiento por completo de mi propuesta. Y no me arrepiento por ser apresurada, sino por lo que se trataba la invitación.

Lo invité a beber unas copas, y cuando de alcohol se trata, soy un desastre. Un total y completo lío.

Y no quiero que nadie que me conozca me vea siendo un lío.

Pensar en el alcohol me causó sed, y siento unas imperiosas ganas de saciarla con un vaso de vino o una botella de vodka.

Estoy enferma.


* * *

Hola!

Bien, creo que el día para actualizar capítulo será el martes. Ya he tomado la decisión, cada martes, un nuevo capítulo. 
Espero que la historia les siga atrapando y gustando un poquito más en cada capítulo. La verdad, estoy muy ansiosa por todo lo que nos espera con esta historia.
Antes de despedirme, les dejo una fotografía de Mackenzie y Aiden para que los conozcan y ya se den una idea de como son. Aunque claro, todo es libre a imaginación de ustedes.

Hasta el martes!

(Holland Roden y Sam Claflin) 

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