Es el día, es hoy. Es el aniversario por la muerte de mi madre.
Decir que me encuentro triste parece poco, porque lo que siento me desgarra por completo. La herida se encuentra abierta y sangrando, ardiendo. Siempre pasa lo mismo en cada aniversario.
Nunca me voy a terminar de acostumbrar a su ausencia. Sí, sigo con mi vida... como puedo sigo con ella. Pero hay muchos, millones de momentos donde necesito de mi madre, y no la tengo, sólo me queda su recuerdo.
Su recuerdo reconforta, pero sólo un poco. Sé que nunca nadie va a generar en mí todo lo que generaba ella. Su calor era único, y como tal, arde en mi corazón.
Aiden no quiso dejarme sola este día, y no pude convencerlo con nada para que se quedara tranquilo. Si no lo tenía en presencia física, de seguro me iba a encontrar con un llamado largo, de horas, como si no le importara en lo más mínimo su crédito, aún si sólo nos quedamos en silencio.
El que tampoco quiso dejarme sola, fue Jeremy. Pese a saber que iba a estar en compañía de Aiden, quiso estar a mi lado. Más cuando supo de mi horrible ataque de pánico. Cuantos más mejor, dijo.
Y quien también nos acompaña, es el pequeño Ty. Ese hermoso niño que me llenó de besos, y abrazos. Y que también llenó mi nevera con varios dibujos coloridos.
Fue a la salida del hotel que los tres se vinieron a mi departamento, y en estos momentos, de madrugada, los tres se encuentran profundamente dormidos en mi habitación.
Jeremy ronca en el colchón inflable que tuvo que traer, a mi parecer no es para nada cómodo, pero a él lo veo así.
Aiden y Tyler están en mi cama, el pequeño en el medio de nosotros, abrazando a su padre y su padre a él. Son hermosos.
Ellos lograron dormirse y soñar, mientras que yo, sólo he dado vueltas en la cama y por toda la habitación.
Incluso ahora he vuelto a levantarme para salir de la habitación en silencio para no despertarlos con mi triste insomnio.
Una vez en la cocina, lleno un vaso con agua y me siento en uno de los taburetes. El único ruido que me acompaña, es el tic tac del reloj.
Recuerdos de mi madre y con ella, se presentan en mi mente con fuerza logrando que me sienta mareada, y un poco perdida.
Respiro profundo, bebo sorbos de agua, y comienzo a llorar. Por primera vez, en esta larga noche, consigo llorar.
La echo mucho de menos, y la necesito mucho más. Necesito de sus abrazos, de sus pésimas bromas, de su humor alegre. Necesito ver su sonrisa, escuchar su risa, y su voz al cantar en la ducha. Necesito verla bailar, necesito que juguemos a un juego de mesa y se ponga competitiva conmigo, y se enoje cuando pierda.
Y necesito mucho, pero mucho, que me diga que todo está bien luego de cubrirme con la manta de colores y darme una taza con chocolate caliente.
Cubro mi rostro con ambas manos y sigo llorando. En serio la extraño, en verdad la necesito. Quiero que esté aquí conmigo, no quiero llorarla. No quiero echarla de menos. Quiero su presencia.
Algo me cubre el cuerpo, y cuando abro los ojos, noto que es la manta de colores. Aiden no tarda en rodearme con sus brazos, ni siquiera escuché que saliera de la habitación.
—Todo va a estar bien —me dice, como si fuera ella. Como si ella estuviera aquí.
Abrazo a Aiden y ahogo mis lágrimas en su ropa. Él me abraza más fuerte y acaricia mi espalda, mi cabello, me deja besos en la cabeza.
Tal vez parezca loco, pero juro sentir la caricia de mi madre en la caricia de Aiden, y eso me hace sonreír.
En la mañana, Nancy pasó a buscar a Tyler, y con Aiden y Jeremy, pasamos por el cementerio antes de dirigirnos hacia el hotel.
En la entrada, compré las flores favoritas de mi madre, las amapolas. Y les pedí a Aiden y Jeremy que me dejaran un momento a solas, decisión que respetaron. Decisión que a la distancia observan, por si llego a necesitarlos.
Cuando mis ojos caen en su nombre, y en su tiempo de vida, mis ojos se llenan de lágrimas de manera automática. Me arrodillo en el suelo, y lloro por ella mientras pienso que la extraño, mientras pienso que la amo.
Dejo las amapolas en su lugar correspondiente, quito alguna que otra maleza, y me siento en el suelo con las manos entrelazadas.
No digo nada, sólo me detengo en mis pensamientos, en mis emociones. Pienso en nosotras, en la relación que tuvimos, y todo mi ser se revoluciona con cada emoción.
Las lágrimas siguen saliendo ante cada recuerdo, mi corazón sigue ardiendo en cada latido. Es un hermoso calor que siempre me reconforta, tal como ella lo hizo en vida.
Y mis pensamientos se apagan con uno que se aparece de manera repentina. Pienso en mi padre, y cuando pienso en él dejo de llorar.
¿Qué será de él? ¿Vendrá a verla? ¿Tendrá pareja? ¿Seguirá en el país? ¿Seguirá... vivo?
La verdad es que me gustaría tener alguna respuesta a todas esas preguntas. Una parte de mi sigue dolida por su abandono cuando más lo necesitaba, sigo enojada con él. Y la otra parte, la que aún lo espera, piensa que le gustaría saber de él.
Hubo una vez que lo busqué, pero mi búsqueda terminó siendo un total fracaso. No encontré nada. Lo cual es raro teniendo en cuenta cómo avanzó todo en la tecnología y demás, pero fue lo que pasó, no obtuve ningún tipo de información.
Tal vez por algo pasó así. Tal vez me iba a encontrar con un hombre ajeno al recuerdo que tengo de mi padre. Tal vez me iba a rechazar. Tal vez iba a volver a ser herida, no lo sé.
Tuve la intención de buscarlo, algo que él nunca tuvo conmigo. Aunque bueno, eso es algo que tampoco sé con exactitud.
Mi padre es una gran incertidumbre que me va a acompañar a diario por el resto de mi vida, porque en vez de obtener respuestas, se me siguen sumando preguntas.
Salgo de los pensamientos dedicados a mi padre, y me concentro en el momento, vuelvo a estar presente en el cementerio, vuelvo a pensar en mi madre.
Sólo que esta vez, llamo a Aiden y Jeremy y les hablo de ella, y a mi madre les hablo de ellos.
Mi madre debe estar feliz de verme tan bien acompañada por personas que en verdad valen la pena.
Estoy segura que en vida sería una gran fan de Aiden. De ese tipo de madre que no sabes si en broma o que, pero prefieren a tu pareja antes que a ti.
Y de tan sólo imaginar la posible relación que habría entre ellos, vuelvo a sonreír.
En el viaje al hotel, el ambiente en el auto de Aiden cambia por completo. Cuando íbamos al cementerio, nos abrazaba un silencio que para mí era desgarrador.
Pero ahora, Jery está entonando las canciones que pasan en la radio, incluso aunque a muchas de ellas no se las sepa. Aiden se parte de la risa ante sus bailes y su manera de imitar a los cantantes. Y escuchar su risa, ver la manera en que su rostro se transforma ante esto, me hace sentir bien, muy bien.
La alegría de Jeremy, y la risa de Aiden, no tarda en llegar a mí. Me siento con ganas de cantar y bailar gracias al contagio de mi mejor amigo, y tengo muchas ganas de reír gracias al increíble hombre que tanto amo.
Pensé que iba a ser un día largo y difícil, pero creo que se trata de atravesar los momentos duros con las personas correctas. Personas que logran que sientas menos peso sobre tus hombros, personas que logran que sonrías pese a todo el lío y el dolor. Personas que te dan una mano, un abrazo o un hombro para llorar, pero que luego te recuerdan que la vida va más allá de aquello que te hace mal.
Ahora, a los cantos de Jeremy, se le suma Aiden y yo no puedo evitar reírme cuando ninguno se sabe la letra, pero se las ingenian para inventar una que vaya al ritmo de la música.
Ellos sí que son, en verdad, personas que valen la pena. Vale la pena que ahora me esté riendo cuando mi corazón duele por no tener a mi madre.
Y sé que ella prefiere esto, que me esté riendo hasta que por la risa, me salga el sonido de un cerdo. Ella y yo sabemos que cuando eso pasa, es porque no doy más de la risa.
Ahora Aiden y Jeremy empezarán a saberlo. Pero, mientras lo descubren, me burlan por mi sonido.
* * *
Buenas noches. Al menos según Argentina.
Éste es el primero de los últimos dos capítulos de la novela. En breve subo el capítulo final.
En cuanto al epílogo, aún no lo escribí. Pero si las emociones me lo permiten, y mis ojos miopes igual, voy a escribirlo hoy antes de irme a dormir.
Parece que pasó todo demasiado rápido, ¿cierto? Pero tenía que darles un cierre a Mackenzie y Aiden, si la extendía más, la iba a arruinar con lo repetitivo del todo y no quise eso.
Espero que sepan entenderlo, pese a que muchos hayan dicho que faltaba más.
Ahora sí, los dejo por un momento.
Nos volvemos a leer en breve. Primero dejen que cene algo que mi estómago me está pasando factura.
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