Aiden me envió un mensaje diciendo que lo espere en la puerta del hotel, y aquí estoy, mirando hacia todos lados, esperando por su aparición.
Mis compañeros de turno ya se fueron, Jeremy se quiso quedar a esperar conmigo, pero a último momento tuvo una repentina invitación de Michelle a cenar.
Cuando Michelle supo que sé lo de ellos, se puso nerviosa, como si la fuera a juzgar o algo por el estilo. Pero ya he visto lo bien que le hace a mi amigo, y con eso ya tiene mi total apoyo y aprobación.
Incluso hasta uno de los jefes los vió, creí que iban a tener problemas, pero él les sonrió y le dijo a Jery que la cuide muy bien. Sospecho que es muy amigo de Michelle, así como lo soy con Jeremy, porque su sonrisa fue la misma que la mía al verlos.
Otro mensaje de Aiden me llega, dice que está un poco atrasado por el embotellamiento, pero que no tarda en llegar. Así que decido esperarlo sentada en la recepción del hotel, mientras tanto, me pongo al día con las noticias del país.
Al cabo de unos minutos mi celular vuelve a vibrar con la llegada de un mensaje de Aiden.
No te veo por ninguna parte, dime que no te fuiste
Al leerlo, pongo mi vista en la entrada del hotel, y lo veo observando en todas las direcciones posibles. Hasta que me encuentra con su mirada, parada detrás del cristal de la puerta, suspira aliviado y me hace señas de disculpas. Me encojo de hombros, sonrío y salgo a su encuentro.
Aiden no mira en dirección al hotel, no se asegura de que nadie nos esté mirando, y me deja un breve beso en los labios.
—Te eché de menos, Mackenzie —me río— No, en serio —sonríe— ¿Nos vamos?
—Por favor.
Se me hizo tan larga la espera, que sólo quiero salir ya de aquí. Y creo que por eso mi súplica sonó un tanto desesperada, al menos lo hice reír.
Nos subimos a su auto, y una vez dentro, enciende la radio de música country, por supuesto.
—¿Te molesta? —pregunto.
—Tú manejas, tú eliges la música. Pero respondiendo a tu pregunta, no, no me molesta. Creo que a este paso, me vas a meter en el mundo del country.
Sonríe y emprende viaje hacia mi departamento. Me cuenta de su día, y yo le cuento del mío. Sin mencionarle sobre mi mañana, y mucho menos sobre la larga espera.
—¿No se te hizo larga la espera? —me pregunta, y cuando lo miro se encoge de hombros— Porque a mi sí. Miraba la hora a cada rato, y avanzaba tan, pero taaan lento que pude haber muerto de la desesperación —me río— Ríete todo lo que quieras, pero es la verdad.
—Y lo entiendo, porque me pasó igual.
Me mira y sonríe.
—¿Si?
Asiento.
—No veía la hora de que el turno terminara y estar contigo.
Y al darme cuenta de como salieron mis palabras, y de la forma en que lo dije, mis mejillas no tardan en arder. Y ante la vergüenza por ello, agacho la mirada, deseando que la tierra se abra y me devore.
—Yo también no veía la hora de estar contigo —me armo de valor y lo miro, al hacerlo me sonríe— Y eres más hermosa con tus mejillas coloradas.
—¡Aiden!
Me tapo el rostro cuando siento que soy más tomate que persona, pero termino sonriendo por sus palabras.
Llegamos al edificio, y subimos hasta mi departamento, el cual para mi buena suerte no se encuentra hecho un lío. Salvo por la botella de vino vacía junto al fregadero. Aiden la ve, pero no dice nada.
—¿Pedimos delivery? —me pregunta mientras escondo la botella vacía, presa de mi vergüenza.
—Claro.
Aiden llama al delivery de pizza, me pregunta sobre mi preferencia, y le respondo dándole la espalda, aún mirando en dirección en donde oculté la botella vacía.
—Mack... ¿qué sucede? —pregunta al terminar la llamada.
—Sabes lo que sucede, lo viste.
Mis hombros comienzan a temblar, y Aiden no tarda en llegar a mí para rodearme con sus brazos. Apoyo mi cabeza sobre su pecho, escucho el latir de su corazón y mojo su camisa con mis lágrimas. Aiden me acaricia la espalda, el pelo, y me dice que tranquila.
—Nadie dijo que iba a ser fácil, Mack. Pero no te castigues demasiado tampoco —hace que lo mire y seca mis lágrimas— No eres esa botella de vino.
Me río y abro la alacena en donde la oculté. Allí hay otras tres botellas de alcohol vacías, junto a dos que están por la mitad.
Aiden hace una mueca, pero enseguida cierra las puertas, y vuelve a abrazarme.
—No eres eso, ya deja de castigarte, por favor.
—Si no soy eso, ¿qué o quién soy?
Me mira a los ojos. Me acaricia las mejillas, aparta mi cabello del rostro, y pese a ser una llorona, me sonríe con amabilidad.
—Eres Mackenzie Wilson, quien ama los caramelos ácidos, el KitKat y la Nutella. Quien ama ponerle Nutella al KitKat —me río— Y no olvidemos de tu fanatismo por Chimuelo, y las albóndigas. Es tanto tu fanatismo que tus mascotas se van a llamar así —se detiene a pensar en qué más puede agregar— Eres la persona que cuando estés triste, te va a dar una manta colorida, y leche con chocolate —sonrío y seca el último rastro de lágrimas— Eres más que eso que me has mostrado. Sólo es cuestión de tiempo para que tú también lo notes, y lo vas a notar, estoy seguro de ello.
Me sonríe. Me regala una sonrisa llena de paz y confianza. Joder... me odiaría tanto si lo decepciono.
Y así, sin decir nada más, sin esperar por una respuesta de mi parte, me besa. Finalmente, luego de este largo día, nuestras lenguas hacen su contacto.
Sus manos, que aún permanecen en mi rostro, se deslizan hasta mi cintura. Las mías continúan en su pecho.
El beso se torna más intenso, si es eso posible, y la intensidad lleva a que Aiden me acerque más a su cuerpo. Pongo mis manos sobre su nuca, mientras que él hunde sus dedos en mi espalda.
Me alejo mordiendo su labio inferior, viendo su mirada de deseo, que de seguro es igual que la mía. Nos volvemos a besar junto a la aceleración de nuestras respiraciones, y es ahí cuando siento su intimidad contra la mía.
El timbre suena, y entre risas nos alejamos del beso. Me río, sí, pero creo que odio al delivery.
Aiden se encarga de recibirlo, y mientras tanto, me dirijo a mi habitación para ponerme más cómoda. Y por supuesto, con eso me refiero a estrenar mi camiseta de Chimuelo.
Así que me coloco un short verde, junto a la camiseta larga que ya comienzo a amar. Salgo de mi habitación, y Aiden está colocando todo en la mesa de café, pero cuando me ve, deja de hacer lo suyo y me sonríe.
Sus ojos se deslizan por mi cuerpo, y pese a estar vestida, me siento desnuda. Cuando nos volvemos a mirar, me vuelve a sonreír, pero de una manera más especial.
—Eres hermosa, Mackenzie Wilson.
Sonrío y me acerco hasta él. Nos sentamos en el sofá y empezamos a devorar la pizza entre charla, risas, anécdotas y risas otra vez.
No me preguntó nada acerca de hoy en la charla, cosa que sin decir nada le agradezco. Después del momento que tuvimos al llegar, ahora sólo quiero disfrutar de mi momento con él. No quiero volver a llorar.
Aiden me hace reír tanto, que la panza comienza a dolerme. Pero es un dolor agradable, claro que sí. Es una risa que me hace olvidar la mañana que tuve, una risa que no me hace pensar en las botellas que hay en la alacena. Una risa que me hace sentir menos desastrosa, menos problema y más persona.
Una vez que terminamos la pizza, y de beber el zumo de naranja. Me recuesto en el sofá y apoyo mi cabeza sobre las piernas de Aiden. Nos quedamos así, en silencio, con sus manos acariciando mi rostro y mi cabello.
Nos miramos a los ojos, y siento que no hace falta decir nada, porque con la mirada nos decimos todo. Absolutamente todo.
Aiden sonríe, y cuando le devuelvo la sonrisa, la dibuja con su dedo índice.
—¿Sabes una cosa? —me pregunta y le niego con la cabeza— Te quiero.
Y mi mente se instala en la primera vez que me lo dijo, y en mi respuesta... "oh" respuesta que para ese entonces para él fue suficiente, pero que ahora, para mí, no lo sería. Así que me siento, respiro profundo y lo miro a los ojos.
—Y yo te quiero a ti, Aiden.
Me sonríe, le sonrío y le vuelvo a repetir que lo quiero, que lo quiero mucho. Decirlo me hace bien, me hace sentir liberada, me hace sentir paz. No tuve miedo de decirlo, y no tengo miedo ni vergüenza de repetirlo.
Cuanto más lo repito, más parece que le gusta que lo diga, porque su sonrisa se extiende más ante cada te quiero.
Y a modo de respuesta, sus labios no tardan en hacer contacto con los míos, al igual que nuestras lenguas. Nos besamos siguiendo la misma intensidad que tuvimos en la cocina, siguiendo el mismo ritmo de beso. Danzamos con el deseo y el te quiero.
A los pocos segundos, su cuerpo se encuentra encima del mío. Mis piernas están abiertas, alrededor de su cintura. Mis manos se hunden en su cabello, mientras que las suyas me acarician el cuerpo.
Sus besos pasan a mi cuello, y gimo cuando su lengua hace un pequeño recorrido. Con mi mayor fuerza hago que se siente, y me siento encima de él, sintiendo su sexo contra el mío.
Nos seguimos besando, y entre cada beso, desabotono su camisa. Cuando su pecho está al total descubierto, lo acaricio, paso mis dedos sobre el poco vello que tiene.
Aiden me quita la camiseta, y observa mi torso desnudo, para luego observarme a mí. Hay fuego en su mirada, un deseo que quiero explorar, porque quiero esto, quiero tener sexo con él. Quiero apagar mi mente y disfrutar de su compañía de esta manera.
Aiden se quita la camisa, y me muerdo el labio inferior al verlo. Definitivamente sí, quiero esto, y él lo quiere también. Y sabe que no necesita ninguna aprobación de mi parte, porque ya le di a entender que lo deseo tanto como él.
Aiden se pone de pie, pero me lleva consigo, me alza con sus brazos y apunta en dirección a mi habitación.
Mi corazón comienza a latir con fuerza, mi respiración se acelera, y mi deseo me hace arder en llamas.
Aiden me recuesta en la cama, y no tarda en recostarse encima mío, ahora vistiendo sólo con su bóxer azul.
https://youtu.be/GN56UJgr9Jg
* * *
Mientras escribía el final del capítulo, esta canción de Ed empezó a sonar. Hasta que me di cuenta que queda muy bien para ellos. Así que encontré la canción de Mack y Aiden.
Ahora, no me maten si querían detalles sucios jajaja. Puede que en otro encuentro, pero así como lo hice ahora, me gustó. Dejando todo a su libre imaginación.
Espero que hayan amado tanto ese momento como yo al escribir. Ahora sólo queda leerlos en los comentarios...
Pd: Voy a tener que cambiar la portada de la novela. Me han comentado que la tiene otra chica, y pese a ser historias distintas, no quiero problemas con la autora.
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