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~Capítulo 20~


Estoy en el parque que está a una manzana del hotel. Aún es demasiado temprano como para entrar.

A mi alrededor la gente parece estúpidamente feliz, en verdad. Persona o niño que miro, lleva una enorme sonrisa en su rostro. Bien, tal parece que llegué demasiado tarde a la repartición de las sonrisas y la alegría.

Ellos felices, riendo a carcajadas, con ese brillo especial en sus ojos, y yo aquí... sentada en este horrible banco verde, acompañada por todos los demonios que habitan en mi mente. Oh, y por supuesto, no olvidemos las ojeras que ni siquiera me tomé la molestia de cubrir con maquillaje.

Un suspiro se escapa de mis labios, y cierro los ojos. El cantar de los pájaros se presenta, pero el ruido de la ciudad los apaga como para poder apreciarlos de buena manera.

Vuelvo a abrir los ojos al recordar lo que va a suceder hoy ni bien entre al hotel. Primero y principal, sé que voy a tener a Michelle encima mío, y sé también que es muy posible que quiera tener una charla.

Y en segundo lugar, tengo que enfrentarme a Aiden después de la noche que tuvimos, después de haber visto la horrible parte que tanto le he estado ocultando. Y supongo que él también querrá tener una conversación conmigo.

Se me vienen encima cosas que no estoy segura de poder soportar. Estoy acorralada, y sin salida. Por más que intente huir, será siempre en vano. Ya está, el disfraz se cayó, me descuide, me descarrilé. Y he aquí las consecuencias de mis actos.

—¿Mack? —reconozco esa voz. No tengo que levantar la vista del suelo para saber de quién se trata. Y si no fuera por su voz, también lo reconocería por sus zapatos bien lustrados.

Al ver que no le respondo, Aiden se sienta a mi lado. Niego con la cabeza y vuelvo a suspirar.

—Una tía vive a cinco cuadras de aquí —me cuenta, como si le hubiera preguntado qué hace aquí— Tuve que dejarle a Ty —suspira y mueve su pierna izquierda, como nervioso o impaciente. Luego de unos segundos deja de hacerlo— ¿Cómo estás? La verdad es que... me he quedado preocupado.

Y por primera vez desde que llegó aquí, me decido a mirarlo a los ojos. Lleva la mirada cansada, y por un momento siento que estoy mirando mi reflejo en un espejo.

—No tienes que preocuparte —intento sonreír— Es verdad, anoche perdí los estribos, pero no es nada —sigo con mi intento de sonrisa— Lo cierto es que... nada, una tontería. Me he enterado que Alice y Jared están juntos, y la noticia me golpeó muy mal —la excusa me parece perfecta, así que sigo— Necesitaba descargarme, o distraerme, lo que sea. Y pude distraerme en la cena y en los juegos con Ty, pero ya sabes, el alcohol es un mal compañero cuando estás triste o enojado —me encojo de hombros— Lo siento por eso, pero estoy bien.

Vuelvo a hacer mi intento de sonrisa, pero ni eso ni la excusa parece que lo convencen. Me sigue mirando de la misma manera, me estudia con sus ojos cansados. Literalmente siento que está viendo todo lo que hay en mi interior, siento como si me estuviera leyendo con atención.

Aiden niega con la cabeza, sin dejar de mirarme a los ojos.

—Mack, lo siento pero no te creo.

Me río.

—Pero es la verdad, lo juro ¿quieres ver sus fotos juntos? En realidad se ven lindos.

Quiero sacar el celular de mi chaqueta, pero detiene mi movimiento con su mano y vuelve a negar con la cabeza.

—Me estás mintiendo. Te creo la parte de Jared y Alice, pero no creo que el motivo de anoche hayan sido ellos. Siento que hay más, mucho más —me vuelvo a reír— Está bien, ríete, hazlo, pero sigo sin creerte —hace una mueca— Tal vez no lo recuerdes, pero anoche me has dicho cosas que quedaron dando vueltas en mi mente, es por eso que tengo mis dudas y es por eso que no te creo. Es por eso también que estoy preocupado, y que me has asustado. Y yo no quiero que me mientas, Mackenzie, sé que algo tienes y que no quieres hablar de ello. Pero la solución no es el silencio ni mucho menos la negación.

Se queda callado, por fin, y espera a que diga algo. Tengo todo al descubierto, por supuesto que no iba a creer mi excusa. Aunque tampoco es del todo una excusa si se lo piensa con más detenimiento...

—Vale ¿por qué no te abres un consultorio? —frunce el ceño— Digo, por tu discurso psicológico.

—Mackenzie...

—Si te digo que estoy bien, es porque es así.

—Tu rostro me dice totalmente lo contrario.

—Sólo no me he puesto maquillaje, eso es todo.

Suspira y noto su frustración.

—Maquillaje... —niega con la cabeza y se pone de pie— Algo tienes, algo que ni siquiera el maquillaje puede cubrir, y tengo la leve sospecha de lo que pueda ser, sólo que... no quiero decirlo yo.

Me pongo de pie y lo enfrento.

—¿Qué crees que tengo?

—No voy a decirlo.

—Hazlo, ya que te jactas de saberlo todo.

—Mackenzie, sólo quiero ayudarte.

—¿Con qué o en qué? ¡Yo estoy bien!

Niega con la cabeza y sus ojos caen en la botella de una nueva falsa agua que tengo en la mano.

—¿Y por qué llevas vodka en esa botella?

Ante su pregunta, mis ojos se llenan de lágrimas de forma rápida, demasiada para mi gusto de hecho. Mi piel se eriza, y mi estómago duele como si hubiera recibido un puñetazo. Me muerdo el labio inferior, al punto de sentir el sabor de la sangre al lastimarlos por la fuerza en que lo hago.

—Sólo déjame en paz.

—No, no lo haré. Esta vez no me alejaré de ti, Mackenzie. No lo haré.

—¡Si lo harás! —la gente estupidamente feliz de nuestro alrededor me miran. Sé que estoy montando un show, pero no me importa en absoluto. Las lágrimas viajan por mi rostro y terminan en mis mejillas.

—Sólo quiero ayudarte.

—Yo no necesito tu ayuda ni la de nadie, quiero que me dejes en paz —Aiden intenta acercarse, pero lo vuelvo a alejar de manera brusca— ¡Déjame en paz!

En sus ojos hay una mezcla de emociones que se transmiten de mejor manera en las muecas que se presentan en su rostro. Pasa del enojo a la tristeza, y de la tristeza a la decepción. Para llegar, finalmente, a la resignación.

Aiden niega con la cabeza y mete sus manos en los bolsillos de su chaqueta marrón. Se encoge de hombros y me mira mientras me seco las lágrimas.

—No quieres hablar, bien, lo entiendo. Pero respóndeme una cosa, ¿qué ganas con el silencio?

Me río.

—Sigues con tu papel de psicólogo —frunce el ceño— No quiero hablar porque no hay nada por decir, Aiden —sus ojos caen nuevamente en la botella— Es agua lo que llevo aquí —me mira a los ojos— ¿Qué? ¿Me vas a pedir que lo compruebe? —me vuelvo a reír— Sólo déjame en paz, eso es todo.

—¿Eso es todo? —ruedo los ojos y suspiro molesta— ¿Después de todo lo que pasó ayer me dices esto? Sigo preocupado por ti, Mackenzie, y tú sólo me dices que te deje en paz, que eso es todo.

—Es que es eso lo único que necesito.

—Y yo necesito entenderte, saber que te pasa, ayudarte.

—¡Uf! Otra vez con lo mismo. No me pasa nada, no necesito tu ayuda. Y no hay nada que entender —quiere decir algo, pero lo interrumpo. No soy capaz de volver a escucharlo— Basta, Aiden, suficiente. Te pido disculpas por el show de anoche, pero ya sabes el motivo. No hay nada más, no me estoy callando nada ni mucho menos necesito tu ayuda.

Nos quedamos callados, sólo se escucha el ruido molesto de ciudad. Pero sus ojos siguen puestos en mí, y con ellos siento que me está diciendo todo lo que no se anima a decirme. O más bien no lo hace porque sabe que no vamos a llegar a nada.

—No te creo —dice al fin— Y estoy seguro de que no estoy equivocado. Estoy seguro también de lo que llevas en la botella no es agua —suspiro y niego con la cabeza— Puedes enojarte, puedes decirme todo lo que quieras, pero no te creo, lo siento. Tienes un problema, lo noto, y muchas cosas en ti me cerraron luego de anoche. Y es por eso que quiero ayudarte, decirte que estoy contigo —ahora es él quien suspira— Miénteme todo lo que quieras, pero no te mientas a ti, eso nunca. Cuando quieras hablar con la verdad, sabes dónde y cómo encontrarme. Te veo en el hotel.

Y sin dejarme tiempo a responder pasa por mi lado dejando el rastro de su colonia en el paso. Sus palabras quedaron resonando en mi mente cansada y ruidosa. Si se hubiese quedado un poco más, de todas maneras no le habría respondido, me ha dejado perpleja.

A mi alrededor el mundo sigue avanzando, las personas caminan, otras corren, algunas ríen y otras se pierden en sus celulares. Un perro negro le ladra a otro marrón para luego empezar a jugar, quien parece ser la dueña se ríe y los sigue.

Todo se mueve, todo avanza, y yo sigo parada en el mismo lugar, con la mente echa un lío y en mi vida mucho más.

Una vez más, como tantas veces repetidas, las lágrimas vuelven a acompañarme. Me canso de llorar, pero el llanto está siempre presente para que al más mínimo tacto en mi fragilidad, me quiebre por completo. Últimamente soy más lágrimas que persona, y lo detesto.

No puedo ir a trabajar así, o más bien no quiero. No quiero enfrentarme a todo lo que allí me espera. Sólo quiero encerrarme en el departamento y perderme hasta desmayarme.

Observo la hora en el celular, y noto que ya es tiempo de ir entrando al hotel. Pero no lo hago, por supuesto que no.

Mi destino no es el hotel, sino mi departamento. Así que me subo a un taxi y le indico la dirección.

Cuando paso frente al hotel, miro hacia otro lado. No vaya a ser cosa de que justo me encuentre con uno de mis compañeros, jefes o Aiden.

Para mi buena suerte, el taxi no tarda en llegar al departamento. Adoro viajar cuando no es horario de embotellamiento.

Cuando entro, y cierro la puerta detrás de mí, observo lo desastroso que está. Hay botellas de alcohol vacías tanto en la mesa de café como en el suelo. Incluso hay bebida derramada que no limpie. También hay colillas de cigarrillo, y envoltorios de comida patatas fritas.

Todo aquí es un desastre, la mismísima representación de lo que soy. Antes me tomaba la molestia de al menos limpiar un poco, ahora ni siquiera eso ¿y me molesta? Pues no, me da igual, como todo últimamente.

Me siento en el sofá, encima del envoltorio vacío de Lay's, dejo el celular sobre la mesa de café, que más de eso parece la mesa de vino y vodka, y cojo la botella de falsa agua.

Pongo los pies sobre la pequeña mesa, y empiezo a beber. Al principio me quema y me molesta su sabor, pero más bebo y más me acostumbro, al punto de ya no sentir nada.

El celular suena con la llegada de mensajes, suspiro y chequeo de quien se trata.


JERY

Chimuelo, dónde estás? Te está buscando Michelle. Te sientes mal o algo? Si es así, llámala


MICHELLE

Buen día, Mack. No has venido aún. Tuviste problemas o te sientes mal?


AIDEN

Por qué no has entrado? Hazme saber noticias tuyas, por favor



No le contesto a ninguno. No, ni siquiera me tomo la molestia de al menos responderle a Michelle. Y como no le respondo me llama, no contesto y me vuelve a llamar. Nuevamente no contesto, y me llama una vez más.

Mientras observo la entrada de sus llamadas, y los mensajes que me siguen llegando, sigo bebiendo y hasta llorando.


AIDEN

Mackenzie, por favor, aparece

Estás en tu departamento? Dime al menos eso, no diré nada aquí

Mack... no me hagas esto. O más bien, no te hagas esto a ti y aparece, estamos preocupados.


MICHELLE

Nadie aquí está enojado contigo, Mack, pero te corre la falta. Por favor, en cuanto puedas, llámame.


JERY

Por qué siento que Michelle y Aiden saben algo que yo no? Ahora estoy demasiado preocupado por ti



No quiero leer ningún mensaje más, ni siquiera ver que me están llamando para no atender. Así que apago el celular y me dirijo al equipo de música. Localizo en una estación de radio con música divertida y le subo el volumen. Dicen por ahí que cuando los problemas hacen mucho ruido, le subas el volumen a la música. Pues bien, sigo el consejo.

Mientras bailo al ritmo de la música sigo bebiendo, me mareo, me río y sigo bebiendo. La botella de falsa agua se me termina, así que la arrojo al suelo y busco la botella real de vodka.

Mi cuerpo se siente dormido, pero a la vez se mueve como si tuviera mucho ritmo. Soy una marioneta dirigida por el vodka. Tal pensamiento me hace reír.

Me río y empiezo a girar, sin dejar de reír. Hasta que mi cuerpo no da más y me desplomo en el suelo. Lo bueno de todo esto es que no solté la botella, al menos soy atenta en eso, me caigo bien.

Una vez sentada en el suelo, las lágrimas se vuelven a presentar. Tengo una mezcla de emociones que ni yo entiendo. Hace unos segundos me estaba riendo y ahora lloro.

El líquido sigue bajando por mi garganta, y se hace fuego en mi estómago. Gotas de sudor frío se presentan en mi frente, y mis ojos se van cerrando de a poco.

Estoy cansada, tengo sueño, quiero dormir, pero quiero seguir bebiendo. Esto no es justo.

Me acuesto en el suelo, abrazada a la botella a medio terminar, con la música que sigue sonando con una canción de... ¿Selena Gómez? No lo sé.

Cierro los ojos, pero unos golpes en la puerta me despiertan. Argh, algún vecino quejándose de la música.

—¡Mackenzie! —reconozco esa voz, o eso creo ¿acaso es Aiden?

Vuelve a llamarme y a golpear con furia y desesperación. Pero no soy capaz de levantarme del suelo, ni siquiera de hablar para decirle que se vaya.

Tan sólo cierro los ojos y me duermo con Aiden llamándome a los gritos y la música que no deja de sonar.

* * *

PERDÓN POR MI AUSENCIA! Pero aquí estoy, volví, sólo me perdí varios días y perdón por eso. Pero tranquilos, no me maten, tienen este capítulo y mañana otro para recompensar mi ausencia. Gracias por esperarme, y leerme siempre pese a todo.

¿Les va gustando lo que va de la historia? Yo sufro escribiendo estas cosas, así que sufran conmigo sino no se vale (?)

Les dejo una canción, que además de romperme el corazón por Demi Lovato, me rompe el corazón también por Mack... vamo a llorar


https://youtu.be/-V0UU4_ENrc

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