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~Capítulo 16~


Saber que Jared y Alice son felices conmigo fuera de foco, me sacude por completo el alma, causando un dolor en mi corazón, como si no hubiera tenido suficiente.

Es algo que no entiendo, que me cuesta demasiado comprender. Es algo tan desgarrador que simplemente prefiero no tratar.

¿Ellos son felices sin mi? ¿A costa de lo que me hicieron? Pues bien, que disfruten de su felicidad. Con todo el dolor del mundo, lo acepto. Y lo hago por la simple cuestión de dejarlos atrás, como ellos hicieron conmigo.

Aunque hay algo de todo esto que rescato. Ya no los quiero. Verlos así me generó una profunda angustia, pero fue la última, no más lágrimas por ellos, no las merecen y yo no las necesito.

Fue tan horriblemente doloroso saber de su traición, y este dolor fue el último. Fue el desencadenante para que ya no los quiera más.

Adiós Jared, adiós Alice. En algún momento los quise, y mucho. Pero ya no, no lo hago más. Hoy les digo adiós, y por ese cariño que alguna vez les tuve, y dejando todo lo que me causaron atrás, les deseo lo mejor.

¿Por qué? Simple; no quiero vivir con rencor, ni odio. Simplemente adiós.

Siento un profundo alivio cuando le cierro la puerta dejándolos atrás, muy lejos mío. Y el alivio completo, es no guardarles rencor. Si viviera con odio hacia ellos, hacia lo que me hicieron, sólo yo pagaría las cuentas de ese sentimiento, y no quiero eso. Suficiente ya tengo con mis días.

Me encuentro en el tiempo de descanso, y decidí salir al patio trasero del hotel. Max se encuentra fumando a pocos pasos de donde estoy, me saluda con la mano y una sonrisa simpática. Le devuelvo el saludo con la mano, pero sin la sonrisa que él usó. Y tras mi antipática reacción, eleva ambas cejas y se pierde en su celular.

Apago mi cigarrillo y cojo la botella de falsa agua. Esta mañana, antes de salir, la cargué con vodka. Aunque bueno, justamente bebo dos tragos como si el líquido no me quemara y fuera agua refrescante de verdad.

Jeremy se presenta en el patio, y Aiden lo sigue desde atrás. Oh, genial. Ambos se suman a Max, y encienden sus respectivos cigarrillos.

Jeremy me observa por breves segundos, luego se encoge de hombros y le dice algo a Max. Es ahí cuando me doy cuenta de que él también me está observando. Luego su atención se desvía de mí, y continúa hablando con Jeremy.

Aiden no me mira. De hecho en ningún momento lo hizo, sólo fuma su cigarrillo y observa la piscina. Luego saca su celular, y le sonríe a la pantalla para luego volver a guardarlo en el bolsillo de su pantalón.

¿Por qué estoy esperando a que me mire?

Niego con la cabeza, y vuelvo a beber el vodka. Creo que voy a seguir implementando esto todos los días, por lo menos así puedo controlar el temblor en mis manos cuando tengo la necesidad de beber y estoy lejos de casa.

Me levanto de la reposera, y para volver a entrar, tengo que pasar por al lado de los chicos. Así que me cruzo de brazos, y observo el suelo cuando paso por donde están. Max y Jeremy mantienen una conversación animada sobre una serie que ambos tienen en común, mientras que Aiden permanece en silencio.

Una vez dentro del hotel, detengo mis pasos y cometo la torpeza de observar hacia atrás. Aiden me observa desde el otro lado del cristal. Hace una mueca con sus labios, y finalmente ese movimiento se transforma en una leve sonrisa.

No hago movimiento alguno, no sonrío, no niego con la cabeza, y tampoco continúo con mis pasos. Quizá esto le da una señal a Aiden, porque frunce el ceño y avanza unos cuantos pasos hacia la puerta.

—Mackenzie...

Me llama una vez que practicamente me escapo al ver sus pasos hacia mi dirección.




Mi botella de vodka disfrazada de agua me dejó con ganas de seguir bebiendo, más allá de encontrarme demasiado mareada para cuando la terminé.

¡Uff! Qué difícil fue simular sobriedad cuando me despedí de los jefes. Pero creo que me salió muy bien, me dijeron que se alegran de volver a verme más animada.

¡Que viva la botella de agua falsa!

Me río de mi propio pensamiento, y suspiro aliviada una vez que me encuentro fuera del hotel, y fuera del horario laboral.

Y con una sonrisa en mi rostro, me dirijo hacia el bar más cercano. Esto de sentir que camino sobre arena movediza complica mi trayecto, y me hace reír mucho por cierto.

Hasta que, finalmente, me topo con el primer bar cercano al hotel. No sé cuántas cuadras habré caminado, ni en qué dirección lo hice, ni nada. Y saber eso, me da risa también.

Me siento en el taburete de la barra, y el apuesto barman tatuado no tarda en llegar con una sonrisa coqueta en su rostro.

—¿Qué quieres beber, preciosa? —sonrío y niego con la cabeza.

—Ron con coca.

—¿Quieres algo para comer?

Me encojo de hombros.

—¿Nachos?

—Nachos serán.

Vuelvo a sonreír, y mientras prepara mi bebida y comida, observo el lugar. Es bastante agradable con sus luces tenues y su decorado de bandas de rock.

La música se aleja de lo que sus cuadros demuestran, pero no deja de ser agradable. Las personas presentes parecen disfrutarlo mucho.

—Aquí tienes, preciosa. Cualquier cosa me llamas —me guiña el ojo y se aleja.

Bebo el ron con coca, y degusto mis nachos. Mi estómago agradece la comida, pero aborrece la idea de que siga bebiendo alcohol. Y por supuesto lo ignoro.

Saco el celular de la mochila, y lo enciendo. Por alguna extraña razón que desconozco, pero que está presente en mi mente desde que lo tengo en mi mano, me dirijo hacia el contacto de Aiden.

Cambió su foto de perfil, antes tenía una de Tyler, y ahora es una donde están juntos sonriéndole a la cámara. Debo admitir que me robaron una sonrisa. Se ven realmente lindos juntos, y el pequeño luce adorable alzando su dedo pulgar.

Luego me dirijo a la conversación que tuvimos, y que no borré. Vuelvo a leer sus palabras con la visión un tanto borrosa, y mis labios ya dormidos, siguen saboreando lo último que me queda del ron con coca.

La misma extraña razón que me llevó a caer en su contacto, me está llevando ahora a querer llamarlo. No lo sé... es que la foto con Tyler revolvió algo en mí.

La realidad es que no me entiendo en absoluto, pero mi dedo pulgar se deja llevar por el deseo que siento al querer llamarlo, y lo hago.

—¿Mackenzie? —atiende con duda.

—Hey, hola.

Silencio.

Silencio.

—¿Estás bien? —sigue el tono de duda, no entiende por qué lo estoy llamando cuando lo estuve evitando tanto. Bueno, somos dos los que no entendemos.

—No lo sé.

Me siento mareada, como si hubiera girado unas cuantas veces.

—Mackenzie, ¿dónde estás? —el tono de duda para a ser de preocupación.

—En las estrellas —largo una fuerte carcajada.

—¿Estás bebiendo?

—Siempre.

Silencio incómodo. Quizá no tuve que decir eso.

—Dime dónde estás.

—¿Te vas a poner el disfraz de Superman? —vuelvo a reírme.

—Mackenzie...

—Ya, vale, que mal humor —ruedo los ojos— Estoy en.... —frunzo el ceño y llamo al barman con mi mano libre.

—¿Quieres algo más, preciosa?

—Sí, saber dónde estoy.

Se ríe.

—En el bar Paradise.

Me sonríe y vuelve a lo suyo.

—¿Aiden?

—No tardaré en llegar. Por favor, no te muevas de ahí.

Y dicho esto me corta. Me encojo de hombros, y vuelvo a llamar al barman, sólo que esta vez le pido otro vaso de ron con coca.

Ahora lo bebo con más rapidez que la vez anterior, y cuando lo termino, siento que mi cuerpo pesa demasiado.

Oh, mierda. Ahora sí siento que tuve suficiente.

¡¿Pero qué estupideces estoy diciendo?! ¡Nunca es suficiente! Y soy una idiota, porque creer que no es suficiente me causa gracia.

—Cuánta alegría —un hombre se sienta a mi lado, y con mi nubosidad, pongo mis ojos en él, pero me cuesta observar con claridad y no puedo opinar mentalmente sobre cómo luce, y demás— ¿A qué se debe?

—Al ron.

Se ríe.

—Ya veo, ¿quieres otro? —ladeo con la cabeza— Anda, bebe otro conmigo. Pero antes, ¿cómo te llamas? —me encojo de hombros, y se vuelve a reír— Bien, mantengamos el misterio. Me gusta que sea así.

Su mano izquierda se desliza por mi muslo, y mi piel se eriza. De pronto no me siento mareada, sino más bien enojada y con mucho asco por su confianza, por la manera en que me está tocando.

Pese a todo el alcohol que hay en mi cuerpo, mi cerebro reacciona a modo de alerta cuando acaricia mi piel desnuda.

Lo observo con la peor cara del mundo, y el hombre sonríe para luego guiñarme el ojo.

—No me toques —aparto su mano con brusquedad, y con palabras que patinan desde mis labios dormidos.

—Tranquila, linda. Nos vamos a divertir mucho — y vuelve a colocar su mano sobre mi muslo, mientras que en su rostro se dibuja una sonrisa diabólica más que tentadora.

—¡No me toques, imbécil!

Vuelvo a apartar su mano, pero esta vez lo empujo también y consigo que casi se caiga del taburete.

¿Cuánta fuerza tuve que haber puesto para que eso pasara?

—¡¿Qué sucede contigo, loca?!

—¿Soy una loca por no dejar que me toques?

Mi cabeza vuelve a dar vueltas, vuelvo a sentirme mareada. No puede pasarme esto hoy, no con este cerdo frente a mí.

—¡Vaya humor! Te hubiera venido bien estar conmigo hoy —sonríe.

¿Qué demonios acabo de escuchar?

Estoy a punto de lanzarme sobre él para golpearlo, o para al menos iniciar una serie de insultos sobre su rostro, pero una mano sobre mi hombro me frena.

—Mackenzie... —la voz de Aiden logra que vuelva en sí. Y cuando lo observo por el rabillo del ojo, todo en mí vuelve a su lugar— ¿Este hombre te está molestando?

El desconocido lo mira de pies a cabeza, mientras que Aiden mantiene su mano sobre mi hombro sin apartar los ojos del tipo.

—No creí que tenías novio, bonita —se ríe y luego mira a Aiden— Tranquilo, sólo quería divertirme, pero tienes una chica con el carácter fuerte. Sólo te aconsejo que la atiendas bien para que no esté tan loca, ya sabes a lo que me refiero.

Aiden entorna los ojos, y consigo ver como sus puños se cierran. La seguridad del bar observa desde la distancia, esperando una señal para acercarse.

¿Es que el hecho de que lo haya empujado no fue una señal obvia?

—Aiden —ahora soy yo la que pone una mano sobre su hombro, y cuando me mira, su semblante se suaviza— Vámonos, por favor, no me siento bien. Sólo quiero ir a casa —y al notarlo igual de nervioso, me acerco más a él — Sólo espérame afuera, pago y salgo enseguida.

Aiden asiente y vuelve a ver al asqueroso hombre. Refunfuña y se dirige hacia la salida del bar dejando insultos en su pasos.

Me apresuro a pagarle al barman sobre lo que consumí, y vuelvo a poner mi vista en el hombre o intento de hombre, lo que sea.

—Anda, bonita, espero que hoy te follen mucho mejor que de costumbre.

Y ya no me aguanto las ganas o la imperiosa necesidad de pagarle. Mi mano derecha estalla contra su rostro, y la misma me arde cuando la alejo. Vale la pena sentir ese ardor.

Me dirijo hacia la salida del bar caminando con cierta dificultad, escuchando la serie de insultos que me regala en cada pisada. Aunque entre tantos insultos, escucho algún que otro festejo alentandome por la bofetada bien merecida.

Salgo del bar y la brisa nocturna me hace recordar todo el alcohol que he bebido hoy. Mi rostro transpirado se siente levemente agradecido, pero mi estómago siente lo contrario.

Respiro profundo una y otra, y otra vez. Me niego a vomitar otra vez en presencia de Aiden, pero no puedo evitar el sentirme fatal.

Aiden está parado a pocos pasos de la entrada del bar, me está observando con sus manos en la cintura. Lleva un rostro lleno de confusión, y enojo a la vez.

De repente vuelvo a sentirme mareada como en el bar antes de que el asqueroso hombre llegara. Pero el causante no es el alcohol, sino más bien la mirada penetrante de Aiden.

Mi alcohol en sangre, y el cosquilleo que aún sienten mis manos, no se compara a todo lo que me están haciendo sentir sus ojos.

Estoy parada frente a él, con los brazos cruzados y no me atrevo a decir nada, sólo puedo y quiero mirarlo ¿Por qué? No lo sé.

Aiden tampoco dice nada, sólo me mira fijamente a los ojos. Me pregunto qué estará pensando, y sintiendo.

Me tambaleo en mi lugar, y llevo ambas manos hacia mi estómago. No creo poder aguantar mucho más tiempo sin vomitar.

Aiden suspira, y cuando lo miro, ya no lleva la mirada enojada. Sus ojos se suavizan y me miran como si nada de esto hubiese pasado. Me mira como si realmente estuviera alegre de que lo llamé, y no con dudas de por qué lo hice cuando yo pedí que se alejara.

—Vamos, te llevo a casa, necesitas descansar. Y yo necesito salir de aquí para no volver a entrar y partirle la cara a ese idiota —sus ojos se desvían de mí, y se depositan en la puerta del bar. Puedo notar su furia, y las ganas con las que se quedó de pegarle.

Subimos al auto, y una vez puesto el seguro de las puertas, me pasa una botella de agua fresca. Medio que le sonrío agradecida, y bebo de la misma como si fuera la última en el mundo.

Algo en mi interior desea que esta botella sea la misma a la de esta tarde. Y tal pensamiento me hace mirar hacia la nada, pensando con más profundidad sobre ese inminente deseo.

Salgo de mi mente cuando me doy cuenta de que el auto aún permanece en la acera del bar. Cuando miro en dirección a Aiden, lo encuentro mirándome también.

—¿Por qué me has llamado, Mackenzie? —por supuesto, no iba a tardar más tiempo sin hacer esa pregunta que me hace suspirar— Quiero entenderte.

—Entenderme... —susurro— ¿Acaso importa el por qué? —se encoge de hombros— La típica llamada que hace alguien cuando está bajo los efectos del alcohol.

Me estudia con la mirada, y luego alza ambas cejas.

—Siempre creo que hay un trasfondo.

—No lo sé, sólo sentí la necesidad de llamarte.

Asiente.

—Pero, ¿qué significa esto?

—¿Esto?

Por favor, no preguntes nada sobre mi relación con el alcohol.

—Sí, esto, tu llamada ¿qué significa?

—Sólo fue una llamada, Aiden —ruedo los ojos.

—¿Y mañana volverás a ignorarme? A eso me refiero, al cómo sigue todo —suspiro y me encojo de hombros— Quiero que hables conmigo, Mack. Me preocupa mucho verte tan apagada. Sólo hoy te vi un poco más animada cuando el turno terminó. Y ahora... vuelvo a verte un poco apagada. Sé que dije que te daría tu tiempo, pero... me mata verte así.

Y con sus últimas palabras, desvía sus ojos de los míos. Mira hacia la calle, y se queda en silencio. Uno que incomoda y mucho, más después de lo que dijo.

¿Qué puedo responder a eso?

Suspiro y decido responder al resto, ignorando por completo lo último.

—Te estuve ignorando porque es mejor así, no soy una buena compañía.

Y es ahí cuando vuelve a poner sus ojos en mí.

—¿Qué cosas dices? —niega con la cabeza como si hubiera escuchado una estupidez. Pero para mí no lo es— Nunca sentí la confianza que he sentido contigo, ni antes ni mucho menos después de la verdad de Camille. Contigo llegué a sentirme realmente a gusto, Mack. Sólo tú, en ese maldito hotel, pudiste cruzar la barrera del chico con cara de perro. Y no entiendo cómo lo hiciste, pero fue lo que lograste. Incluso ya conoces a Tyler y te adora. Conoces toda mi historia respecto a él, y eso no se lo cuento a cualquiera. Eres una buena compañía para mi, incluso lo eres para Jeremy también — percibo la sinceridad de sus palabras en sus ojos— Ese chico te echa mucho de menos. Dice que tiene mucho por contarte, y que no está tan desesperado como para hablarme a mí con esta cara de culo. Dice que sólo tú haces que eso cambie y que él no tiene tanto poder —me río. Y es que, a decir verdad, yo también lo echo mucho de menos— Y... yo... —vuelvo a mirar a Aiden— Yo también te echo de menos.

Y dicho esto, pone sus ojos sobre el volante. Frente a mí tengo un hombre tímido al cual le costó mucho decir lo que dijo, y que ahora seguramente se siente un imbécil.

Tanto sus palabras, como su reacción, me hacen sonreír. Y este momento me hace sentir el deseo de algo más, así como sentí las ganas de llamarlo dentro del bar.

—¿Me acompañas con un café? —me mira, y vuelve a mirarme fijamente, como si no creyera que es real lo que acabo de decir, como si estuviera esperando a que cambie de parecer y vuelva a tratarlo mal. Pero es real, a mí también me sorprende, y no siento las ganas de tratarlo como lo estuve haciendo.

Finalmente sonríe. Sus hoyuelos característicos se reaparecen en su rostro, y me siento a gusto.

Estar con Aiden en el auto, hablando de tal manera, sin que me cierre en mi misma y lo trate mal como veces anteriores, y más aún, al ver su sonrisa ante mi invitación, logró que mi malestar se reduzca. Las ganas de vomitar desaparecieron, y el peso de mi cuerpo vuelve a ser el de antes.

Me sigo sintiendo un tanto mareada, y con dolor de cabeza, pero nada que una aspirina o taza de café no solucionen.

El auto se enciende, así como también se enciende una nueva yo esta noche. Esta noche quiero hablar con Aiden, quiero estar con él y disfrutar de su compañía. Esta noche quiero que vuelvan los que fuimos días atrás.

¿Será sólo por esta noche? Sólo espero que no.

Y más espero que no se haya dado cuenta del problema de mi estado de ebriedad. Aunque, a juzgar por la situación y el todo, creo que lo toma como una noche de copas demás y ya.

Pues mejor así, porque fue bueno dar el brazo a torcer como para volver a enloquecerme y alejarlo.

Llegamos a mi departamento, y le agradezco a la Mackenzie de esta mañana por haber limpiado, y desechado las botellas de alcohol vacías.

Pongo el agua a calentar para el café, y Aiden se sienta en el sofá, luego de haber pasado por el baño.

Me tomo una aspirina para el dolor de cabeza, y un remedio para la resaca, y los largos tragos de agua para que todo pase a mi estómago, me alivian.

Me siento en el sofá junto a Aiden, y cuando nos miramos sonreímos sin razón aparente.

—¿Cómo está Tyler?

Y ante la simple mención del niño, sonríe como loco enamorado.

—Muy bien ahora. Hemos tenido noches difíciles de vómitos y fiebre, pero ya se recuperó y volvió la alegría al hogar —sonrío— Me ha estado preguntando por ti. Dice que quiere que su amiga Mack lo visite para jugar. No te estoy chantajeando.

—Aiden, no tienes que aclarar cosas como esas, porque si lo aclaras, llevas a la persona a pensar eso.

Medio que se ríe.

—Sí, mi hermana me dice lo mismo. Debo corregir esa costumbre.

Nos reímos. La pava comienza a silbar, y corro hacia la cocina porque odio ese sonido. Es irritante.

Aiden me sigue desde atrás, y se sienta en uno de los taburetes que hay en el desayunador. Sobre la mesa pongo el café, el azúcar y dos tazas. Cada uno se lo prepara a su gusto y preferencia.

—Hablé con Camille —me quedo inmóvil y lo miro a los ojos. Parece estar desilusionado— Llamó para preguntarme por Ty.

—¿Y eso no debería ser bueno?

—No, porque sé que llama por obligación, es muy fácil notarlo. Y cuando se lo dije, cuando dije que dejara de llamar si Tyler no le importa... él estaba ahí, detrás mío.

—Oh no...

Suspira triste, y bebe un trago de café.

—Me preguntó si era su madre, y no pude mentirle, Mack. Le pasé el teléfono, pero cuando le dijo hola mami, ella le cortó —me mira a los ojos— ¿Sabes cómo se puso Tyler?

—Puedo imaginarlo.

—Volvió a llorar por ella, a llamarla a los gritos. Volví a verlo triste, Mack, a verlo sufrir. Por eso le subió la fiebre, y todo lo demás. Le escribí a Camille para decirle que no llame más si sé que no quiere hacerlo, que ella ya eligió el estilo de su vida, y dejarlo a él atrás. Accedió sin problema alguno.

—¡Es que le arrancaría todos los pelos, lo juro! ¿Para qué llama si no quiere hacerlo? ¡Solo molesta y hace mal! ¿Tan mala puede ser una persona?

—Parece que sí. Y hay peores.

Aún lleva esa mirada triste al hablar del tema, aún le duele saber que vió triste a Tyler. Pongo mi mano encima de la suya, y la acaricio con mi dedo pulgar.

Se sorprende, y yo me sorprendo también. Pero siento que necesitaba de un apoyo, de un cariño entre todo su dolor, y me salió esto.

Y confirmo en que esto necesitaba cuando posa su mano libre encima de la mía y me sonríe agradecido.

—Aprendí a dejar atrás a las personas que me lastimaron y me hicieron mal. Y las deje atrás sin sentir rencor por ellos, y eso me hace sentir aliviada. Deberías hacer lo mismo con Camille. Sé que es complicado cuando Tyler está, pero todo tu amor de padre compensa el amor de madre ausente. Ambos necesitan paz, y aferrarse al cariño que mutuamente se brindan. Que Camille pase a estar fuera de foco para poder seguir, como ella hizo. Pero ustedes tienen algo que ella no, y es amor.

Aiden aparta su mano encima de la mía, y la lleva hacia mi rostro. Acaricia mi mejilla, y ahora la sorpresa me consume por completo.

Mi pulso cardiaco se acelera con tan sólo esté contacto, y por supuesto, no es de miedo como me pasó con el tío del bar.

Desconozco la razón por la cual se acelera, pero me dejo llevar por lo desconocido. Se siente bien.

—¿Ya ves? Eres una buena compañía para mí.

Y a sus palabras le suma una sonrisa sincera. Ya no noto en sus ojos la tristeza de minutos atrás.

Mi café se enfría, así como también se disminuyen todo rastro de malestar a causa de haber bebido tanto.

Nos mantenemos así, con su mano en mi rostro, la mía sobre su mano en la mesa, y mirándonos fijamente a los ojos, escuchando sólo el tic-tac del reloj.

Aiden es quien desvía primero la mirada. La posa sobre su taza, luego aparta su mano de mi rostro, suspira, niega con la cabeza, con delicadeza aleja su mano de la mía y vuelve a mirarme.

—Debo irme, ya es tarde y tú necesitas descansar —asiento— Nos vemos mañana en el hotel —se pone de pie y copio sus movimientos para luego dirigirnos hacia la puerta— ¿Volverás a ignorarme?

Sonrío.

—No, no lo haré.

Asiente, y una vez más nos invade el silencio con la mirada puesta en los ojos del otro. Aiden vuelve a suspirar.

—Hasta mañana, Mackenzie.

—Adiós, Aiden.

Deja un beso sobre mi mejilla, generando que mi rostro ardiera, y sale del departamento dejándome encerrada entre todas estas últimas sensaciones que nos acompañaron.

Llevo mi mano hacia la parte en donde dejó su beso, y aún siento como si estuviera aquí, repitiendo esa secuencia una y otra vez.

Hoy ha sido una noche demasiado larga y he danzado entre millones de sensaciones en un par de horas.

¿Qué demonios ha pasado?

* * *

Hola!
Sí, lo sé, me he tardado mucho en actualizar, lo siento. Pero estuve pasando por momentos de bloqueo total. De todas maneras, no se pueden quejar con el capitulazo que les deje, o si? Jajaja.
Las cosas dieron un giro y nos están llevando hacia otro lugar ¿qué creen que pasará?
Nos leemos en los comentarios, y espero que hayan disfrutado del capítulo y sus cambios de sensaciones!

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