En mi mente sigo escuchando las palabras de Aiden, las últimas que me dijo, porque después de eso estuvo más presente con el resto de los invitados.

Lo dijo de una manera tan real, y tan seguro. Sin una pizca de ironía o mentira. Y eso me hace sentir extrañamente bien.

Los niños ya se fueron a sus respectivas casas, todos cansados pero felices. Sólo quedamos Aiden, Nancy, Ridge, Tyler y yo. Pero no por mucho tiempo, Nancy y Ridge llevarán a Tyler al cine. El pequeño, por más que haya jugado toda la tarde, tiene muchas energías como para seguir divirtiéndose.

Cuando se van, ayudo a Aiden a limpiar todo. Y lo hacemos sin decir alguna palabra, cada uno en lo suyo y ya.

Hasta que terminamos, y me siento debajo del árbol donde estábamos hoy a la tarde. La noche se presenta agradable en Illinois, te invita a sentarte afuera y disfrutar de su tiempo.

Aiden sale junto a dos botellas de cerveza, trago saliva y me remuevo algo incómoda en la silla.

Debes controlarte, Mackenzie.

Me pasa una de las botellas, y se sienta a mi lado. En cuanto mi mano hace contacto con el cristal, de forma inmediata siento las ganas de beber de su contenido.

Mi pulso empieza a temblar, y temo porque Aiden lo note. Así que dejo la botella sobre el césped.

—¿Quieres otra cosa? —me pregunta y niego.

—Estoy bien, tal vez luego beba.

Asiente.

—Gracias por hoy, por ayudarme y quedarte otro rato más.

—No es nada, Aiden.

—Lo es, y por es gracias —lleva la botella de cerveza a su boca, y bebe tragos largos. Me veo obligada a mirar hacia otro lado, no quiero otro temblor de manos— ¿Empezamos?

—Haz tu primer pregunta.

Se detiene a pensar en qué preguntar.

—¿Haces algo más aparte del trabajo?

—No. Pero planeo volver a la universidad en algún momento.

—¿Qué estudiabas?

—Artes visuales.

—Interesante carrera, ¿por qué dejaste?

Suspiro, y de pronto, siento más ganas de beber.

—Por el mal mes que ya te he mencionado.

—¿Por tu novio?

—Sí. Puedes llamarme tonta, y todo lo que quieras por abandonar el estudio por él, y todo. Pero la verdad es que no podía, no me sentía con las fuerzas suficientes.

—¿Es demasiado para ti si te pregunto qué te hizo?

Me quedo en silencio, pensando. Aunque no tengo mucho que pensar cuando siento que no es demasiado, cuando siento que puedo hablar con él con suma tranquilidad.

—Me engañó con mi mejor amiga —Lo observo y hace una mueca— Sí, lo sé.

—Entiendo la tristeza, y que te hayas estancado. Pero no mereces estar más estancada, no por ellos, no por personas que no valen la pena. Espero que no tardes en darte la oportunidad de seguir.

—Gracias, Aiden. Espero que no tarde en llegar mi oportunidad ¿otra pregunta?

Asiente.

—¿Y qué me dices de tu familia?

Me encojo de hombros.

—Sólo estoy yo. Bueno, tengo familia pero no hay contacto con ellos desde hace tiempo. La última vez que los vi, fue en el funeral de mi madre.

—Lo siento.

—Sí... supongo que entiendes el dolor de perder a alguien que amas por una maldita enfermedad.

Ambos suspiramos y nos quedamos en silencio. Luego de varios segundos, Aiden hace su siguiente pregunta:

—¿Y tu padre?

Me río sin ánimos.

—Si lo encuentras, me avisas. Se fue después de la muerte de mi madre, me abandonó con una estúpida carta como excusa. Dijo que necesitaba estar solo un tiempo, pero llevamos separados tres años.

—Mack, yo lo...

—No, no lo sientas. Yo no lo hago, ya no.

Otra vez nos invade el silencio, y con el mismo, llegan una serie de pensamientos sobre todo lo que hablé libremente con Aiden.

Una lágrima desciende hasta mi mejilla, y respiro profundamente para ahorrarme el resto del llanto. Se sintió bien hablar con él, pero eso no quita el dolor que me sigue generando ciertas cosas.

Sin pensarlo dos veces, cojo la botella de cerveza y bebo de su contenido, está algo caliente, pero de todas maneras sigo bebiendo.

Y claro, una vez que la termino, siento la necesidad de otra botella más. De muchas botellas más.

—Mi padre también nos abandonó —dice Aiden para romper el silencio— Tenía seis años cuando se fue, Nancy tenía cuatro. Recuerdo ese día porque fue una tarde de gritos, y más lo recuerdo porque tuve que consolar a mi hermana que se había escondido debajo de la cama —suspiro— No me puso triste su abandono, pues nunca sentí que me quería, nunca me lo dijo y no trataba bien a mi madre. Todo se puso mejor cuando se fue, mamá estaba más feliz. Incluso cuando se enteró de su enfermedad no perdió esa alegría —sonríe— Siempre estaba sonriendo. Pese a la debilidad de su cuerpo, fue la más fuerte de nosotros en cuanto a lo emocional.

—Entonces tuvimos dos madres fuertes pese a todo. Mi madre también conservó su buen humor.

—Eran demasiado para este mundo, entonces.

Ambos sonreímos algo nostálgicos.

—¿Quieres otra cerveza? —pregunta— Porque si te voy a hablar de Camille, yo al menos necesito otra.

—Claro.

Se pone de pie y va a buscar otras dos botellas de cerveza. Y pensar en eso, me hace sentir un tanto nerviosa, tanto que me encuentro comiéndome las uñas.

Aiden sale con las dos botellas, y me entrega una. Siento la imperiosa necesidad de beber su contenido, y no dejar que se caliente como la anterior.

Mackenzie... contrólate.

—Camille me mintió —suelta Aiden y sus manos se aprietan más a la botella— Tyler no es mi hijo.

Mis ojos se ensanchan, y tal confesión me obliga a dejar mi botella sobre el césped.

—¿Qué?

Aiden baja la mirada, y suspira dos veces en su silencio que parece ser eterno.

—Me lo confesó cuando Tyler quedó internado, y necesitaba de una importante transfusión de sangre. Obviamente me ofrecí, quería que mi hijo salga cuanto antes del hospital. Y me informan que no soy compatible —se muerde el labio inferior— Tampoco lo era Camille. Tuvimos que esperar a un donante, y en la espera, supe que me había engañado. El padre de Ty se borró por completo, y Camille necesitaba un sustento al estar sin empleo. Y obviamente, al no tener el apoyo de su amante, no me iba a dejar, y me dijo que estaba embarazada de mi. Me dolió la verdad, pero no la iba a dejar. La amaba y amo a Tyler como si fuera mi hijo.

Me siento mal por él, y más enojada con Camille.

—Es que es tu hijo, Aiden. No importa el tipo de sangre, ese niño es tu hijo.

—Lo es, y lo amo mucho.

—Y él a ti. Tyler te adora.

Sonríe.

—Desde siempre ha sido más pegado a mí. Aunque bueno, creo que suma mucho que Camille nunca le haya demostrado afecto.

—Argh, la odio.

—Mi hermana también.

—No la entiendo en lo más mínimo, se comportó muy horrible.

—Tyler no la merece.

—¡Y tú menos!

Sonríe, y bebe otro trago de su cerveza.

—Gracias por haberme escuchado, y por haberme contado sobre ti.

—A ti por confiar en mí.

—Y pensar que te había dicho que no te iba a contar sobre mí.

Ambos nos reímos.

—Y no olvidemos las veces que no me saludabas en el hotel, o que me hablabas mal.

—Me disculpo por eso.

—No es nada, ahora entiendo los motivos.

—No es razón.

Le sonrío.

—Lo importante es lo que hay ahora.

—¿Y qué hay?

—¿Una amistad?

—No lo digas dubitativa.

Me río y sonríe.

—Hay una amistad.

—Ahora queda mucho mejor.

Ambos sonreímos, y cerramos el trato de nuestra amistad con un brindis. Pero esta vez no me concentro en mi necesidad de beber, sino que, le presto atención a Aiden y a una anécdota muy divertida que tuvo con Tyler.

Estoy disfrutando de esta noche, me estoy riendo demasiado, y sonriendo como hace mucho no lo hago. Me estoy sintiendo bien, estoy en este momento y no en mis ganas de beber alcohol.

Aiden es una gran persona, y con un increíble humor, que de seguro, nadie en el hotel lo creería por como se muestra en el tiempo de trabajo.

Es una lástima que Camille no lo haya valorado como claramente lo merece, ni haya querido un poco a su hijo. Tanto Aiden como Tyler son increíbles, y no merecen en sus vidas una persona como Camille. Espero que el tiempo ayude a cerrar heridas, y más aún ayude al pequeño Tyler.

En cuanto a mí, es bueno saber que luego de todo lo sucedido, puedo volver a confiar. Lo hice con Jeremy, y ahora lo hago con Aiden.