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III: La maldición

Poco a poco la oscuridad empezaba a invadir su cuerpo, si ella confesaba todo se acababa, su vida estaba en peligro.
Las marcas negras empezaron a ser visibles, "unos rasguños" de color negro aparecieron en su vientre...
SABÍA BIEN QUE LE PASABA.
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Estaba extendida en las raíces de aquel árbol...completamente expuesta pero ya no pensaba, no pensaba en nada simplemente lo que pasó no había dado crédito a nada...
Pasó su mano por todo aquel cuerpo, la pureza se le fue arrebatada y no terminaba todo ahí.
Aquel chico con el cabello negro...y de ojos azules, inclino su rostro al de ella y depósito un beso demasiado asqueroso pero ella ya ni reaccionaba, y de pronto sintió un dolor sordo...
La sangre empezó a caer como si fuera tibia desde el pecho de la chica durazno manchando las manos de aquel sujeto.

-Escuchame pequeña flor...si no eres mía no serás de nadie más...aunque tu cuerpo me pertenece, tu corazón no...

Ella se movía inquieta, no quería que pasará pero estaba pasando, la daga estaba perforando y llevándose la única vida que quedaba.

-En la sociedad de almas estarás bien pero si le dices de esto a alguien...borraré tu existencia, la oscuridad te consumirá. No te preocupes querida soy un shinigami...y te prometo que te buscare para casarnos...

Un brillo invadió la daga, claramente no era común tal cosa así que supuso que se estaba acercando el fin...

-Pudrete...Deathofthesakura, está es mi maldición.

Aquella daga tomó la forma de una katana con hoja delgada y negra...la empuñadura se la veía de color rojo y aquel chico sonrio con malicia.
Mientras aquella chica iba perdiendo el aire observaba sus ojos y recordaba con detalle como lo conoció, sus padres habían arreglado entre ellos para casarlos pero ahora todo había acabado, todos estaban muertos. Su hermano mayor quiso salvarla del matrimonio pero consiguió el mismo destino de sus padres y aun así el compromiso seguía en pie, cerró los ojos viendo su vida pasar por su mente en un parpadeo.
Lo único que lamentaba, es haber perdido a todos en manos de un hombre que quería hacer el mal y sólo estaba obsesionado con ella...al menos, pedía que en el otro lado pudiera encontrar algo mejor...
Su corazón dejo de latir en ese instante y el chico rió de forma macabra, la tuvo y la va a volver a tener cuando la encuentre en la sociedad de almas, dió la vuelta a su zampakuto y estampo la culata de la empuñadura en el centro de su ser...transmutando el alma a uno de los distritos de la sociedad de almas.
Lo único que debía hacer ahora era ocultarse, sabía que los escuadrones de protección lo vigilarian ya que a pesar de estar en un gigai, no le agradaba al viejo Yamamoto tal cosa de casarse.

-Hasta aquí llegas.
-Capitán Ukitake...que gusto me da verlo.
-Lo que acabas de hacer no sólo es un delito en el Gotei 13 también en el mundo de los vivos.

Con un bakudoh de nivel 90 le dio tiempo para el escape...aquel canoso de cabello largo sólo pudo estar frente a frente con el cadáver y se agachó para tomarla en brazos, y llevarla al entierro que se merecería.

-Te encontraré...y te prometo que no te pasará nada.
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Abrió sus ojos mirando el cielo, estaba nevando ¿dónde estaba?. Se sentó de golpe cuando de repente empezó a tocar su pecho desesperadamente, no tenía nada pero aún así...estaba en donde le dijo, la sociedad de almas.
Pero sentía, frío...hambre, dolor...Esto se sentía estar en el otro lado.
Notó que una tela caía delicadamente en su cabeza, era extraño, ya que empezó a calentar su cabeza y miro hacia arriba encontrándose con una mirada profunda, unos ojos color verde mirándola con un poco de preocupación.

-Bienvenida a la sociedad de almas.

Estaba aturdida, y sin querer empezó a llorar porque eso había pasado al final...había muerto y aunque no había sentido dolor sólo le quedaba una cosa, encontrar a sus padres o eso deseaba. Aquel muchacho se agachó para estar a su altura y le ofreció su mano...le estaba dando una segunda oportunidad de que aún podía creer en otras personas como antes lo hacía, le daba una oportunidad de empezar todo de cero, miro hacia arriba y pudo reconocer aquel Cerezo que tendría dos grandes significados: su gran desdicha, y su nuevo inicio. Eso lo tendría presente por el resto de su existencia, tomó la mano de aquel muchacho, estaba fría...pero a la vez sentía un toque de calidez, lo observo con más curiosidad. Su cabello era blanco como la misma nieve que caía en esos instantes, su piel era demasiado suave y sus ojos reflejaban algo que ella no sabía como describirlo.

-¿Cómo te llamas?.
-Emmm...soy Momo...Momo Hinamori.
-Soy Toshiro Hitsugaya.
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Cuando vió su cuerpo pudo comprender, que la poca información que había dado, había sido suficiente para empezar a pudrir su cuerpo, aquellas marcas habían hecho aparición tres días después de lo que había pasado con sus amigos y tuvo pánico pero debía ser fuerte por esas personas.

Con una toalla envuelta salió de su baño suspirando, primero porque tuvo que recordar todo para saber que maldición le fue puesta exactamente, segundo, lamentaba nunca haber podido agradecerle a su mejor amigo la bienvenida que le había dado cuando llegó a la sociedad de almas.
Abrió la puerta de su habitación para llevarse la sorpresa de su vida.
El capitán del décimo escuadrón se dio la vuelta cuando la sintió entrar pero nunca imagino encontrar a nuestra chica en poca ropa o solamente con la toalla envuelta en su delicado cuerpo.
Enrojecio enseguida y mirando hacia otro lado se quito su capa de capitán y se lo arrojó a Momo que la toalla cayó justo cuando tomó esa capa en sus manos...no pudo evitar no mirarla de reojo.
En verdad se veía muy bonita ante sus ojos, y era la primera vez en muchos años que la veía de esa forma...las gotas de agua que se pegaban a su dulce piel, su cabello corto rozando aquella nuca...su boca abierta y su mirada apenada con ese ligero sonrojo en las mejillas, era todo lo que soñaba o incluso mil veces mejor.
¡Se consideraba un pervertido por pensar así!. Inmediatamente le dió la espalda a la dulce teniente permitiéndole ponerse algo para cubrirse con tranquilidad mientras pensaba en lo que iba a decirle.

Cuando por fin paso el momento incómodo para ambos se sentaron a charla tranquilamente.

-¿y qué te trae por aquí shiro-chan?.
-¿Estas bien?.

¿Es qué acaso tenía un sexto sentido o algo parecido? Que alguien le explique como se le ocurría preguntar en momentos así, no estaba nada bien pero tampoco quería preocupar a las personas que tenía alrededor, pero poco a poco, los cambios empezaban a ser más notorios.
Su cuerpo tenía marcas negras sólo en el vientre, y eso agradecía ya que si alguien las viera no sabría como explicarlo. Había días en donde ella solía desmayarse o sentir un cierto grado de dolor que la hacían pasar situaciones incómodas ante su capitán, y eso la molestaba ya que por más que preguntarán debía quedarse callada.

-Estoy bien shiro-chan...

Se acercó a ella, quería comprobarlo a través de sus ojos, algo andaba mal estaba seguro. En aquellos días había recibido por boca de cierto capitán, informes sobre la salud de Hinamori. Y no es por acosador o cosas así, pero el tenía el deber de cuidarla y protegerla, diciéndole sus repentinos desmayos o sus dolores inusuales, así que se decidió por encararla directamente.
Sus rostros estaban cerca, pero él no tenía malas intenciones simplemente necesitaba mirarla de cerca, era algo muy común en él hacerlo cuando no le creía verdaderamente.

-Hinamori...
-¿e-eh?...
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El viento empezaba a soplar moviendo aquellos cabellos albinos en un compás, su mirada paterna o más allá de lo normal empezaba a tornarse preocupada incluso con un tinte frío. Hace unos días había sentido la presencia de aquel shinigami que nunca fue atrapado, y eso le molestaba, pero gracias a eso pudo descubrir quien era aquella joven que prometió encontrar. Su mirada se torno en puro asombro porque siempre estuvo ahí, al lado del pequeño copito, acompañandolo y no podía mentir, consideraba a ese pequeño como si fuera su hijo.
Siempre intuyó los sentimientos del pequeño capitán, y sabía a la perfección que la chica durazno era como su vida propia, y la cuidaba como tal.
Después de años de investigación se dio cuenta del poder de aquella zampakuto, y ahora pudo entender que la vida de aquella chica estaba en peligro, se maldijo por no poder encontrar una cura o simplemente algo que pudiera atrasar el proceso ¡pero no!.

Según su investigación, el poder de deathofthesakura, es pudrir los objetos que están a su alrededor está le da a sabiendas al enemigo que no debería acercarsele, según informes nunca había sido usada en humanos o espíritus, excepto en una sola ocasión.
En las grabaciones del delito que había cometido, aquella daga había sido utilizada en un humano ocasionando que su corazón fuese parado pero al parecer, al mencionar unas condiciones que el dueño demanda, un reaitsu maligno se adentra en el alma de esa persona esperando dormida a que una de las reglas la rompa aquella persona que está maldita para que marcas oscuras empiecen a expandirse por todo su cuerpo, consumiendo su reaitsu y su existencia de manera lenta y dolorosa. A esa concluyó llegó al ver a la chica durazno hace unos días atrás...
Aquel shinigami había empezado a hacer de las suyas y lo peor es que no sabíadebía anunciar tal noticia al comandante general o ir a buscarlo él mismo...

-Ukitake-taichou.

Se dió la vuelta para contemplar a la persona que estaba ahí, hace mucho no lo veía y no esperaba la visita de tan chico pelinaranja pero había una gran sorpresa...
En sus brazos, el shinigami sustituto traía en brazos a una teniente que parecía dormir plácidamente pero por momentos hacía muecas de dolor.

-Capitán Ukitake, la encontramos en el mundo del precipicio inconsciente.
-¿Qué?.
-Rukia...de a poco.
-Lo siento, había terminado la misión en la ciudad Karakura así que decidimos pasar para visitar a cada uno de los escuadrones pero...
-Cuando empezamos a huir de la estocada de captura, la hayamos tirada en el suelo y en sus manos traía esto con ella...

Ukitake extendió sus manos y Rukia depósito un objeto, por un momento entrecerro los ojos porque estaba demasiado frío y al abrirlos se dio cuenta de que era, unos pétalos de Cerezo que estaban congelados...¿por qué llevaría algo así? ¿por qué querría ir al mundo de los vivos?.
Abrió de repente sus ojos dándose cuenta de porque cierto desmayo y ordenó a Ichigo llevarla a su cuarto inmediatamente, y le pidió a Rukia que llamará a la capitana Unohana...esto debía mantenerse en secreto, sabía que era demasiado grave pero debía apoyarse en alguien...no sabía que hacer y...
Sintió un mareo bastante fuerte y llevo su mano a su frente empezando a caer en el suelo, esto lo merecía ¿verdad?. Si se hubiera encargado de ese asunto hace tiempo entonces la pequeña no estaría sufriendo.
Si desde un principio hubiera atrapado a ese shinigami, nada de esto estuviera pasando...no sólo la afectaba a ella, sino a las personas que tienen un gran cariño hacía ella...
Se estaba dejando caer hasta que de pronto, unas manos lo sostuvieron de los hombros y lo volvió  a incorporar.

-¿Ukitake estás bien?...
-Eres tú Kyoraku...-. Sonrió de forma cálida, como siempre solía hacerlo hasta que de pronto unos brazos rodearon su espalda y su cuerpo fue llevado hasta el cuerpo de su contrario dejándolo completamente expuesto y sorprendido.
-Debes cuidarte más...juramos estar juntos para siempre; somos amigos...- su voz detonaba preocupación y sus manos temblaban al tocar el cuerpo de su amigo...pero era normal, ya que siempre lleva con él, aquel temor de perderlo y que no pudiera cumplir su promesa.
-Kyoraku...no es normal en ti hacer eso.

Se escapó una pequeña risa de aquellos labios, y se sintió aliviado, al mismo tiempo estúpido, por haber pensado que estaba solo pero no era así...siempre tenía a su lado a ese capitán con malas rutinas, o un tanto irresponsable pero así lo quería mucho, lo apreciaba y mucho más. Pero estaba demasiado mayor y sabía que estaba mal sentir lo que sentía pero le era inevitable, no sólo en las batallas...lo complementaba en todo lo que era y hacia...
Se separó de sus brazos cuando se sintió mejor y al recordar a la pequeña chica durazno, no perdió el tiempo y tomó a Kyoraku del brazo usando shumpo, dejando aturdido y confundido al mismo pero se puso serio al entrar al cuarto del albino.
Ver a Ichigo mirando a la teniente que apenas conocía, pero sabía que estaba preocupado porque siempre se oye hablar bien de Hinamori, también acompañante de su teniente Nanao cuando la teniente Matsumoto se pasa de copas...
Se acercó, y con sólo hacer eso, ambos capitanes se sorprendieron al sentir un gran reaitsu maligno rodeando a la chica, no sólo ellos también nuestro pelinaranja lo sintió...

-¿Pero qué...?.
-Kurosaki-san por favor apartate, debo verlo por mi mismo...

Abrió el kimono de la pequeña dejando ver aquellas marcas que se formaban desde el vientre hasta su pecho, nunca había visto como alguien estaba siendo consumido por la oscuridad literalmente, en toda su experiencia jamás había escuchado de algo similar...
Tomó una decisión, sabía que no era lo más indicado pero debía hacerlo...

-Kurosaki-san, por favor de aviso al capitán general de que urgentemente debe buscar al ryoka...
-¿De qué habla ukitake-san?.
-Ukitake...
-Alguien se filtró en la sociedad de almas, aparte dieron la noticia de que Kuchiki Byakuya está desaparecido.
-¿Qué nii-sama está desaparecido?...

Todos voltearon a ver a las personas que habían llegado, Unohana rápidamente se acercó a la teniente para examinarla.
Ichigo comprendió aquella mirada de Rukia y antes que apresurara las cosas, tomó la mano de la chica de ojos azules, solamente para poder detenerla. No hacía falta las palabras ya que se entendían sólo con el tacto o con la mirada.
Una de las miradas decía..."por favor no hagas nada malo"...

-Pero...
-Encontraremos a Byakuya, te lo prometo.

Apretó su mano, y la miraba insistentemente, una de las razones era el miedo de que actúe de manera imprudente, la mantuvo en ese lugar por unos cuantos minutos, hablándole con la mirada como si fuera una lucha, hasta que ella se resignó, y lo empezó a arrastrar hasta afuera porque simplemente Unohana tenía que revisar a la teniente.
Ichigo y Rukia no sabían que hacer en ese momento pero no podían dar aviso al general capitán, tenían miedo de que si Toshiro se enteraba de algo así tal vez no tendría la cabeza para pensar como debería así que decidieron ir a buscar al ryoka por su cuenta.
Informaron a Ukitake de su decisión y él lo comprendió, no quería ver mal a ese capitán en forma de niño y sabía que Hinamori tampoco aceptaría que alguien más se enterara de su miserable situación. Miró a Unohana que trataba de hacer un tratamiento médico, pero el reaitsu maligno rechazaba todo kidoh que podría implementar, eso le preocupaba no sólo al capitán de cabello blanco sino también a todos los presentes ya que eso le indicaba que no había vuelta atrás y que debían encontrar una solución.

-¿En dónde estoy?.

La voz de la chica durazno resono en toda la habitación, y a mas de uno se le puso la piel de gallina, ya que ese tono sonaba demacrado...

-Hinamori-chan...estas en mi habitación...
-Ya veo...-tomo una bocanada de aire y se observó para darse cuenta de las marcas que aparecieron.-así que ya lo saben.
-No le hemos dicho a nadie-. Se apresuró a hablar Rukia.
-Aunque Toshiro...-Esta vez el pelinaranja sonaba preocupado.
-Por favor no se lo digan.

Sus puños se apretaron ante la impotencia, debían respetar aquel deseo, pero el simple hecho de que tampoco podían hacer mucho por ella y tenían miedo, de que su existencia se borrará para siempre y por una razón, sabían como era aquel albino cuando se trataba de Hinamori, haría hasta lo imposible para no dejarla ir pero no querían ver como el mundo de él se derrumbe en cuestión de segundos.
Tenían miedo a la reacción y sabían que esto estaba mal pero necesitaban primero encontrar una solución a escondidas del capitán general.

De pronto, el viento arrasó con todo las ventanas, dejando ver la figura del culpable que causó todo esto haciendo que todas las personas del lugar se pusieran en guardia, a punto de sacar sus zampakuto's pero al mínimo movimiento, aquel chico con ojos azules tomó a Hinamori del cuello y la atrajo hacia él pasando una lamida por su mejilla causando el asco en la misma. Sabía que en cualquier momento iba a suceder pero le parecía demasiado pronto, al menos agradeció que en cierta forma se haya despedido de su mejor amigo y que al menos le agradeció su bienvenida...así que no se arrepentía.
Sintió con la hoja apretaba su cuello amenazando con cortarla viendo como todos se quedaron incapacitados de batallar.
Una sonrisa maléfica apareció en el rostro del maldito shinimagi que empezó a hacer estragos y aunque la chica quería resistirse, las palabras que le dijo la dejaron helada.

-Si deseas que Byakuya Kuchiki regrese con vida, te recomiendo que te dejes llevar por las buenas.

Todos en aquella habitación, escucharon tal confesión, Rukia quiso saltar a preguntar que demonios le había pasado a su hermano pero un brazo protector la rodeo por la cintura impidiendole avanzar hacia el enemigo. Ukitake que estaba completamente serio, temblaba de la ira al no poder hacer nada pero Kyoraku al conocer muy bien esa expresión decidió tomar su mano junto a la empuñadura de la zampakuto del contrario dándole su apoyo.
Unohana cerró sus ojos porque iba a pasar lo inevitable y ante la impotencia lo único que pudo hacer es...esperar...
La sostuvo de la cintura y sin querer la dirigió una mirada lujuriosa, Hinamori temió por su próximo futuro pero lo hacía por todos y sobre  todo...por él...

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