Capítulo 14
Segunda Parte:
Segunda oportunidad
14
Grandes nubes se cernían sobre el cielo. Eran las doce en punto y Candice Gray se hallaba mirando por la ventana a los grandes rayos que caían a unos kilómetros de distancia, en el medio del bosque. No había otras nubes además de aquellas, ni otros rayos que cayesen en otra dirección.
"Un cazador se inicia hoy", pensó al vislumbrar el poder de los fulminantes rayos.
Candice sabía sobre ciertas cosas antes de que sucedieran. Desde chica había tenido lo que algunos osaban llamar un “don”. Para ella, no era más que una terrible maldición. Ahora, desde hacía ya un tiempo, sabía que tenía un gran destino por delante, aunque no se sentía preparada para cumplir con lo que le tocaba; no se consideraba lo suficientemente fuerte. ¿Por qué no se le había dado esa misión a otra persona?
Ya no soportaba tener que seguir viviendo esa maldición, era hora de partir. Sabía que era así. Si tan solo alguien más pudiese tomar su lugar...
Candice fijó su atención en un árbol a unos metros de distancia. Allí estaba el espectro de un soldado de la guerra civil mirándola fijamente como lo hacía desde ya hacía bastante. Y no era solamente él... En su jardín había docenas de espectros. Venían todas las noches después de las doce a intentar hablar con ella. Pero Candice no quería saber nada con ellos. No era su culpa que se hubiesen quedado varados en este plano. No había nada que ella pudiera hacer para ayudarlos.
Se dio la vuelta y cerró la ventana. Se aseguró de que todos los crucifijos estuviesen en su lugar antes de irse a la cama, sabía bien las precauciones que debía tomar. No quería a ningún invitado no deseado en su casa.
Antes de dormir, se arrodilló delante de su cama y comenzó a rezar, como lo hacía siempre, aunque esta vez tenía una petición bastante especial.
—Querido padre que estás en los cielos, he visto lo que me depara el destino y déjame decirte que estoy aterrada. Lo que hasta ahora he vivido no es nada comparado con lo que me tocará vivir. No sé si podré con todo ello… Es demasiado para mí. Por favor… ¿No hay alguien que pueda ocupar mi lugar? Ojalá escuches mi plegaria y me des respuestas. Me siento decaída y necesito tu ayuda.
Dicho esto, Candice se acostó en su cama, deseando por una vez no tener pesadillas. Pero sería difícil, ya que las pesadillas eran algo que ella experimentaba sin excepción todas las noches.
En sus sueños, Candice salió de su casa y comenzó a caminar por el bosque. Ignoró a los espíritus que querían hablar con ella, ya que tenía algo más importante para ver. Caminó y caminó hasta llegar al claro de un bosque. Allí, presenció una escena bastante particular.
En medio de un círculo de sal, dentro de otro círculo rojo con símbolos sagrados, se encontraban un cazador y un demonio luchando. El cazador llevaba un sable de color violeta, mientras que el demonio llevaba uno azul. Candice sabía bien qué era cada uno de ellos, ya que no era la primera vez que veía un demonio, ni la primera vez que trataba con un cazador. Siempre le tocaba contactarlos cuando sabía de la proximidad de un ataque de alguno de aquellos seres del mal. Ese era su trabajo y se volvería aún más complicado ahora que había cumplido los dieciocho años de edad.
Candice se quedó parada observando la pelea. Sabía que había ido allí para presenciarla pero, de pronto, su atención se posó en alguien que en un principio no había visto. A unos metros se encontraba una chica, en medio de un círculo de llamas. Sabía que era una de las escogidas, una de aquellas almas puras que acompañan a un cazador, si es que en vida se encuentran. Se podía ver en sus ojos celestes la preocupación y el amor que tenía por el cazador. Candice sintió cierta admiración por ella. Sabía que había ido a ese lugar porque así lo deseaba, y por eso, admiraba la valentía de esa muchacha.
En un momento, Candice vio que la chica se ponía a rezar y ella comenzó a rezar a la par al notar que eso parecía debilitar al demonio, enlenteciendo sus movimientos. Tanto que el cazador logró herirlo en su brazo. Pero la herida del demonio hizo que la elegida comenzara a gritar de dolor. Ella estaba sintiendo el dolor de este.
—¡Cielo santo! —exclamó Candice, aunque nadie allí podía verla. Era un simple sueño, ella no estaba realmente en ese momento en ese plano.
El demonio comenzó a reírse y a jactarse de cómo había creado una unión con la elegida. Si él moría, ella moriría también. Candice se enfureció. No era justo que una chica inocente tuviera que morir y tampoco era justo que el cazador tuviera que elegir entre el amor de su vida y la salvación de la humanidad. Los ojos de Candice se humedecieron.
Luego, todo sucedió en un abrir y cerrar de ojos. La chica insistía en que el cazador debía matar al demonio, pero él trataba de evitarlo. ¿Por qué? Era simple. Si el demonio mataba al cazador, se llevaría a la chica de recompensa al infierno. Pero si el cazador mataba al demonio, la chica moría, aunque había chances de que no se fuera al infierno.
El cazador sabía cuál era la manera de evitar que su chica muriera y eso era esperando a que venciera el plazo que tenía para completar su iniciación y matar al demonio. Si llegaban las tres de la mañana, la chica sobreviviría y el demonio desaparecería, al menos hasta la próxima medianoche. Sin embargo, el cazador moriría, al no haber podido cumplir su objetivo. Era injusto, muy injusto, más que nada cuando él lo estaba haciendo todo por amor.
De golpe, el demonio cayó. Candice se asustó, sin entender lo que estaba ocurriendo, pero al darse la vuelta para mirar en la dirección de la elegida, se dio cuenta. Ella se había clavado un cuchillo en el estómago, se había sacrificado para matar al ser maligno y para salvar a su amor y al mundo entero, que necesitaba que la línea de cazadores se mantuviese intacta.
—¡No! —exclamó Candice, viendo la desesperación en los ojos del cazador, cuyo corazón estaba ahora agonizando al no poder correr al lado de su amada.
Finalmente, él clavó su sable en el pecho del demonio, sabiendo que ya no había forma de salvar a su chica. Y luego, cuando el círculo se disolvió, corrió hacia ella y le dijo lo mucho que la amaba. Ella profirió sus últimas palabras de despedida y murió.
Candice estaba profundamente afectada por esta escena. Más aún al ver las lágrimas en el rostro del cazador, quien tomaba las frías manos de su amada mientras le cerraba los ojos, esos ojos celestes que él no volvería a ver. Luego él le dio un beso en los labios y comenzó a juntar flores en el bosque, para hacerle una cama con ellas y dejarla allí.
Candice estaba a punto de abandonar esa escena desconsoladora, cuando vio aparecer a un hermoso e iluminado ángel delante de ella. Se sorprendió mucho ya que los ángeles no solían visitarla demasiado. Si lo hacían, era para recordarle sobre su misión y sobre los grandes planes que ella debía llevar adelante.
—Querida Candice —dijo el ángel—. Hemos oído tu plegaria y venimos con una solución para tu problema. —Ella tragó saliva. No sabía cuál era la solución que el ángel tenía para ella, ni si la aceptaría, pero no perdía nada con escuchar.
—¿Una solución? —preguntó.
—Sientes que eres débil y que no puedes con toda la carga que conlleva tu misión. Pues hemos encontrado a alguien para que te reemplace.
—¿Quién? —preguntó Candice, esperanzada.
—Celeste. La chica que acaba de dar su vida para salvar al cazador. Es una lástima que una elegida muera tan joven y queremos darle una segunda oportunidad.
El rostro de Candice se iluminó al escuchar esto. Estaba contenta de que el cazador y la elegida tuviesen ahora la posibilidad de estar juntos nuevamente.
—¿Y qué pasará conmigo? —preguntó. Quería saber si se la enviaría por un tiempo al paraíso, o si debería encarnarse en un nuevo ser, cosa que generalmente sucedía varios años después de que una persona hubiese muerto, dependiendo de la misión con la que esta fuese enviada al mundo.
—Te reencarnarás casi de inmediato, serás un bebé y tendrás la oportunidad de comenzar tu vida de cero, sin responsabilidades que no puedas cumplir. Celeste seguirá tu misión donde la has dejado, creemos que es más fuerte, dado todo lo que ha tenido que atravesar, y que podrá hacerlo. ¿Estás de acuerdo? ¿Quieres realizar el cambio?
Candice sabía que extrañaría un poco su vieja vida. Pero no tenía muchos amigos y todos su familiares habían muerto ya. Casi nadie iba a darse cuenta de que ella ya no era la misma. Pensaba que nadie la extrañaría demasiado y que ella tampoco extrañaría a nadie, mucho menos a los fantasmas que veía a diario. Estaba feliz de aceptar la oportunidad que se le brindaba.
—¡Por supuesto! —exclamó encantada—. ¡Muchísimas gracias!
—Perfecto —pronunció el ángel, mientras daba un chasquido con sus dedos, desapareciendo en el aire y llevándose a Candice consigo.
El cambio ocurriría esa misma noche.
....
¡Hola! ¿Cómo están? Espero que hayan tenido una muy buena y feliz navidad, que hayan recibido muchos regalos, y que hayan disfrutado este capítulo especial de navidad. Mapñana se viene el capítulo 15. ¡Saludos!
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