4
Las habladurías de mis compañeros de clase llena el aula. ¿Exente? ¿Dos semanas libre de escuela? Aun no lo creo.
—Pero como es eso posible — es lo único que puedo decir.
—Tiene el promedio más alto — lo dice como si fuera obvia la respuesta — de todas las carreras que se imparten en esta universidad.
—Solo tengo que venir a la ceremonia de graduación entonces — el profesor asiente con la cabeza.
—Ok — con las manos temblorosas, recojo mi mochila y salgo del aula.
Camino por los pasillos de la universidad, son las siete de la mañana, muy temprano para llegar al asilo y pasar mi día con mi abuela hasta que sea la hora de trabajar. Me acomodo bajo un árbol, me coloco los auriculares para escuchar música y empiezo a dibujar en mi cuaderno. Pero esta vez les agrego color a los bocetos que ya tenía.
***
Estaba hablando con unos compañeros cuando vi pasar a, Aurora, se acomodó debajo de un árbol y empezó hacer algo en su cuaderno mientras escucha música
Ayer me saco de onda que se negara a salir conmigo, pensé que diría que sí, ella me gusta y no pude dejar de pensar en ella después de que se fue, no me rendiré, le daré flores todos los días, la llenare de detalles. Mis compañeros se van y saco una hoja blanca para escribir algo en ella, la doblo hasta tener un avión de papel y lo aviento para que llegue y antes de que llegue a su destino me voy para que no me vea, corto una flor de las que se encuentran en el campus.
La veo mirar buscando el responsable de aquella nota, una leve sonrisa aparece en sus labios, camino por detrás colocándome en el lado opuesto del árbol, le entrego la flor igual que ayer.
—Hola — saludo, sonríe y se quita los auriculares — creí que las guapas se quedaban en clase — me coloco frente a ella y me siento en el césped con las piernas cruzadas.
—Guapa o fea, en los años de carrera no me volé una clase — tomo su cuaderno rápidamente para ver lo que hacía, Aurora, trata de quitármelo pero no lo logra. Hay dibujos de vestidos, la observo con una ceja levantada por un momento y después vuelvo a mirar los dibujos.
—¡Valla! — Sus dibujos son lindos — son lindos — paso las paginas una y entonces veo que los demás son vestidos de novias — con que te gustan los vestidos de novia — sonrió y ella me quita su cuaderno.
—Me gusta verlos — dice seria, guarda el cuaderno en su mochila y se queda mirándome.
—Te invito a desayunar — comienzo a levantarme y le tiendo la mano.
—No tengo hambre — pero su estómago la traiciona, me río aun poco con mi mano tendida en su dirección.
Ella toma mi mano y sin decir nada comenzamos a caminar a la cafetería de la universidad, pido dos sándwiches a la empleada y dos jugos, pero antes de que ella pueda darle el dinero a la encargada me le adelanto y pago todo. Me mira de mala manera, me da su dinero pero yo lo rechazo. Nos acomodamos en una mesa.
—No acepto tu dinero pero puedo aceptar otra cosa — le digo antes de dar una mordida a mi desayuno, me mira con una ceja levantada.
Permanece en silencio mientras me mira comer, ella no ha probado el sándwich, limpio las migajas que se han quedado en mis labios con una servilleta y tomo un poco de jugo y me inclino sobre la mesa.
—¿Qué es lo que quieres? — su no es serio, molesto podría decir, sonrió un poco antes de contestar.
—Acepta salir conmigo — sus facciones se relajan ante mi respuesta.
***
Por un momento tuve unas ideas muy perturbadoras, el me mira esperando mi respuesta, le doy mi primera mordida a mi sándwich, cuando termino, limpio mi boca con la servilleta, parece ansioso esperando mi veredicto.
—Está bien — digo poniendo a un más recta mi espalda — acepto salir contigo — muerdo mi labio inferior por que no se si estoy haciendo lo correcto.
—Dame la dirección de tu casa ara que pase por ti — ¿Mi dirección? ¿Y si es un secuestrador?
Estúpida como va a ser un secuestrado, mi subconsciente me regaña, quiere pasar por mí, me hace sentir bien, tomo una servilleta y apunto mi dirección en ella, mi celular comienza a sonar me tenso al ver el nombre en la pantalla, cuando llaman es solo que algo ha pasado.
—Hola — contesto con la voz ronca.
—¿Es usted Aurora Garcés? — Pregunta la enfermera.
—Sí, soy yo — ciento una capa de sudor en mi frente.
—Su abuela se ha puesto mal — cierro los ojos por que las lágrimas quieren salir al escuchar a la enfermera.
—Voy para allá — digo rápidamente, tomo mi mochila.
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