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SIMÓN

Caminaba ansioso por la sala había esperado esta noche por días, mordió sus labios con impaciencia mientras miraba a Rafita jugar en el suelo arrastrando la nueva ropa que le había regalado Magnus.

— Rafita vas a ensuciar la ropa— se quejó Simón caminando hasta el.

Un día anterior había llamado de nuevo a su mamá y después de lágrimas, sollozos y muchos "te extraños" por parte de ella, Simón le había pedido ir a cenar, alzó al pequeño con muchos nervios en su cuerpo.

— La abuela debe verte perfecto cariño— dijo Simón—cielos que nervios.

Habían pasado meses desde la última vez que la había visto y verla de nuevo hacía que todo dentro de él comenzará a sufrir una clase de nervios, escuchó al bebé balbucear.

— Si cariño, conocerás a tu abuela, te va a encantar, ella te dará todo el cariño que me dio a mí— añadió Simón con una sonrisa.

Miró el reloj, faltaban minutos para que bajará el sol y para llegar a la puerta de la casa de su madre, comenzó a caminar por el lugar, lo que más temía es que Alec no había cumplido lo prometido, no le había llamado para desear suerte y así no sentir tantos nervios está noche.

— ¡Raphael sal ya de la habitación!— gritó Simón.

El bebé comenzó a moverse de sus brazos para poder bajar, las ganas de llorar no le faltaban, lo agarró como pudo y comenzó a caminar con él hacia la habitación donde Raphael estaba.

—Maldita sea Raphael ¿Qué tanto te arreglas?— preguntó Simón molesto.

Pero nadie contestó, acomodó al pequeño en su brazo izquierdo y con la mano derecha abrió la puerta encontrando al mayor semi desnudo acostado en la cama con sus brazos detrás de su cabeza mientras veía hacia la nada.

— ¡Raphael Santiago vístete ya! Mamá me está esperando, nos está esperando— dijo Simón en un grito.

Vio como Raphael volteaba su cabeza para mirarlo mientras fruncía el ceño.

— Creo que deberíamos dejarlo Simón, solo llámala y dile que estás descompuesto, que lo sentimos— respondió Raphael.

Simón se molestó, caminó hasta la cama y dejó al pequeño en la cuna que le regaló Magnus para después caminar hasta el cuerpo del mayor y mirarlo de mala manera.

— Quiero ir a ver a mi mamá, si tú no quieres acompañarme iré yo solo, pero está noche vas a estar en el sillón— dijo Simón.

Los ojos avellanas de Raphael lo miraban, Simón de hace mucho que había dejado de temer a aquel chico así que ahora estaba allí juntando todo su coraje para enfrentarlo y decirle lo cuanto quería ver a su madre.

— Sabes que no puedes ir a allá, aún no sabes cómo tolerar la comida Simón— dijo Raphael.

El vampiro se alejó molesto mientras decía algunas palabras por lo bajo.

— Iré igual, sabes que no importa lo que tú digas— dijo molesto Simón— y lo aprenderé a hacer, he enfrentado los mayores peligros para no tolerar una comida.

Comenzó a alejarse de él cuando sintió que lo agarraba de la remera.

— Cariño.

Simón se dio vuelta aparentando su labio molesto.

— Nada de cariño Raphael, si no vienes conmigo a ver a mi madre tú volverás a tu hotel.

Vio como el vampiro mayor abría sus labios asombrados.

— Me estás amenazando y manipulando Simón Lewis.

Simón comenzó a sentir ganas de llorar, no quería que Raphael sintiera que estaba haciendo eso, es que está bajo mucha frustración y no sabe cómo actuar.

— Solo quiero que Rafita tenga una abuela, que mi mamá sienta la bendición de ver a su hijo casado y poder cumplir su sueño de ser una buena abuela— explicó Simón— mi hermana es estéril, ella no puede darnos un niño, poder ser tío o mi madre abuela, yo solo quiero...

Comenzó a sollozar.

— Quiero que tú tengas una familia junto a mí, no solo Magnus y los integrantes del instituto— añadió Simón— quiero que puedas conocer a mi familia biológica y sentirte cómodos con ellos. Además si no voy ¿Sabes cómo voy a hacer sentir a mi mamá? Recién hace dos días se enteró que estoy vivo.

Sintió como Raphael le agarraba la mano y besaba sus nudillos.

— Está bien, si eso quieres iremos— dijo Raphael— pero deja de llorar, no podemos hacer esto cada vez que discutimos, a veces pienso que lo usas como tú arma secreta.

Simón sonrió y se acercó a él para besarlo, las peleas no duraban tanto cuando se trataban de asuntos mínimos, Simón se separó y miró a Raphael.

— Ve a vestirte, tenemos que irnos ahora— dijo Simón para cargar entre sus brazos al pequeño.

— Empiezo a afirmar lo que he dicho antes— susurró Raphael caminando hasta el armario

Simón aún no podía creer que en la casa de Magnus ahora estuvieran viviendo ellos, habían traído sus pertenencias, Magnus le había regalado las cosas para Rafita y todos estuvieran viviendo felices cuando semanas anteriores dudará de salir vivo de la mansión Morgenstern. Ahora su mayor preocupación y objetivo era criar a Rafita hasta que su edad lo permitiera, toda la atención sería para aquel niño y lo mejor de todo es que él y Raphael estaban de acuerdo, sus días serían para aquel bebé y para ellos, el vampiro mayor había dado el mando a Lilit aunque había puesto reglas, el debía saber cada movimiento de aquel hotel, era como si Lilit fuera la segunda al mando. Todo estaba saliendo más que bien para la vida de los dos.

— ¡Raphael apúrate!

Excepto el de ir a visitar a su madre.

— Déjame hacerlo con tranquilidad— se quejó Raphael sacando su cabeza del ropero.

— Colócate una remera y una chaqueta, deja de estar buscando.

Se quejaba de Magnus pero Raphael era igual, Simón vio como sacaba una remera negra y una chaqueta grisácea.

— Ya voy, ya voy.

Después de un rato Raphael había terminado de cambiarse y habían salido a la oscura noche de Brooklyn.

— Te ves fabuloso— dijo Simón.

Nunca dejaba de verse fabuloso, Raphael era sexy estando de cualquier manera y mucho mejor cuando estaba desnudo.

— Tú, luces fascinante bebé.

El vampiro mayor le sacó de su mano a Rafita para cargarlo él, Simón miró la escena con ternura, un bebé apoyando su cabecita en el hombro de su padre. Miró su reloj en su muñeca, se les estaba haciendo tarde.

— No sé cómo llegaremos hasta allá.

Raphael le guiño un ojo.

— Somos vampiros Simón—comentó Raphael— ¿Te apetece una carrera?

Simón sonrió mientras comenzaba a negar, correr llamaría la atención de todos los mundanos que andaban paseando por las calles nocturnas pero a la vez era tan tentador que quería aceptar.

— Oh vamos Simón ¿Vas a ser un padre amargado?

— Mira quién habla señor divertido.

Escuchó la risa de su futuro esposo haciendo que el pequeño Rafita también riera con él.

— ¿Simón Lewis acepta una carrera hasta la casa de tu madre?—preguntó Raphael.

Simón se mordió el labio inferior con fuerza, Raphael había usado la venganza, sabía que no diría que no cuando le hablaban de su madre.

— Está bien, acepto— se rindió Simón.

Vio como el vampiro mayor agarraba con más fuerza del cuerpito de Rafita y después de eso Simón comenzó a correr hacia la dirección del vecindario donde su antigua casa estaba, sintió como el viento pegaba en su cara, su ojos se iluminaban al ver todo tan rápido pasar por su costados, esquivando autos, personas y todo con lo que pudiera chocar.

RAPHAEL.

Corría detrás de Simón mientras sostenía el cuerpecito de Rafita entre sus brazos, hace días que se había encariñado con el niño y sabía que si lo llegaba a hacer caer no se lo perdonaría por nada del mundo, pero lo que había descubierto es que al pequeño le gustaba lo que estaban haciendo, sus instintos de Nephilim ya estaban presentes desde chiquito, arriesgarse a los peligro, a los retos, sería un gran Nephilim.

Había dejado lo que tanto le gustaba para estar cerca de Simón y el niño, ser el jefe del clan había sido un sueño cuando había visto que Camille era irresponsable​ en su trabajo, ahora nada era más importante que los dos chicos que habían entrado a su vida y tenía que ver la realidad, el reloj mundano era rápido para personas inmortales, verían crecer a Rafita mucho más rápido de lo que imaginaria y un día el ya no estaría más, no podía desaprovechar ni un segundo. Cuando vio que Simón frenaba en una esquina él también frenó olvidándose todo lo que estaba pensando.

— ¿Qué sucede?— preguntó Raphael.

Vio como Simón mordía sus labios con nervios y después con preocupación.

— Tengo miedo— confesó Simón.

Sintió como Rafita se cruzaba a los brazos de su futuro esposo y Raphael beso su frente en forma de cariño.

— Tienes dos hombres para defenderte— bromeó.

Escucho la risa de parte de Simón, caminaron hasta donde estaba la casa mientras escuchaba relatar algunas que otras aventuras que había pasado en el vecindario hasta que llegaron a la puerta de aquella casa donde la madre de Simón y la hermana debían estar esperándolo, vio como el vampiro menor se congelo en la puerta había un símbolo religioso judío, la estrella de David.

— ¿Puedes tocar?— preguntó Simón con dificultad.

Raphael asintió acercándose a la puerta dando unos pequeños golpes, no le hacían daño ya que no eran de su religión, volvió de nuevo a lado de Simón esperaron unos minutos donde la puerta se abrió mostrando a dos mujeres, una señora mayor con una cabellera rubia, una vestimenta muy formal y unas ojeras que se disimulaban con un poco de pintura y detrás de ella una joven con un vestido floreado, un pelo castaño como el de Simón, no estaba usando maquillaje.

Las dos mujeres miraban a Simón y viceversa, este estaba estático en su lugar mientras miraba a su familia, Raphael tomó a Rafita y le susurró un "ve" para que Simón reaccione y fuera en busca de los brazos de su familia, los escuchó llorar, susurrando palabras de consuelo "Te he extrañado" "¿Dónde estabas?" "Estas muy frío" "¿Estás bien?" Y otras más que Raphael trataba de ignorar, era muy conmovedora la situación pero eso hacía dolerle por que volvía a recordar a su madre y hermanos ya difuntos.

Todos se adentraron a la sala sentándose en un sillón que había allí, podía sentir a Simón tan cómodo de su casa mientras que el estaba tenso en el lugar mientras tenía al pequeño en sus piernas, las mujeres habían dejado de prestar toda su atención a Simón y habían optado por mirarlo a él y al bebé, ni quería imaginar que debían estar pensando.

— Quiero saber todo, Simón—pidió la mujer mayor.

Secando sus lágrimas con un pañuelo, pudo sentir a Simón tragar con fuerza a su lado mientras se acomodaba en el lugar.

— Aquella noche en Pandemónium tuve un accidente, las cosas salieron mal, me confundieron con alguien peligroso y me secuestraron.

Raphael lo miró ¿En serio estaba echando esa mentira? Oh cielos ¿Y que debía hacer? ¿Seguirle el relato?

— Terminé en otra ciudad, todo golpeado e inconsciente, cuando desperté me encontré con Raphael— añadió Simón.

Lo estaba dejando como un héroe cuando no era así.

— Él me cuidó todo este tiempo y nos enamoramos, me olvidé de avisar que estaba bien, adoptamos a Rafita y nos vamos a casar— siguió explicando Simón.

Raphael quería golpearlo, esa mentira daba asco.

— ¿Te vas a casar?— preguntó la mujer asombrada.

— ¿Adoptaron?— preguntó la chica.

— Sí— respondió Simón.

Todo después de eso se comenzó a escuchar gritos por parte de la mujer mayor que al parecer el efecto de mucha información en tan poco tiempo había hecho que reaccionara mal.

— ¿Simón como sabes que él no es uno de tus secuestradores? ¿Lo conoces? ¡¿Todo este tiempo y ni una llamada?!

— Mamá— le decía la chica.

— ¡Un hijo! Un desconocido como tu pareja— dijo histérica la mujer— oh cielos ¡No puede ser Simón! ¿Te puedes imaginar lo preocupada que he estado todos estos meses por ti? ¿Y tú qué estabas haciendo? Ah sí pasándola de fiesta por ahí.

Raphael mordió su labio inferior para parar las palabras que deseaban salir.

— Madre— volvió a decir la muchacha.

El vampiro mayor miró a su esposo y miró como comenzaba a sollozar haciendo que Rafita fuera en la búsqueda de sus brazos al ver a su padre sufriendo.

— ¿Quién eres? ¿Qué te ha hecho?— preguntó la mujer—deja de fingir, dinos la verdad ¿El te obligó a esto? ¿De dónde sacaron a este niño? Di la verdad, yo protegeré mi niño.

Raphael se paralizó a las palabras, pero al parecer Simón reaccionó.

— No estoy fingiendo madre, esta es mi familia, tú familia también—dijo Simón

La mujer comenzó a negar reiteradas veces.

— Eso no es verdad, eso no es verdad.

Raphael sabía con perfección lo que pasaba, la mujer había recibido una explicación sin ninguna pausa, sus instintos de madre estaban sufriendo confusiones y no sabía reconocer la verdad.

— Es mejor que me vaya podemos hablar otro día— dijo Simón parándose.

Raphael se paró detrás de él y comenzó a caminar cuando vio a Simón moverse hacia la puerta, sus cuerpo se movía por los sollozos la reunión familiar no había salido como había imaginado, cuando salieron por la puerta el vampiro mayor lo abrazó, sintiendo en su lado izquierdo a Rafita y al derecho a Simón que había dejado que sus lágrimas y sollozos se quedarán en su chaqueta.

— No Creí... Y-Yo...

— Shh hablaremos en casa—dijo Raphael besando su pelo.

Todo pasaría, la madre de Simón podría enfriar su cabeza y reflexionar lo sucedido, después ella le pediría hablar bien y todo se solucionaría, dirigió a Simón hacia la vereda cuando la puerta de la casa se abrió, Simón volvió su vista hacia atrás, la hermana del menor corrió hasta ellos.

— No te vuelvas a ir, no vuelvas a dejarme sola pedazo de idiota—dijo la chica y abrazó a Simón.

Raphael tuvo que hacer malabares para sacar a Rafita de aquello después de eso los dos hermanos se abrazaron con fuerza.

— Vamos a un restaurante, quiero saber todo y saber el día de casamiento— dijo la chica.

Para después caminar por la vereda y dirigirse hacia el centro de la ciudad, se sintió mejor al ver qué Simón estaba feliz al lado de su hermana, capaz tenía razón debía abrirse más a una nueva familia.

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