Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

(97)

MAGNUS

Cuando apareció en su casa no solo se había dado cuenta que Raphael llevaba al pequeño en sus brazos, sino que también los dos adultos habían tenido una velada muy activa y ahora estaban un poco mal al saber que tendría que llevarse a Rafita con él, no querían dejarlo ir, tenían miedo de que se lo quitarán, pero los entendía, el cónsul y los miembros de la clave eran hombres de leyes mientras que el inquisidor, bueno ese parecía que había tomado algo antes de venir. Magnus sintió ganas de reír al pensar en un inquisidor dopado.

— Tienes que jurar que Rafita volverá—dijo Raphael.

El brujo rodeó los ojos, cruzó los brazos y chequeó la lengua, estaba tardando por ellos y no quería que pequeño Max se quedará con esos hombres y Alexander no necesitaba estar escuchando tantas ignorancias, pero de algo que estaba seguro es que no se llevarían al pequeño.

— Juro que lo traeré— dijo por milésima vez Magnus.

Simón miró a Rafita con tristeza y se estiró para darle un beso a su frente, Raphael sostenía a su pequeño en sus brazos.

— Te llamaremos cada diez minutos— dijo Simón— para asegurarnos de que aquellos hombres no se lo llevaron y no quiero un no como respuesta.

— Creo que mi celular está sin batería— se escuchó por parte de Magnus.

Vio como Raphael frunció los labios enojado, Magnus le guiño un ojo mientras estiraba sus manos para tomar al pequeño, el vampiro mayor lo apretó en su pecho haciendo que el brujo chequeara la lengua impaciente.

— Promete que contestaras los llamados— dijo Raphael.

— He dicho que no tengo batería.

Vio como Simón le pasaba un celular.

— Este es el celular de Alec, tiene batería, te llamaré a ese— dijo Simón.

Magnus los tomó confundido ¿Qué hacía con el celular de Alexander? Se lo guardó en el bolsillo para poder estirar sus manos de nuevo al cuerpito de Rafita.

— ¡Espera! No tiene ropa para ir.

Y ahora que lo miraba tenía razón, llevaba la misma ropa que tenía en la mansión de los Morgenstern y con el problema de que los dos vampiros no podían salir a la luz era muy difícil para ellos conseguir ropita.

— Los Nephilim pensaran que lo estamos maltratando— dijo Simón histérico—no puede ir así.

— Entonces no va a ningún lado— apoyó Raphael.

El brujo chequeó los dedos y el pequeño apareció en sus brazos dejando confundidos a sus amigos.

— Yo me voy a encargar de que este limpio y guapo para la visita a los Nephilim, ahora quédense aquí y déjenme irme de una vez— dijo Magnus.

Le sonrió al pequeño que lo miraba con fascinación en aquellos ojitos avellanas.

— Panquesito es hora de visitar a unos hombres gruñones.

Y chequeó sus dedos para hacer un portal, antes de irse miro a su dos amigos que lo miraban preocupado, Magnus le sonrió para tranquilizar sus nervios y paso por el portal para aparecer en la sala de la institución donde los demás jóvenes y Max estaban pasando la tarde, Izzy estaba acostada en un sillón abrazando el pequeño cuerpo de su hermano menor, al otro lado de la sala cerca de un ventanal, estaba Clarissa, había perdido a toda su familia, solo le quedaba está familia y Luke que estaba siendo curado por su manada, pero allí estaba metida en un libro haciendo que todo lo demás fuera a segundo plano.

— Magnus tienes que ir ahora a la sala, los hombres están ansiosos por verlo— dijo Jace.

El brujo no pudo evitar pegar un saltito por el susto, volteó su vista, el niño rubio había aparecido de la nada.

— Claro, espera un minuto—dijo Magnus.

Mientras chequeaba los dedos viendo como Rafita cambiaba de vestimenta a un hermoso conjunto de terciopelo negro.

— Ahora ve a la otra habitación— aconsejo Jace.

Magnus salió de esa sala para ir a la otra.

— Panquesito, prometí a tus padres que no te irías, así que pórtate bien con los adultos y no te separes de mí lado ¿Entendido?

Se sintió un poco tonto a esperar respuesta de alguien que estaba aprendiendo a balbucear, pero solo levantó sus hombros como quitándole importancia y seguir caminando hasta llegar a aquella puerta.

— Si el cónsul te toca llora, no dejes que te toque— bromeó Magnus.

Tomando el picaporte de la puerta y entrando al lugar, lo primero que se le vino a su vista fue a Alexander haciendo dormir a Max mientras que al parecer había una charla interesante que acabó cuando él entró.

— No esperaban verme ¿Cierto?

El cónsul se cruzó de brazos mientras que el inquisidor miró a la criatura entre sus brazos, el hombre parecía más emocionado con los niños que con la reunión.

— No te creas eso subterráneo, solo rogaba que no lo hicieras— respondió el cónsul.

Magnus se sentó a lado de Alec que seguía dando pequeños movimientos al niño con una mirada molesta en el cónsul.

— ¿Esté es el pequeño niño con dones de la visión?—preguntó el inquisidor.

El brujo bajó su vista al pequeño tenía su dedo pulgar en su boca, miraba a los hombres sin discreción.

—Sí, él es Rafael— contestó Alec.

— ¿Rafael? ¿Qué clase de nombre desagradable es ese? Subterráneo ¿Cierto?—preguntó el cónsul.

Magnus ya estaba molesto porque sabía que había sido una indirecta por Raphael.

— ¿Puedo tomar al pequeño?— preguntó el inquisidor.

Afirmó que el inquisidor se había tomado algo antes de venir.

— Claro que sí— dijo Magnus.

Le agradaba un poco más que los otros hombres del lugar, se estiró para pasarle el cuerpito del pequeño a las manos del inquisidor.

— No puedo creerlo—dijo el hombre asombrado.

Magnus lo miró confundido, asombrado, no podía hacerlo, no podía salirse con la suya y llevarse al pequeño Rafita, comenzó a negar esperando que el inquisidor por lo menos se arrepintiera de lo que iba a decir.

— ¿Qué sucede señor inquisidor?— preguntó uno de los representantes de la clave.

El inquisidor los miró a ellos, después miró al bebé y después lo miró a él.

— Han salvado a un descendiente de los Wayland— dijo el hombre.

Magnus miró a Alexander esperando algo no podían hacerle esto, no podían llevárselo así.

— No pueden llevárselo, su familia está acá, su salvador está acá— suplicó Magnus.

No suplicaba por nada, menos a esos señores pero era el hijo de sus dos amigos, no podía pasar esto.

— Calla subterráneo, tú no tienes derecho a hablar sobre nuestros niños, este niño es un Wayland— dijo el cónsul.

Magnus miró al inquisidor esperando que su mirada se posará en él.

— Por favor inquisidor, sus padres adoptivos están acá, están emocionados por criar a este pequeño en mi casa, no hay peligro en ellos—volvió a intentar Magnus— en nombre de Magnus Bane, doy mi palabra que este niño será el mejor Nephilim que hayan conocido.

Los ojos grisáceos del inquisidor se quedaron mirándolo como si estuviera analizando sus palabras.

— Ese niño se va a ir a Idris—dijo el cónsul.

Vio al inquisidor comenzar a negar.

— Claro que no, confío que el nuevo adulto de esta institución pueda controlar este tema— dijo el inquisidor con una sonrisa— los Wayland han sido asesinados, no hay nadie, y confío en que si le pido a Lightwood un informe todo los meses sobre el avances de este pequeño en la cultura Nephilim podrá ser responsable.

Magnus miró a Alec que comenzó a sonreír mientras dejaba de mecer al niño. ¿Qué sucedía? ¿El inquisidor estaba dándole su ayuda?

— ¿Qué? Claro que no, no se puede quedar— dijo el cónsul.

Vio al inquisidor acercar a Raphita a su cara y besar su frente para después bajarlo y mirar al cónsul.

— Puedo decir y hacer mis decisiones señor cónsul, tienes que acordarte que ustedes obedecen mis órdenes— dijo el inquisidor para estirarse y devolver al pequeño a las manos de Magnus.

— ¿Lo dejarás con subterráneos?— se quejó el cónsul.

— Se quedará con su salvado.

Magnus sentía las ganas de abrazar a aquel hombre, el mundo Nephilim podía cambiar con ese hombre en el poder, se contuvo pero si le entrego ese abrazo al pequeño para dedicarle una mirada de agradecimiento a aquel hombre, sabía que está noticia pondría feliz a sus amigos.

— Es hora de irnos— dijo el inquisidor parándose.

— Gracias por esto— habló Alec.

Mientras se paraba con Max durmiendo en sus brazos, el brujo pudo ver cómo los demás hombres discutían entre ellos.

— Magnus Bane haz el favor— dijo el inquisidor.

El brujo asintió e hizo un movimiento con su mano para que un a una distancia de ellos se formará el portal.

— Cuida este instituto señor Lightwood— dijo el inquisidor.

Antes de irse le hizo un jueguito de mano a Rafita y después caminó al portal, el segundo en pasar y nada contento fue el cónsul.

— Cuida a todos aquí —dijo el cónsul y se fue.

Y los miembros de la clave se fueron sin decir nada, cuando todos desaparecieron del lugar y el portal pudo cerrarse Magnus miró a Alexander y suspiró con tranquilidad para después dejar escapar una carcajada.

— Eso ha sido raro— dijo Alec.

— Ni lo digas— dijo Magnus.

Caminó hasta su futuro esposo mientras acomodaba a Rafita en sus brazos.

— Felicidades cariño, ya eres tutor de este instituto.

Vio cómo su pequeño se sonrojó y cuando estaba por decir algo bueno, el celular que estaba en su pantalón comenzó a vibrar.

— Ese es Simón, contesta Magnus— dijo Alec

— Lo odio.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro