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ALEC

Mientras suspiró caminó hacia la habitación de Max, no es que le frustrará hablar con su hermano menor pero no sabía cómo hablarle del asunto de los adultos, el es aún un niño, no tenía por qué estar escuchando de muertes y aunque fuera un Nephilim aún no era su hora.

— Alec.

El Nephilim volteó mirando a su Parabatai, estaba ya cambiado pero aún parecía cansado de todo lo sucedido, de todo lo que sigue sucediendo.

— Tendrías que ir a descansar Jace— dijo Alec.

Pero el chico de ojos dorados negó y caminó hasta él.

— Somos Parabatai, un problema tuyo es mío por igual— explicó Jace— además Max me escuchará ahora más a mí que a ti.

— ¿Cómo lo sabes?—preguntó Alec—tú no estabas allí.

El chico lo abrazó por los hombros y sonrió.

— Puedo enterarme de todo— dijo Jace señalando al aire— ahora vamos.

Caminaron los dos juntos hacía la habitación de Max, podía admitir que se alegraba de tener un poco de ayuda ya que el pequeño era muy testarudo cuando se trataba de haberle​ ocultado algo, no lo escucharía.

— ¿Y cómo va la relación tuya y Magnus?

El chico ojiazul se avergonzó al recordar el comportamiento de Magnus en la habitación.

— Bien, va bien.

— Me he enterado que quieren adoptar a los niños— comenta Jace—es un nivel muy elevado para una relación que recién comienza.

— Lo sé, pero Magnus está emocionado por tenerlos— dijo Alec—y quiero verlo feliz.

El chico rubio golpeó la puerta del pequeño para volverlo a mirar.

— Estás bien ligado hermano—dijo Jace riendo— me gusta verte así.

— ¡Vete Jace! ¡No quiero hablar con nadie!— gritó Max.

Alec se cruzó de brazos y se apoyó contra la pared, podía entrar a la fuerza pero su hermano se enojaría más.

— Max abre la puerta, tenemos que hablar— dijo Alec.

Jace empezó forcejear la puerta tratando de abrirla pero era inútil, Max había usado una runa para impedir el paso.

— ¡Max abre la puerta!— gritó Jace— entraré aunque sea lo último que haga, sabes muy bien lo que pensamos de usar las runas para encerrarte.

— ¡Déjenme en paz! vayan a hacer cosas que hacen ustedes, como por ejemplo mentir.

— Maxwell Lightwood deja ese comportamiento de rebelde y saca la runa de la puerta ahora mismo— dijo Jace enojado.

Pero no hubo respuesta, Max no abrió y Jace gruñó más alto.

— Ve a dormir Jace, creo que puedo lograrlo solo—dijo Alec.

— No tendré ningún hijo en mi vida—dijo Jace frunciendo el ceño— está decidido.

Lo vio alejarse y doblar hacia la habitación de Clarissa quejándose en voz baja de lo sucedido, Alec aprovechó para sentarse al lado de la puerta y esperar que Max lo escuchara y quisiera hablar.

— Max.

— Dije que te fueras, me mentiste— dijo Max— iba a vivir mi vida con una idea falsa sobre lo que era mi padre y como mi madre murió peleando cuando en verdad murió quemada por nuestro propio padre.

Alec apoyó su cabeza en la madera de la puerta.

— Eres un niño Max, aún no tienes que escuchar esto, mereces una niñez buena y tranquila, no así— explicó Alec— ¿Por qué no me dejas cuidarte?

Escucho algunos ruidos dentro de la habitación, algo ser tirado contra una pared y después sollozos.

— Soy un Nephilim— dijo Max— en unos meses tendré la primera runa y tengo que saber de esto ¡Soy un Nephilim!

El ojiazul pasó su mano por el pelo con frustración.

— Eres mi hermano menor, estuve a punto de verte muerto Max— volvió a intentar Alec ahora algo frustrado— déjame hacer mi trabajo y cuidarte.

— No necesito que me cuides—dijo Max— ya pronto tendrás una familia, cuidarás de ellos y yo tendré que ir a Idris a la academia de Nephilim a prepararme.

— ¡Eso no pasará!

— ¡Sí! Si pasará— gritó Max.

— ¡No pasará, porque te adoptaré Max!— gritó Alec—quiero cuidarte, quiero cuidar a Izzy, quiero cuidarlos a todos ¿Puedes entenderme?

La puerta fue abierta mostrando a Max mirándolo, sus labios estaban apretados y estaba temblando mientras que se abrazaba para estabilizarse.

— ¿Me quieres adoptar?

— Claro que si Max— respondió Alec— te he cuidado desde que eras un bebé, se las cosas que te gustan y las que no, se a que eres alérgico, se todo de ti, te enseñe tantas cosas ¿Por qué querría separarte ahora de mi?

Sintió el pequeño y frágil cuerpo de su hermano tirarse a sus brazos y llorar en su hombro, esperaba que ahora todo fuera mejor para todos después de la gran pérdida.

— Lamento lo que dije—se disculpó Max— creí qué... Yo solo quiero ser parte de ustedes, quiero ser un Nephilim y necesito ayuda.

Alec lo abrazó con fuerza mientras cerraba los ojos y recreaba los sucesos de la mansión ¿Estaba preparado para que Max hiciera esas cosas? No, claro que no.

— Después de la ceremonia de la runa—dijo Alec—después de ello prometo que podrás saber de todo mientras tanto seguirás haciendo lo que haces ¿Entendido?

Su hermano se alejó y secó sus ojos con una sonrisa débil.

— Ahora descansa un poco, te pones muy gruñón si no lo haces.

Que había dejado escapar una risa.

— Eso es mentira— murmuró Max riendo—está bien, es verdad.

Lo vio entrar a su habitación y subirse a su cama estirándose boca abajo, Alec se paró y lo miró desde el umbral con cariño, no podía creer que creciera tan rápido. Empezó a caminar hacia la habitación de Izzy, pasaría para ver si todo estaba bien con ella, su hermana siempre se mostraba como la mujer fuerte pero ella era sensible y frágil, sabía derrumbarse por la culpa y Alec no quería eso, cuando llegó a la puerta dio tres golpes y esperó la respuesta.

— ¿Quién?— preguntó Izzy.

Que tenía la voz congestionada.

— Izzy soy yo—dijo Alec— ¿Puedes abrirme?

La puerta fue abierta mostrando a una Izzy con sus ojos rojos e hinchados por haber llorado tanto y su nariz sonrojada, no demoró tanto en sentir a su hermana largarse también a sus brazos apretándole con fuerza.

— No pude disculparme con mamá—dijo Izzy—le dije tantas cosas feas cuando se la merecía papá no ella, me siento tan mal.

— Izzy no fue tu culpa— dijo Alec— llegué tarde para poder evitarlo, la culpa es mía, no quiero verte así.

Su hermana empezó a sollozar en su pecho.

— ¿Ahora qué haremos? ¿Es mucha responsabilidad para ti solo?

Alec empezó a acariciar el cabello negro y desordenado de su hermana que aún seguía abrazada a él.

— Yo me encargaré de eso Izzy, cuidaré de cada uno de ustedes— dijo Alec— tomaré el lugar como director del instituto y después el problema no será difícil.

— Trataré de ayudarte, lo juro por el ángel—dijo Izzy.

— Se que lo harás, pero ahora hay que ir a descansar.

La llevó hasta dentro de la habitación que estaba desordenada y la dirigió a la cama para arroparla.

— Cuando despiertes quiero verte bien— murmuró Alec— eso es lo que nuestros padres, los que en verdad recordamos, hubieses querido.

— Te quiero— dijo Izzy.

— Yo más, descansa.

Le dejó un beso en su frente y salió, le gustaba esto de cuidar a su familia, no pedía nada más que verlos bien a cada uno de ellos. Caminó hasta la sala para mirar por el umbral de la puerta cómo Magnus dormía en el sillón con unos de los niños en su pecho, Max junior, mientras que Simón parecía estar teniendo una charla con Rafael junior en otro de los sillones, el niño respondía con balbuceos, Alec se adentro a la habitación y se sentó en el piso cerca de Simón llamando su atención y el del pequeño.

— Lo siento por lo de Max— dijo Simón.

— No pasa nada, ya lo solucioné—dijo Alec— ¿No quiere dormir Rafa?

— Magnus lo intentó pero no lo logró— dijo Simón— tiene todas las pilas, no dormirá por un buen rato.

Pudo ver como Simón le hacía caras divertidas y el niño no dejaba de reír como respuesta.

— Se ve tan relajado contigo— dijo Alec sin dejar de mirarlos.

— Tuvimos química cuando nos vimos— bromeó Simón— es tan parecido a Raphael, no le gustaba obedecer y te hará rabiar hasta la muerte.

Alec estiró su dedo y acarició la mejilla del pequeño con cuidado.

— Estaba pensando— dijo Alec—te vas a casar después de lo que suceda esta noche y estaba pensando si ¿Quieres adoptar? Ya sabes, no podrás tener familias después de esto.

Simón se sentó con rapidez en el sillón y sostuvo al niño en sus brazos mientras lo miraba asombrado.

— ¿Qué?— preguntó Simón—Yo creí que querías a los dos niños.

— Tengo a cuatros chicos más que cuidar Simón, tú solo piénsalo, yo lo arreglaré con la clave y con Magnus.

La sonrisa que pudo ver en Simón fue mucho mejor de lo que pensaba, tenía una sonrisa de esas que se formaban cuando le daban una gran noticia.

— Lo hablaré con Raphael está noche— dijo Simón— gracias Alec.

Había podido ayudar a todos los del instituto, casi a todos, porque aún no podía satisfacer a Magnus en los otros deseos que él quería.


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