(51)
RAPHAEL
— Camille— saludo Raphael.
— Que placer verte otra vez Raphael—dijo la mujer— has desaparecido, hace semanas que no te haces cargo de los demás vampiros.
Raphael sólo alzó los hombros y apretó la mano de Simón ya qué podía sentirlo tenso, la tranquilidad de Camille daba malos presagios.
— Solo tuve que ayudar en algunos problemas a Magnus— explicó Raphael.
— ¿Y todo ese tiempo te hiciste muy cercano al polluelo?— preguntó Camille curiosa.
— Se llama Simón— respondió Raphael— no sé porque nos llamaste señora Camille, me gustaría preguntar ¿Dónde está Magnus?
Una sonrisa apareció en la cara de Camille y sintió como Simón se tensaba, para algunos cómo para el menor verla con esa sonrisa ahora sería escalofriante, pero para Raphael era una simple sonrisa que conocía de años.
— Fue a perseguir a un chico Nephilim.
Los dos vampiros sonrieron a media, su plan había funcionado de alguna manera, pero Raphael cambió su expresión casi de inmediato por algo serio, para qué Camille no lo notará, que no notara que estaba ayudando a aquellos niños Nephilim a hacer cosas.
— Que mal—fingió Raphael—se veía que iban a tener una noche entretenida.
Camille solo se quejó haciendo un movimiento de mano para restar importancia.
— Sentados, hay que hablar.
— Estamos en medio de una fiesta— comentó Raphael molesto— quiero disfrutar la noche con mi pareja, tú tendrías que hacer lo mismo Camille.
— Sentados—ordenó Camille.
Raphael se quejó y miró a Simón dedicándole una sonrisa para después sentarse frente a la vampiro, no tenía que estar el menor con el pero era tan egoísta que no quería dejarlo ir hacia otro lado, una de sus manos se colocó en la pierna de Simón y el vampiro mayor sonrió a ver que el pequeño se había tensado un poco, no importa si esta Camille o quien sea, el demostrara como se sientes.
— ¿En qué podemos ayudarte?—preguntó Raphael.
— Te ordeno que regreses inmediatamente al hotel.
La mujer había cambiado su voz tranquila a una de firmeza haciendo que Raphael tuviera que arquear sus cejas curioso por este cambio.
— Eso íbamos a hacer cuando se acabara la fiesta esta noche—comentó Raphael.
Se pudo escuchar como la mujer vampiro chequeaba la lengua cómo si esa respuesta no le gustará para nada, pero no entendía si eso es lo que ella le estaba ordenando.
— El polluelo no.
Raphael se sorprendió con aquellas palabras sintiendo como Simón agarraba su mano y la apretaba con un poco de fuerza porque eso significaba muchas cosas para ambos, como una separación forzada.
— Simón es un vampiro y tiene que estar en el hotel—señaló Raphael enojado.
— Yo mando en el hotel—dijo Camille—yo decido si el polluelo entra o no en el lugar.
Raphael jamás había peleado con una mujer, menos con Camille, pero era ridículo que dijera aquello, no permitir la entrada de una persona a quién ella mató, a quien ella los transformó de los suyos, es un polluelo, lo que más necesita es estar rodeado de los suyos.
— ¿Entonces qué quieres hacer con él? no podemos dejarlo solo, es uno de los nuestros.
Camille alzó sus hombros como si no le importara el futuro del menor a pesar de ser la culpable de todo lo que se le ha causado.
— Se puede quedar con Magnus.
— Él tiene que estar conmigo.
— Tú tienes que estar con el clan—dijo Camille—tú tienes que ir y seguir adiestrando a los demás vampiros, hacer tú trabajo y no solo enfocarte a uno solo.
— Quiero llevarme a Simón conmigo— respondió Raphael alzando la voz.
Camille negó mientras tomaba de la copa que tenía en su mesa, tranquila, como si no pasará nada, como si no notará el dolor que estaba causando a las dos personas en frente.
— Él solo te distraerá— comentó Camille— he dicho que no.
— Entonces no iré, me voy a quedar junto a Simón.
Camille negó mientras chequeaba la lengua para mirar a ambos vampiros y esta vez Raphael sintió que algo iba a ir mal, algo iba a pasar.
— Raphael eres inmortal—dijo Camille decepcionada— inteligente y astuto para saber que el amor no existe, deja de ser ingenuo.
— Tú no sabes nada...
Y todo se detuvo, Raphael miró a Simón el cual había caído al suelo y trató de llamarlo pero no podía hablar, no sabía que estaba sucediendo o que habían inyectado en ellos pero no podía moverse, estaba paralizado.
— Tú me hiciste hacer esto Raphael— susurró Camille.
Ella se levantó de donde estaba para comenzar a caminar, intentó mover algún músculo para evitar que los subyugados se lo lleven pero fue imposible, miró por última vez a Simón que estaba desmayado en el suelo y prometió volver a buscarlo.
SIMÓN
Cuando se despertó estaba todo adolorido y la música seguía resonando, no sabía que había pasado ¿No era que los vampiros eran inmunes a todo? ¿Qué era lo que le habían inyectado? Raphael, miró a todos lados buscándolo pero no estaba y tampoco Camille, esa mujer había hecho algo malo otra vez, primero agarrarlo a él y transformarlo en uno de ellos y ahora se había llevado a su novio, esto ya era algo personal.
Se levantó con dificultad y caminó por entre medio de la gente que bailaban, tenía que buscar a Magnus, la noche estaba a punto de acabar y sentía que debía correr detrás de Raphael, pero él era un polluelo no podía lograr mucho. Encontró a unos metros a Magnus con una gran sonrisa y festejando con muchas personas a su alrededor, corrió hacia él con un nudo en su garganta, este lo miró con una sonrisa perdida.
— ¿Y Raphael?— preguntó Magnus.
Simón lo miró con amargura y trato de hablar, trato porque no podía salir nada de su boca porque si no lloraría frente a todas estas personas, lo verían como alguien débil cuando en verdad tenía miedo.
— Simón ¿Estás bien?— preguntó Magnus ahora preocupado.
— Camille se llevó a Raphael—dijo Simón con dificultad.
— ¿Qué?
Magnus lo agarró del brazo y lo apartó del lugar para liberarlo y verlo como empezaba a caminar de un lado a otro moviendo sus manos nervioso, buscando poder explicar lo sucedido.
— Simón tranquilízate, cuéntame que sucede.
El menor lo miró y trató de calmarse apretando los puños a cada lado de su cuerpo y aguantando las lágrimas.
— Camille nos llamó y le pidió a Raphael que volviera al hotel pero yo no estaba incluido en ello porque lo distraería—explicó Simón— así qué se negó y se lo llevaron contra su voluntad.
— ¿Se lo llevaron aunque él se negó?
— Sí, Raphael no quería irse si yo no podía ir, pero nos inyectaron algo, no sé qué y caí al suelo inconsciente, no recuerdo más y estoy preocupado.
Magnus asintió y señaló un sillón para que se sentara y se pudiera tranquilizar.
— Siéntate allá, vamos a ver qué hago con esto.
Simón obedeció, ya habían pasado por mucho como para que le pasara esto, quería a Raphael ahora mismo.
MAGNUS
Sacó su celular y marcó a Camille molesto, no podía creer que había hecho eso, miró a Simón y se amargo, desde que pasó la transformación no se habían separado, solo fue una vez cuando Simón hizo la locura de ir a rescatar a la Nephilim y después nunca más, Raphael no podía irse así, pero lo peor de todo y lo que no puede comprender es que le prohibieran a este polluelo ir al hotel si era un vampiro, no podía hacer eso, ser selectivo.
— Magnus.
— Camille— devolvió el saludo irritado Magnus
Empezó a caminar como acostumbraba a hacer cuando hablaba por teléfono y se alejó lo suficiente para que Simón no escuchara.
— ¿A qué se debe tu llamado?
— Te has llevado a uno de mis invitados y no de una buena manera— respondió Magnus
— Raphael tenía que venir al hotel, no puedo dejar que esté allí, me he enterado que se están metiendo en algo peligroso con Valentine y yo no voy a dejar que le pase nada a uno de mis niños.
Magnus aparto la vista a un jarrón negro y se dio la vuelta dándole la espalda a Simón, nunca la mujer vampiro se había interesado por aquellos niños ni las situaciones peligrosas, pero ahora sí.
— ¿Entonces por qué no te llevaste a Simón?
— ¿El polluelo? solo será un problema para Raphael— contestó Camille.
— Son una pareja Camille—suspiró Magnus —tú solo estás tratando de separarlos.
— Capaz si lo estoy haciendo— concordó Camille—mira, dile al vampirito que se alejé, que haga su vida sólo, que no venga a este hotel o sufrirá consecuencias ¿Entendido?
Magnus chequeó la lengua molestó, ella no podía hacer esto, ella no podía estar negando la entrada a uno de los suyos, ella no podía ser tan cruel.
— Estás perdiendo una gran amistad con esto, Camille—dijo Magnus.
— Tú siempre volverás a mí, eso lo sabemos los dos.
Y la llamada se terminó, frustrado se dio vuelta y miró a Simón que lo estaba observando esperando a que hablara o obtuviera una respuesta a lo que había sucedido.
— ¿Qué sucedió?—preguntó Simón.
El menor se había levantado de su lugar y lo miraba con los ojos brillosos, él había escuchado todo pero esperaba que no fuera cierto, necesitaba escucharlo en voz alta.
— Te prohibió acercarte a Raphael, si no te irá mal.
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