(5)
ALEC
"Magnus Bane."
<< Así que el brujo con quién estaba cruzando miradas, y al parecer teniendo un tipo de coqueteo en forma indirecta es el gran brujo de Brooklyn, Magnus Bane, famoso en boca de todos, pero no bien visto para los Nephilim.>> Piensa Alec.
— ¡Una fiesta! Es obligación ir— dice Clarissa.
— ¿Tanto escándalo por esto? —Pregunta Jace molesto— nos hubieran traído una taza de éstas a todos, no solo a Alec.
Alec ve como su Parabatai busca con su vista a alguien en el restaurante, debe estar buscando al brujo para reclamar aquello, de tener también su trago gratis.
— ¿Celoso?— pregunta Alec con un tono de broma.
Aquellas palabras parece llamar la atención del chico de cabellera rubia, ya que deja lo que estaba haciendo para mirarlo.
— ¿Tuyo? sigue soñando, sabe que soy mucho más guapo.
Alec puede sentir su cara arder porque está siendo observado, y tener la mirada de su Parabatai en el no ayuda mucho, pero mira de reojo a ese tal Magnus, el cual tiene una copa en sus manos y la levantarla para darle una sonrisa incluida como si hubiese estado esperando aquello. Avergonzado Alec vuelve la mirada a la mesa, no quiere dar más sospecha de su diferente orientación sexual, sería un gran problema si eso sucede, y más frente a las dos personas que tiene enfrente suyo.
— Tendríamos que preguntarle si es esta noche—dijo Clary.
— ¿Lo estás diciendo enserio? Obvio que esta noche— contesta Alec.
— ¿Iremos?—pregunta Jace molesto— ¿Tenemos que ir?
— El brujo acaba de hacerle una propuesta de invitación a Alec—lo reta la chica—es claro que tenemos que ir.
— Clarissa, ese es un hombre y un subterráneo, además que se olvide de Alec, no van por el mismo camino ¿O no?— pregunta el rubio.
Alec no sabe cómo contestar a ello, solo fuerza una sonrisa y trata de mentir sin que el chico note aquello, de todas formas su Parabatai no es muy inteligente para notar algo extraño.
— Si, tienes razón.
— ¿Has escuchado Clarissa? El ya respondió, además si lo fuera tendría que decírselo a la clave y seria exiliado de ser Nephilim— explica Jace.
— ¿Pero por qué?— pregunta ella— eso es ridículo.
Alec solo escucha aquella conversación con diferentes sentimientos atravesando dentro de él.
— Porque está mal ser homosexual en la clave, somos jóvenes aún y estamos confundidos, no es bien visto—dice mientras alzaba sus hombros restándole importancia.
— Si Alec lo fuera, si él fuera homosexual ¿Le dirías a la clave que tú Parabatai es de ellos?—Pregunta Clary enfadada.
— Sed lex dura lex.
El chico de ojos zafiros se ha descompuesto por tal conversación, porque si Jace supiera de su orientación sexual se lo diría a la Clave y sería exiliado de ser un Nephilim, algo que el amaba, y lo malo es que Jace como es su Parabatai tendría que aceptarlo siendo homosexual o no, pero ahora demuestra todo lo contrario, le está diciendo delante suyo que "la ley es dura pero es la ley", y significa que lo va a delatar. El chico rubio siempre consigue romper su corazón un poco más.
Los debates siguen, Alec solo se queda escuchando con una amargura dentro de él. No ha elegido sentir esa atracción a su mismo sexo, solo lo ha sentido y listo, ahora no puede hacer nada. Ya queriendo huir intenta moverse para irse, pero cuando ve como el chico rubio saca su celular para después pasárselo a la chica de pelo rojizo puede entender que no hace falta, ellos van a irse primero.
— Alec, debemos irnos, no te enojes ¿Si? Prometo compensarte—dice Jace parándose y levantando a Clary.
— Está bien...
Esa pareja pasan más tiempo juntos que ellos que son Parabatai. El Nephilim de cabellera rubia se olvida de él siempre, pero no va a discutirlo, ya no más. Jace lo daña con cada acción y palabras aunque no lo note, y ya no quiere amar a Jace como lo hace.
La pareja se alejó del lugar perdiéndose de su vista, cuando ya pudo presenciar que no van a volver apoya su cabeza en la mesa y suspira otra vez más. Es mejor irse, ya no tiene porque quedarse. Levantándose, deja la plata y la propina en la mesa para la mesera, y comienza a alejarse, olvidándose de dedicarle la última mirada al brujo que aún le mira.
MAGNUS
El chico Nephilim es un egocéntrico, no se había despedido de él. No lo miró, ni agradeció al tal gestos que él le había dado, solo había dejado aquel dinero en la mesa y se había alejado del lugar. Pero no lo podía culpar, había visto al chico irse debatido por la conversación de su amigo, no había podido evitar escuchar la mayoría de la conversación, no por ser entrometido si no porque quería ver qué era lo que provocaba aquellos gestos tristen en el chico de ojos zafiros.
El chico, a los ojos de Magnus, podía verlo así, triste con secretos torturadores dentro de él, sus facciones serías y una mirada que siempre se situaba al piso mostraban timides, pero debía admitir que era hermoso en su estado físico. Ojos azules, pies nívea, cabello negro opaco que hace resaltar más sus encantadores ojos, una combinación perfecta que a él le gusta. Le hace acordar al Nephilim Will Herondale que conoció hace mucho tiempo. Cuando el chico de ojos zafiros se dirigió hacia la puerta, Magnus sintió las ganas de seguirlo y hablarle, pero tenía una invitada con él de la cual se había olvidado.
— ¡Magnus! ¡Hace horas que no prestas atención!—dice su acompañante.
— Querida Camille, lo siento tanto, pero no estoy tan concentrado como debería estar.
— ¿Tendremos qué dejar esto para otro día Magnus?
— Estaría agradecido, vendré por ti en unos minutos y te llevaré al hotel.
— Te esperaré —dijo Camille.
El brujo se levanta de su lugar y deja un par de billetes para la mesera, cual le había caído más que bien, y toma la mano de su compañera para besar sus nudillos y luego salir por la puerta en busca de aquel chico que lo había cautivado. Pero hay muchas personas a estas horas en la calle, haciendo inevitable saber por dónde se ha ido ¿Cómo un brujo tan poderoso como él perdía su tiempo buscando a un chico guapo? Eso mismo, pensó Magnus, el muchacho era guapísimo.
Empieza a caminar, sin pensar si es el lugar por donde se ha ido aquel muchacho, mirando a los mundanos a su alrededor todos metidos con su vista en sus móviles, sin prestar atención por donde caminan. Se distrae tanto mirando a las personas que no se da cuenta que está entrando a un callejón, cuando reacciona trata de volver por su camino pero un licántropo está entrando también al callejón.
Magnus siente terror al pensar que se le arruinará su traje si el licántropo lo ataca, pero él no va a dejar que un cliente enojado venga a arruinarlo antes de la fiesta que hará en la noche, menos sabiendo que el joven de ojos zafiros va a estar allí. Comienza a lanzar chispas azules de sus dedos a la dirección del animal; si el cliente insatisfecho quiere atacarlo él le enfrentará, aunque tenga que manchar su bello traje.
Pues nadie ataca a Magnus Bane.
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