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RAPHAEL

Estaba encima de Simón, todavía no habían llegado a nada, comenzando con besos suaves e intensos para calentar un poco las cosas, cuando unos golpes fuertes se escucharon en toda la casa haciendo parar aquellos besos para mirar hacia la puerta como autoreflejo porque sabe que son visitas y no buenas.

— Iré a ver, Magnus debe estar muy cansado, ha gastado mucha energía.

Se paró de la cama y acomodó un poco su ropa para camuflar lo que está pasando.

— Está bien, ten cuidado— dijo Simón.

— No te preocupes—dijo Raphael.

Este sonrió para salir por la puerta, caminó por el pasillo y vio a los dos Nephilim en la puerta poniéndose lo que le quedaba de ropa.

— Deben ser Maryse y Robert, les dije que Alec había despertado— comentó Jace.

— Vayan a abrir, tratare de sacar al Nephilim de la habitación de Magnus—dijo Raphael.

Caminando con rapidez hacia la habitación de Magnus, entrando sin golpear, ve a los dos en la cama, si los padres del Nephilim lo veían así a su hijo primogénito con un subterráneo se molestaría mucho. Vio como en la cama el brujo estaba siendo abrazado por el niño Nephilim, tan juntos que si no lo conocieras ahora dirían que ellos dos eran pareja, sonrió para acercarse hasta donde estaban ellos.

— ¡Magnus!— gritó Raphael.

Está moviendo su cuerpo con brusquedad, los dos jóvenes dormidos se levantaron alarmados, el Nephilim en modo alerta y Magnus todo lo contrario, con ojos cerrados y labios fruncidos.

— ¿Qué sucede Raphael?

Raphael golpeó la cabeza de Magnus para despertarlo.

— Auch ¿Qué te sucede?—se quejó Magnus.

— Los padres del Nephilim están aquí— dijo Raphael mirando a los dos muchachos.

— ¡¿Mis padres están acá?!— preguntó preocupado Alec.

El chico se había levantado con rapidez de la cama y corría hacia alguna parte de la habitación.

— Si me llegan a ver así ¡Por el ángel! ¡Lo que pensarían!

Raphael pudo ver la cara de desilusión de Magnus, de seguro que ese comentario lo había ofendido.

ALEC

Caminaba por la habitación con desesperación, intentaba buscar su ropa pero sabía que no estaba en esa habitación, sus padres estaban acá, venían por él y si lo encontraban en esta habitación así como estaba, durmiendo con un hombre, ni él mismo sabría cuál sería la reacción.

— Magnus por favor tráeme mi ropa— rogó Alec.

Vio como el brujo asiente sin mirarlo y como con una de sus manos y uno de sus trucos hacía aparecer la ropa de él en la cama, miró al vampiro que ahora quedaba con Simón que le devolvía la mirada como si lo estuviera retando por algo pero no entendía, volvió a mirar al brujo sintiendo un nudo en su garganta a pesar de que no puede entender, solo suspiró y tomó el comportamiento del brujo como que todavía no se había despabilado por completo y no entendía la situación.

— Iré al baño—dijo Alec.

Agarro su ropa y se metió al baño con un malestar en su pecho, no sabía porque se sentía así, estiró su ropa y vio que estaba limpia, arreglada y perfumada, el nudo en su estómago se hizo más grande, se colocó la ropa con rapidez y encontró unos borcegos negros a la distancia cual también se colocó y salió de la habitación del baño llevándose la sorpresa de que no había nadie allí, se acomodó la camisa y salió hacia la sala donde escucho unos murmuro que pertenecían a su madre.

— ¿Dónde está mi hijo?— exigió Maryse.

— Hemos dicho que se está vistiendo, hace algunas horas ha despertado sigue cansado— dijo Magnus.

— Nos los llevaremos, ya no necesita de tu ayuda, brujo— dijo Robert.

Algo dentro de Alec sintió como un sentimiento de enojo que quiso salir ¿Cómo eran capaz de odiar a un subterráneo? Y en su presencia, cual tanto aprecio sentía hacia ellos y más a Magnus, tenía ganas de salir y proteger a lo que sea que le estuvieran haciendo sentir al brujo.

— Como usted quiera, su hijo ya está bien— murmuró Magnus.

Tragó con dificultad ¿Había hecho algo mal? ¿Había dicho algo ofensivo a Magnus que tuviera esta reacción? Trago saliva con dificultad otra vez y abrió la puerta para entrar a la sala manteniendo su cara de seriedad, trato de que las palabras frías del brujo no le afectarán ¿Qué necesitaba? ¿Qué Magnus le dijera a su madre que no iba a dejar irse? Claro que no, al entrar pudo ver a sus padres con Max a su lado y más atrás su hermana con Jace y Clarissa, al otro lado de la habitación estaba Raphael con Simón y dándole la espalda estaba Magnus.

— Acá estoy— dijo Alec.

Todos miraron hacia él, incluido Magnus, que lo miraba con un brillo extraño en sus ojos.

— ¡Alec!

El grito de su hermano pequeño de alegría lo hizo dejar de mirar al brujo y dirigió toda su atención a su pequeño hermano que venía corriendo hacia sus brazos, Alec se arrodilló y abrió sus brazos para recibirlo.

— ¡Max!

Se sentía feliz al verlo sano y salvo, había podido salvar su vida y eso no se compara con nada.

— ¿Cómo te sientes?— preguntó Alec.

— Me siento muy bien—dijo Max con una sonrisa—gracias por salvarme.

— Jamás dejaría que te pasará nada

Lo abrazó con fuerza, tratando también de obtener un poco de confort.

— Aun lado mocoso, es mi turno de abrazar a mi hermano—dijo Izzy.

Alec soltó a Max y miró hacia su hermana que lo miraba con los ojos brillantes y con una sonrisa temblorosa daban señales que iban a llorar, muy poca veces había visto así a su hermana y cuando lo hacía era por alguien que le importaba mucho.

— Sabes que no soy de esto, así que ven y dame un abrazo— susurro Izzy.

El ojiazul sonrió y se levantó para abrazarla con fuerza, daría la vida por sus hermanos y por toda la persona que lo necesitase. Después de un momento de cursilerías, donde su madre y padre lo abrazaron y le dieron un sermón sobre lo que había hecho, todo acabó y ya era hora de que todos se fueran del lugar, el ojiazul se dio la vuelta para mirar a Magnus y con una sonrisa pequeña se acercó.

— Gracias por salvarme y cuidarme mientras estaba inconsciente—dijo Alec.

Pero se llevó la sorpresa de que Magnus no lo miró y sus brazos se cruzaron sobre su cuerpo significando que lo quería decir con eso, ya que Alec lo hacía cuando una persona estaba cerca y le molestaba.

— No es nada, te lo debía, estamos a mano Nephilim—dijo Magnus.

Alec lo miró decepcionado y solo asintió ¿Qué le podía decir? Ni él mismo sabía que había dicho para ofenderlo.

— Gracias.

Fue lo último que dijo y se fue detrás de Jace y Clary que fueron los últimos en salir sorprendidos por la reacción fría del brujo.

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