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 ALEC

Su mirada no va en ninguna dirección más que a la mesa, teme que su propia mirada le fallé y en su propia voluntad mire a la persona de la otra mesa, no es correcto. Siente la presencia de personas cerca de él, alza la mirada notando a sus invitados sentarse frente a él, los dos están muy cerca, casi siendo uno solo. Alec no puede evitar pensar que ellos dos han creado un pacto contra él, poniendo como su lema "Sonreír e irritar a Alexander". ¡Malditos enamorados!

— ¿No nos preguntarás qué ha pasado en nuestro camino hacia acá?— le pregunta Clary.

— No— contesta Alec, frunciendo su ceño.

— ¡Alec!— reto Jace— no seas así.

Este rodea los ojos viendo cómo otra vez Jace salta a defender a la pelirroja y el no había dicho nada malo a comparación de lo que su cabeza guarda. Tantas palabras que no deben decirse y debe reprimirse en su cabeza para que no salgan.

— A ver, díganme que los ha divertido para estar tan así— fingió interés. 

— Clary ha encontrado a un licántropo en el camino—dijo Jace fascinado— ¡Y le dio un fuerte susto! Hubieras visto la cara del subterráneo, casi se hace encima.

— ¡Fue genial!— concordó la pelirroja.

A cambio Alec no puede evitar sentir horror hacia aquello ¿Cómo podían creer que lastimar a subterráneos o asustarlos era divertido? no le gusta para nada. Él si siente un respeto a los subterráneos, sabe que son mitad demonios pero también mitad humanos, y no pueden tratarselos ser así, maltratarlos como si creyeran que no tienen sentimientos. Él no haría daño a humanos, aunque la mitad de su sangre estuviera infectada. 

Deja mostrar su cara de indiferencia al asunto, aunque quiera regañar a los dos hasta que sus oídos sangre y tengan que pedir que deje de hacerlo, o darle un peor castigo.

— Además la pequeña se está volviendo fuerte—dice Jace— hasta me está superando.

— Te lo he dicho, estoy ya casi a tu nivel— le sonríe Clarissa.

Alec los observa, la sonrisa de su Parabatai, el brillo en sus ojos dorados. El rubio la ama y ya es inevitable ocultarlo, pero algo de ella no le gusta a Alec, le desagrada lo bastante para dejar en claro que la odia a pesar de la elección de su amigo. 

— ¿Y qué dices Alec? Estoy mejor en las prácticas, puede que pueda ganarte a ti si me lo propongo—bromea Clarissa.

— No — Carcajea Alec—tus entrenamientos no avanzan, solo estás adaptado a ese ejercicio y crees que lo pudiste lograr. Solo estás en el nivel fácil, así que... sigue soñando.

Los dos invitados lo miran asombrados, pero Alec levanta sus hombros, restándole importancia a lo dicho. Él nunca deja que sus pensamientos salgan de su cabeza, pero ha sido inevitable controlarlos hoy, teniendo que admitir que ahora se siente menos molesto. Mira de reojo a la persona de la otra mesa, el del traje violeta, porque se siente observado, y es así, porque la otra persona le está sonriendo, dándole a entender que sus instintos no están equivocados. Alec le da una pequeña sonrisa para recibir como respuesta un guiño, sonrojándose a tal acción.

Vuelve su vista a las dos personas con quién está compartiendo mesa, están cuchicheando como si en verdad él no estuviera ahí, vuelve a sentir como la amargura regresa a él, porque aún no supera su amor por su Parabatai y eso le duele. Trata de concentrar su atención en otro asunto fijando su mirada en la mesera que se dirige hacia la mesa del chico de traje. 

Se queja por lo bajo al no tener una mejor vista de aquello. Solo puede ver un cruce de algo en mano a mano para que después él chico de ojos gatunos se acerque hasta ella y susurre algo, donde ella asiente, Alec solo suspira. Después de unos momentos, donde la mesa está silenciosa y no puede escucharse más que los susurros de sus invitados, llega su pedido, pero Alec mira a Kaelie porque se había equivocado. En la bandeja hay una taza brillante muy diferente a las que el lugar ofrece, y hay un sobre a su lado, pero de igual manera lo acepta mientras se queda confundido 

— ¿Kaelie, qué es esto?—pregunta 

La chica largo una pequeña risita.

— Tengo prohibido hablar, lee la carta cariño—dice la pequeña con una sonrisa cómplice.

El chico obedeciendo toma la carta entre sus manos y siente como a sus dedos se le pega la purpurina que lo decora ¿Quién le pondría tanta purpurina a un sobre? escucha de fondo la conversación de Clary y Kaelie, dos personas que no se llevaban bien, primero porque una es Nephilim y la otra subterránea, y segundo porque ambas tienen algo que ver con Jace, una en el pasado y la otra en el presente

— Mesera ¿Podrías traer dos cafés? Gracias. 

— Tengo mesas que atender aún, cuando termine me fijaré si puedo atenderte—dice de malas manera Kaelie.

Y se va del lugar sin darle antes una sonrisa coqueta al chico rubio con el cual había compartido muchas noches en el pasado.

— Imbécil— murmura la pelirroja.

Las rivalidades de mujeres siempre son interesantes ¿Por qué era esta pelea? Fácil todo se debía a Jace, y Clary había ganado aquello, ahora que lo pensaba ¿Quién no querría ganar a Jace? Mira la taza viendo que no es café solo lo que hay en aquel recipiente, hay chispas de colores ¿Todo iba a ser tan brillante? Con curiosidad le da un trago, esta rico, son chispas de chocolate ¡Ama el chocolate! después de saborearlo y casi caer rendido a tan delicia, recuerda que eso no lo ha pedido él sino alguien se lo ha regalado. Se averguenza y vuelve a dejar la taza en la mesa.

— Debe ser alguna subterránea que trata de coquetear contigo—opina Jace.

— ¿Una subterránea tratando de coquetear con un Nephilim?—pregunta Clary con cara de aborrecimiento— ¡Puaj!

Alec rodea los ojos ya cansado de los comportamientos tercermundistas de aquella persona.

— Cállate, ¡Por el ángel! Cállate.

Cuando ve como la pelirroja le obedece a su pedido, aprovecha el silencio para tomar aquel sobre y abrirlo con cuidado sin tratar de romperlo. Dentro de él hay una pequeña caja rectangular de madera rústica muy fina que era el peso de aquel papel, con un vidrio transparente en la parte frontal tan pequeño que es imposible que haya algo dentro. Algo moderno pero con un estilo antiguo. Lo saca dejándolo en la mesa para que todos puedan también observarlo ¿Para qué sirve aquello?

La caja comienza a moverse y comienzan a salir luces de donde el vidrio está ubicado. Cómo autoreflejo Alec se hace hacia atrás mirando con cara de horror todo, viendo como la persona que tanto le había interesado aparece a través de ella con una vestimenta extrovertida, no aquel traje tan formal. Unos pantalones de cuero negro brillantes desabotonados, dejando ver su ropa interior, y sin camisa mostrando aquella piel color caramelo. El chico no tiene ombligo y lleva una bata desprendida de un color dorado y con brillantinas, su pelo no ha cambiado y  los contornos de su ojos contienen sombras y brillantina, están delineados con negro, y a pesar de todo el chico es hermoso. La persona sonríe para después darle un guiño de ojos, como le ha dado antes, y chequea los dedos haciendo aparecer dos palabras en aquel lugar.

"Magnus Bane"

Un brujo. Había escuchado ese apellido tantas veces por la boca de sus padres y eran cosas no muy agradables. Aunque los subterráneos no son bienvenidos en el instituto, no importa si son presencial o por la boca de ellos, son malos 

"Ven a mi fiesta, en mi Loft, no serás decepcionado."

Dice la persona de pocas palabras y después las luces desaparecen.

— ¿Qué fue eso?— Pregunta Jace horrorizado.

Alec traga con dificultad preguntándose lo mismo, pero en silencio.

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