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(28)

ALEC

"Ven a mi lado Alexander" "Ven con nosotros."

— ¡No! Déjenme en paz— gritó Alec en la oscuridad— ¡Que alguien me saque de aquí! ¡Por favor!

Su cuerpo no lo sentía y la oscuridad rondaba a su alrededor, se sentía flotar y alucinar voces que no dejaban de hablar y susurrar palabras incoherentes y pidiendo por él, ya no tenía energía para poder pelear, temía la hora que cayera y las voces se lo llevarán.

— ¡Ayuda!

"Ven Alec a nuestro lado" "Alexander"

"¡No te resistas!"

— ¡Déjenme!—gritó.

El silencio inundo el lugar, algo tenía que hacer, tenía que escapar, él era un Nephilim por lo cual debía luchar; una luz empezó a resplandecer desde las zonas altas bajando hacia él, temió que las voces lo vinieran a buscar, pero cuando llamas azules empezaron a rondar por la oscuridad Alec se sintió seguro y suspiró porque esas llamas azules brillantes las reconocía, estás rondaban con desesperación por todos lados, tratando de buscar algo.

— ¿Magnus?—preguntó Alec— ¡Magnus!

Empezó a moverse tratando de llegar a las luces.

— ¡Magnus!

Las luces pararon empezaron a ir hacia él después de decir aquel nombre atrayendo a su cuerpo para rodearlo, empezó a reír con nerviosismo ya que tanto azul lo hacía poner incómodo y a la vez daba un poco de cosquillas ¿Será qué esto era magia de Magnus? Estas luces empezaron a subir su tono y su cuerpo comenzó a arder, estaban haciendo doler todo el cuerpo.

— ¡¿Qué sucede?!

Las luces empezaban a tomar un color negro y compartían el mismo ritmo, el ojiazul trato de quitarlas con terror, pero las llamas no se desprendieron.

— ¡Salgan de mí! ¡Magnus!

Alec estaba ardiendo y había vuelto a quejarse sintiendo como el aire le faltaba.

— ¡Ayuda!

Y todo desapareció, ya no lo rodeaban muchas luces azules o voces aterradoras que lo estaban torturando, tampoco se sentía flotar, ahora sentía que estaba acostado y en paz. Intento abrir los ojos pero los párpados pesaban, trato de que sus sentidos lo guiarán cómo sabía hacer en sus entrenamientos, su nariz sintió un olor dulce varonil que inundaba el lugar y olor a hierbas curativas, sus oídos se dejaron guiar por el silencio y unos frágiles cantos de pájaros con un maullido de un gato cual andaba cerca.

— Tengo que ir al instituto—dijo una voz— cuida a Alexander o te mataré.

— Herondale y sus amenazas— dijo otra voz—vete, cuidaré a Alexander.

Alec sintió una manos pasar por su cabello y después pasos irse, una puerta abriéndose y cerrándose a lo lejos ¿Estará bien Max? ¿Pasó algo mientras él estaba inconsciente? Una silla fue arrimada hacia el o eso fue lo que sus oídos escucharon haciendo que tratara de abrir sus ojos otra vez, pero falló.

— Voy a ir a ver a Simón— dijo otra voz.

— Ve, pero ten cuidado Raphael, has cometido un accidente y eso afectó mucho al pequeño.

— Te dije que lo sentía—reprochó Raphael.

— Yo no soy Simón para escuchar tus palabras.

La silla volvió a resonar y sintió la presencia de alguien cerca, el olor a perfume entraba por su nariz y aunque estuviera casi inconsciente podía asegurar que el brujo estaba a pocos centímetro de él, unos dedos suave pasaron por sus mejillas hasta llegar a su pelo haciéndolo sentir cómodo y a la vez algo incómodo.

— ¿Qué tienes que no dejo de mirarte?

Alec estaba escuchando todo sorprendido.

— Soy el gran brujo de Brooklyn, con años de vida que ningún inmortal aun a llegado, no puedo hacer esto— se escuchó un suspiro— y acá estoy mirándote cuando estás inconsciente y hablando de mis sentimientos cuando te vi por primera vez, eres igual a Will, sus ojos y su pelo, pero eres un Lightwood...

Alec quería despertar, no quería seguir escuchando, sabía lo que seguía, un Lightwood, un apellido de descendencia de traidores a la clave, el no quería escuchar eso.

—... Pero me salvaste ese día y no eres parecido a ellos, tu actitud, tu manera de no resaltar ¿Quién eres Alexander? el día de la fiesta creí que estabas fingiendo frente a mi tu inocencia pero ¡No! eres virgen, por el amor de Dios Alexander.

El silencio inundó la habitación y Alec podía jurar que su corazón estaba acelerado, la mano de Magnus volvió a su mejilla y recorrió con ella hasta llegar a sus labios, el pulgar pasó por su labio inferior con delicadeza mientras que Alec estaba atónito.

— Quisiera tanto besarte, eres hermoso para mi vista Alexander.

El pulgar abandonó el lugar hasta llegar a su mentón, cada lugar que ha tocado sigue produciendo aquel sentimiento.

— Pero no lo haré, está inconsciente por el amor de dios.

La silla hizo y Alec se sintió desilusionado, no es que esperaba que el brujo lo besara si no que tenía razón, él estaba inconsciente, un aire caliente llegó a su cara y sintió un suave toque de labios, Magnus le había dado un beso ¡Su primer beso!

— De esto nadie se enterara— susurró Magnus— descansa pequeño, espero que despiertes pronto.

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