(19)
MAGNUS
— A ver Nephilim dime todo de nuevo—dijo Magnus mirando a sus invitados.
La situación había sucedido así, Magnus para no sentirse solo en su Loft había invitado a la pareja de vampiros a quedarse en su querida morada, después de una discusiones entre Raphael y Simón lograron calmarse y sentarse a disfrutar un trago pero la paz no duró mucho, ya que sintió fuertes golpes en la puerta principal, Magnus para no pararse trono sus dedos viendo entre sus llamas azules la silueta de tres Nephilim cual reconoció al instante, la hermana de Alexander, al joven rubio, cual sabía que era el Parabatai y atrás la hija de Valentine, pero no vio rastros de su pequeño, cual quería ver, por lo cual se sintió desilusionado.
"¿Y si no te quiere ver? ¿Y si le ha pasado algo?"
Esto último lo había hecho pensar, no conocía mucho a Alexander pero sabía con seguridad de que no dejaría a las personas que quería por ahí solos cuando él estaba para protegerlos. Se apresuró a hacer unos de sus trucos y abrir la puerta, si Alexander estaba en peligro Magnus tenía que socorrer por él. La silueta del niño de cabellera rubia fue el primero en entrar a la sala, analizando todo y mirando a la pareja de vampiro, el brujo frunció el ceño al ver la expresión de disgusto del muchacho, después entraron las dos muchachas, la hermana de Alexander quien tenía la cara con un notable sonrojo e hinchada de tanto llorar y eso fue todo para que Magnus sintiera una operación en el pecho ¿Preocupación? ¿Miedo?
— ¿Qué sucede, niños Nephilim?— preguntó Magnus.
Trato de fingir indiferencia, aún no superaba lo que había pasado en el instituto con estas personas, y aunque quisiera preguntar por la persona faltante solo trato de no pensarlo.
— Alec, Jonathan, Max— dijo Jace con rapidez.
El chico que parecía al entrar como con ganas de pelear, ahora comenzó a agarrar el pelo con preocupación teniendo dificultad para explicar qué sucedía, Magnus se tenso a sentir los nombres, sabía bastante para decir que ese Nephilim Jonathan ya no era alguien bueno, su sangre de demonio se había activado gracias a Valentine y su nombre mezclado con su pequeño de ojos zafiros no era para nada bueno y Max no conocía a ningún Max ¿Y si era él algo de Alexander? se sintió molesto, Alec no le había dicho que tenía pareja.
— A ver Nephilim, respira y dime de nuevo—dijo Magnus.
Sus amigos, Simón y Raphael estaban en una discusión en voz baja, cual nadie podía oír, las niñas Nephilim estaban en otra pelea, cual Magnus podía oír los nombres nombrados y el niño rubio estaba tratando de controlarse así poder hablar del tema, Magnus lo entendía, estar lejos de su Parabatai era doloroso aumentando cuando uno estaba cerca de su muerte. Sus recuerdos volvieron a su viejo amor, Will Herondale, cuando sus charlas constituían en su Parabatai Jem, cual ahora era un hermano silencioso, sabía el aprecio mutuo que sentían, hasta el punto de compartir a Tessa, eso era una confianza más de lo que alguien pudiera tener.
— Jonathan vino y se llevó al pequeño Max, no sé porqué lo hizo— dijo Jace—y Alec salió a perseguirlo, sin armas, sin nada.
El brujo salió de sus pensamientos y escuchó con atención como su Nephilim estaba en problemas y no con una buena persona, si no con un monstruo.
— Alec necesita nuestra ayuda Magnus— dijo Simón a su espalda.
Magnus volteó para ver a Simón que lo miraba con súplica ya se había olvidado que este conocía a Alexander y viceversa, tanto que llamaban a su vínculo amistad.
— ¿Y tú quién eres?— preguntó Jace.
— Soy amigo de Alec—respondió Simón.
— Yo soy su Parabatai-—musitó Jace—me tiene a mí, no necesita amigos subterráneos.
Magnus resopló, un Nephilim buscando pelea no era extraño de esperar, vio como Raphael se paraba para mostrar sus colmillos en forma de aceptar la pelea si eso quería, estaba defendiendo al pequeño vampiro.
— ¿Tienes algún problema que un subterráneo sea amigo de ese Nephilim?—escupió Raphael.
— Los Nephilim con Nephilim— dijo Jace— y los subterráneos con su clase.
— ¡Ya está!—gritó Izzy— mientras ustedes están peleando, mis dos hermanos están en peligro.
Magnus concordó y los gritos desaparecieron, la muchacha tenía razón, tenían que hacer algo ahora mismo para salvar a esas dos personas de aquella máquina de muerte.
ALEC
Seguía a Jonathan a una poca distancia, sabía que se había dejado llevar por la adrenalina y no llevaba nada para protegerse pero también sabía que tenía que salvar a Max, no podía dejarlo con Jonathan por que él ya no era la persona que conocían. Se preguntó ¿Alguien lo habrá seguido? Jace de seguro estaría siguiéndolo, ¿Su hermana también?, la irritante de Clary también vendría con su Parabatai, y Magnus ¿Magnus se habría enterado y lo estaría buscando? No sabe porque esta última persona vino a su mente en ese momento. Jonathan seguía caminando adentrándose al bosque, donde la luz de la luna alumbraba muy poco, el ojiazul tuvo que hacer maniobras para no meter ruido y no caerse, podría hacerse runas pero perdería de vista a Jonathan así que iba al plan mundano, vio como el chico se detuvo y tiró a Max al suelo haciendo que el pequeño se quejará y despertará haciéndose ovillo en el suelo, Alec frunció el ceño, no soportaba ver esto, no soportaba ver que alguien le hiciera algo a su hermano menor.
— Se que estas acá Alexander.
El ojiazul se sobresaltó, la oscuridad hacía ver a Jonathan más seguro y terrorífico, su voz ahora era firme y fuerte, haciendo que a Alec le recorriera un escalofrío por todo su cuerpo, no era aquel chico introvertido que se encerraba en el instituto o parecía que ni existía.
— ¿Alec?— susurró Max.
Él quería correr hasta su hermano y abrazarlo para decirle que todo iba a estar bien, que él lo sacaría de allí a salvó, pero no podía, Jonathan estaba en frente mirando hacia su dirección y Alec no quería luchar con uno de su sangre, menos con él, cual compartían el mismo hogar, que pertenecían a la misma familia en cuanto al instituto.
— ¿Jonathan qué estás haciendo?— preguntó Alec.
Mientras analizaba la zona con lo poco que podía ver, quería ver algo para pegarle a Jonathan pero no hacerle daño, lo único que quiere es llevarse a su hermano sin hacer nada más grave.
— Mi padre me ha hecho más fuerte y poderoso—dijo Jonathan con una sonrisa.
— Tu padre está muerto— dijo Alec.
— No, no lo está— vuelve a explicar Jonathan—pero no importa, en muy poco tiempo lo estará.
Alec no pudo evitar que su cuerpo se tensara al escuchar aquella confesión por parte de aquel chico, nadie quiere hacerle daño a uno de sus padres, no importa la situación.
— ¿Por qué trajiste a Max hasta acá?
Sintió una carcajada por parte del chico de cabellera blanca grisácea, una risa divertida que hace que quien lo escuche tema.
— Necesito su sangre— dijo Jonathan sin vueltas— sangre de un niño virgen.
Jonathan agarró de la remera a Max y lo levantó hasta ponerlo a altura, Alec sintió el sollozo de su hermano menor, un sollozo de miedo porque nunca ha tenido que enfrentarse a esto.
— ¿Para qué quieres su sangre?
— Necesito todo su cuerpo— responde Jonathan—Algo de sangre de demonio para mi nueva rata de laboratorio.
Alec se quedó paralizado ¿Qué acababa de escuchar? ¿Sangre de demonio a su hermano? No, No y ¡No! Tenía que pensar en algo ahora para rescatar a su hermano.
— Deja a mi hermano—dijo Alec— tómame a mí.
Jonathan soltó a Max y lo miró con una sonrisa emocionada, este siempre supo donde estaba y al parecer siempre estuvo buscando esto y no lastimar al pequeño.
— ¡Mejor! Serás mi aliado, mi segunda mano, mi Parabatai.
Alec se tenso, no le gustaba esto que estaba escuchando, lo vio como se agachaba hasta donde estaba Max y susurraba unas palabras, pero el menor seguía sollozando secando bajo sus ojos, Jonathan se paró y lo miró con los labios fruncidos.
— ¡Corre!—gritó Jonathan molesto— ¡Si no quieres que te mate acá mismo! ¡Corre!
Y Max empezó a correr tan rápido que Alec lo perdió de vista ¿Y si se perdía? ¿Y si no encontraba el camino? ¿Y si tenía miedo? ¿Y si Jonathan lo mataba? No podía dejar de dudar pero no se movió, esperaba que Jace lo encontrara. Tomando un poco de aire comienza a caminar hacia donde está él.
— Tu hermano ya se ha ido— dijo Jonathan — Y tú te vienes conmigo.
El chico se acercó hasta él y el chico de ojos zafiros no vio venir el puño de Jonathan, solo vio todo negro y un dolor en su cara.
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