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RAPHAEL

Ya había encontrado una provisión grande de sangre del hotel y ahora estaba yendo hacia el cementerio "Greenwood" que quedaba al sur de Brooklyn, llevaba los materiales para el entierro, una pala y un bolsón con ocho o diez bolsas de sangre para que el pequeño se alimente bien una vez que se logre la transformación; atrás de él viene el Nephilim de ojos azulados cargando a Simón, Raphael era quién quería traer así al pequeño ¡Pero el Nephilim no lo había dejado! y atrás venía Magnus, haciendo unos de sus trucos para que ningún mundano viera la situación en la que estaban, para Raphael el cementerio era precioso, la entrada resaltaba a cuadras y cuando ya se estaba allí, con la luz de la luna podría ser lo más tenebroso o lo más hermoso que se podía ver.

Las lápidas estaban esparcidas por todo lados, separadas correctamente, en el centro había una iglesia y de allí salían pequeñas calles para todos lados, el viento soplaba un poco más fuerte allí adentro, Raphael a veces pensaba que los cementerios tenían alguna magia ya que el viento ahora soplaba cada vez más fuerte cuando se dirigían a su objetivo. Vio como Alec se había detenido en una lápida, sin dejar de sostener a Simón, Raphael se puso a su lado, más para ver al mundano que para ver lo que le interesaba al Nephilim.

— Este es el abuelo de Simón—dijo Alec y señaló las lápidas— y aquel es el padre.

Será por las palabras del Nephilim que el vampiro sintió la culpa lo estaba matando por dentro, no quería sentirse así, por el amor de dios que no lo quería sentirse de esa manera tan dolorosa.

— Yo...—empezó a decir Raphael.

— No—lo interrumpió Alec— no digas nada.

Vio como el Nephilim se alejaba dejándolo solo y con un "lo siento" apunto de querer salir, vio a Magnus llegar a su lado y le puso una mano en el hombro dándole un mensaje discreto de consuelo, pero Raphael no lo entendió o trato de hacer que no lo había entendido, Magnus dejó escapar un suspiro y sonrió.

— Vamos Raphael, a revivir a tu mundano.

Estaba empezando a caminar cuando se dio cuenta de lo que había dicho el brujo, se dio vuelta mirándolo serio para explicarle aquel error.

— No es mi mundano.

Y volvió a caminar escuchando la risa burlesca del brujo detrás de su espalda, como si se estuviera aburriendo y aprovechara este momento para divertirse.

— Tu futuro vampiro—gritó Magnus.

El vampiro no dijo nada, camino hacia las partes final del cementerio hasta encontrar un lugar perfecto para la iniciación, Magnus se sentó en una lápida mirando como si fuese a ver lo más fascinante del mundo aunque ya lo hubiese visto tanta veces, Raphael negó un poco cansado, el brujo hacía eso cada vez que venía a un cementerio, mirar con diversión y no ayudar, hoy no era la excepción.

— Ayúdame Raphael— dijo Alec.

Miro al chico que tendía a Simón en sus brazos hacia su dirección pero primero no lo comprendió, lo miró arqueando una de sus finas cejas para darle a entender al Nephilim que se lo explicara mejor.

— Toma a Simón, yo haré el pozo, si no tú tardarías horas.

— No te hagas el gracioso Nephilim.

Soltó todo, la pala y la bolsas, no le importaba como cayeran o si la pala golpeara su pies solo quería alzar al mundano y sentirlo en sus brazos, se reto por decir tantas cosas cursis en sus propios pensamientos. Cuando sintió al menor en su brazos mientras el Nephilim se hacía la runa de velocidad y empezaba a escarbar un hoyo, Raphael miró a Simón, su piel ya estaba poniéndose de un color níveo grisácea, como su pelo estaba desparramado en su cara, su peso mundano era casi nulo, frágil, tan poco que sintió ganas de tenerlo alzado por siglos, y su olor, su olor era a sangre, sangre de Camille por todos lados, pero un diminuto rastro de su sangre todavía se sentía y le gustaba, esperaba que ese olor quedará después de su transformación.

Raphael al ser vampiro tenía su sentidos desarrollados, así que aspiro lo más que pudo queriendo atrapar ese delicioso olor y lo pudo hacer, se pudo embriagar con eso, haciendo que salieran muy poco de sus colmillos, trató de distraerse para calmarse y miró hacia Alec que sacaba tierra.

— Alexander ¿necesitas ayuda?— preguntó Magnus.

Raphael miro la escena cómo el brujo se baja de su lugar y va hacia la dirección del chico dentro del hoyo.

— No, no necesito ayuda—dijo Alec con dificultad.

Vio como Magnus levantaba los hombros quitando importancia al rechazo pero no se movió del lugar para poder supervisar a la persona.

— Alexander no seas terco—insistió el brujo.

— No necesito ayuda de un brujo que se aprovecha de personas en estado de ebriedad— escupió Alec.

Raphael quería reírse pero era una conversación incómoda y no sería el momento de una risa, vio como el brujo movía sus manos y llevaba una de ella a su pecho como si estuviera ofendido de aquellas palabras.

— Yo no me aproveche de ti.

— No es ni el momento, ni el lugar para hablar de esto—dijo Alec irritado— hablaremos después, ahora déjame hacer mi trabajo.

El silencio volvió a reinar en el lugar, el brujo había vuelto a su lugar pero esta vez quejándose en voz baja, los árboles seguían rugiendo y haciendo ruidos como si en verdad estuvieran vivos por el viento, Alec todavía seguía sacando tierra y Raphael ya estaba que moría de impaciencia por querer transformarlo.

— Ya está—dijo Alec saliendo del pozo— he terminado.

Raphael fue hacia el pozo y cayó de pie sin soltar a Simón en ningún momento, lo dejo acostado en la tierra viendo si estaba en bien mientras chequeaba que el lugar fuera seguro, cuando vio que estaba todo perfecto salió, dirigió su mirada a Magnus que estaba ya cerca de la tumba y después a Alec que miraba con amargura todo como si estuviera pensando sobre la situación.

— Magnus la tierra—dijo Raphael— tú sabes que hacer.

El brujo hizo dos pasos hacia adelante y empezó con sus manos, sus llamas azules a volver la tierra removida al gran pozo, mientras que Raphael ponía un brazo en el hombro del Nephilim como un signo de apoyo, aunque sentía desagrado hacia ellos, sabía por la situación que estaba pasando.

— Cuéntame cómo es esto del entierro— dijo Alec.

— El mundano va estar allí abajo, tomará la energía de la tierra dándole fuerza para salir de allí, renacido y con mucha hambre de sangre—dijo Raphael alzando sus hombros.

No iba a ponerse a explicar todo un proceso de renacimiento a un Nephilim, eso no le interesaba y solo era un proceso del hijo de la noche que ellos solos debían tener.

— ¿Y qué pasa si no sale?

— Renacerá, pero morirá a los segundos.

Sintió como Alec tragaba saliva con dificultad a causa de la última información, pero no era el único que estaba preocupado y con miedo de lo que pasara porque Raphael también tenía miedo.

— Ya está Raphael—dijo Magnus.

Toda la atención se mantuvo allí, en ese lugar donde la tierra estaba removida, por donde tenía que salir Simón, los árboles empezaron a hacer todas clases de ruidos, la luna alumbraba la escena como si ella también estuviese observando desde allá arriba el nuevo suceso de la noche, los tres chicos miraban con atención cualquier movimiento, los minutos corrían, Magnus ya se estaba comiendo partes de su uñas por tanta espera, Alec mientras tanto rogaba que Simón ya saliera y Raphael, bueno este estaba preocupado porque algo iba mal, estaba pasando mucho tiempo y no estaba ocurriendo nada. El suelo comenzó a moverse, a temblar como si Simón allí abajo estuviese tratando de escarbar para salir.

"¡Ayuda! ¡Ayúdenme!"

Sintió en su cabeza los gritos de Simón pidiendo socorro, tanto que lo hizo cerrar los ojos con fuerza.

— Magnus ¡Nephilim preparen las bolsas!— grito Raphael.

El pequeño lo estaba llamando, su vampiro interno estaba pidiendo socorro, sacó sus garras y comenzó a escarbar, su fuerza de vampiro no le falló, la tierra saltaba del lugar pero Raphael no se detenía, tenía que hacer que Simón saliera sin importar nada. Sintió como una mano salía a la luz, lo ayudo un poco sacando más tierra del lugar y pudo verlo, ya tenía medio cuerpo fuera con sus colmillos nuevos, su mirada de hambre había hecho que las pupilas de sus ojos se hicieran negros.

— Pásenme una bolsa—Pidió Raphael.

Cuando los recibió acercó las bolsas a Simón, quién ya estaba afuera, este bebía con descontrol, estaba muy hambriento pero no era nada diferente a los demás polluelos.

— Bebe tranquilo pequeño, te vas a atragantar— dijo Raphael con una sonrisa.

SIMÓN

Se sentía perdido como si hubiese despertado de un desmayado, miró sus manos como primera opción viendo una bolsa con líquido carmesí y otras más vacías a sus pies, su boca se sentía espesa pero el sabor era encantador, pasó su lengua por sus labios donde el líquido quedaba llevándose la sorpresa de sentir que en cada lado de sus dientes había algo afilado que lo pinchaban. Se sentía sucio, como si hubiese estado jugando con tierra, pero él no se acordaba de haber ido a jugar con tierra, alzó su vista viendo a Raphael, el vampiro que lo había secuestrado, las imágenes se vinieron a él, Camille echando a Raphael de la sala, el pidiendo que se quedara, Camille tratando de sacarle su virginidad, él revelando que era gay, Camille saltando hacia él y clavando sus colmillos.

"Si me mato ¿Qué hago vivo?"

— Ha recuperado la conciencia—dijo Raphael.

Simón dirigió la mirada hacia arriba para ver a quienes le estaba hablando Raphael viendo a un chico moreno, con su pelo pintado y ropa brillante, sus ojos eran igual al de un gato y sabía que en algún lugar lo había visto, este chico lo miraba con algo de curiosidad y a su lado, Simón pudo reconocerlo, sus marcas, su vestimenta negra, su pelo y esos ojos azules ¡Era Alec! Se levantó y corrió hacia el llevándose la sorpresa de que un solo movimiento ya estaba abrazándolo, sintió como su amigo también le correspondía el abrazo y por primera vez en aquella noche se sintió relajado, ahora estaba bien, coloco su cabeza en el cuello de su amigo, pero solo sintió la sangre de Alec haciendo que sus colmillos salieran, sintió la necesidad de morder ese cuello desnudo y de color níveo y succionar toda su sangre, pero todo hizo aterrorizarlo, separándose y dando unos pasos hacia atrás, Simón sintió miedo, no entendía que estaba pasando, la razón de porque quería sangre porque se sentía raro, miro a Raphael que lo miraba con expresión nula.

— ¿Qué me pasó?—dijo Simón confundido—yo estaba muerto, Camille me mato.

Nadie respondió, miró a las tres personas que estaban presentes pero ninguno respondía a sus palabras, ni Alec que estaba ahí.

— ¡Qué me hicieron!

— Tuviste un renacimiento—dijo Raphael.

Vio como el vampiro venía caminando hacia donde estaba el.

— ¿Renacer?— preguntó Simón dando pasos hacia atrás.

— Como vampiro— habló por primera vez Alec.

— ¿Yo soy un vampiro?— preguntó Simón.

El menor comenzó a mirar sus manos otra vez como si ellos le dieran una respuesta a sus preguntas, pero solo ve tierra, sangre y barro.

— Si, yo tomé la decisión de hacerte revivir, Raphael y Magnus ayudaron.

El menor se detuvo, el si estaba muerto, pero ahora había sido revivido y no como un humano, si no como un monstruo chupasangre inmortal, su vida estaba arruinada.

— ¡¿Qué me hicieron?!— Volvió a gritar— ¡me han convertido en un monstruo!

No espero que nadie respondiera, empezó a correr reconociendo por donde corría, era el cementerio donde estaba enterrado su abuelo y su padre, se sintió asqueado por haberse convertido en un monstruo en el mismo lugar donde descansaba su antecesores, pero no dejo de correr, no iba a parar, tenía que pensar en alguna manera de no seguir siendo esto, pero entonces se sintió caer al suelo y arriba de él sentir un gran peso, al abrió los ojos después de cerrarlo por el impacto, vio que arriba de él estaba Raphael sosteniéndolo y mirándolo, Simón no hizo nada, estaba aterrado mirando al vampiro.

— Cálmate Simón— susurró Raphael.

Simón asintió haciendo que el mayor se parara y lo ayudará a parar también, quedándose en silencio.

— Se que estás pensando, quieres acabar contigo para no ser en lo que te has convertido ¿o no?

El menor no respondió dándole la afirmación a lo dicho del mayor, ya que lo que tenía en mente era acabar con esta vida que había sido obligado a vivir.

— Pero no quiero que te hagas ningún daño—dijo Raphael—déjame que te adiestre, dame una oportunidad.

Sintió tensarse, Raphael estaba suplicando ayudarlo a ser un vampiro, por un lado quería negarse, no quería ser uno de ellos, pero por otro lado viendo como Raphael lo miraba lo hacía querer aceptar porque nadie lo había visto con esta mirada, maldición no conocía a Raphael de nada y ahora sus instintos gritaban que se dejara ayudar por él.

— ¿Por favor?

— Está bien.

Vio a Raphael sonreír un poco, no sabía si le estaba mintiendo o si debería no confiar en él, pero quería tomarse el riesgo por una vez en su vida y ver que le daba el destino, porque a su vez le tenía miedo a la muerte.

— Bienvenido al mundo de las sombras.

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