(10)
RAPHAEL
Camina por las aceras oscuras, el territorio no está tan alumbrado como pensaba. Maldice al ser obligado ir a una fiesta que no quería ir y de paso busca de un mundano para Camille, tiene que relacionarse con personas ¡Personas! rodeándolo, sonriendo y burlándose de él por ser un chupasangre que no puede disfrutar del sol. Aunque puede que esté exagerando un poco.
La casa de Magnus no queda lejos, así que deja que la noche lo acompañe y dejan sus motocicletas para otro día. Hará que los demás caminen, un poco de actividad física no hace mal a nadie y si caminan podrán encontrar algún mundano en el camino y así se salvará de entrar a esa ridícula fiesta. Pero no encuentra a ningún mundano decente o que sepa cómo adiestrarlo, porque lo sabe, sabe que después de que Camille se canse del juguete se lo tirará a él para que le enseñe a ser uno más de ellos, un pobre mundano convertido en un subterráneo, como él.
Entra a la sala de Magnus, los demás integrantes del clan se dispersan, dejándolo recordar viejos momentos donde el sabia estar acostado en el centro de la sala tratando de adiestrarse solo y sosteniendo esa cruz que ahora lleva colgada en el pecho, cual su madre le había regalado en su infancia. Ahora la sala está casi a oscuras, con luces resplandeciendo por todo el lugar, gente bailando y bebiendo, la música resuena en sus oídos, sus ojos recorren toda la sala para poder ver a Magnus tan descabellado como siempre, y muy brillante, hablando con un grupo de jóvenes Nephilim. Alza sus hombros quitando la importancia para caminar hacia donde se sirven los tragos, un poco de sangre es lo que necesita en estos momentos.
Se sienta cerca de un improvisado escenario, lejos de donde están bailando los subterráneos, busca con la mirada a sus pequeños, todo están bien por ahora, bailando. Se pone en marcha con su misión, trata de buscar si hay algún mundano cerca, pero nada de nada. Se enfada ¿Cómo Camille le había mentido así al decir que habría mundanos en la fiesta? cuando en realidad en esta fiesta no hay nadie que parezca un mundano o que huela a uno. Está frustrado, enojado y quiere descargar su furia con alguien, sus cejas se fruncen al igual que sus labios, pero es interrumpido cuando el escenario se alumbra y salen cuatro chicos. No son del submundo, por su olor puede acertar que son mundanos.
Se endereza, todos están disfrazados, así que es difícil ver los mundanos. Son el típico grupo que quiere florecer y descender a la fama, pero lamentablemente uno de ellos va a desaparecer con él esta noche para ser un nuevo integrante del clan y un juguete de Camille.
El chico disfrazado que contiene el micrófono saluda al público, ese público que no le está prestando ninguna atención, y comienza a cantar. Raphael sorpresivamente disfruta de su voz, admite que canta bien, sus movimientos al estar allí arriba son tan raros, salta, canta y sigue saltando, haciéndolo poner nervioso. Mira hacia todos lados, Magnus está con una cara de horror, pero muchos de sus vampiros están disfrutando de la música al igual que los licántropos. El chico está haciendo magia allí arriba.
Después de un momento Raphael ve como el chico comienza a transpirar y percibe como sus latidos se aceleran, sintiendo la sangre bombear por todo su cuerpo. El vampiro siente su boca resecarse y sus ojos dilatarse, quería poner sus colmillos en el cuello de la otra persona, pero no, no puede hacerlo. Él es el elegido, eso es un hecho y aunque desea querer cumplir sus instintos de devorarlo, de desobeceder su descontrol y obedecer su hambruna, sabe que no es correcto. Él no es así, así que se lo llevará a Camille para que ella haga aquello por su cuenta, así él se ahorraria de hacerle daño.
SIMÓN
Está saliendo al escenario, dirige su mirada al público observando que todos están en sus asuntos. Hubieron muy pocas miradas haciéndolo sentir nervioso, porque estas personas son raras ¿A dónde se habían metido?
Mirando la sala encontró a Alec, pero al parece no le reconoció por la baja luz, se sintió feliz con solo verlo ya que lo extrañaba, pero siguió mirando el lugar. En una mesa cerca pudo ver a un chico que estaba solo sentado con una copa en sus manos, era raro, pero a pesar de la oscuridad el chico brillaba, era hermoso, y cuando Simón creía que estaba siendo un acosador por observar a alguien que ni lo estaba observando pudo ver como el chico alzaba su vista y lo miraba, como si estuviera analizando, como si fuese a elegirlo para algo...
Suspira algo nervioso y dirige la mirada al micrófono, donde saluda porque no sabe qué hacer con su nervios, la gente no saluda, así que se da animos suspirando por segunda vez y empieza a cantar. Tiene que divertirse, la música es su vida y eso lo lleva a tenerse tal confianza; salta, canta con todos sus pulmones y sigue saltando, muchas personas le aplauden y cantan con él, y se siente feliz, satisfecho, está entreteniendo a un grupo de personas y lo está haciendo bien.
En la cuarta canción Simón ya está hecho agua, tanto movimiento lo hacen sudar mucho. Se siente observado y eso lo incómoda un poco, mira por toda la sala y ve que el chico que él había visto antes aún lo mira, el chico aparta la vista y Simón también para seguir cantando, dando su alma para poder divertir a los demás.
Cuando el show termina, sus amigos se van del lugar, les ha incomodado estar ahí, pero Simón se queda, quiere hablar con Alec, saber cómo está y si le va bien con su vida de Nephilim. Se saca el disfraz y camina a la cantina del lugar, sentándose en una silla más que incómoda para ver a mujeres guapas tomando vasos con líquido carmesí y que sonríen a otros chicos a la distancia ¿Se puede ser tan deslumbrante? Mira hacia el otro lado donde chicas bajitas con sonrisas traviesas toman líquidos plateados y coquetean con sus parejas, incómodo vuelve a pensar que las personas a su alrededor son raras. Pero alguien sentandose a su lado le hace olvidar todo por un momento, porque la persona a su lado es ¡El chico de la mesa solitaria! y ahora lo está mirando.
Tiene hoyuelos en la comisura de su labio derecho que se levanta con una sonrisa, Simón se averguenza por haber sentido un cosquilleo dentro de él al verle, pero es que la otra persona lo sigue mirando sin vergüenza alguna, y es imposible no sentirse "desnudado" por aquellos ojos. Cuando el chico habla al bantender para pedir un trago Simón arde de vergüenza al pensar que su voz es la más dulce que ha escuchado en su corta vida, tiene un acento particular que siente la necesidad de hacerlo hablar más, pero la música está comenzando a levantar su volumen.
— Lo de hace rato— dice el chico y agrega mirandolo—, Y un vodka para el niño.
El cantinero no dice nada, solo mira a Simón y este puede notar unos brillosos ojos y piel de un tono azulado, pero cuando parpadea y vuelve a mirar, el chico está normal, preparando tragos, el chico a su lado del cual ya se ha olvidado "tose" para llamar su atención.
— Mmm... Gracias por lo del trago— dice Simón rascando su cuello.
— De nada, a ti jamás te lo darían por si solo mundano, aparentas ser muy pequeño — dijo el chico.
— ¿Mundano?— pregunta confundido Simón— ¿Es una clase de insulto?
Simón ve como el chico ríe, un sonido angelical para sus oídos que hace que su cuerpo tiemble.
— Es como le digo a las personas como tú...
— Así que es un insulto...— susurra Simón.
El cantinero deja los tragos frente a ellos. Simón nota que la bebida de su acompañante, quien todavía no revela su nombre, es de un color rojizo, deja escapar una carcajada al pensar por un momento que es sangre. Ningún humano tomaría sangre ¿O no? solo que fuera unos de esos que tratan de invocar espíritus y demonios ¿Será que era uno de ellos? nota como el chico toma un trago y con su lengua saca los restos de su labio, una manera tan provocativa que hace que se le reseque la garganta y trague con dificultad
— Toma del trago mundano— dice el chico,sosteniendo la bebida en una de sus manos—, no te lo di para que lo mires.
Simón se sorprende con tales palabras y más porque el chico se ha acercado más por la música, estar tan metido mirando sus labios lo ha tomado de sorpresa, se averguenza por todo lo que estaba sintiendo.
— Me llamo Simón, no mundano.
Y toma un trago de vodka. El líquido arde en su garganta, haciéndole poner una cara de repugnancia y comenzar a toser, mientras que escucha la risa de la persona que está sentada a su lado de fondo. Otra vez se ríe de él. Cuando vuelve a recuperar la compostura, el chico ha vuelto a estar serio, pero en sus ojos aún hay un tono de diversión aunque sus cejas esten arqueada, Simón toma otro trago y sonríe.
"Este chico está loco y se burla de mí."
— ¿Y cómo te llamas? Mundano— pregunta Simón, repitiendo la última palabra como lo hizo la otra persona
— Uno...— dijo la otra persona— no soy un mundano, y segundo, me llamo Raphael.
— ¿Y entonces qué eres si no eres un mundano?
— Te lo diré cuando me acompañes— dijo Raphael con una media sonrisa.
— ¿Te quieres aprovechar de mí?
Simón se preocupa por un momento, poniendose algo tenso, pero Raphael vuelve a dejar escapar una carcajada y Simón siente molestia por ello, porque siente que la otra persona se está burlando, aunque le gusta sentir este interes que tiene la otra persona en él.
— Vamos, no te haré nada Simón, acompáñame...—dijo Raphael sonriendo.
— Mmm... ¿Está bien?
Cuando Raphael sale, Simón no duda en seguirlo ¡Que ingenuo! Cuando cruza el umbral del lugar y la solitaria noche lo resive ve a Raphael darse vuelta, Simón pensó por un momento que este lo besaría como en las películas románticas que él suele ver, pero no, Raphael mostro una sonrisa amarga, tan amarga que le asusto.
— ¿Qué sucede Raphael?— preguntó Simón.
— Lo siento... este es mi deber, no es por maldad pero debo llevarte con Camille.
— ¿Qué? ¿Quién es Camille? ¿Por qué pides perdón? ¿Raphael?—pregunta Simón dando unos pasos hacia atrás, asustado.
Está muy asustado, el chico lo está asustando mucho, entonces siente que choca con algo y al darse la vuelta ve los mismo chicos y chicas que estaban adentro, solo que esta vez es diferente, sus dientes son colmillos y sonríen con malicia. Quiere gritar pero la voz no sale por el mismo miedo, así que mira a Raphael asustado, queriendo explicaciones, pero este estaba mirando hacia otro lado.
— Sostengan al niño—ordena Raphael—, hay que llevárselo a Camille.
Y Simón trata de escapar, pero es agarrado y tirado hacia el suelo, pegando su cabeza en algo duro y cayendo a un oscuro vacío mental. Tendría que haberse ido con sus amigos cuando este se lo pidieron, ahora ya no podrá...
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