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CAPITULO 8



MIJAIL MAYO 2013

— ¡Me cago en la puta! —no pude evitar el grito, porque la verdad el dolor fue bastante intenso.

Vi como todos mis compañeros corrieron a mi encuentro, pero no los esperé, y traté de levantarme por mi solo, pero fue algo imposible.

El muy imbécil, quise ahorrar camino y en vez de darme la vuelta del escenario y bajar por las escaleras, decidí saltar, pero no me di cuenta y mi pie se metió en un hueco logrando que mi tobillo se dañara.

— ¿Te encuentras bien? —me preguntó el director, Carlos Antonio Guzmán, con el cual no teníamos demasiada diferencia de edad. El muy cabrón se estaba aguantando las ganas de reír.

—Sí, no pasa nada. —me levanto como puedo, tratando de que nadie se dé cuenta que esta mierda sí que me duele. Me mordí la lengua para no gritar y hacer el ridículo en el momento que apoyé el pie.

—Bueno chicos —alza la voz Carlos—, por hoy la prueba se da por finalizada, la próxima será el Miércoles y de ahí cada día hasta el gran momento.

Esperando a que se fueran todos, hice como que buscaba algo en mi móvil, lo menos que me gustaba era dar lastima, pero en eso este sonó, así que me siento tranquilo y subo el pie en el asiento de adelante para aliviarlo un momento.

Contesto sin mirar quien llama.

—Diga.

No pregunto, solo una palabra para que me digan que cojones quieren, me importa bastante poco lo que tengan que decirme, porque el puto tobillo me duele a rabiar.

—Buenas tardes, Mijaíl. —miro el móvil, pero el número no lo tengo registrado y aunque la voz me suene parecida no comprendo quien es.

—Buenas tardes ¿Quién habla? —Pregunto.

—Perdóname por llamarte, soy Ari. — ¿Ari? ¿El amigo de Elpida? Mierda todo mi cuerpo se tensó, si Ari me estaba llamando era porque le había pasado algo a ella, no podía ser, pero como todo un cobarde tenía miedo de preguntar qué era lo que había sucedido.

No seas tan cagón hombre, tienes que saber que sucede y correr a su lado.

— ¿Ari? ¿El amigo de Elpida? —pregunto para comprobar y no meter la pata.

—Sí, el mismo. ―Está tranquilo. Eso significa que no puede que esté tan mal ella ¿Cierto?

— ¿Le ha pasado algo a Elpida? —La angustia me gana—. ¿Está ella bien?

—Sí, tranquilo. —El muy imbécil se está riendo—, la acabo de dejar en tu casa.

¿En mi casa? ¿Cómo que en mi casa? Por una puta vez Mijaíl no te puedes acordar de las cosas que se supone que tienes que hacer.

—Bueno. —digo ya un poco más tranquilo pero mucho más ansioso de largarme de este lugar y poder llegar a casa a descansar. ¡Vamos hombre no seas mentiroso que lo único que no te gustaría sería descansar!—. ¿En qué puedo ayudarte entonces?

—Pues, verás... —se escuchaba nervioso, avergonzado. ¿Qué pasa aquí?

—Ari, habla de una puta vez, no podré ayudarte si no me dices que es lo que necesitas. —el dolor sigue creciendo, y no estoy seguro que podré pisar bien después.

— ¿Te acuerdas el día que nos encontramos en el club? —me pregunta ¿cómo no lo voy a recordar? fue el día en que me di cuenta de lo que verdad sentía por esa mujer que se encontraba día y noche en mi mente.

—Sí. ―Dije sin más.

—Bueno, ese día me presentaste a tu acompañante.

— ¿Gabriela? — ¿Qué es todo esto ahora?

—Sí, ella misma, necesito un favor de tu parte. —aún sigue nervioso y comienzo a comprender la razón.

—Ari, por una puta vez habla que no puedo estar todo el maldito día en el teléfono. ―Comienzo a cabrearme y el dolor no ayuda para nada.

—Necesito que me digas donde puedo encontrarla —dice y escucho como deja ir el aire que parece que sostenía―. Porque la llamo al número que me has dado y no contesta nunca.

— ¿Para qué? — no seas malo capullo, ¿es que a ti te gusta sufrir? El chico se nota que no lo está pasando nada de bien, pero tampoco se lo hare tan fácil.

—Mijaíl, lo estás disfrutando ¿cierto? —"No sabes cuánto" pensé.

—Bastante. ―Digo y él se queja.

—Mira Ari, para que te quede algo bien claro —puse en orden mis pensamientos y seguí—, Gabriela es mi amiga por muchísimos años y conociéndola como la conozco sé que me estoy jugando a que llegue un día y me corte lo que más aprecio, y eso no es precisamente mi pelo.

—Hombre, te diré, pero no te burles por favor —soy un caballero no lo haría ahora pero después si, simplemente que ahora lo comprendo—. Lo que pasa es que desde esa noche no he podido dejar de pensar en ella, la veo en sueños y hasta me parece verla también cuando estoy despierto; no me ha vuelto a pasar. Sé que pensarás que soy una marica por todo lo que te estoy diciendo —no lo hago porque simplemente estoy pasando por lo mismo—, pero imagínate como me ha hecho sentir que le robé tu número a Elpida para poder llamarte y averiguar sobre ella —toma aire y vuelve hablar—, simplemente se me ha hecho imposible olvidarla. ―Al decir esto último se calla y escucho como su respiración vuelve a la normalidad.

—Entiendo muy bien lo que me estás diciendo —le digo sinceramente—, porque en estos momentos estoy igual que tú. Mira, te voy a ayudar pero te juro que si es solo para pasar el rato y lastimarla te las verás conmigo, ella no es como cualquiera y ya te lo dije la vez anterior.

—Sí, y recuerdo decirte que Elpida tampoco lo es.

Ese fue un golpe bajo, pero era la verdad.

—Mira haremos una cosa... ―le conté lo sucedido y lo que haríamos el día de mañana par que se pudieran ver en un lugar mucho más neutro.

—Te lo agradezco, espero algún día poderte pagar todo... —pero no siguió con lo que quería decir ¿Todo Qué? Algo me ocultaban pero no comprendía el qué.

—Pues tenlo por seguro que me lo cobraré, bueno entonces hablamos.

—Está bien, nos vemos.

Sin responder corté la llamada, quería irme a casa pero no estaba seguro de si lograría hacerlo porque el dolor del tobillo cada vez empeoraba.

Conduje como pude, cada dos por tres estacionaba el coche, para luego poder seguir, me demoré más de una hora en llegar a casa, la noche ya estaba cayendo, así que al entrar a la casa con las luces encendidas lo estacioné donde siempre así que el gran árbol que tenía al frente mío quedaba totalmente iluminado y por debajo una figura estaba recostada en una de las hamacas, pero al escuchar ruido se sentó.

Por la misma mierda, parecía una diosa, o un ángel, no tengo la menor idea. Pero tenía frente a mí lo más bello que había visto nunca, no quería apagar el motor pero tampoco podía quedarme toda la maldita noche aquí mirándola.

Salí del coche como pude y una vez que estuve de pie y cerré la puerta, hice un movimiento con la cabeza en modo de saludo y me fui directo hacia la casa, caminaba como podía, sé que me comportaba como un capullo una vez más pero no quiero que se dé cuenta de mi golpe.

Cada paso que doy siento que algo se rompe, el pisar se va convirtiendo en un puto dolor insoportable, es como si un clavo se metiera hasta el fondo con cada pisada.

Doy una pisada más pero el puto dolor me supera y comienzo a cojear mucho más, algo que ha llamado la atención de ella y a los segundos la tengo plantada a mi lado y aunque al principio me niego a que me ayude Elpida no escucha nada. Pasa uno de sus brazos por mi cintura y coloca uno de los mío por sus hombros, el tenerla tan cerca y poder olerla y sentirla así, me la pone completamente dura, ¡Mierda Hombre! Ni ahora con el puto dolor puedes dejarte de pensar en esas cosas.

Me gustaría atraerla mucho más a mi cuerpo, sentir su aliento en mis labios o bueno para que mentir por todo mi cuerpo, ¡Eres un capullo! No tienes remedio, me reprendo yo solo de verdad es que me estoy volviendo loco desde el día que llegó ella a mi casa.

Vamos así hasta el salón, donde me ayuda a recostarme en un sillón, me quita el primer zapato y deja mi pie recostado en un almohadón y va hacer lo mismo con el otro pie cuando tengo que ahogar mi grito en el brazo para no quedar en ridículo, pero esta vez sí que dolió.

Se veía preocupada, no me gusta verla así por mí. Eso pone peor las cosas.

Pero lo que más me descolocó fue de la manera en que me regaño y me hablaba, porque la única mujer que me había hablado de tal manera había sido mi madre, pero el que Elpida me dijera que me callara y sacaba una parte de ella que no conocía me excitaba de tal manera que en cualquier momento sería visible por ella.

Quedé sorprendido con todo lo que hizo claro que no me hizo ninguna gracia que me llamara gruñón; pero cuando me trae el hielo y lo coloca encima del tobillo ahí no aguanto más.

— ¡Me cago en la puta! —Por dios como duele esta mierda— Elpida saca eso, me está congelando... —trato de apartarme de ella pero no sé de donde ha sacado esa puta fuerza que me deja en el mismo lugar que antes sin escapatoria.

—Mijaíl. —el escuchar salir mi nombre de esos labios que deseo tanto volver a poseer me gana y ahora sé que haría todo lo que ella me pidiera, estoy perdido.

Cuando me dice que si no me quedo quieto me llevara al hospital comienzo a comportarme, odio los hospitales y no me gustan los médicos.

Me gusta cuando llega mi nana preocupada y Elpida se hace cargo de todo y le pide que la llame por su nombre, si fuera otra simplemente la trataría como una empleada y la verdad es que esta mujer es mucho más que una empleada es como mi segunda madre así que no puedo estar más de acuerdo con ella que la llame por su nombre.

Esperamos que mi nana me traiga la venda y no puedo estar más agradecido de la joven que me está cuidando, si supiera exactamente lo que está haciendo conmigo.

—Gracias. —le digo, de verdad que nunca esperaría que ella se preocupara tanto por mí, cuando traté de sentarme y puse mi peso en los pies para empujarme el dolor fue una vez más insoportable, de seguro no podría caminar por unos días— ¡Mierda! ¿Por el mismo Cristo cuanto tiempo estaré así?

— Pues si te portas bien y haces lo que te diga — ¿me ganaré algo bueno? Pienso, las cosas que llegaron a mi mente con solo esa frase me hicieron sentir mejor por un momento pero luego cuando dice— cuatros días en total reposo y tu pie quedará como nuevo.

¿Cuatros días? Cuatros putos días, no lo soportaré.

—No puedo estar acostado por cuatro días, me volveré loco. —ya no lo soporto más así que me tapo los ojos con mi brazo y solo siento cuando ya comienza a vendarlo y aunque me duele un puto infierno trato de no demostrarlo.

—Listo. —escucho que dice y al mirarla veo el orgullo en sus ojos al ver el trabajo que ha hecho en mi tobillo.

—Gracias de verdad. —le digo y una vez que vuelve a acomodar mi pie en el almohadón desaparece de mi vista.

Tengo que tranquilizarme porque todo esto esta vez sí me meterá en unos grandes problemas.

Estoy perdido en mis pensamientos cuando llega ella y me saca de ellos, no puedo evitar reírme al verla con esa camiseta ancha de Olimpiacos, vienen a mi mente los partidos que veíamos todos juntos y como ella se enfurecía mucho más que yo o su hermano.

Me entrega unas prendas.

—Te traje esto para que este más cómodo. —me dice, "cómodo estaría sin nada y contigo a mi lado" pienso.

Comienzo a sacarme la camisa que llevo puesta con ella delante mío y veo como pasa su lengua por sus labios, así es preciosa mira lo que se esconde para ti. Hombre necesito un médico que me ayude con mi locura, cada vez voy de mal en peor.

Una vez más discutimos cuando le digo que se vaya a descansar o que salga si ya ha hecho planes, pero se planta delante mío y no hay nada que le cambie de opinión, me gusta, la verdad es que me encanta que no sea una de las tantas que hacen solo lo que digo yo, ella tiene su carácter propio y eso cada vez gana más espacio en mi corazón, me parece que cada vez me estoy convirtiendo en un sentimental.

Mientras quedo solo me cambio los pantalones, con bastante dolor pero cuando lo logro me vuelvo a recostar y cierro los ojos para poder tranquilizarme porque el dolor cada vez va empeorando.

Después de no sé cuantos minutos u hora no estoy seguro, siento su mirada encima mío, sé que está a mi lado, pero quiero dejarla que mire lo que quiera.

— Estarás por muchas horas aun ahí sentada sin hablar — le digo simplemente para que sepa que estoy despierto y que la he descubierto. Veo como su rostro se pone totalmente rojo de vergüenza, sabe que la he pillado, pero trata de arreglarlo al momento y me entrega unos calmantes.

La nana nos trae la comida, pero no puedo tragar nada, ni siquiera moverme al verla a ella como disfruta de su puta comida, está teniendo sexo con ella hasta jadea de vez en cuando, mi madre me había contado que el pasticho era su comida preferida pero no sabía hasta qué grado.

Quiero ser ese fideo y me chupe de esa manera, o la crema y saborearme hasta que esté completamente mojada para mí.

Menos mal que la bandeja esta encima de mi miembro porque al abrir los ojos Elpida se daría cuenta de cómo me tiene.

— ¿No te ha gustado? —me pregunta de repente.

— Al contrario. —le digo pensando en lo excitado que me encuentro de solo verla comer de tal manera.

—Pero si no has comido nada. —mierda de la comida me estaba hablando.

— ¿De la comida estábamos hablando? —le pregunto, sé que la he confundido pero esa es la verdad lo único en lo que no he pensado es en la comida.

Me sorprende cuando se sienta al frente mío y comienza a darme de comer, es algo nuevo y me dejo llevar, cada tenedor que pone en mi boca lo hace despacio y así lo dejo yo también y en ningún momento dejo de mirar sus ojos.

Algo entre los dos comienza a encenderse y se exactamente lo que es, pero lo que no me había esperado nunca era que ella me besara.

En un momento sus labios se encuentran encima de los míos, demoro unos segundos en responder pero lo hago, pido permiso con mi lengua para invadir su boca, pongo las palmas de mis manos justo en su cuello para atraerla más y poder sentirla mucho más cerca, ella no se demoró en enredar sus dedos en mi pelo.

Es un beso lleno de ansiedad, pasión.

Cuando nos alejamos para respirar, no suelto su cuello y junto nuestras frentes.

—Esto es un error. —le susurro.

— ¿Por?—pregunta ella con los ojos abiertos clavados en los míos.

Paso mi dedo por sus labios que ya están hinchados y rojos por el beso que nos acabábamos de dar.

—Eres la hermana pequeña de mi mejor amigo.

—Eso no es una razón. ―Me dice decidida—. La única razón sería que tú no has querido este beso y no sabes cómo decirlo, pero no te preocupes si es eso, todo ha sido mi culpa no volverá a... —no la dejo seguir, y la vuelvo a traer hacia mi besándola con toda las fuerzas que tengo, para que le quede claro que es algo que deseo.

—Esto llevo queriéndolo demasiado tiempo. —le digo dándole pequeños besos húmedos en los labios, me separo de ella para dejar en el suelo la bandeja y siento a la mujer que en estos momentos me ha hecho perder mi puta cabeza en mi regazo, no puedo evitar la mueca al moverme y golpear el tobillo en el brazo del sillón, hace el intento de levantarse pero no la dejo y juro que no lo haré mientras me lo permita.

—Déjame ver el pie, que te lo has vuelto a golpear. ―dice, pero no la dejo.

—Por una vez deja mi tobillo, y escúchame bien. —le digo tomando su rostro entre mis manos—. Esto no es algo simple, llevo demasiados años evitándote por esta razón —o lo digo todo ahora o no lo haré nunca—. Elpida desde hace siete años eres la única mujer que existe en mis pensamientos de una manera que no quería aceptar —veo sus ojos abrirse sorprendidos por mis palabras— cuando te vi hace dos meses en el club besándote con ese tipo —digo y ella trata de esconder su cara para no ver lo avergonzada que se encuentra; pero no la dejo—, me di cuenta que en realidad lo que siento por ti es mucho más fuerte, sé que he sido un capullo por la manera en que te he tratado, pero entiéndeme, no sabía que sentías tú y aun no lo sé. —le doy un beso y sigo— pero yo ya he perdido mi puta cabeza por ti y no soporto más esto, necesito tenerte conmigo, cuidarte y hacerte mía, y que no exista nadie más para ti.

Ella no habla, no habla, ¡Me cago en la puta! ¿Por qué no habla? Sus ojos se llenan de lágrimas que comienzan a correr por su rostro.

—Elpida háblame, no me hagas parecer que he hecho la estupidez más grande — ella me mira y aunque aún caen lagrimas por sus ojos estos sonríen junto a sus labios, es lo más precioso que he visto en mi vida y por fin puedo respirar tranquilo —. Háblame por favor ¿qué sucede?

—Es que simplemente creo que estoy soñando y despertaré, y todo lo que me has dicho será mentira. —me dice pasando sus dedos por mi cara acariciando cada lugar.

La vuelvo a besar, esto es todo una puta maravilla, el tenerla por fin en mis brazos y disfrutando de sus besos, poniéndome totalmente duro al sentir su culo sentado encima de mi miembro, algo que a ella le hace gracia y me lo hace saber.

—Te olvidas de eso, en estos momentos tu pie no puede hacer esfuerzo y... —va hablar pero suena su móvil así que se levanta para ir por él.

La veo acercándose con el teléfono en el oído y se vuelve a sentar en la mesita pero ahora no la quiero lejos la quiero conmigo, así que sin pensarlo dos veces tiro de su mano y la vuelvo a sentar donde estaba antes, ella da un grito por la sorpresa y me da un manotazo en el hombro.

—Nada Ari, es que me resbale —miente—. No podré mañana, Mijaíl —el escuchar mi nombre salir de su boca es lo más sensual que he escuchado de alguna mujer, comienzo a besar su cuello pero ella se aparta colocando su mano en ese lugar donde yo la besaba y me mira avergonzada—. Se ha caído y me quedaré a cuidarle —veo que se remueve pero no la dejaré ir soy un cabrón egoísta—. No es necesario que vengas —sigue diciendo— ¡que no Ari! Está bien como tú quieres, yo también ―dice esto último y derrotada se recuesta en mi pecho.

— ¿Que sucede? —le pregunto mientras acaricio su cabeza.

—Ari vendrá por la mañana para quedarse, y ver si necesitas ayuda.

Mierda se me había olvidado.

—Me pasas mi móvil por favor. —le pido y ella extrañada me lo da.

Marco el número de Gaby.

— ¡Hola cariño! —me saluda y veo que Elpida ha escuchado y comienza a molestarse, me hace gracia, si solo supiera.

—Gaby. —solo de escuchar el nombre, la mujer terca que tengo delante de mí quiere alejarse, pero la sostengo tan bien que no lo logra— necesito que mañana te pases por mi casa, me he golpeado y tengo esas cosas que me has pedido pero no puedo levantarme.

— ¿Te encuentras bien? ¿Te ha visto alguien?

—Sí, tranquila tengo la mejor ayuda. —digo mirando directamente a mi chica, sí, mi chica— ¿Podrás venir?

—Sí, tranquilo por la mañana nos pasamos por ahí.

— ¿Traerás a Hans? —le pregunto para estar seguro.

— Si mañana es sábado y no lo dejo por nada el fin de semana así que prepárate.

—Sí, tranquila, los espero. ―Era mejor que Ari viera todo el paquete desde el primer momento y supiera que Gabriela no iba sola.

— ¿Qué fue todo eso? —me pregunta Elpida molesta.

—Te darás cuenta mañana, ahora no puedo hablar. ―La atraigo más y la vuelvo a besar, esos labios estaban hechos solamente para mí.

Esto sería el comienzo de lo que una vez tenía la esperanza de que sucediera.

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