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CAPITULO 21

MIJAIL

Llevo más de una maldita semana despierto, poco a poco comienzo a recordar todo lo sucedido aquel día, el del accidente, pero aún tengo alguna lagunas, unos tremendos dolores de cabeza que me hacen convertirme en un verdadero hijo de puta, lo peor es estar postrado en esta maldita cama, me habían dicho que el no sentir mis piernas al despertar era frecuente por el tiempo que llevaba sin moverlas, pero eso no ha cambiado, sé que hay algo que me están escondiendo, algo no va bien conmigo, estoy seguro como que me llamó Mijaíl.

Por otro lado está también que no puedo comunicarme como es debido, ya que por estar tanto tiempo en coma y con todos esos aparatos en mi garganta mis cuerdas vocales están un poco débiles. Los médicos han dicho que volverá a la normalidad más adelante aunque necesitaré de algunas logoterapias y en estos momentos si quiero comunicarme de alguna manera lo hago escribiendo en alguna libreta, y así no maltratar aún más mi voz.

Por otra parte Elpida se las pasa aquí, se ve agotada, sus ojos han perdido el brillo de hace un tiempo atrás, aunque le pida que se marche, que debe de seguir con sus estudios y su día a día ella siempre tiene una respuesta para darme; Para la primera me dice muy enfadada que aunque se las pase aquí, ella sigue igual con sus estudios a la distancia por clases virtuales y así no ha perdido nada y cuando es obligatorio asistir va por las horas que corresponde y luego regresa a mí. La segunda respuesta es que simplemente yo soy su día a día así que no tiene nada más que hacer.

Pero yo no quiero eso para ella, es una mujer maravillosa que debe ser feliz, florecer y lo único que le está pasando en este momento es marchitarse a mi lado.

Me he quedado por fin solo, mi madre tenía que irse y aunque no le gustó la idea de dejarme solo, la obligue a marcharse y Elpida llegará más tarde así que por fin puedo sentirme yo y no tener que demostrar a los demás algo que no es verdad. Para ellos tengo que sonreír, tengo que ser fuerte pero la verdad es completamente diferente, todo cambiará, todo ha terminado.

—Hola guapo —me saluda Antonia—. ¿Me llevas a casa?

— ¿Qué haces aquí? —Le pregunto— ¡Tú estás muerta!

De Repente nos encontramos en mi coche los dos golpeados, ella comienza a quemarse y aunque trato de ayudarle se me hace difícil, lucho con su cinturón pero es imposible apartarlo de ella. Poco a poco siento como el fuego roza mi piel y el humo hace que no pueda respirar.

— ¡Ayúdame por favor Mijaíl...! — grita Antonia y aunque lo intento se me hace imposible — ¡Te imploro no me dejes morir! — ruega y aunque pongo todo de mi parte es inútil.

— ¡No puedo...! —grito desesperado.

— ¡Me has matado Mijaíl... eres el culpable de mi muerte! — Grita ella mientras es tragada por las llamas del fuego—. ¡Eres un asesino...!

— ¡Mi amor, mi amor! —Escucho a Elpida a la distancia — Mijaíl despierta por favor.

— ¡No...! — siento como el grito ha salido de lo profundo de mi garganta, estoy completamente sudado, y mi respiración es agitada, siento mi garganta rasgarse por el grito y el dolor es insoportable, así que la tos es lo único que lo hace aliviar un poco y el vaso de agua que me entrega.

—Mi amor, tranquilo era una pesadilla nada más. —dice mi mujer acostándose a mi lado y envolviéndome en un abrazo que me hace poco a poco volver a la normalidad.

No me di ni cuenta cuando me quedé dormido, malditas pesadillas, sé que fue mi culpa y por ello Antonia en estos momentos está muerta, y de la peor manera.

— ¿Qué soñaste mi vida? — pregunta mi chica llena de preocupación, pero ¿Qué le puedo decir? Volverá a justificarme y eso es lo menos que necesito en estos momentos.

—N...nada c...cie...elo n...o te pr...pree...ocu...pes— como puedo le respondo ¡maldito inútil! trato de hacerla olvidar mientras le acarició su cabeza — p...pa...sa...r...ran —le aseguro.

— Shhh... no hables —dice— pero no seas mentiroso, y no conmigo —reclama molesta— sé que no quieres preocuparnos, pero te aseguro que sea lo que sea juntos lograremos superarlo —dice decidida.

—A...amor—. Ella cree que todo es fácil, pero yo sé que no es así. En este momento quisiera decirle tantas cosas pero se me hace imposible.

Nos quedamos en silencio los dos por bastante hora, abrazados, su olor llegando cada vez más profundo en mi ser.

Ella como leyendo mis pensamientos o mejor dicho escuchando el cambio de mi respiración, se apega aún más a mi si es eso posible, con una mano en su culo y la otra detrás de su nuca atraigo esos labios que tanto he deseado, paso mi lengua por ellos y ella gime y los separa unos centímetros para poder respirar y aprovecho para introducirme en su boca, siento el sabor a naranja y me enloquece la manera en que responde a mi beso. Enreda sus dedos en mi pelo y tira de ellos haciéndome jadear.

—Busquen una puñetera habitación. —se queja Ari; Pero ninguno de los dos quiere darlo por terminado—. Por El amor a mis ojos o se detienen o voy por un balde de agua y se los tiraré para que se les baje la calentura, —recordar cuando me pueda levantar, le cortaré las pelotas por jodernos tanto.

Elpida se aleja por que lamentablemente sabemos que nuestro amigo es capaz de cometer su amenaza.

—Veo que las cosas van bien aquí—. Dice con una risa traviesa pero Elpida lo mira mal y no sólo por habernos interrumpido nuestro momento, si no que por la maldita razón de no hacerme sentir mal a mí; Pero yo no necesito la maldita lastima de nadie.

—C...Co...mo lo m...mi...re cu...cu...al...quie...ra —le explico con bastante dificultad pero no permitiré que nadie me tenga lastima — s...si el es...tar p...pos...tra...do en un...a ca...ma y qu...que to...dos c...re...an q...que soy un ma...di..to ni...ño q...que ne...ces...sit...a ser cu...i...da...do por i...nú...til, es es...tar bi...en — muevo mi mano quitando la importancia de mis palabras—. Pu...es si la...s co...sas van bi...en.

Parezco un bebe como hablo, pero todo esto no podía escribirlo, puede que mis palabras hayan sido injusta, pero no estoy para toda esta mierda. Vuelvo a comenzar con el ataque de tos por el esfuerzo.

—Amor. —sé que he sido injusto por mis palabras pero no lo puedo evitar.

—Es la pu...ra ve...r...da..d El...pi..da, he vi...s...to co...mo has mi...ra...do a A...ri por so...lo de...cir q...que ve las co...sas bi...en.

—No era esa la razón. —Trata de acercarse a mí pero en este momento no necesito eso y me niego—. Mijaíl por favor no te comportes así conmigo. —suplica.

—Amigo —habla esta vez Ari que se había quedado aparte, sorprendido por mis palabras—. Nadie te tiene lastima —explica— solo que estamos preocupados y sobre todo Elpida y ella no se merece que la trates así.

—Es...so mi...s...mo di...go yo—. Necesito quedarme solo y tranquilizarme. Es verdad Elpida no tiene la culpa de lo que me sucede—. ¿Pu...ed...en de...ja...r...me so...lo, po...r fa...vor?

Mi mujer al principio se niega pero Ari la convence que lo mejor es dejarme solo en este momento y antes de salir, se acerca a mí y me besa en los labios, un beso lleno de amor y tristeza a la vez.

—Te amo—. Dice antes de desaparecer de mi vista.

En un arrebato tomo el vaso de agua que está a mi lado y lo lanzo hacia un lado de la habitación.

¡Hijo de puta...! Grito por el dolor en el brazo por el movimiento y ahora se suma el dolor de mi maldita garganta.

¿Por qué a mí? ¿Qué he hecho para merecerme esto? ¡Todos me tendrán lástima! ¡Seré un inválido que no podré hacer nada!

Necesito hablar con el médico, ¡si eso haré! no saco nada con llorar sin saber lo que de verdad me espera.

Toco el botón rojo que se encuentra a un lado de mi cama y de inmediato llega una enfermera.

— ¿Necesita algo Mijail? — me pregunta y veo que es bastante joven y se ruboriza al mirarme, a no por el grandísimo solo soy yo. Escribo en la libreta y ella se acerca más a mí para poder leer lo que escribo.

—Deseo hablar con Dimitrio por favor.

—Apenas termine su ronda le diré que venga.

—Muchas gracias y una cosa más—. Pido y ella una vez más con paciencia espera leer.

—Lo que usted quiera—. Me mira con ojos brillosos por Dios es que no se da cuenta que estoy en una cama sin poder levantarme, ni tampoco puedo hablar, como se nota que es una niña.

—Cuando venga él a verme necesito que estemos los dos solos, por favor. —Le explico— No deje que nadie más entre.

—Está bien, se lo diré. ¿Algo más? — ¿es que no se ha dado cuenta que es una enfermera y no una sirvienta?

—No, g... gr...a...ci...as—. Le doy la mejor de las sonrisas y ella se vuelve a sonrojar más y luego de despedirse me quedo solo.

Cierro los ojos, me siento agotado, estas semanas, siento que he envejecido más de lo debido. El dolor en el cuerpo y los malditos dolores de cabeza no me dejan tranquilos.

Muchas veces me pongo a pensar lo sucedido esa noche, pero lo único que recuerdo es lo que vivo en mis pesadillas, un sicólogo ha venido a verme pero no lo necesito, lo único importante en este momento es saber lo que me ocurre.

—Mijaíl — la voz de mi doctor me devuelve de mis pensamientos. — Buenas noches, ¿Querías verme?

—Bu...e...nas no...ch...es — lo saludo y trato de acomodarme para poder mirarlo como corresponde, pero antes de seguir él me indica mi libreta. Así que nuestra comunicación volverá a ser así de normal—. Si, necesito que conversemos y que me digas de una vez, que es lo que me sucede. — No veo ninguna expresión que demuestre sus pensamientos a leer lo que quiero.

—Veo —dice y acerca una silla para poder tomar asiento— pues te diré todo lo que desees saber.

—Bien — afirmo con la cabeza y una vez más me dirijo a escribir—. Primero que nada y lo más importante ¿Por qué no puedo mover mis piernas? —temo la respuesta pero es de vida o muerte saber lo que ocurre.

—Mira, cuando tuviste el accidente el impacto que ha sufrido tu cuerpo fue bastante fuerte haciendo que golpearas tu columna y cabeza bastantes veces con tu asiento ya que usabas el cinturón de seguridad —me explica— por eso es que tenías los hematomas en tu cabeza y estabas en coma y bueno —ahora se ve un poco nervioso y se pasa bastante las manos por el pelo— mira para ser sincero aun debemos hacer exámenes para saber si es permanente o no, pero parece que tendremos que hacer unas operaciones, eso es lo que muestran los primeros resultados.

—Bien, eso significa que hay posibilidades de volver a caminar.

—Por el momento hay un cincuenta por ciento de posibilidad para las dos razones.

— ¿Cuándo lo sabremos? —necesito salir de toda duda.

—Mañana comenzaremos con todas las pruebas y de ahí ya sabremos cómo seguir.

—Solo quiero pedirte un favor. —Ahora si puedo ver la sorpresa en su rostro.

—Tú dirás.

—No quiero que nadie se entere de nada. —le aclaro—. Las decisiones las tomaré solo yo y nadie más. ¿Está claro?

—No te preocupes por eso, tú tienes tus sentidos como corresponde así que tú decides todo.

—Bi...en.

—Puedo preguntar algo yo también. —me intriga su mirada y la posición que ha tomado ahora. Así que le hago una señal con la mano dando el paso libre a que pregunte lo que desea.

— ¿Tampoco Elpida debe de enterarse? —al pronunciar el nombre de mi mujer le brillan los ojos, maldito, quiere a mi mujer y yo no puedo hacer nada.

—A...a...ún no. —no es necesario que sepa nada más.

—Está bien. —dice y se ve preocupado—. Pero sabes que ella te ama ¿Cierto? Espero que de verdad lo valores eso, porque ella merece ser feliz.

—T...tú no e...res na...da más q...que mi mé...di...co a...sí q...que no es tú pro...ble...ma y so...lo p...pa...ra que te ha...gas la i...de...a, a El...pi...da la a...am...o más q...que a mi p...pro...pi...a vi...da. —no sé por qué me explico delante de él y lo peor de todo es que no puedo aclarar las cosas como se debe y la tos regresa y el me da el vaso de agua, algo que agradezco con un movimiento de cabeza.

—Tranquilo. —Dice— por favor escribe lo que tengas que decirme no hagas las cosas peor—.

Y eso hago, y lo escribo con mayúscula para que le quede bastante claro.

—"YO SERÉ EL PRIMERO EN DESAPARECER SI LAS COSAS NO VAN BIEN, SOLO PARA QUE ELLA SEA FELIZ COMO SE MERECE"

—Es mayor para decidir por sí sola.

—Créeme que lo sé. Pero haré siempre lo que pase por mi mano, sea lo que sea para que tenga todo lo que merece. — solo me mira y mueve la cabeza no estando de acuerdo con lo que escribo

— ¿Qué sucede? —Nos interrumpió Elpida al entrar a la habitación y cómo puedo arranco las hojas de la libreta. No quiero que se entere de nada de lo que hablo con Dimitrio—. Dimitrio ¿tienes alguna novedad?

El médico me mira por un momento y luego dirige su mirada a ella.

—No Elpida, tranquila solo pasaba de visita a ver cómo sigue. —Le dice y puedo ver la mirada de mi chica dudando y sin creer una sola palabra dicha, lo deja pasar.

— ¿Terminaron? Por qué han llegado los detectives y necesitan hablar contigo mi amor. —dice y se acerca a mí besando mis labios delante del médico que se queda sorprendido por la demostración de amor.

—Sí, si pueden pasar. —dice aclarando su garganta para poder hablar y se dirige a la puerta dando la bienvenida a dos hombres.

—Buenas noches. —Saludan educadamente— perdonen la hora pero es muy importante hacerle un par de preguntas—. Dicen, se acercan a mí y se presentan, el de piel oscura se llama Oscar Rojas y el rubio se llama Daniel Salazar, los dos son de un porte intimidante y bastante anchos.

— ¿En q...qué pu...e...do a...yu...da...r...los? — pregunto curioso porque por lo que ya me habían avisado, la policía andaba tras las huellas del desgraciado que trato de matarme.

—Señor Renieri usted conoce a un tal...—dice mientras busca el nombre en una pequeña libreta— Roberto Suárez. —Dice y de inmediato llegan a mí imágenes donde estamos en un club, él está borracho insultándome y me tira su trago encima de mi camisa.

—L...lo co...no...z...co.

— ¿Cuál era su relación señor?

— "Este señor —sus palabras resuenan en mi mente—. Sí es que se le puede llamar así, me robó el papel protagonista de la obra, sospecho que incluso se folló a mi hermana... la muy zorra"

— Señor ¿Qué relación tenían? —vuelve a preguntar el detective ya que no le había respondido la primera vez.

—R...ro...be...r...to —no terminaré nunca de dar mi explicación así que la escribo completa—. Era uno de los candidatos para ser el protagonista de la obra que acabamos de dar por terminada, pero yo me había ganado ese puesto, pero parece que a él no le había caído muy bien, —veo cómo ellos toman nota de cada palabra escrita - recuerdo pero no sé si me equivoco. — Les aclaro porque aun mis recuerdos de los últimos momentos antes del accidente son un poco borroso—. Él llegó borracho, diciendo diferentes cosas, como que le había robado el papel protagonista y que el éxito era suyo y un montón de cosas más.

Elpida está a mi lado sosteniendo mi mano y puedo sentir su cuerpo por completo tenso.

—Así fue señor — dice el otro hombre que toma la declaración al escuchar a su compañero leer lo escrito—. Tenemos bastantes testigos de esa escena en el club —me dice— pero no entiendo, ¿Todo esto solo por eso?

—¿C...co...mo q...que to...do e...s...to? No e...en...ti...en...do po q...qué me p...pre...gu...n...ta por Ro...be...r...to.

—Señor el coche que lo sacó del camino está a su nombre.

— ¿Lo han encontrado? ¿Lo detuvieron y él confesó?— les pregunto escribiendo.

—No señor, pero el número de la matrícula que nos dio el señor Samona — y señala a Ari que está a un lado de la habitación manteniendo la distancia a todos—. Nos da el nombre del señor Suárez.

— ¿Me dice todo esto y él sigue libre? —Los nervios me están haciendo una mala jugada y las palabras escritas parecen más dibujos de niños de Kínder. No puedo entender por qué él quiso matarme solo por esto, no puede ser, algo más debe de esconderse.

— ¿Cómo es posible que no lo hayan atrapado sabiendo que es el causante de la muerte de Antonia?— paso las manos por mi cara para poder tranquilizarme y que ellos logren entender lo que escribo pero es casi inútil.

— A...a...ri ¿P...por q...qué no m...me ha...bí...as di...ch...cho n...na...a...da?

—No estabas en consecuencia Mijaíl, ya lo hablaríamos.

— ¡P...p...e...ro te...ní...a q...que s...sa...be...lo...! Tú lo v...vi...te to...do ¿e...tás s...se...g...gu...ro q...que f...fu...e él?— el aire comienza a faltarme, siento que las palabras casi no me salen.

—Sí, yo y Gaby tomamos nota de la matrícula y no podía hacer nada para evitar el choque —su voz casi suena, se pasea por la habitación tratando de encontrar las palabras— ¡No pude hacer nada! —Exclama— vi como perdías el control y como el otro coche se daba a la fuga, pero no pude ir tras él ya que tú estabas primero.

¡Hijo de puta! Que le hice al desgraciado ese para que intentara matarme. No puedo entenderlo.

—Tranquilo amor. —susurra Elpida, Por la ansiedad y los nervios un profundo dolor de cabeza comienza y siento como todo empieza a oscurecer.

No veo y no escucho nada más, hay una paz única. Vuelvo a estar en un lugar donde el verde reina y el cielo limpio sin una sola nube. No me duele nada y puedo caminar sin ningún problema.

Alguien toma mi mano y al dirigir mi mirada veo a una niñita, es el mismo bebé que vi hace un tiempo pero ella es mayor, debe de tener unos seis años.

— ¿Ζωή? —me agacho para estar a su altura.

—Tío, —me habla ella y toca mi rostro con su manito libre— no te dejes ganar, llegaré un día y tú debes enseñarme muchas cosas —sonríe, nunca había visto algo tan bello— y ¿ves allá? —Señala un lugar donde puedo ver dos pequeños pero no puedo ver si son niñas o niños—. Tiene que llegar el momento donde ellos te encontrarán, pero no te rindas tienes que luchar por ti, por mí y por ellos.

Toma mi cara con sus dos manos y me besa en la mejilla y mirándome a los ojos me dice.

—No me busques más, pronto llegaré y serás tú con papa y mamá que cuidarán de mí.

Cierro los ojos al sentir su toque tan cálido y al abrir mis ojos me encuentro en la habitación y Elpida está abrazada a mi lado como siempre.

Ya está amaneciendo y hoy será un día donde sabremos lo que se viene, sé que lo puedo soportar y saldré de esto, pero ¿seré capaz de llevar a este ángel que tengo a mi lado a pasar tan malos momento?

Todo el día es caos, de unos exámenes a otros pasa toda la mañana y me siento como si hubiera pasado algún camión por encima mío y así llega la tarde que ni me doy cuenta cuando llega Elpida con comida y la verdad es que si necesito comer, lo que preparan aquí es asqueroso, no se puede ni tragar así que me han traído pastichio que tanto me gusta y lo hago desaparecer en cosas de minutos.

Mi mujer se ríe, dice que parezco niñito como trago y en eso abren la puerta y aparece mi hermana con Strato.

—Hola princesa —saluda mi cuñado a su hermana.

—Ho...o...la p...pe...q...que...ña — saludo yo a la mía. Ella se acerca mí y me besa en la mejilla — ¿c...co...mo e...es...ta m...mi ni...ña? —Coloco mi mano en su panza y Elpida deja mi libreta en mis piernas. Estoy aburrido ¡hasta cuando! Pero aunque la mire mal ella no se intimida así que no queda de otra.

—Ay hermanito si te he dicho que aún no sabemos qué es y tú ahí dale. —se queja.

—Vamos hacer una apuesta — y pongo mi mejor cara de niño bueno y ellos ríen al leer pero aceptan.

— ¿Y esa seria...?

—Si es niña seré yo el padrino y su nombre será Ζωή.

—Pero... -

—Ni pero, ni nada ¿lo aceptas? — escribo por último y tendiendo la mano dejo a nuestros acompañantes con la boca abierta.

—Acepto, pero prepárate por que perderás —dice muy segura y yo me rio en mi interior— será un niño de eso no cabe duda.

—Si tú lo dices. —le quito importancia.

— ¿Por qué estás tan seguro? —pregunta Elpida.

—Por qué lo estoy, así que prepárense que debemos preparar todo ¿Ya saben cuándo harán la boda? — Al leer mi pregunta veo cómo se miran entre ellos sorprendidos, — ¡A no! Ustedes no van a dejar nada hasta que yo salga de aquí ¿lo entienden? — Me siento enfadado y decepcionado al saber que todo esto es por mi maldita culpa —. No pienso aceptar que dejen de vivir solo porque yo no puedo salir aún de este maldito lugar.

—Pero hermanito.

—Nefeli no me hagas sentir peor de lo que ya lo hago—. No puede ser que mi culpa ellos retrasen sus planes. Mi hermana me mira y mira el papel que tiene en manos y veo como comienzan a correr las lágrimas.

—Es que yo necesito que te encuentres bien y estés con nosotros.

—Y así será aunque esté en una silla de ruedas. —Señalo a mi amigo— Así que más te vale que le hayas hecho la propuesta de matrimonio porque te juro que me levanto como pueda y te doy una paliza que recordarás por toda tu maldita vida. —Él se ríe pero su risa no llega a los ojos, sé que siente que debe escuchar a mí hermana en esto pero no estoy de acuerdo.

—Ya veremos. —Responde mi cuñado pero eso no me deja tranquilo.

—NO TIENEN TIEMPO — esta vez en mayúscula para que vean que no estoy jugando.

—Mijaíl. —Elpida se enfada— no te entrometas en lo que ellos harán.

—N...na...da de es...so mi v...vi...da — la miro y veo que sus ojos brillan, le gusta que vuelva a ser yo y no alguien a quien le debes tener lástima —. P...pe...ro n...no a...ce...p...ta...ré q...que m...mi s...so...bri...na n...na...z...ca f...fu...e...ra de u...un m...ma...tri...m...mo...ni...o c...co...mo c...co...r...re...s...po...nde.

—No te preocupes amigo —habla Strato— ya está todo planeado.

—B...bi...en, e...en...ton...ces n...no s...se...rá n...ne...ce...sa...ri...o m...ma...ta...r...te — digo en broma.

—Más te vale o dejarás a mi hija sin padre. —dice mi hermana sonriendo.

Y así volvemos a pasar una cuantas horas conversando de diferentes cosas. Que bien se siente estar con gente que te quiere por lo que eres.

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Ha pasado más de un mes y ha sido un maldito infierno, he ingresado dos veces a quirófanos, los dolores son insoportables y yo no puedo mover ni un solo dedo.

Los médicos dicen que ya todos los exámenes salen bien y que no pueden entender la razón del porque yo no he podido levantarme.

Lo único que ha cambiado es mi voz, por fin puedo hablar normal, solo que hay algunas letras que aún no las puedo pronunciar pero poco a poco eso mejora.

Elpida insiste que es mi psicología y que me estoy dejando vencer, pero ella no sabe lo cuanto me duele todo. Ya no soporto más y tampoco aguanto la situación de que me miren con lastima. Mi hermana ha decidido retrasar la boda y no le importa si la celebran después que nazca la niña y es tan testaruda como yo que no hay nadie que le cambie la idea.

—Buenos Mijaíl ¿Cómo te sientes hoy? — pregunta mi médico.

— ¿Te puedo preguntar algo?

—Tú dirás. —dice sentándose frente mío.

—Con mis exámenes, está todo bien ¿Cierto?

—Así es.

—Bien necesito que me des el alta sin que le digas a nadie.

―Mijaíl ¿Qué piensas hacer? ― pregunta preocupado.

―Tú solo harás tú trabajo, y como corresponde no dirás nada. ―sé que mi manera de hablarle es la de un maldito malagradecido, aunque él ha hecho bastante por mí.

―Está bien, como tú quieras. ―sin más y sin decir ni una sola palabra se prepara a salir de la habitación.

―Dimitrio ― lo llamo y él se detiene antes de salir, pero no me mira―. Disculpa por cómo te hablé y te agradezco de verdad por todo lo que has hecho.

―Espero de verdad Mijaíl que sepas lo que haces. ―y así sale de la habitación dejándome solo con mis pensamientos una vez más.

"No tienes idea Dimitrio, yo también espero saber lo que hago"

Pero antes que nada necesito escribir una carta a Elpida y una a mi madre, para despedirme, no quiero que me busque y menos que deje de vivir por mí. Es lo mejor para ella el que yo desaparezca pero sabiendo lo cabezota que es no lo hará si me voy sin darle ninguna explicación.

Y por último también tendré que dejarle todo claro a mi mama y asegurarle que me encuentro bien donde sea que vaya y eso será lo más difícil, teniendo en cuenta que no me deja para nada solo.

Y hoy es la oportunidad de hacerlo ya que Elpida tiene todo el día exámenes y mi madre no podrá venir hasta bien entrada la tarde. Así que Mijaíl a trabajar aunque se te rompa el corazón.

Primero a Elpida, tomo mi libreta y comienzo a escribir, con el corazón en la mano.

Hola mi preciosa Elpida:

Antes que nada quiero que recuerdes que te amaré por siempre y quizás más.

Mi vida a tu lado se ha vuelto muy feliz con todos los tonos en ella, me encanta cuando ríes, cuando estas completamente feliz que se te iluminan las pupilas, cuando te enojas que te pones guerrera y te pones tan altruista que me haces querer simplemente reírme, abrazarte y quererte aún más.

Esto es más difícil de lo que pensé que sería, es más complicado delo que imaginé pero debo comenzar por el principio, así que te pido que recuerdes el día en que te hice la promesa más importante de mi vida cuando te prometí que haría cualquier cosa para que fueras feliz y que si yo fuera la razón de lo contrario simplemente me alejaría para que hicieras de tu vida un mundo de alegrías y de felicidad.

Pues bien, ha llegado el momento de que me aparte. Nuestros destinos se cruzaron, siempre encomendé mis sentimientos al arcángel por el que llevo mi nombre y él me concedió vivir durante este tiempo mi mayor anhelo, pero los sueños terminan, la burbuja explota y despiertas para encontrarte con otra realidad.

No puedo permitir que sigamos juntos porque no te haré feliz ni lo seré yo tampoco, nuestro hermoso sueño fue interrumpido y se convirtió en una cruel pesadilla, la realidad es que hoy no soy un hombre completo, ni siquiera creo ser la mitad de uno.

¡Soy un asesino!

Elpida, no puedo permitir que cargues con mis pecados que son muchos, no puedo manchar tu alma pura con mi retorcido universo, no puedo dañarte de esta manera, ¡soy un asesino, soy un asesino!

Nunca desististe de mí y sé que no lo harás por tu propia voluntad. Por eso quiero que sepas, que fue maravilloso el sueño que vivimos pero solo fue eso un sueño un espejismo de algo que nunca podrá ser.

Elpida, hago esto no por falta de amor, sabes que eres mi universo completo, no puedo condenarte a vivir con lo que soy ahora.

Tú felicidad nunca será a mi lado y aunque tenerte junto a mí me haría el ser más feliz de la tierra no puedo condenarte a ello.

Te agradezco que sigas siendo la misma de siempre que sigas llenando de alegría el mundo de los que te rodean, pero permíteme que me valla, déjame alejarme definitivamente de ti.

He comprendido que mis noches de fiesta nunca serán las tuyas, que mi mundo nunca será el tuyo, aunque íbamos acoplándonos bien, no puedo permitir que arruines tu vida y nos sigamos haciendo ilusiones. No te negaré que te amé, que te amo pero yo no puedo ser tu felicidad, ya no. Tú te mereces a un hombre de verdad, a un hombre que te quiera más de lo que puede soñar, a uno que camine a tu lado no a alguien que tengas que arrastrar en una silla de ruedas por el resto de sus días... necesitas a un hombre que pueda cuidar de tus hijos no a uno que sea un inútil hasta para eso, un hombre completo, alguien que te haga vibrar dentro y fuera de la cama. Yo nunca podré hacerlo por lo cual decido decirte adiós de la forma más cobarde pero no tengo el valor para hacerlo en persona.

No soportaría que me vieras con esos ojos de lastima, que sintieras compasión de mí, te dejo tú libertad para que vueles muy alto lejos de mí que te ancló a tierra.

Adiós Cielo, me llevo conmigo todos los momentos hermosos a tu lado, espero me den las fuerzas para vivir de ellos. Ojalá en algún momento encuentres la felicidad porque esa será también la mía. Y me perdones por hacerte infeliz por todo este tiempo.

Se libre Elpida como la esperanza lo es de ir en los corazones de las personas, aunque en el mío no quede ni una gota de ella.

Con amor para siempre

Mijaíl...

Leo una y otra vez la carta y no puedo evitar sentirme como la misma mierda pero no existe otra manera de despedirme de ella pero tampoco puedo largarme así como así porque me buscará y no podrá vivir tranquila y nunca será feliz.

Estoy tan perdido en lo que escribo que no me doy cuenta que mi madre llega, hasta que ella me habla.

―Hijo ¿Qué haces? ― pregunta y su mirada va desde la carta que sostengo a mi cara.

―Nada ¿Qué haces aquí, madre?

― ¿Cómo que qué hago aquí hijo? ¿Mijaíl que sucedes, que te traes entre manos?

―Lo mejor para todos.

―Hijo ―sus ojos se llenan de lágrimas, me conoce demasiado bien y sabe que no soporto que ellos sufran por mí― ¿Qué locura estás planeando?

―Ninguna locura, te lo juro. Mamá si me amas darás este sobre a Elpida cuando me haya marchado.

― ¿Irte? ¿Dónde te piensas marchar Mijaíl?

― Ven aquí ― le tiendo mis manos, ella las toma y se sienta a mi lado en la cama―. Hoy me dan de alta ―trata de soltarse para alejarse pero no la dejo― mamá necesito irme lejos, por Elpida y todos. Deben volver a sus vidas. Tú más que nadie sabes que toda mi vida la he amado pero no puedo soportar el hecho de que ella sufra por mí y detenerla a mi lado siendo que yo no podré darle nunca un futuro.

― ¡Pero hijo...! ― No la dejo seguir. Necesito que por lo menos ella me entienda.

―O estás conmigo o me voy solo y tampoco sabrás tú ni nadie donde me encuentro y sabes muy bien que siempre hago lo que digo―. Reconozco que en este momento me estoy comportando realmente con un hijo de puta mal agradecido poniendo a mi madre entre la espada y la pared pero o acepta o ella también tendrá que soportar las consecuencias.

—Está bien hijo —dice no muy convencida— espero que sepas lo que haces y no te arrepientas después.

—No lo haré... — Elpida está por encima de todo y su felicidad por encima de todo lo que yo desee.

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MESES DESPUES

Un día más, y aún no sé porque mierda sigo aquí. ¡Joder! Mi vida debería haber terminado ya, pero no, aquí estoy postrado en esta maldita silla de ruedas, sin poder valerme por mí mismo, como si yo fuese un puto inútil. Me da igual que los médicos hayan dicho que podré caminar de nuevo, lo único que sé es que después de tantas operaciones y dolores sigo exactamente igual, nada ha cambiado.

Cada noche tengo el mismo sueño, ese donde soy consciente en todo momento de perder el control del coche que conduzco, y sin que pueda hacer nada, choca con fuerza en un árbol, escucho como grita mi acompañante, y no puedo hacer nada por ayudarla, intento con todas mi fuerzas en pedir ayuda, pero nada, estoy inmovilizado y veo como comienzan a salir llamas del capó del coche, y de pronto me despierto, siempre ocurre igual, estoy sudado y con la respiración agitada.

Tocan la puerta tres veces, y aparece mi madre, mis padres y mis hermanos son los únicos que han estado todo este tiempo a mi lado, apoyándome.

Ahora ya no soy el cabrón que todo lo tiene, la fama y mi posición social ya no es la misma, y junto a eso también se alejaron todas las personas hipócritas y descerebradas que estaban a mi lado, excepto Strato y Pano, mis mejores amigos, esos hijos de puta sí han estado, sufriendo cada instante conmigo.

Strato ha estado desde el primer momento a mi lado, aparte de ser uno de mis mejores amigos y cuñado, también es mi médico, y es uno de los que también sufre al verme en esta situación, aunque debería odiarme, él ha estado aquí a mi lado siempre.

Mi madre me mira con esa típica cara de madre que adora a su hijo, odio esa cara, odio cualquier cosa que me haga sentir débil, pero ahí está ella, mirándome fijamente mientras me sonríe y, no contenta con solo mirarme, también me habla.

— Buenos días mi niño — me dice en el momento que me da un beso en la frente.

Joder, cada vez que miro a mi madre puedo ver que ha envejecido demasiado, han sido meses muy duros para ella, y por culpa de eso ahora se ve mucho más mayor, además no cuida de ella misma, se centra en que no me falte nada a mí, y aunque sabe que no es lo que yo quiero, prefiero hundirme solo, sin arrastrar a nadie, ella sigue centrada en mis necesidades.

No ha cumplido ni los cincuenta y cinco, tampoco me acuerdo exactamente cuántos tiene, pero aparenta más de setenta, y sé que es por mi jodida culpa, por mi puta invalidez, pero soy un cabrón y no hago nada por remediarlo, quizás alguna vez le he dicho que se cuide, pero aparte de eso, nada.

— Días— le respondo, y me vuelvo a perder en mis pensamientos, volviendo a vivir una vez más el pasado.

—Hijo —dice mi madre— tienes visitas.

— ¿Cómo que visitas? —pregunto dando vuelta mi silla para poder mirarla—. Sabes que no quiero que venga nadie. —desde el día que desaparecí del hospital no he aceptado que me visite nadie con excepción de los muy cercanos. Espero que no sea ella, cumplí con mi juramento y me alejé de ella y negando cualquier contacto. Elpida debe ser feliz aunque sea lejos de mí, no he aceptado que nadie me hable de ella, no quiero y no necesito saber que ella es feliz.

—Sí hijo, Ari te está esperando y no se irá sin que te vea. —dice mi madre cuando va saliendo de la habitación, sin darme una sola oportunidad de negarme.

—Bien, ahora sí que será un jodido encuentro...

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