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CAPITULO 20

NARRADOR

Elpida había decidido que aunque estuviera ella sola lucharía para que Mijaíl saliera de ese estado, eso significaba que tendría que seguir con sus estudios aunque fuera a la distancia, pero no los dejaría porque así estaría preparada para lo que tuviera que enfrentarse.

Pasaban los días y Mijaíl no tenía ningún cambio, pero ya lo habían sacado de cuidados intensivos y estaba en una habitación donde sus seres queridos podían estar con él.

Y esos primeros momentos fueron de lo más difíciles.

Después de quince días, al llegar la joven al hospital, el médico de Mijaíl le pidió que lo acompañara a su oficina porque tenía una buena noticia que darle.

―Buenos días Elpida ¿Cómo se encuentra? ―preguntó el hombre con verdadero interés, después de tantos días ya le había tomado cierto cariño y la verdad es que sentía una pizca de envidia por ese hombre que se encontraba inconsciente en una cama de hospital, y ¿Qué podía él envidiar? Pues simplemente a la mujer que tenía. En todos los años que ejercía su profesión, eran contadas con los dedos de una mano las veces que una mujer como Elpida, es decir, joven, hermosa, inteligente cuidaba de alguien así, siendo que solamente tenían una simple relación. O eso era lo que él creía porque de simple nunca tuvo nada, pero eso él no tenía saberlo, no era de su incumbencia

―Mientras no vea salir de aquí a mi hombre, ―dijo con total seguridad― yo no estaré bien.

―Bueno, entonces la noticia que tengo espero que ayude a subir los ánimos.

Elpida por primera vez después de días sintió que por fin veía el sol al final del túnel y pudo respirar un poco más tranquila.

― ¿Qué sucede? ―preguntó impaciente.

―Mijaíl hoy será trasladado a una habitación común, donde podrán pasar horas con él, las máquinas ya no están y puede respirar por él solo, pero eso no significa que vaya a despertar hoy, tenemos que tener paciencia. ―Le aclaró para que no se desanimara si no despertaba pronto su paciente.

― ¡¿De verdad?! ― Elpida no podía creer las palabras que escuchaba del hombre que estaba delante de ella― ¡Dios mío has escuchado mis ruegos! ―dijo eufórica poniéndose de pie. No sabía qué hacer, donde ir; pero de un arrebato se acercó al médico y lo abrazó, dando las gracias por todos los esfuerzos hacia su amado―. Muchas gracias Dimitrio de verdad no sé cómo podré pagarte a ti y a todo el equipo médico, lo que están haciendo.

―No hay nada que agradecer Elpida. ―el abrazo lo había sorprendido pero sabía que no podía esperar nada más así que mejor verla como una amiga ahora que los sentimientos aún no iban más allá―. Es nuestro trabajo y el ver que todo avanza como corresponde es nuestra mayor recompensa.

― ¿Cuándo podré verlo?

―Si esperas a que haga una llamada, te diré.

Dimitrio hizo el llamado y le dieron la noticia que su paciente ya estaba en la habitación asignada.

―Elpida. ―Llamó a la chica que estaba perdida en sus pensamientos― ¿Elpida me escuchas? ―volvió a preguntar pero esta vez poniendo su mano encima de su hombro para llamar su atención.

―Perdón, perdón, ―se disculpó la joven― estaba pensando.

―Tranquila, si me di cuenta, como te decía puedes pasar ahora mismo a verlo.

― ¿De verdad?

―Claro, ya lo han trasladado.

― ¿Puedo hacer un llamado?

―Tomate tú tiempo yo voy a ver unas cosas y luego vuelvo para llevarte. ―Él sabía que ella lo primero que haría era comunicarse con su familia, se había dado cuenta lo unidos que eran.

Elpida así hizo, se tomó su tiempo para poder tranquilizar los nervios, se sentía feliz debido a que sabía que eso significaba que pronto Mijaíl volvería a ella, pero también la preocupaban las secuelas que dejaría el accidente.

Sacó su móvil del bolso y marcó, un pitido, dos pitidos y antes de que sonara el tercero la voz apagada de una mujer respondió.

― ¿Elpida tenemos alguna novedad sobre mi hermano? ―hablé sin más Nefeli, desde el día uno la chica no había vuelto a sonreír. Lo que deberían de ser los días más felices de su vida se estaban convirtiendo en los peores, aunque todos trataran de animarla.

―Si cariño, desde hoy podremos estar con él. ―Hablaba sin respirar― lo han trasladado a una habitación sin máquinas. ―Respiró profundamente para poder escuchar más tranquila a su amiga.

Pero no escuchaba nada, al otro lado de la línea había un silencio aterrador.

―Nefeli, cariño ¿Me has escuchado? ―nada.

― ¿Quién habla? ―la voz gruesa e inconfundible de su hermano se escuchó al otro lado de la línea, lo que la preocupó mucho más.

―Strato soy yo ¿Nefeli donde está, que pasó?

―Pues no lo sé, tiró el teléfono y salió corriendo a nuestra habitación sin decir nada ¿Qué sucede princesa? ¿Le ha pasado algo a Mijaíl?

Elpida podía comprender muy bien a su cuñada, tampoco ella se podría aguantar el deseo de correr hasta su hermano si ese fuera el caso.

―Hermano vete detrás de ella que estoy segura que se fué a preparar para venir al hospital, a Mijaíl lo trasladaron a una habitación donde podremos estar con él. ―dijo por fin con una sonrisa en los labios, volvía a respirar, volvía a creer que por fin las cosas podrían salir bien.

―Bien, nos vemos dentro de poco. ―Y sin más Strato colgó y se fué al encuentro de su mujer.

― ¿Qué crees que haces? ―le preguntó el joven a su mujer, recostado en el margen de la puerta con los brazos cruzados por encima de su pecho, muy a su estilo.

― ¿Qué te parece que hago? tengo que ir donde mi hermano. ―Se vestía sin siquiera mirar a su novio, en ese momento a Nefeli no le importaba absolutamente nada, solo como llegaría al lado de su hermano mayor.

Strato se acercó a ella y la hizo que lo mirara.

―Mi vida, debes mantener la calma, piensa que todo lo que hagas, tendrá consecuencias y puede afectar a nuestro bebé. ―Dijo pasando su mano por el vientre que recién se estaba notando.

La joven lo miró a los ojos y por fin se sentía tranquila y en paz.

―Todo irá bien. ―dijo en un susurro más para ella que para él, colocando sus manos por encima de su hombre.

―Todo irá bien. ―Le reafirmó Strato.

Así se quedaron por unos minutos hasta que estuvieron completamente tranquilos y los dos pudieron salir rumbo al hospital.

En la quinta planta, Elpida con sus nervios a flor de piel, seguía a Dimitrio, hasta pararse en la puerta de la habitación 513, el médico se paró con una mano en el picaporte.

―Elpida ―dijo antes de dejarla entrar―. El hombre que verás dentro no será como lo recuerdas, debes estar tranquila.

― No me importa, necesito verlo. Ya sé como está, no te olvides que yo entraba en la UCI, y lo vi rodeado de maquinas y intubado, conozco de sobra su estado -dijo molesta con Dimitrio, quien la mantenía alejada de su hombre.

―Está bien. ―Dijo sin más y la dejó pasar.

Elpida se apresuró a llegar cerca de Mijaíl, y aunque al médico le dijo una cosa, ella se sentía muy diferente. El corazón se le volvió a romper, Mijaíl se encontraba en la cama con muchos kilos perdidos, una barba que nunca había sido cortada y el pelo descuidado, era como estar mirando al hombre de las cavernas.

Sin esperar nada llamó a su amigo Ari y le pidió todo lo necesario para poder asearlo.

El médico se quedó por un momento mirando la escena pero luego que vio que ella tomaba lugar a su lado, se marchó, entre ellos no había cabidad para nadie más.

―Buenos días mi amor. ―Lo saludó besándolo en los labios― por fin volveremos a pasar nuestras noches juntos, si, si y no quiero quejas, yo me iré de aquí junto a ti. ―Ella le hablaba a su hombre como si estuvieran los dos en estado de discutir― y más encima tenemos una boda que preparar... ―y así le estuvo hablando hasta que alguien tocó la puerta― espera amor, voy a ver quién es.

―Hola pequeña. ―saludó Ari dándole un beso en la frente y entregando las cosas que le había pedido. Se adentró a la habitación y apreció el cuerpo inmóvil del hombre que hace años le había salvado la vida, pasó sus manos nervioso por el pelo, no quería decir nada que hiciera sentir mal a su amiga en estos momentos, así que como siempre, lo mejor era optar por el humor.

― Ahora sí creo que la denominación Hombre de las Cavernas, le queda perfecto. Sólo le falta un palo y que le coloques dos hojas que cubran su intimidad. ―Eso era lo que necesitaban, reír un poco y optar por ser más positivos.

―Pues con estas cosas. ―Dijo señalando el bolso que le había entregado hace poco― no durará mucho. Así que gracias por venir pero necesito que salgas para poderlo atender.

― ¿No quieres que te ayude?

―No creo que le guste cuando se entere que me has ayudado para bañarlo. ―Aseguró Elpida.

―Bueno, la verdad es que a mí tampoco me agrada mucho la idea, así que esperaré afuera. ―Se despidió de los dos, aunque obtuvo solo respuesta de su amiga.

Elpida se dirigió al baño de la habitación a llenar un recipiente con agua tibia, preparó aparte la espuma de afeitar y con todo en mano fue y se instaló delante de Mijaíl.

―Bien amor. ―Después de levantar un poco la cama, acomodó una almohada debajo de la cabeza de su amado para poder hacer más fácil el trabajo de afeitarlo―. Espero no dejarte marcado ―río, le cortó un poco la barba con unas tijeras y luego tomó la espuma y la esparció por donde era necesario. Un poco nerviosa tomó la navaja y poco a poco comenzó a limpiarle su piel de pelos y espuma, al pasar los minutos su rostro quedaba libre de todo lo que lo mantenía oculto. Al acabar de asearlo, le puso el after safe que Ari había incluido en el bolso.

Una vez listo se acostó a su lado, necesitaba de su calor, su presencia. Era vital para ella sentir su olor, el poder sentir su pecho subir y bajar por su respiración y no por máquinas.

―Amor tienes que abrir tus ojos, necesito sentir tu mirada en mí, ―le susurró en su oído, pero Mijaíl no respondía, estaba lejos de su cuerpo y de la mujer que se desvivía por amarle.

Elpida se quedó dormida abrazando al amor de su vida, al hombre que le enseñó que todo es posible.

Habían pasado dos semanas, en las que Mijail, seguía igual. Elpida no se había movido de su lado, excepto dos veces que tuvo que asistir a la universidad para rendir dos exámenes, el resto de días estudiaba a distancia, tomando clases virtuales para no alejarse de él.

―Hola hermanito. ―Saludó Nefeli al llegar, dejó unas flores en una mesita y luego se fué a su asiento, cuando no estaba Elpida, estaba Nefeli, ninguna de las dos quería dejarlo solo y no había nadie que las hiciera cambiar de opinión.

―Bueno, hoy vengo con muy buenas noticias. ―dijo tomando la mano del hombre― hoy nos han hecho la primera ecografía y tu sobrina va muy bien, bueno la verdad es que no sabemos aun lo que será pero estoy casi segura que será niña. ―No dejaba de acariciarle sus nudillos y las lágrimas corrían de sus ojos sin poder detenerlas―. Por favor hermanito despierta, te necesito conmigo en estos momentos, se suponía que debería estar feliz, pero no, soy infeliz si no te tenemos junto a nosotros. ―La joven se puso de pie y llevó la mano de su hermano a su vientre― te necesitamos. ―Aclaró― tienes que reaccionar y vivir con nosotros estos momentos.

Mientras tanto el subconsciente de Mijail, le mostraba un camino para volver con sus seres amados, aquellos a los cuales tanto necesitaba. A lo lejos le parecía escuchar la voz de su hermana.

―Siempre tenía en mente ―seguía hablando Nefeli― que cuando naciera mi bebe, tú estarías ahí para hacerle todos sus caprichos. Un día soñé ―dijo esta vez volviéndose a sentar pero sin apartar la mano de su vientre― Que nos íbamos de paseo...

Mijaíl se veía en un lugar donde solo reinaba la paz, unos árboles repletos de hojas grandes que daban una maravillosa sombra al día soleado en el que se encontraba, estaba lleno de verde, donde mirara. Al pasar unos minutos escuchó unas risas, era su hermana que reía con un bebé en brazos.

― ¿Nefeli que haces aquí con este bebé? ―le preguntó un poco curioso.

― ¡Ay que eres tonto hermanito! ―se rió ella― ¿Que no te acuerdas que quedamos aquí para que pasearas a la niña?

― ¿Qué niña? ―Mijaíl se sentía perdido.

―La que conocerás cuando vuelvas a nosotros hermanito, te necesito para que ella llegue sana y salva.

― ¿Qué quieres decir Nefeli? No entiendo. ―Se arrodilló delante de su hermana mirándola con lágrimas en los ojos y pasando las manos por su pelo bastante largo.

―Mi vida ―le dijo ella colocando su mano en una de sus mejillas para poder limpiarle las lágrimas que corrían― Mijaíl, mientras tú no vuelvas con nosotros yo no podré ser feliz y no podré estar tranquila para que Zoi (vida), pueda nacer como corresponde.

― ¿Y yo dónde estoy?

―Estás perdido, pero mira a mi hija y encontrarás tu camino.

Mijaíl se acercó con cautela a la bebé que estaba en los brazos de su hermana, y la bebé lo miró directamente a los ojos, tenían exactamente el mismo color y sus miradas se convirtieron en una, la sonrisa de esa muñequita que lo miraba lo relajó y comenzó de nuevo a escuchar la voz de su hermana...

―Vuelve a nosotros, hermanito. ―La joven seguía suplicando sin darse cuenta que el hombre que estaba acostado frente a ella ya había abierto los ojos―. Aún espero cual será tu reacción cuando despiertes y te enteres que serás tío.

―L...le c...co...r...ta...ré l...la...s p...pe...lo...tas a S...St...tra...to ―tartamudeo casi en susurros con la voz gruesa y que raspaba su garganta por no haber hablado por tantos días.

Nefeli no podía creer que él estaba ahí, despierto y hablándole a ella.

―Mijaíl ―susurró ella y se puso de pie de golpe, algo que la mareó y tuvo que volverse a sentar.

T...tr...an...qui...la. ―Volvió a hablarle él, pero esta vez tenía los ojos cerrados, quería dormir.

―No, hermanito por favor no te vuelvas a dormir. ―Esta vez sí se puso de pie y pudo ir al encuentro de un médico. Al abrir la puerta se encontró con Dimitrio que venía a ver en ese preciso momento cómo iban las cosas y si había alguna novedad.

―Dimitrio, Dimitrio ―lo llamó Nefeli nerviosa al verlo― por favor ven mi hermano te necesita.

― ¿Que sucede? ―el médico por un momento se asustó al ver lo nerviosa que se veía la joven.

―Mi hermano... Mijaíl ha despertado, por favor ven. ―sin más lo tomó del brazo y lo llevó donde se encontraba un dormido Mijaíl.

El médico comenzó a mirar las máquinas, todo estaba en orden y luego se dirigió a su paciente.

―Mijaíl. ―Lo llamó tocándole el hombro― Mijaíl puedes escucharme.

―S...Si. ―Respondió pero sin abrir los ojos, se sentía agotado y tenía un tremendo dolor de cabeza.

―Está bien. No hables más, que no te hace bien por el momento, te examinaré para ver cómo van las cosas.

―E...el...pi...da... ¿d...dón...de e...es...tá? ―quiso saber de inmediato.

―Ya viene hermano, saldré a llamarla mientras te examinan. ―Dijo y se acercó a él― bienvenido hermano. ―Le beso la frente y salió a llamar a su amiga.

Un pitido, dos pitidos.

―Nefeli, cariño ¿sucedió algo? ―preguntó la voz preocupada de Elpida.

― ¡Despertó, Elpida Mijaíl despertó! ―le decía emocionada.

Elpida no podía creerse lo que su cuñada le estaba diciendo, ella se había marchado a casa para asearse en condiciones y acabada de salir de la ducha cuando el móvil sonaba sobresaltándola.

― ¿Dices la verdad? ¿No me mientes cierto?

―No cariño él volvió a nosotros y te está llamando.

― ¿Cómo está? ¿Cómo se siente? ―preguntaba Elpida mientras buscaba la ropa para vestirse.

―Tranquila, tranquila, que tú muy bien sabes que él no puede hablar mucho así que en estos momentos lo están examinando dentro de poco podremos tener respuesta a todas tus preguntas.

― ¡Mierda, mierda! -se quejó Elpida

― ¿Qué pasa? ― se preocupó Nefeli cuando escuchó un golpe y a su cuñada maldecir a través de la línea.

―Nada, no te preocupes me acabo de dar con la esquina de la cama en el dedo pequeño por tratar de vestirme mientras hablamos.

―Ay nena, bien, te dejo para que te vistas y vengas que ya se está poniendo ansioso.

―Nos vemos. ―Se despidió Elpida. No podía vestirse lo sufisiente rápido, todo se le hacía difícil.

Dos golpes en la puerta la detuvieron.

― ¿Sí?

―Soy yo. ―La voz inconfundible de Ari le anunciaba su presencia.

Se vistió rápidamente, lo hizo pasar y sin darle oportunidad a reaccionar se tiró a sus brazos, riendo como una loca.

―Pequeña sé que me quieres, pero no me esperaba este recibimiento. ―Lo hacía feliz ver por fin a su amiga reaccionar a algo y sobre todo escuchar su risa.

―Volvió Ari, ¿Lo crees? Mijaíl despertó. ―Dijo ella más feliz que nunca.

― ¿Qué, cuándo? ―el hombre no podía estar más asombrado y feliz a la vez.

―Acaba de llamar Nefeli ―dijo apresurada terminando de arreglarse― ha despertado ¡Tenemos que irnos ya!

Sin esperar salió corriendo de su habitación hasta su coche con Ari a su sombra, no la dejaría manejar, se encontraba bastante eufórica.

El viaje se les hizo eterno hasta llegar a su destino, menos mal que ya no quedaban casi periodistas así que no se les hizo difícil estacionar el coche e ingresar al hospital.

Al llegar Dimitrios los esperaba junto a Nefeli, necesitaba hablar con Elpida antes a que viera a su novio.

― ¡Hola Dimitrio! ¿Es verdad, despertó? ―preguntó la joven ansiosa.

―Así es pero necesitamos conversar antes de que lo veas. ―Todos juntos se dirigieron a la oficina del médico.

Las dos mujeres tomadas de las manos se sentaron a esperar lo que tenía que decirles.

―Bueno. Le hemos hecho los primeros estudios y han salido bien, los hematomas ya han desaparecido y no hay señales de una hemorragia interna. ―siguió diciendo mientras miraba unos papeles― su voz poco a poco comenzará a volver a la normalidad no se olviden que estuvo mucho tiempo en coma. ―dejó todos sus apuntes a un lado, entrelazó sus dedos y los miró fijamente.

― ¿Qué sucede Dimitrio? ―a Elpida no le gustaba para nada como había callado el hombre que tenía frente a ella―. Por favor no nos asustes y dinos de una vez que es lo que sucede.

―Hay un solo problema, Mijaíl dice que no siente sus piernas―un balde de agua fría caía por encima de sus cabezas― le vamos a realizar algunas pruebas para comprobar a que puede ser debido, no sabemos si es porque lleva mucho tiempo acostado, o que aun sigue en shock y su cuerpo aun no le responde con normalidad. No podemos descartar que se trate de una secuela del accidente.

― ¡No puede ser! ―exclamó Nefeli poniendo sus manos en la boca para evitar que se escuchara su llanto.

―Tranquila cariño ―la tranquilizó Elpida―. Tú hermano sea como sea se volverá a levantar de esa cama y aquí estaremos nosotros para ayudarlo. ―Le aseguró.

― ¿Cuándo podremos saber los resultados? ―Elpida estaba segura, que fuera la situación que fuera ellos saldría adelante.
―En unos días, aun le estamos dando algunos medicamentos que no lo dejan despertar por completo ―les anunció el médico― lo más seguro es que aún no se ha dado cuenta del todo, así que por favor les pido, manténgalo tranquilo.
― ¿Eso es todo? ―preguntó ansiosa Elpida.
―Sí, eso es todo. ―aclaró el hombre con una sonrisa traviesa, conocía lo que se estaba aguantando la joven que tenía frente a él, no salir corriendo para ir al encuentro de su novio.
―Gracias, pero a mí me disculpan alguien me espera y ustedes me están haciendo perder el tiempo. ―No dijo nada más, se puso de pie y sin esperar nada ni nadie salió corriendo.
No había absolutamente nada que la mantuviera alejada del que era el amor de su vida, necesitaba ver la mirada de su hombre demostrándole cuanto lo amaba.
Sin tocar, sin pedir permiso entró. Mijaíl estaba acostado con los ojos cerrados, quién lo viera pensaría que estaba dormido, pero él estaba despierto esperando por su amor, en el momento que ella abrió la puerta él sintió su perfume inconfundible, ese que le hacía a su cuerpo y alma reaccionar. Pero se sentía tan cansado que no hizo nada, siguió así hasta que ella llegó a un lado de la cama y como tantas veces se recostó junto a él.
―Por fin siento que puedo respirar mi vida. ―Le hablaba como llevaba haciendo todo este tiempo― Hoy cuando tú hermana me dijo que habías despertado creí que estaba soñando ―mientras le decía eso acariciaba el rostro masculino, dejando también de vez en cuando algún beso húmedo―. No tienes idea la falta que nos has hecho, pero te juro que te mataré por el susto que nos has dado. ―En ese momento se le quebró la voz y a Mijaíl se le rompió el corazón el escuchar a su mujer sufrir.

―E...en...ton...ces m...me q...que...da...ré a...así p...pa...ra q...que n...no m...me ma...tes. - Dijo él en un susurro que no estaba seguro haber sido escuchado, hasta que su chica tomó su rostro entre sus manos y lo besó. Fue un beso dulce, carente de pasión, pero plagado de sentimientos, un beso agridulce, ya que se mezclaban, el sabor dulce que a Elpida caracterizaba y el sabor salado de sus lágrimas.

―Has regresado mi vida. ―Le dijo por encima de sus labios sin separarse demasiado― regresaste a mí. ―Empezó a llorar, ya no pudo soportarlo más, tantos días aparentando ser fuerte, que al final hizo catarsis, por fin él estaba con ella y todo se arreglaría.

―T...Te a...a...mo ―dijo él con la voz adormecida pero que no le quitaba la importancia.

Mijaíl se durmió en los brazos de su mujer y ella se quedó abrazada a él, nadie la sacaría de ahí, tenía que asegurarse de que lo que estaba viviendo era verdad.

Tocaron la puerta y ella sin levantar mucho la voz para no despertar a su amado dio el permiso a que ingresará quien fuera, pero claro no esperaba que fuera toda la familia, se habían enterado de que Mijaíl por fin había despertado después de casi un mes dormido. La chica se sorprendió de ver entrar a sus suegros, Ari, Gaby, Nefeli, Strato y Kuriako que venía solo, ya que su chica tenía que trabajar. Les sonrío a todos pero puso su dedo por encima de sus labios para que los demás hicieran silencio.Como pudo se puso de pie pero antes de alejarse Mijaíl la tomó del brazo y no la dejó apartarse de él.

―Mi amor, tranquilo ―le susurró― ha llegado gente que quiere verte.

Ría fue la primera en acercarse.

― ¡Hijo mío...! ―se acercó a él y comenzó a besarle toda la cara como si fuera un niño pequeño, lo hacía reír, pero esa madre necesitaba darse cuenta que su hijo estaba ahí despierto, vivo a su lado.

―M...Ma...má ―trató de hablarle Mijaíl, pero ella no escuchaba nada, tanto tiempo había carecido de las caricias de su hijo.

―Hijo mío, de mi alma. ―Sollozó abrazando y besando una vez más la frente de su hijo― qué susto nos has dado mi amor.

―P...Per...do...na m...ma...dre ―como pudo la abrazó manteniendo siempre sus ojos cerrados, le molestaba mucho la luz, hasta la más mínima― N...no f...fu...e m...mi in...ten...ción, e...es...pe...ro q...que m...me p...per...do...nes.

― ¡Ay hijo!

Uno a uno pasaron a saludarle. Llegando la noche Strato y Nefeli, se quedaron para hacerle compañía a Elpida y Mijail, como estaban solos, pudieron apagar la luz, y dejar solamente la que se encontraba en el cabecero, que era más tenue, lo que permitía que el actor pudiera abrir los ojos y contemplar a sus acompañantes.

Elpida se volvió a acostar al lado de su amor, y la otra pareja se sentó en el sillón que estaba frente a la cama dejándolos frente a frente y cerca para poder mantener una conversación.

― ¿Cómo te sientes amor? ―le preguntó la joven acariciándole la cabeza.

―B...Bi...en. ―Respondió y por fin pudo mirar detenidamente el rostro de su Diosa― t...te v...ves a...a...go...ta...da m...mi c...ci...e...lo ―dijo y pasó su mano por la mejilla femenina.

―Estoy bien, ahora por fin estoy bien.

―T...Te i...i...rás a d...des...can...sar a c...ca...sa ― ordenó tajante, orden que no daba derecho a réplica, aunque como siempre Elpida no era de esas personas que siguen las reglas.

―De eso nada, ahora que por fin estás aquí no pienso dejarte solo.

―Hermano. ―Llamó su atención Strato― ¿Aun no entiendes que con ella nunca ganarás? Es tan cabezota como tú así que ahórrate el mal momento.

― T...tú y yo, t...te...ne...mos q...que a...acl...cla...rar un...nas c...cu...an...tas c...co...sas. ―Anunció Mijail a Strato.

―Ay hermanito, no empieces por el amor de Dios ―rogó Nefeli― cuando salgas de aquí dirás lo que quieras.

―T...Tr...tran...qui...la p...pe...que...ña q...que c...cu...an...do s...sa...lga d...de a...a...quí, es...te im...bé...cil t...te t...ten...drá q...que p...pe...dir en m...ma...tr...tri...mo...ni...o c...co...mo c...co...r...res...po...n...de p...por...que m...mi s...so...bri...na n...no n...na...ce...rá s...sin q...que s...sus p...pa...d...dres e...es...tén c...ca...sa...dos.

―Aún no sabemos que es. ―Aclaró Strato un poco sorprendido por las palabras de su amigo, no por lo de la boda sino, por lo seguro que demostraba estar de que era una niña la bebé que esperaban.

Elpida al ver que Mijaíl no dejaba de hablar, pero le costaba articular palabra decidió buscar una libreta y dársela para que él no se agotara.

Un poco molesto decidió aceptarlo ya que cada vez que hablaba sentía que le raspaban su garganta.

―Es una niña y su nombre será Zoí, ella me trajo de vuelta. ―Fue lo único que escribió ya agotado por el medicamento que le habían dado así que el sueño no tardó en llegarle dejando a sus acompañantes asombrados, pensaron que Mijaíl deliberaba y que de seguro el medicamento le hacía decir cosas incoherentes. Le preguntarían cuando ya estuviera mejor y pudieran aclarar las cosas.

Tuvo que pasar una semana más, para confirmar que Mijail no podría caminar, después de realizar todas las pruebas pertinentes, los resultados mostraron que tenía un daño en la columna, que requeriría de varias operaciones para repararlo. Aunque ese era un problema menor, ya que había llegado el momento de comunicárselo a él...

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