CAPITULO 14
MIJAIL
Odio lo que tenga que ver con hospitales y funerales, pero no puedo hacer nada, no dejaría solos a Elpida ni a Strato por nada en el mundo en estos momentos, ellos me necesitan.
Por fin han pasado los días que debía quedarse mi amigo en el hospital y con él también la cabezota de mi chica, que mujer más terca no ha querido apartarse de su hermano en ningún momento, hasta Nefeli tuvo que traerle la ropa aquí para que ella se duchara en el baño de la habitación, lo había dicho y lo había cumplido, saldrían los dos juntos de este lugar.
― ¿Listos? ―pregunto al entrar a la habitación pero sin haber pedido permiso antes y no sé cómo reaccionar a lo que me encuentro.
Salgo y cierro la puerta detrás de mí, necesito irme o si no las cosas no saldrán como corresponden, escucho mi nombre pero no me detengo sigo caminando hasta los ascensores sin mirar atrás.
―Mijaíl como me hagas una vez más gritar tú nombre, te aseguro que te olvidas de mí. ―no puedo hacer otra cosa que detenerme ante esas palabras.
―Lo sabías. ―la acuso y aunque no debería, me siento traicionado.
―Claro que lo sabía. ―reconoce.
― ¿¡Y no me habías dicho nada!?
―Claro que no. ― ¿cómo puede estar tan calmada?― no era mi trabajo anunciarte su relación, yo me enteré por casualidad el día que viajaba a España.
― ¿Pero porque lo mantuviste en secreto? ―estoy molesto.
-Te vuelvo a decir no era asunto mío -ahora se ve ella molesta- y ¿sabes qué? no te comportes como un niño malcriado, porque tú también te estás tirando a su hermana y tampoco le hemos dicho nada aun.
Se da media vuelta y se vuelve hacia donde se encuentran nuestros hermanos. Me quedo parado por un momento viéndola alejarse pero aun no puedo entrar, así que tomo el ascensor que en este momento abre sus puertas.
Antes de marcar la planta, pienso donde ir primero, si salgo del hospital estoy seguro que habrá periodistas y ahora con el humor que tengo más de uno lo pagará.
Así que sin pensarlo demasiado subo a la terraza esperando que este abierta y no quedarme en las escaleras.
Al llegar al sexto piso compruebo que la puerta está abierta así que salgo, el aire está bastante agradable, aunque es principio de Mayo.
Me acerco al margen de la terraza y me pierdo en el Partenón que resalta sobre todo lo demás, se impone con un poder único.
Agarro mí nuca para ver si puedo relajarme un poco, pero la necesito a ella para poder hacerlo y sé que me estoy comportando como un puto mal criado pero todos lo sabían y nadie dijo nada. "Claro como tú estabas enamorado de Elpida y tampoco dijeron nada, no seas hipócrita hombre" y las palabras de ella vuelven a golpearme "Tú también te estás tirando a su hermana y no le has dicho nada" tiene razón, bueno no, porque no es simplemente tirar lo que hago yo con ella, mierda es que es todo lo que había deseado hace años y ahora soy un puto cabrón que por mi reacción estoy a punto de echarlo a perder todo.
Así que a correr se ha dicho, voy al ascensor el cual ya no está, y se encuentra en el primer piso, mierda que no llegará nunca, así que mejor bajar por las escaleras, no es nada el bajarlos en menos de cinco minutos me encuentro justo delante de ellos tres quienes me miran sorprendidos por mi estado.
Ella sigue molesta conmigo, lo siento, lo sé. Mi hermana me mira un poco asustada pero también molesta y Strato bueno él debe de tener la misma cara que yo, de no saber qué mierda decir.
Pero ahora no es el momento de hablar, tenemos que irnos al funeral de Sofi, así que me dirijo hacia ellos y tomo yo la silla de rueda donde va mi amigo.
Puedo sentir la reacción de las chicas al relajarse, estoy seguro que esperaban que armara un gran lio pero sé que no estamos en el lugar indicado ni es la hora correcta.
Así los cuatros salimos del hospital sin antes pasar por los fotógrafos que esperaban.
Nos dirigimos en silencio hasta el tercer cementerio de la ciudad, donde se llevará a cabo el epilogo de este accidente, cada vez que nos acercamos, Elpida, sentada en el asiento del copiloto se va tensando cada vez que nos acercamos, a pesar que voy conduciendo y olvidándome que en el asiento trasero se encuentra mi amigo, deposito mi mano en su pierna, intentando darle serenidad.
-Tranquila, todo irá bien. -le susurro.
-Gracias. -ella toma mi mano y se la lleva a su mejilla donde me besa la palma y la dejo ahí, yo también necesito sentir su calor.
Por suerte al llegar no había ningún periodista ni tampoco fotógrafo esperándonos, habían respetado mi pedido.
No me gustaba ver a mi chica vestida de negro, la hacía verse pálida, y aunque le dije que no era necesario porque a Sofi tampoco le hubiera gustado verla vestida así, ella no lo aceptó, dijo esta es la tradición y la cumplirá.
Llevaba puesto un vestido negro hasta la rodilla con las mangas hasta el codo, mi pequeña, Nefeli también vestía de negro. Mi amigo y yo, llevábamos un pantalón negro con camisa blanca y corbata negra.
Sofi no tenía más familia que Elpida y Strato, entendía el dolor de mi amigo y mi chica porque estaban perdiendo a una segunda madre, por eso decidieron que su cuerpo descansaría al lado de sus padres, en ese momento Elpida no lo soportó y se derrumbó, lagrimas salían a borbotones, desgarrando mi alma en el proceso, me sentía un inútil porque no podía hacer nada. La abracé acallando su llanto en mi pecho. No soporto verla sufrir.
-Mi cielo, tranquila. -supliqué.
-Princesa. -exclamó su hermano que no podía hacer nada. La tomé y me la llevé al coche, iríamos todos a la casa de mis padres a tomar café.
La recosté en el asiento de atrás de mi coche, Ari ayudó a Strato a acomodarse en el asiento delantero.
-Yo voy detrás suyo. -nos dijo.
-Está bien. -dije deprisa.
-Yo conduzco. -Se ofreció mi hermana- tu siéntate atrás. Y así lo hicimos.
La tomé en mis brazos, me preocupaba que aun llorara sin decir nada, no sabía cuándo estaría en alguna crisis o simplemente en shock. Por lo que pude preguntar en el hospital a un doctor, es una enfermedad que tiene que ver mucho con el estado sentimental de la persona y con los grandes cambios que le pueden suceder.
-Vamos mi amor no me dejes solo, vuelve a mí -le susurraba- te amo no te olvides y aunque me comporte como un puto cabrón. -Le hablaba para que solo ella me escuchara- lo siento, sabes que estoy aquí, contigo.
-Lo sé y por eso te amo - dijo ella con los ojos cerrados y las lágrimas corriendo por sus mejillas, las cuales sequé de inmediato. No me gusta verla llorar, se abraza a mi cintura y sigue llorando la partida de Sofi.
Así vamos todo el camino hasta la casa, ninguno de los que estamos en el coche dijo nada, no me di ni cuenta cuando entramos en el garaje de la casa de mis padres, que se encuentra en Kastela, Pireas. Era una casa bastante grande para esa parte de la ciudad, una casa que habían dejado mis abuelos paternos como herencia a mi padre y hoy ya la habían reconstruido.
La casa en si no tenía jardín ni tampoco patio como mí casa en España, pero esta tenía cinco pisos y en el último mis padres habían construido una terraza que muchos envidiaban recuerdo hacer las mejores fiestas, pero bueno ahora no es el momento de hablar de eso.
Subimos por el ascensor que daba directo al gran salón de la casa.
-Hola cariño. -Nos recibe mi madre en la puerta y abraza a Elpida- ¿Cómo estás?
-Trato de llevarlo. -le dice mi chica.
La abrazo para darle la fuerza que necesita y para que sienta que no está sola.
No esperaba que hubiera tanta gente en la casa, pero Sofi era una mujer muy querida, así que no es nada que me sorprenda.
-No me siento bien -escucho que dice- me... -y esta vez se desvanece y comienza a tener convulsiones.
-Amor. -digo y no sé qué mierda hacer, me hacen recostarla en el suelo, Elpida sigue así por unos segundos y estoy cagao de miedo, no es posible que le esté sucediendo algo así y todo esto es muy nuevo para mí. Todos están a nuestro alrededor y aunque me piden que me aleje no puedo dejarla sola.
-Sostén solo su cabeza delicadamente para que no se golpee. -dice mi madre.
Miro mí a mi amigo, quien me hace seña a que este tranquilo, sé que él quisiera estar ahora aquí a su lado pero con el yeso se le hace bastante difícil.
Al quedarse quieta, me puse peor al verla que no reaccionaba y no podía saber si respiraba o no.
-Tranquilo. -Vuelve a decir mi madre-. Ahora debemos ponerla de lado para que respire mejor -así hice y después de unos minutos que se me hicieron infinitos pude sentirla respirar mucho mejor, pero se veía demasiado cansada y no era para más.
-Cariño llévala a tu dormitorio por favor para que descanse -dice- les llevaré dentro de poco algo para comer.
La tomo en mis brazos y nos vamos a mi habitación, la recuesto en la que era mi cama y me acuesto a su lado.
El verla tan vulnerable y el no poder hacer nada por tranquilizarla me desbastó, nunca había sentido cosas tan fuerte por alguien, pero Elpida es única y el no saber qué es lo que le sucede me molesta.
La abrazo desde la cintura y la apego a mi cuerpo, dejo descubierto su tatuaje que tanto amo, comienzo a dejarle un reguero de besos. Nunca fui un hombre romántico ni tampoco de aquellos que le gustara quedarse en una cama con una mujer sin hacer nada, nunca me había sentido tan relajado con una, pero desde el primer minuto, ella ha hecho en mí cosas que nunca las creí posible.
No sé en qué momento me he quedado dormido, pero su respiración y su aroma me han relajado tanto que al abrir mis ojos no sé qué hora es, ni que día.
Me encuentro solo en mi cama y eso ya no me gusta, pero puedo sentir el calor que ha quedado en su lugar, lo que significa que no hace mucho en que se ha levantado.
Al escuchar el agua de la cisterna correr, me vuelvo a relajar, me recuesto y espero a que vuelva a mí.
No pasa mucho tiempo cuando se abre la puerta y la veo salir, ya no lleva puesto su vestido negro, va vestida con una de mis camisas que le llega al muslo.
Se ve extremadamente sexy haciendo que mi miembro se despierte de una sola vez, quédate tranquilo hombre que no es momento para jugar.
-Hola. -saluda caminando hacia mí, la camisa lleva solo tres de los botones cerrados, así que el escote que le queda es bastante profundo y también puedo apreciar sus braguitas negras asomarse por debajo de la camisa. Y sus piernas son infinitas, ¡Me cago en la puta! Como poder soportar tenerla así y no ponerle un solo dedo encima. Han pasado cuatros días desde el ultimo día que estuve en su interior, pero no podía ser de otra manera.
-Hola. -le respondo y ni yo reconozco mi voz.
-Espero que no te moleste que me haya puesto tu camisa -dice y lleva sus manos cerca de sus tetas para hacer como que se cubre un poco. -Tú mamá ha traído la comida -señala encima de mi escritorio- pero parece que no nos quiso despertar.
-Y estoy completamente hambriento. -"pero no precisamente de la comida" espero no haberlo dicho en voz alta porque no quiero que piense que no me importa todo lo que ha sucedido- ¿Tú has comido algo? -le pregunto y me levanto pero no me acerco a ella sino que voy directo a la bandeja. Veo como sus ojos se oscurecen y escanean mi cuerpo.
- ¿Sucede algo? -pregunta llevando sus manos a la cadera consiguiendo que la camisa se abra más, poniéndome completamente duro al segundo, resaltando mi miembro por debajo de mi bóxer, así que dándole la espalda le respondo.
-Que va a suceder solo que tengo hambre ¿tú estás mejor?
-Mijaíl déjate de mierdas conmigo y háblame claro, si te has arrepentido de estar conmigo dímelo y me desaparezco al instante. No soy ninguna niñita para no entender que todo esto puede ser demasiado para ti -comienza a buscar su vestido, pero no le doy la oportunidad y voy a su encuentro.
-Mi cielo. -Tomo su rostro entre mis manos para que me mire directo a mis ojos-. ¿Cómo puedes decir todo eso? ¿Sabes lo que provocas en mí? Toca -pongo su mano por encima de mi bóxer para que se dé cuenta por ella misma, que reacción tiene mi cuerpo a su toque- pero no quería parecer un puto imbécil y después de todo lo sucedido que te sintieras obligada a algo.
En ningún momento ha apartado su mano de donde la he dejado acariciando mi miembro por encima de la tela de mi bóxer pero aún sigue mirándome sorprendida.
-Llevamos más de una semana juntos y hemos hecho el amor solo el fin de semana que pasó y yo ya soy adicto a ti, pero quería darte el espacio que corresponde.
-Yo pensé... -la beso, no la dejo seguir quiero que sienta lo mismo que siento yo por ella. El beso al principio es dulce, paso mi lengua por sus labios haciéndola jadear y aprovecho para introducir mi lengua en su interior, se sujeta de mis caderas y se apega lo más que puede a mi cuerpo y mi miembro queda justo entre sus piernas algo que a los dos nos hace gemir.
Me separo un poco para tomar una respiración.
- ¿Ves lo que me provocas? pero no has comido nada. -la vuelvo a besar y por encima de sus labios le digo-. Para que tengas fuerzas para lo que se viene debemos comer.
Le doy un leve empujón hacia la cama y yo me dirijo a buscar la bandeja.
Destapo las bandejas con la comida y una vez más mi madre se luce al cuidarnos, hay de todo queso, jamón, unos huevos revueltos con papas fritas y una ensalada a lo griego y también un plato lleno de frutas.
Al darme la vuelta, encuentro a Elpida sentada sobre sus pies cruzados, recogiéndose el pelo en una especie de moño, dejando por primera vez todo su cuello al descubierto. Es la primera vez que la veo así, siempre o llevaba el pelo suelto o blusas con cuello alto pero nunca lo dejaba así a la vista.
-Me gusta así. -digo pero no entiende de lo que hablo.
Al sentarme a su lado la atraigo a mi cuerpo y le beso el cuello.
-Me acabo de dar cuenta de que nunca te había visto el cuello así, -me mira extrañada- quiero decir que nunca lo has tenido descubierto, o llevas el pelo suelto -le explico- o usas blusas de cuello alto. Pero así -paso mis dedos a lo largo de su cuello y ella se estremece―. No, nunca.
-Lo sé. -Admite- lo hacía porque no quería que nadie viera mi tatuaje.
- ¿Por qué? ¿Te has arrepentido?
-No, claro que no, pero era algo mío que no tenía por qué enterarse nadie y menos tú. -dice avergonzada.
- ¿Y yo por qué?
-Por qué no quería que vieras tu nombre en mi piel, la verdad es que no sabía cómo reaccionarías tú y todos quienes lo vieran. -la beso, le beso el cuello, beso el tatuaje donde nos representa a los dos.
-Te amo, -digo sin más- y me encanta ese tatuaje y aunque al principio me sorprendió el verlo, ahora siento que estoy en cada momento en tu piel grabado y eso para mí es más que un simple dibujo.
Es la primera vez después de días que me sonríe. Se levanta, para terminar sentada entre mis piernas recostándose en mi pecho.
- ¿Cómo te sientes? -le pregunto de verdad preocupado y ella comienza a comer y a darme a mí también.
-Bien aunque siento mi cuerpo molido. -Se da un poco la vuelta para mirarme- ¿He tenido una crisis?
-Sí.
-Vale.
No decimos nada y seguimos comiendo.
- ¿Así es siempre? -no lo soporto, tengo que saber qué es lo que sucede.
-No, llevaba años sin tener una crisis así, la última vez creo que fue con lo de Ari, de vez en cuando viene alguna pero mucho más leve.
- ¿Y no sabes cuándo te vienen?
-No -me sonríe- solo me doy cuenta que he tenido una cuando es de las fuertes porque me duele todo el cuerpo, las leves no logro controlarlas.
La abrazo por que no sé qué más hacer.
- ¿Te asusta? -pregunta y quiero ser sincero.
-Estoy muerto de miedo y aunque he hablado con un médico, todo esto es nuevo y no sé cómo llevarlo y lo peor es verte en esta situación.
-Ya verás cómo poco a poco te acostumbras y no necesitarás la ayuda de nadie -dice y sigue- claro esta si es que quieres seguir conmigo, porque de verdad si no mejor lo terminamos ahora.
- ¿Te puedes callar de una puta vez? -Reconozco que me he pasado por cómo me mira-. No me voy a ninguna parte te lo he dicho miles de veces y si eres tú la que te quieres ir hazlo de una maldita vez pero no me acuses a mí de algo que no haré. -sé que soy injusto en hablarle así pero ya todo esto me está sobrepasando y si ella no confía en mí no puedo hacer algo.
Trato de levantarme pero ella me lo impide.
-Tienes razón. -Dice y saca todo lo que tenemos encima de la cama ya vacía-. Estos días han sido demasiado duros para mí -acaricia mi rostro y veo como sus ojos se humedecen- y la verdad es que tengo miedo Mijaíl a que todas las personas que quiero le sucedan cosas malas y no soportaría que tú también fueras uno de ellos no sabría qué hacer.
-No pasará nada. -Le digo y la siento a horcajadas- pero discúlpame por ser un cabrón, pero en este momento necesito sentirte y estar dentro de ti.
-Yo también -susurra- necesito que me digas que está todo bien y que me quieres.
- ¿Es que no lo entiendes? -Le digo- no te quiero simplemente, te amo Elpida y mi vida sin ti no existe.
- ¿Estás seguro?
- ¿Cuándo comprenderás que no es cosa de un día? -comienza a moverse poniéndome duro al minuto pidiendo estar dentro de ella.
La sostengo con más fuerzas por sus caderas y estoy seguro que le quedaran marcadas mis huellas.
-Demuéstramelo, -pide- cada día, en cada momento. Que no te importe si alguien nos ve o no.
-Ya lo he hecho, pero seguiré siempre así, eres terca mujer. -Sin darle oportunidad a reclamar me pongo encima de ella-. Pero me encanta que seas así, que seas tú.
Beso esos labios que me traen loco, danzo con su lengua un tango erótico que nos lleva a los dos a gemir juntos, comienzo a dejar besos húmedos por todo su cuello llegando a sus preciosas tetas que están un poco escondidas tras mi camisa.
-Estas son perfectas y son mías. -digo presionando una con mi mano y mordiendo su otro pezón- me encanta lo rosados que son. -uno ya lo he convertido en un pico duro y brillante por la humedad de mi boca, así que me dedico hacer lo mismo con el otro.
-Mijaíl.
-Shhh, tendrás que ser silenciosa si no quieres que nos escuchen todos en la casa. -le aviso y creo que es la primera vez que se da cuenta de donde nos encontramos- pero tranquila que mi habitación es la única en este piso, pero nunca se sabe. -me mira un poco enfadada pero con mis besos comienza a olvidar una vez más todo lo que sucede a nuestro alrededor.
Sigo descendiendo, con mi lengua dibujo círculos por encima de su ombligo, algo que la hace removerse debajo de mi cuerpo pero no la dejo escapar, mis manos siguen jugando con sus preciosos pechos.
Me instalo entre sus piernas y su coño esta brilloso por lo mojado que se encuentra así que no me limito en nada y paso mi lengua por toda su superficie tratando de degustar lo más que puedo sin dejar ni una gota que se vaya perdida.
-Estás exquisita, con esto podría alimentarme el resto de mi vida.
-Mijaíl. -suplica y enreda sus dedos en mi pelo tirando de él.
-Quiero llevarte a que toques el cielo simplemente así. -con la ayuda de mis dedos comienzo a jugar con su clítoris y yo cada vez comienzo a perder más la cabeza al escucharla gemir y ver como poco a poco su cuerpo va tomando un color rojo por la excitación.
-Quiero que juegues con tus tetitas. -Le pido y aunque la veo dudar por unos segundos, comienza a tirar de sus pezones- Eres una Diosa, mi puta diosa.
-Mijaíl, no podré seguir así por mucho.
-Lo sé mi cielo, siento como tu coño se ajusta a mis dedos, déjate ir y déjame probar tu orgasmo con mi boca, ahora. -le exijo y ella se deja ir poniendo una almohada en su cara para ahogar el grito que se le escapa de su boca y yo sigo, tomando todo lo que me da y estoy en mi propio paraíso.
Están tan hinchados y rojos sus labios que quiero seguir disfrutando de ellos pero sé que yo no lo soportaré y ya comienza a dolerme mi polla.
Ahora me devoro su boca para que sienta ella también su propio placer.
-Eres un delicioso néctar. -le digo.
-Yo también quiero probarte. -pide.
-Pero no ahora mi cielo, ahora necesito estar dentro de ti.
-Entonces que esperas. -toma sus piernas y se abre para mí, de solo verla así siento que terminaré.
-Eres un pecado Elpida y yo soy un cabrón con suerte -le digo y comienzo a acariciar yo mismo mi pene- mira lo que me haces, mira como me pones. -sin decir nada se abre más y comienza a acariciarse para mí y en el momento que introduce dos dedos y gime, sé que estoy perdido y me pongo celoso de sus dedos así que sin esperar me estiro hacia la mesita de noche para sacar un preservativo, ¡pero la madre que me pario! Esta vacío.
- ¡Me cago en la puta!
- ¿Que sucede? -pregunta un poco sorprendida y con los pechos subiendo y bajando por la respiración.
-No tengo preservativos aquí.
- ¿Cómo que no tienes?
-Pues primero, porque nunca traje mujeres aquí y segundo porque lo último que pensé estos días en lo poco que vine es si acabaríamos así o no.
- ¿Te cuidas?
-Claro que sí ¿Qué pregunta es esa?
-Pues yo también, así que no hay problema.
- ¿Estás segura? -de solo pensar estar en su interior sin que algo me separe de ella me hace ver estrellas.
-Mijaíl de otra manera no te lo diría, pero termina de una puta vez lo que has comenzado. -dice volviendo a la postura que tenía hace poco.
-Vuelvo a decir que soy un puto cabrón con suerte.
Sin esperar un segundo más, coloco la cabeza de mi miembro entre sus pliegues y todo era una puta delicia. El sentir su humedad y su calor debería ser un pecado y yo lo estaba disfrutando completo y me quemaría en el infierno. Sin decir nada ella me abrió paso entre sus labios y de un solo empujón me introduje en su interior.
- ¡Ah...! -fue lo único que salió de su boca.
-Esto es delicioso mi cielo. -es la verdad, en mi puta vida nunca había tenido relaciones sin preservativo y no me arrepiento, porque el hacerlo con ella así es como hacer el amor por primera vez.
-Muévete Mijaíl, necesito sentirte. -suplica y así hago.
Siento cada movimiento más vivo, siento como su coño se contrae en cada momento y como está listo para dejarse ir.
-Vamos mi cielo dámelo por que no aguanto más, no puedo retenerlo más.
-Σ'Αγαπω! -dice por primera vez en griego y no puedo aguantarme más.
-Yo también te amo mi amor -y así los dos llegamos juntos a un orgasmo que se ha llevado todo con él.
Y sé que desde este momento todas las dificultades por las que pasemos en esta vida, estaremos juntos para salir adelante.
ߘnت
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